Que debe guardar siempre las buenas formas y los buenos modales, evitar las groserías y disimular sus enfados, porque aquí, los únicos que podemos ser políticamente incorrectos somos nosotros, los machos.
Podemos respirar tranquilos. El problema ha sido identificado y será desintegrado molecularmente de inmediato. Maluma y sus secuaces pagarán caro su osadía de lanzar una canción con contenido denigrante en contra de la mujer en un país en que el machismo se erradicó muchas décadas atrás, el feminicidio es una falacia mediática y el maltrato hacia la mujer es una triquiñuela de algunas cuantas mujeres por figurar públicamente. Gracias a los indignados de las redes sociales, hoy, Colombia, está libre del maltrato en contra de la mujer y ante todo de ese ritmo inmundo que llegó hace 15 años y se instaló en nuestra casta sociedad. ¡Gracias Señor! Qué sería de nosotros sin esos indignados de las redes sociales, que día a día nos cambian la vida con sus excepcionales reflexiones.
Si bien es cierto el señor Juan Luis Londoño Arias, Maluma, al ser un personaje público con un amplísimo alcance entre los jóvenes debería aprovechar su impacto para llegar a ellos con otro tipo de mensajes, no es el culpable de lo que pasa en el país ni el responsable de la cosificación a la que los medios de comunicación han sometido a la imagen de la mujer.
Hemos hecho tan mal las cosas como país, que señalar a alguien como culpable es más sencillo que buscar los verdaderos orígenes del problema y trabajar para combatirlo, erradicarlo y, en el caso del machismo que ya se instaló en nuestra cultura, cambiarlo por valores diferentes en los que el respeto sean prioridad y la igualdad objetivo.
En una sociedad en la que desde hace muchos años Caracol y RCN nos han inundado con sus famosas narco-series, cuyo contenido es una verdadera apología, entre otras cosas, al machismo, en donde Sábados Felices, Azuquita pal Café de Candela Estéreo, El Mañanero de la Mega o Huesitos de Marrano de la misma emisora, es constante el chiste fácil carente de inteligencia, pero cargado, eso sí, de mensajes machistas. En dónde Andrés Jaramillo, propietario de Andrés Carne de Res, culpa a la joven que denunció una presunta violación en una de las sedes del conocido restaurante en el 2013, porque consideró que el atuendo que ella llevaba era poco adecuado: «Una niña que llega (al establecimiento) con un sobretodo y debajo una minifalda, ¿a qué está jugando?, y después para exculpar pecados diga que la violaron», (Ver Enlace)
En el que la Revista Soho basa su éxito en exhibir el cuerpo desnudo de la mujer en diversos roles, entre ellos, como ingrediente culinario en la edición N° 140 de 2011, en la que Elizabeth Loaiza es “cocinada” por los chefs más reconocidos del país, entre ellos, Andrés Jaramillo, y en cuyas fotografías se equipara a la mujer a un trozo de carne muerta seleccionada para consumo humano, en donde el uso del cuerpo de la mujer como gancho publicitario es excesivo y los piropos, sean éstos soeces o no, son constantes, el señalar a un artista –muchos dirán que no lo es– por maltratar a la mujer en sus letras y vídeos, es un ejercicio perezoso y facilista que desvía la atención del verdadero conflicto y de sus verdaderos orígenes: hogares y colegios
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«Mujer que no joda es hombre», «Además de bonita, inteligente», «¡Lindas piernas! ¿A qué hora abren?»,«Parece mujercita, mírelo como llora», son sólo algunos ejemplos mínimos de cómo, desde muy niños, nos han inculcado de manera subliminal que nosotros, los machos, ocupamos por nuestra condición biológica un lugar de privilegio en nuestra sociedad y que el rol de la mujer, así se diga lo contrario y pese a los esfuerzos para evitar que así sea, continua en un nivel inferior al del hombre.
Tan arraigado está el machismo en nuestra cultura, que una mujer víctima de abuso es culpable si con su vestimenta provocó al agresor, que si es golpeada por su pareja, seguramente fue ella la que así se lo buscó. Que a la niña se le regalan ollitas, estufitas, planchitas y demás «juguetes» que de manera implícita las preparan para el lugar que en una edad adulta han de ocupar en la sociedad. Que debe guardar siempre las buenas formas y los buenos modales, evitar las groserías y disimular sus enfados, porque aquí, los únicos que podemos ser políticamente incorrectos somos nosotros, los machos.
Los tiempos han cambiado, afortunadamente, y cada vez hay menos princesas y más mujeres dispuestas a vivir a plenitud y a combatir la desigualdad. Pero, el camino es demasiado largo y el trabajo por delante es arduo y exige compromisos de las instituciones, políticas públicas y, ante todo, de los individuos que conformamos esta sociedad, pues es en los escenarios cotidianos dónde el maltrato es más evidente.
Según cifras del Instituto de Medicina Legal el informe Exámenes Médico Legales por Presunto Delito Sexual, en el 2015 se realizaron 22.155 valoraciones por presuntos delitos sexuales, de los cuales 18.876 fueron mujeres. El mismo informe establece que un 40.52% de los casos son de niñas entre 10 y 14 años, siendo de esta manera, la población con mayor riesgo de ser abusada sexualmente. (INMLCF, 2016, p. 360). De acuerdo con RCN, el mismo instituto reportó que el año anterior 1.007 mujeres fueron asesinadas y se presentaron 16.000 denuncias por violencia sexual, lo que traduce que en Colombia, cada 13 minutos una mujer es violentada. (Ver Enlace).
Como reacción a la lamentable tragedia de la que fue víctima Yuliana Samboní, el tema de la violencia en contra de la mujer cobró importancia y se encendieron de nuevo las alarmas, como si fuese un caso aislado. Las redes sociales están inundadas con diferentes voces de protesta en contra del crimen y del machismo, no es para menos. Sin embargo, la música y cualquier otra expresión artística expresa ideales, sentimientos y realidades de su contexto, es el reflejo, también, del momento por el que está pasando una sociedad y captura, si se quiere, un sentir colectivo. En ese orden de ideas, Maluma, sin exonerarlo de la responsabilidad que tiene como personaje público, es fruto del machismo arraigado y exponerlo al banquillo, gracias a la indignación por una tragedia, no contribuye a resolver el problema de raíz, todo lo contrario, termina trivializando un debate al que hace mucho venimos dándole la espalda por cuenta de buscar la paja en el ojo ajeno.
Por, Andrés Angulo Linares
@OlugnaElGato
Imagen principal tomada de Internet, libre de derechos: https://pixabay.com/es/el-miedo-mujer-parada-1131143/