A propósito de La Causa Nacional, el nuevo libro de Jacobo Celnik

Son historias y por tanto existen otras por contar; son historias y por tanto existen otras versiones de las mismas; son historias y por ello, es una invitación general a seguir escarbando en la historia misma.

Por, Luis Alfredo López

Historias del Rock Colombiano

Iniciamos con un dato que no es para nada anecdótico, de hecho, representa una pieza fundamental en la construcción de una historiografía aún por desarrollar: el primer Rock and Roll que sonó en la radio colombiana fue en el programa Radiolente, en la cadena La Voz de Antioquia que pertenecía a Caracol Radio, y quien pinchó esta música por primera vez fue un hombre llamado Hernán Restrepo Duque. Si quiere saber más, nada qué hacer, compre el libro La Causa Nacional, Historias Del Rock en Colombia de Jacobo Celnik, que trae junto a éste, muchas referencias del mismo calibre.

Para esta fecha, casi tres meses después de su salida, ya se ha escrito bastante sobre este libro, pero hasta que no lo devoré, procesé y hasta repetí, no pude realizar esta reseña con gusto. De hecho, aún creo que la cantidad de datos y música por escuchar tras su lectura no me dejan digerirlo completamente, es una verdadera arqueología del rock colombiano, frase que utiliza reiteradamente el propio Jacobo, y que es el esfuerzo más significativo que hasta el momento se ha hecho por describir el proceso histórico, en el que se fue desarrollando la creación artística musical del género más trascendente del siglo XX –después del jazz– en el mundo.

Con un conversatorio en el Festival del Libro Parque 93, una rueda prensa y hasta el momento dos fechas en un ciclo de conferencias organizadas por la Biblioteca Nacional de Colombia, este recuento de nuestro rock se posiciona como uno de los lanzamientos imperdibles del año y a conseguir en la próxima Feria Internacional del Libro –FILBo, donde será uno de los protagonistas.

Jacobo Celnik es una autoridad en cuanto a rock se refiere, sus libros precedentes Rockestra junto a Andrés Duran y Satisfaction, son una colección entrevistas con las grandes leyendas del género (conversaciones que son joyas como las de Ian Anderson, Ian Gillan, Steve Hackett, Andrew Loog Oldham, Jack Bruce, Brian Eno o Geddy Lee)  y donde se devela, entre líneas, el gusto del autor por el rock progresivo inglés y de cierta forma insinúa el método de La Causa Nacional, la historia contada por sus propios protagonistas.

Causa NacionalEn Bob Dylan a Las Puertas Del Cielo junto con Carolina Sanín, se describe la trayectoria del Premio Nobel de 2016 en apenas 20 canciones selectas y explica a muchos colombianos alejados tanto del rock como de la literatura, porque un cantante del género merecía tal galardón. Sobra recordar el extenso trabajo del autor en radio y prensa que hablan por sí mismos.

Sobre las ventajas, aciertos, desaciertos, gustos personales o lo que algunos consideran omisiones en el libro no puedo tomar partido, los comentarios que ya se han ido postulando en diferentes medios, opiniones sobre el por qué tal o cual banda no se encuentra, qué se considera rock o no, o si cierto dato o narrativa es correspondiente a los recuerdos que tiene cada uno de los momentos que se cuentan en el libro, son irrelevantes, ante todo porque el mismo autor, de forma estratégica y con lógica consciente, adelantándose al problema, tituló el libro en plural Historias Del Rock y otorgándose así, no uno, sino tres puntos a favor: son historias y por tanto existen otras por contar; son historias y por tanto existen otras versiones de las mismas; son historias y por ello, es una invitación general a seguir escarbando en la historia misma.

Indiscutiblemente es el libro más completo que hasta el momento se ha escrito sobre el tema en el país, particularmente ofrece ventajas como su bibliografía que nos abre las puertas a una visión del contexto latinoamericano, el acercamiento a la historia de la radio y la distribución musical en el país, el tratamiento por décadas característico del análisis de los cambios del rock a nivel mundial, una narrativa personalista muy amena, una confrontación directa con los pioneros,  y un CD compilatorio con clásicos no muy difundidos y reliquias de la discografía colombiana (Nostalgia de Columna de Fuego, Sonata N° 7 a la Revolución de Malanga, Dulce y Bella Estrella de Miguel Muñoz, o Candelaria de Distrito, son algunas de las fresas que decoran el pastel) estos y más, son puntos a favor que he encontrado en el libro.

Pero más allá y lo que más me entusiasma de esta investigación, es la compilación de mitos que intenta resolver junto a la gran cantidad de nuevas preguntas y posibilidades que plantea. En definitiva, es una invitación a explorar y recapitular nuestra experiencia con la música moderna, con la música más allá del folclore y de la música tropical, es una relación de Colombia con el mundo, a que se haga con el mismo rigor una historia del R.A.P, del jazz, del blues nacional (recientemente el propio Andrés Duran anunció este último), a realizar nuevos aportes acerca de una historia de la cual todavía no sabemos mucho, porque de cierto imaginario, es reciente en nuestra cultura.

La Causa Nacional nos recuerda ese principio fundamental de la filosofía que es el extrañamiento de lo que nos está en frente, de lo que consideramos como obvio, de lo que creemos completo o ya hecho, pero que en realidad cambia constantemente y que se sigue escribiendo día a día.

¿Una bibliografía básica del rock colombiano?

Causa NacionalSi realizamos una búsqueda rápida por el catálogo en línea de la Academia Colombiana de Historia y escribimos la palabra “Rock”, el único texto que aparece es Imaginarios Sociales, Política y Resistencia: Las Culturas Juveniles de la Música «Rock» en Argentina y Colombia Desde 1966 Hasta 1986 de Hernando Cepeda Sánchez, un excelente documento académico que compara la escena argentina y colombiana, las cuales no distaron mucho en sus primeros años, pero que sólo logró consolidarse en el país del sur, sin embargo es una análisis es específicamente sociológico.  

Es decir, si tenemos en cuenta que los primeros temas y agrupaciones de rock realizado en Colombia datan de los primeros 60, lo que se ha escrito de manera oficial es muy poco, o muy poco se ha clasificado y reunido, ademas tal como el texto citado, generalmente se ha referido a periodos específicos o sectorizados por géneros. La importancia de la investigación de Jacobo no admite replicas, casi sesenta años de rock que han sido escasamente organizados, aclarados y justificados.

Es claro entonces que era una necesidad imperante, tanto porque es una apuesta por entender el surgimiento y establecimiento del género en el país, tropical y vallenatero (cosa que además determinó involuntariamente parte del sonido rock nacional y siendo uno de los aspectos más interesantes que el lector pude explorar en La Causa Nacional. Segundo dato; las ecualizaciones de los primeros álbumes, como no, eran para vallenato), porque de cara al futuro siempre debemos entender el pasado.

Si bien para muchos esta compilación de historias puede sonar cercana o conocida en algunos momentos, y no faltará el torpe que quiera señalar que sabe más del tema, como si fuere una competencia de las que son propias entre los melómanos, es sin duda, el más importante ejemplo de historiografía sobre rock, que de hecho viene a recuperar los ejercicios y esfuerzos anteriores.

En literatura

Al continuar revisando los textos alrededor de lo que ha sido la incursión, la aceptación, la explosión, la difusión o la producción musical del rock en el país, existen algunos que podríamos llamar fundamentales, pero no todos se refieren a lo mismo. Tenemos así textos literarios, investigaciones sociológicas, artículos de prensa compilatorios, biografías de bandas, revistas especializadas o de entrevistas. Los siguientes son algunos que considero sobresalientes, podremos analizar un panorama interesante acerca de nuestra bibliografía de rock. Quisiera así recordar a propósito de La Causa Nacional algunos de ellos:

Antes de cuestionarnos acerca de la propia música nacional, los escritores decidieron en primera instancia narrar algunos de los hechos, anécdotas, reales o ficticias, de sus relaciones personales con el rock, de manera alegórica, y, ante todo, entrelazada a sus propias vivencias o sus propias afinidades, aunque en algunos casos más cercanos al género en sí. Tenemos así el clásico ¡Que Viva la Música! de Andrés Caicedo con sus referencias a los Rolling Stones entre otros, o El Atravesado con el mítico momento donde se proyectó por primera vez Al Compás Del Reloj (Rock Around The Clock, 1956 de Fred F. Sears) en Cali.

Muchas referencias a bandas reales o ficticias las encontramos en obras de Efraín medina Reyes con su Érase Una Vez el Amor, Pero Tuve Que Matarlo, Música de los Sex Pistols y Nirvana, por ejemplo, u Opio en las Nubes de Rafael Chaparro Madiedo, ejercicios de literatura nihilista, cínica, maldita, y hasta costumbrista de las urbes locales que retoman grandes clásicos del género, en los ambientes marginales o nocturnos, una de las formas en las que muchos se han acercado al rock teniendo en cuenta su variable difusión

También tenemos la fundamental obra de Sandro Romero Rey (amigo personal de Jacobo Celnik) con libros como Clock around the rock (crónicas de un fan fatal) o Las Ceremonias del Deseo, el clásico donde nos cuenta el improbable, mítico y bochornoso evento EcoMundo 92, donde a costa de la importancia de Chucho Merchán, el músico de rock colombiano más histórico a nivel internacional, se presentaron por primera vez en Colombia Roger Daltrey de The Who y David Gilmour de Pink Floyd, junto con otros grandes nombres de la industria ante un público mayoritariamente salsero y con una pésima producción, o también Piedra Sobre Piedra. Confesiones de un Adicto a Los Rolling Stones y la biografía Mick Jagger: El Rock Suena Piedras Trae, donde atestiguamos su  fascinación erudita por la legendaria y longeva banda.

Imperdibles son también la colección de poemas Diabulus In Música de Henry Alexander Gómez (admirado compañero de estudios de Ciencias Sociales en UD de quien escribe) y la novela La Nostalgia Del Melómano de Juan Carlos Garay. El primero recoge una selección de versos inspirados por Jon Lord, Jim Morrison, Cliff Burton o Stevie Ray Vaughan, el argentino Pappo Napolitano o nuestra leyenda local Humberto Monroy, el segundo es un ejercicio novelístico donde se mezclan perfectamente el rock, la salsa, el ambiente y la intimidad de coleccionista en una historia que aún nos cuestiona, o convence, que Eric Clapton grabó con Cheo Feliciano.

En Historia y Sociología

Aparte del ya mencionado Las Culturas Juveniles de la Música «Rock» en Argentina y Colombia, los acercamientos académicos a esta música nos traen algunos libros realmente valiosos, pero que a estas alturas son muy difíciles de conseguir.

En primera instancia los dos textos auto-publicados del profesor Carlos Reina, pionero de las clases universitarias sobre rock en Colombia, donde se trataban el rock, punk, metal, tribus urbanas o identidades juveniles en la Universidad Distrital y que cursamos con el escritor Henry Alexander Gómez así como muchos músicos actuales de la escena metalera. Cuando el Rock Iza su Bandera en Colombia (2004) y Bogotá Más Que Pesado, Metal Con Historia (2009), son dos investigaciones, prácticamente piezas de coleccionista, no solo históricas con bandas como Darkness, Killcrops, Neurosis, Ursus, Hangar 27, Escape, Herejía, también la sociología acerca de la configuración del metal como subcultura, contracultura, espacio de identificación y generación de identidad para los jóvenes desde finales de los años ochenta, concediendo su explosión con el auge del movimiento mediático del rock en español, pero manteniéndose principalmente en el llamado Underground.

Bogotá Epicentro del Rock Colombiano Entre 1957 y 1975, Una Manifestación Social, Cultural y Juvenil (2007) de Umberto Pérez, un antecedente evidente para La Causa Nacional y que se acerca al estudio de la cuestión de la juventud y su relación con el rock en la capital como reflejo de la producción del género en sus primeros años, hasta la llegada de la decadencia cuando la fuga de talentos al extranjero y el entusiasmo inicial del género decayeron casi hasta desaparecer. Este libro tuvo una edición muy limitada de ejemplares, pero se puede consultar en PDF dando click aqui; Bogotá, epicentro del rock colombiano entre 1957 y 1975. Una manifestación social, cultural, nacional y juvenil.

Música Para Oídos Zurdos, Rock y Rap de Resistencia en Bogotá (2015) de Diego Sánchez González, es una aproximación a la identificación ideológica y política de la producción musical juvenil desde los años sesenta, teniendo en cuenta tanto el rock tradicional, el punk anarco y de izquierda casi por igual o la denuncia vivencial de la calle característica de la cultura hip hop, a partir tanto de sus líricas como de su contexto social.

Finalmente, Medellín en Canciones “El rock Como Cronista de la Ciudad” (2014) de Diego Londoño, quien es tal vez el único que se aleja especialmente del contexto bogotano y trata específicamente a una ciudad que Jacobo Celnik, nos descubre como más cercana al rock en los primeros años y que en sus palabras “Pego Primero”. La ciudad de Rodrigo D No Futuro, la ciudad de grandes leyendas nacionales como Kraken, Masacre, I.R.A, Estados Alterados, La Pestilencia y Mutantex (hoy en día Peste Mutantex, una sola Banda). El autor también ha publicado el valiosísimo Los Yetis, Una Bomba Atómica A Go Go, La Historia De Los Abuelos de Nuestro Rock (2014).

Prensa

Cabe resaltar que algunos periodistas como Karl Troller, Eduardo Arias, Félix Riaño o Andrés Ospina han participado deforma más que directa en la historia del nacional, no sólo porque sus textos para diferentes medios, una cantidad muy importante disponible en la web, son escritos que resaltan apartes fundamentales de la escena colombiana, también y principalmente porque han sido protagonistas de la misma, ya que participaron o aún lo hacen con sus propias agrupaciones: Hora Local, Banda Sonora y Contrabanda  respectivamente.  Así que en realidad mucho de lo que se podía leer acerca de nuestro rock viene de medios independientes o de alcance nacional que abrieron sus puertas a contar lo que las bandas iban sacando.

En este aparte se destaca el libro del periodista colombo argentino Pablito Wilson: Rock Colombiano 100 Discos 50 Años (2013), una recopilación de reseñas que rescata algunos clásicos incunables pero olvidados, así como su visión personal del rock donde plantea, con polémica abordo, lo que denomina como otras formas de construir el rock (La Etnia y Ataque del Metano) y algunos innombrables (La Tierra del Olvido de Carlos Vives), casi un Rock al Parque en libro.

La cantidad de blogs, medios especializados y páginas de internet dedicadas a hablar de rock colombiano ya son casi incontables, de diferente calidad , profundidad y hasta veracidad, hacen que sea muy difícil escoger algunas para recomendar, lo cierto es que muchas fallas son presentes en la mediatez del internet y hacen difícil discernir que es cuento o realidad, sin embargo es interesante que con la explosión de medios digitales de distribución y promoción, el rock nacional se encuentra en un momento muy complejo de sobrevivencia.

CODA

Para 1989 la editorial Planeta presentó bajo la dirección del historiador Alvarado Tirado Mejía la enciclopedia Nueva Historia de Colombia, con ocho tomos que pretendían renovar nuestra historiografía y actualizar no sólo la visión de esta ciencia en el país, además presentar aspectos fundamentales de cara a la modernidad, la cultura, la mujer y hasta el humor.  El octavo tomo cuenta con un capítulo sobre la música y otro sobre la cultura popular en el siglo XX, en ninguno se nombra el rock a pesar de que para entonces el país ya se aproximaba a unos treinta años de historia rockera. El próximo proyecto de esta envergadura deberá contar con más de un capítulo dedicado al mismo, al propio Jacobo Celnik no le alcanzó con La Causa Nacional y ha prometido el segundo volumen para seguir contando las historias de este arte, en un país tropical y vallenatero.

Por, Luis Alfredo López

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No Reaction: el último álbum de Patricio Stiglich Project

El nuevo disco de Patricio Stiglich Project, No Reaction, estrictamente hablando, es un trabajo grueso y compacto; complejo y completo

Por, Luis Alfredo López

 

El último y cuarto trabajo de la agrupación bogotana liderada por el guitarrista Patricio Stiglich, PSP, es un cañonazo de buen rock, heavy metal, metal progresivo y rock instrumental condensado en un trabajo genial que destila, como siempre, virtuosismo y calidad, y que en esta ocasión va más allá de la tradición de guitarrista shred de Patricio.

Patricio Stiglich Project
El nuevo disco de Patricio Stiglich Project, No Reaction, estrictamente hablando, es un trabajo grueso y compacto; complejo y completo.

Pero ojo, “más allá” no significa que no sea un disco de un guitarrista muy talentoso en la generación de virtuosos nacionales que se arriesgan en este género, por demás minoritario que está en una clara desventaja frente a la popularidad del metal extremo en el país. “Más allá”, en este caso significa que siendo un producto que parte de las características de los grandes álbumes de guitarra rock, rompe así sus esquemas y llega con una variedad muy importante que supera los clichés y defectos de dicho estilo.

La música instrumental en el rock es un nicho aparte que muchos han calificado alejado del propio género, el rock y el metal progresivo son criticados en muchas ocasiones por dosificar los elementos propios del rock para hacer énfasis en la capacidad técnica de los interpretes o dar rienda suelta a sus delirios musicales personalistas que pueden aburrir al escucha. En otras opiniones, la extensión de los temas puede ser sofocante ante el imperio desbordado de notas, cambios de ritmo y hasta de silencios conceptuales.

El desafío de llevar música compleja e inteligente a un público más allá de los propios músicos es complejo, pero también debemos recordar que pese a dichas críticas son álbumes clásicos, increíbles y legendarios como  Speed Metal Symphony de Jason Becker y Marty Friedman, Edge of Insanity de Tony Macalpine, Rising Force de Yngwie J. Malmsteen, Passion and Warfare de Steve Vai o tal vez, el más reconocido por la crítica, Surfing With the Alien de Joe Satriani, que lograron llevar a un público extenso, no sólo capacidad sobre humana de estos genios, también el amor por la guitarra y la exploración de todas sus posibilidades eléctricas, la idea de llegar más lejos, más rápido, más preciso, más melódico, más y más allá, o simplemente inspirar lo que es más positivo en un arte: que otros se arriesguen a llegar a las alturas.

En Colombia se ha ido forjando, lentamente y con los clásicos tropiezos nacionales, una escena variada que ha permitido traer estos héroes legendarios al país y que muchos músicos de todas las edades puedan apreciar esta manera de hacer rock, pero también se han ido quedando en la memoria nuestros propios guitar masters; Tom Abella, Nicolás Waldo, José Fernando Cortez, Carlos Reyes, Jorge Luis Vanegas, Carlos Elliot Jr, Jorge Burbano y otros tantos que se me escapan en este momento, pero que han trabajado por llevar la interpretación del instrumento al nivel anglo y europeo, que en algún momento fue la limitante para hacer rock duro como se debe.

El nuevo disco de Patricio Stiglich Project, No Reaction, estrictamente hablando, es un trabajo grueso y compacto; complejo y completo, quiere decir que ofrece un panorama amplio frente a los discos clásicos de guitarristas como señalaba antes, logrando superar los cánones de los mismos.

Enumerando algunas de sus cualidades, podemos encontrar una banda consolidada que viene integrándose desde Bloodline (segundo trabajo), por lo cual, tanto Óscar Riaño (batería) como Mad Kat (bajo) acompañados ahora por Ricardo, el hermano menor de Patricio, (segunda guitarra, pero no menos técnico), suenan realmente como parte de un conjunto y lleva a la agrupación a sonar mejor que otros, donde simplemente se recurre a los samplers, mientras que el solista no cuenta con dicho respaldo.

En beneficio de la composición esta integración aporta además letras y estructura de canción a los temas del disco, por lo cual algunos son realmente pegajosos y alientan a escucharlos una y otra vez. Otro Día Más, esa oda a la procrastinación escrita por Katerin Arevalo (A.K.A. Mad Kat), que es un excelente ejemplo de lo anterior. Describe perfectamente el sonido de la banda, y transmite su propio mensaje con efectividad. Suena frenética y enérgica con un caos controlado. No te invita a la pereza, más bien, hace presente el remolino mental que te agobia cuando recuerdas todas tus obligaciones y te quedas perdido en los pensamientos. Es puro rock del bueno y duro.

Por otra parte, es muy variado, tiene canciones instrumentales (Allowed in Metal, You Shall no Pass), en inglés como debe ser un disco que rompa fronteras en el mercado actual (A Better Life, No Reaction, Here Comes The Day) y otros buenos disparos en español, que son más fáciles de recordar y entonar (Somos Más, Hasta Desfallecer y la antes mencionada, Otro Día Más), los cuales realmente serian éxitos radiales si aquí el rock tuviera apoyo en las emisoras ‘mainstream’.

Se suma además colaboraciones de lujo. Primero,  Somos Más junto con William Tappan, es el sencillo inicial, donde encontramos el sabor de un hard rock que prioriza el riff antes que los punteos, sin abandonar un buena dosis de los mismos por parte del dueto, que logra integrarse perfectamente,  logrando una canción que va creciendo con la escucha y se te pega de inmediato con ese estribillo directo para ser coreado en vivo “¡Somos más los que no queremos dejarnos llevar, hacia un mundo de vidas vacías!”.

Luego y para cerrar, la que es mi favorita del álbum, Here Comes The Day junto a la voz de Fabián Rivas (Black Memory), es un ‘temazo´ en toda la extensión de la palabra, que logra presentar lo mejor del álbum de forma condensada, metal progresivo y metal pesado en esta oportunidad, un trabajo brutal de Fabián en la voces, que canta limpio y gutural con igual solvencia, solos tremendos por parte de los guitarristas, en donde además se introduce la colaboración de Shine Deges (EnePei), un acompañamiento potente en la sección rítmica que se luce en pequeños momentos de los apenas 4:23 minutos que dura el viaje, ¡y qué viaje!

Andrés Durán
Pudimos escuchar música programada por el reconocido locutor de rock, Andrés Durán.

No podría dejar de citar a lo que tal vez es menos evidente entre quienes siguen a un guitarrista virtuoso, baste decir que Patricio además sabe cantar, el plus definitivo evidente, sobretodo, en A Better Life. Lo hace bien sin recurrir a efectos o voces impostadas, su voz natural es adecuada y efectiva. Así, este disco lo voy apuntando sin miedo y desde ya como uno de los mejores del año.

El álbum fue realizado en los estudios Poket Audio, mezclado y masterizado por Matias Krieger, y fue presentado en el bar Boogaloop el pasado jueves ocho de marzo, con una introducción de la nueva agrupación experimental y prog M.I.J.O., donde además de los músicos que colaboraron en el álbum, pudimos escuchar música programada por el reconocido locutor de rock, Andrés Durán.

Unos días antes reunidos en una pequeña rueda de prensa en nuestra segunda casa, The Grange Bar, Patricio se refirió de manera sencilla frente al álbum, como la música que le gusta hacer y la que le nace, sin más expectativas que traducir su mente a sus creaciones musicales. Cero condescendencias con el público o el mercado, y doy gracias por ello, otra demostración de que aquí se puede y se seguirá haciendo rock del bueno, sin folclorismos localistas, porque éste es un lenguaje universal.

Galería: Lanzamiento de No Reaction

 

Crónica y fotografía: Luis Alfredo López

 

Día del Rock Colombiano: la jornada más emblemática del rock nacional en el 2017

El día del Rock fue, ante todo —sólo para quienes asistimos—, un recuentro con la historia del Rock nacional. Por primera vez, vimos a mucha gente pagar por una boleta y estar de acuerdo con que aquí el Rock sí existe y que, de una u otra forma, tiene futuro.

Este año ha sido drástico en la escena del rock y metal nacional, la infortunada pérdida del titán Elkin Ramírez fue algo que todavía nos acongoja y nos hace pensar constantemente para dónde va este asunto, para muchos la única estrella de rock real del país, para otros, el inicio de una nueva época en la que el rock ya no es lo que fue en la época de Kraken.

Por otra parte, así como si nada, dos de las agrupaciones más tradicionales, reputadas y de trayectoria del país anunciaron su final, Neurosis y Darkness, prácticamente padres y artífices del metal en Bogotá.

Pero también han llegado los grandes descubrimientos y bandas emergentes que renuevan esa escena, Implosion Brain y Blazing, son, sin duda, dos ejemplos claros. Por otra parte están las que resurgen como Herejía, Morfonía y La Pestilencia. Un panorama convulso, propio del cambio de los tiempos, que trastoca al público, a los músicos, como a sus propias expectativas.

RockY así como así, durante el año y en medio de la espera tradicional de Rock al Parque como máximo exponente de las bandas con una gestión del Estado y del Distrito bastante discutidas en temas de la organización del Festival, apareció un cartel anunciando un Día del Rock Nacional, nos cuestionamos y emocionamos, luego dudamos y así y así. ¿Qué quien lo convoca?, ¿es privado?, ¿por qué el 12 de agosto?, ¿quién dice que ese es el día del rock nacional?, y ¿por qué esto y por qué lo otro?  Pero pronto se nos despejaron las dudas y no las vamos a resolver una por una, pues lo más importante fue el día en sí mismo, una apuesta privada por reunir los artistas con más trayectoria y reconocimiento. Una fecha que sin duda rompió las expectativas y fue un gran éxito, y ya.

El día del Rock fue, ante todo —sólo para quienes asistimos—, un recuentro con la historia del rock nacional. Por primera vez, vimos a mucha gente pagar por una boleta y estar de acuerdo con que aquí el Rock sí existe y que, de una u otra forma, tiene futuro. Es por eso que queremos contar nuestra experiencia en una maratónica jornada de más de 15 horas de pura música colombiana, de puro rock, rockcito suave, ska, punk, industrial y metal.

No podemos hablar banda por banda, porque correr de un escenario a otro y tomar apuntes, como se suele hacer —periodísticamente hablando—, no permitía disfrutar de la alegría con la que el público estaba impregnado. Sí, nos declaramos culpables, nos lo gozamos, fuimos espectadores de la fiesta y rumbeamos antes que trabajar y no nos dieron opción, la zona de prensa lateral no era muy eficiente, esta vez no había privilegios para medios, o te hacías frente a la tarima con el público o no hacías nada.

RockBásicamente el evento dentro del auditorio de lo que ahora es el Centro de Eventos de la Autopista Norte, justo después del peaje donde se acaba esta ciudad, consistía en que cada agrupación de las 31 convocadas, tocaría en promedio de 30 a 45 minutos en dos tarimas dispuestas una frente a la otra. Durante todo el día no hubo descanso, así que, como un festival real, mucha gente no tuvo más opción que escoger que bandas quería ver y en cuales descansar, ir a tomarse una cerveza, comer, jugar tejo y otros deportes tradicionales, pasar por las carpas de las bandas, tomarse fotos con los músicos o devolverse al concierto que en general posibilitaba una buena vista desde cualquier punto. Quienes quedaban atrás en una banda, eran los primeros en la siguiente presentación. Nosotros jugamos a cambiar de puesto antes de que terminara cada una.

Pues bien, a lo que fuimos y vimos; tras las bandas de apertura que como siempre no tuvieron el público a reventar, pero que dejaron todo en la tarima, Hackmed (Rock Alternativo Moderno), Código Rojo (Skate Punk), K-93 (Punk) y Árbol de Ojos (Rock and Roll, alternativo medio ‘revival’), la cosa se fue acondicionando, cambios de sonido y arreglos de las consolas fueron notorios. Sin embargo, sin duda, estas agrupaciones con un promedio de 10 años de existencia cada una, dan cuenta de la movida independiente y de la cual, a veces, nos cuesta ponernos al día con todas las producciones que salen por mes en cuanto a rock nacional se refiere. Ninguna de estas bandas era novata. Para muchos, desconocidas, para otros, muy sonadas en sus propios círculos. Lo único que podemos decir, es que les sobra calidad y que escenarios así, son más que necesarios para continuar impulsándolas. No propias para los rockeros más tradicionales de los sonidos hard.  

Un gran coro del público acompañó a Mario cuando interpretaba una de las canciones más representativa de Dr. Krápula: La Fuerza del amor

RockLlegó el turno para Dr. Krápula, llevábamos mucho tiempo sin escucharlos en vivo. Tras una presentación de 40 minutos, cerraron con una de las canciones que mueve más emociones dentro del público: La Fuerza del Amor. Durante su show, la banda hizo un recorrido por su discografía con temas revolucionarios y cargados de mensajes de resistencia. Un escenario a reventar cuando apenas el reloj marcaba la 1:15 de la tarde.

El Ska contagia de energía y baile. Es, quizás, la vertiente más alegre de los derivados de la familia del rock. Así lo demostró Krápula, la cuarta banda que se presentó en el Día del Rock Colombiano. Allí, mientras nuestro director Andrés Angulo se tomaba una ‘selfie’, confirmamos que la gente quiere mucho a las bandas, que éstas mueven y que en nuestro país sí se hace rock. En contraposición de aquellos que lo niegan, sí está vivo y sí tiene público.

Una canción, cambió de sonido radical y de opiniones

Luego de Dr. Krápula, se presentaron Popcorn, Nawal, Lo Ke diga el dedo, Revolver Plateado y Los de Adentro.

Popcorn continuó con la buena energía que dejó arriba la agrupación de Mario, ‘pogos’, cánticos en el escenario B y un público que, definitivamente, iría hasta el final. 

Nawal, le apuesta a un sonido más suave. Así lo ratificó y la gente no brincó, pero sí cantó, acompañó y bailó en su sitio. Esta una de las agrupaciones más recordadas de nuestro Reggae, que todavía no admitimos los más puristas como rock, pero que estamos familiarizados con su sonido y los gozamos sin reproche.

Media hora después, Lo ke diga el dedo estalló la energía de los asistentes, quienes de nuevo, saltaron, cantaron y ‘poguearon’ toda la presentación. De nuevo el Ska fue el encargado de un desfogue de adrenalina.

Revolver Plateado tiene su estilo y su público, es una de las bandas más sólidas en vivo, es más para apreciar que para saltar, exploran muy bien los sonidos alternativos hard del Rock. Mientras Lo ke diga el dedo ponía a saltar a su público, se realizaba la adecuación del escenario contrario para escuchar a la agrupación bogotana de rock alternativo. Doble reto tenía, no dejar apagar el ánimo del público y abrirle a Los de Adentro.

RockRecién escuchamos —hace unos 12 años— a la agrupación Barranquillera Los de Adentro, en ese entonces no nos gustó, porque sus videos o hits eran muy ‘poperos’. Les perdimos de vista hace mucho y el 12 de agosto fue un reencuentro con la banda, le dimos la oportunidad y lo admitimos, nos gustó. Es que una cosa es ver edulcorante en un video y otra es ver una descarga de buen rock en vivo. Lleno total de tarima a tarima para los barranquilleros. La percepción no era lo misma de hace unos años. Ver al público emocionado cantar uno a uno sus temas, nos hizo recordar uno de los clásicos del rock en español que es un himno adolescente. Nubes Negras encendió al púbico, Una canción, llamó a quienes, afuera de la carpa, tomaban una cerveza, comían, jugaban tejo o se hacían un tatuaje temporal. Nuestro director estaba cantando a grito herido y con su ‘air guitar’ le seguía los pasos a esa canción pegajosa, que en su momento fue un éxito en las emisoras del país. Qué buena agrupación, lo admitimos.

Folclore, vieja guardia y nuevas generaciones        

Jorge Velosa es uno de los artistas folclóricos de mayor recordación en nuestro país, la carranga, gracias a él, cruzó fronteras y gracias a Velo de Oza, trasgredió géneros. Tras su gira por Europa, la banda arribó a Colombia para presentarse en el Día de Rock Colombia, el folclore se vistió de rock y contagió a los asistentes que venían de cantar las baladas de Los de Adentro.

10 años desde su formación no han pasado en vano y así lo demostraron sus integrantes en el escenario. El mundo conoció la carrangarock —nombre que ellos dieron a su propuesta— y ese sábado, Velo de oza, se tomó de ruana la tarima. Casi que son una contraposición a Los Rolling Ruanas, que actualmente están de moda. Los Velo, son mucho más interesantes y mucho más rock, parten de una exploración más llamativa que la de adaptar algunos clásicos a la raspa, mucho respeto por esta banda.

Galería fotográfica Día del Rock Colombia: Velo de Oza

En el sector opuesto, The Hall Efect, liderado por Óscar Correa, hizo un recorrido por sus tres álbumes, el público respondió de manera efusiva y acompañó a la banda tanto en sus canciones en inglés como en español.

Estados Alterados es, quizás, una de las bandas más extrañas que hemos escuchado, verlos allí con su propuesta electrónica, fue evocar los sonidos de moda a principios de los noventa, eso que dio en llamar synth pop, una variación del rock más cercana a la música electrónica. Dieron cuenta de la diversidad y la calidad del rock nacional en época en la cual hablaba —por fin— del auge del rock colombiano.

RockEntre quienes escribimos esta crónica —editor musical y director— la discusión será eterna frente a este tipo de bandas, sólo podemos decir que no defraudaron y que tanto escenario como público fueron suyos, aún sin Tato Lopera, fundador y mítico teclista compositor de ese riff de sintetizador tan conocido como es Muévete. En efecto, la agrupación, ahora es dirigida solo por don Elvis.

Recorrieron sus cinco álbumes, canciones como Nada, Seres de la Noche hasta llegar a Seguridad y su más reciente trabajo, Intruso Armónico, tema que cantó Elvis junto con Dilson Díaz de La Pestilencia. Dilson tendría más tarde otros cameos, sin duda fue uno de los artistas que más se gozó el día.

Galería Fotográfica Día del Rock Colombia: Estados Alterados

A continuación, se presentó V for Volume con esa líder vocal que nos impregna de buena vibra y ese sonido actual tan variado y guitarrero de las tendencias más contemporáneas del rock, casi inclasificables.

Luego llegó Telebit, complementando así la atmósfera que con Estados Alterados ya había empezado a tornarse un poco más tranquila. Estas dos agrupaciones bogotanas, formadas en los años 2008 y 2011 respectivamente, con un rock alternativo continuaron con la parte más joven de la jornada.

El repunte llegó de nuevo con el hard blues de The Black Cat Bone, la agrupación encendió la energía del público, que no paró de saltar durante la presentación de la banda bogotana. Un retorno desde que los vimos por última vez en el concierto de Deep Purple. Nunca defraudan, sonido potente de las orillas del Misisipí, pero con la fuerza que hoy por hoy exploran artistas tan disímiles como Black Label Society o en nuestras tierras Southern Roots. Esta es una de las bandas más tradicionales de Colombia y que esperamos no sólo haya retornado para este evento.

Seis Peatones y su blues rock permitió al público disfrutar del sonido armonioso y de los largos acordes de la guitarra de Juan Amaya, otra apuesta por el sonido sureño y negro que destila wiski e invita a apreciar la guitarra. Menos conocidos pero de gran trayectoria.

De Décimo Grado a Marinero

RockTr3s de corazón, con 15 años de historia, es una de las agrupaciones más sólidas de nuestro país. 5 álbumes, 1 recopilatorio de sus presentaciones en vivo, 14 años de gira por el continente, dos premios Shock, un premio Subterránica y un libro conmemorativo de sus primeros 10 años de carrera así lo demuestran. Eran casi las 7 de la noche y la banda de Medellín subió a la tarima. Su hardcore y ante todo punk en un escenario a reventar y sus canciones más representativas provocaron una favorable reacción del público. El cover de Décimo Grado fue emotivo, pero además nos fueron preparando para el homenaje al Titán, con ese genial tema que es La estupidez de este mundo demente. Casi que escuchábamos los versos cantados desde el cielo, la espera para Kraken se hacía más ansiosa.

Así llegó The Mills con una fuerte e impresiónate acogida, más que todo de los más jóvenes. La fanaticada es muy numerosa para esta propuesta. Temas como Guadalupe, Amor Depredador y el cover de Lobo hombre en París fueron acompañados por las voces del público que, al contrario de perder energía, a medida que la noche avanzaba, ganaba en energía y entusiasmo, aún con el cambio de decibeles, tras los enérgicos Tr3s de corazón. Todavía pensábamos que Diego Cadavid era su baterista, pero ante el coreado general, nadie se ha preguntado por los cambios de los miembros de una banda.

A continuación, hizo su aparición una agrupación pionera, SHIP, cuya formación se dio a principio de los años 80, una oportunidad excepcional para que las generaciones más jóvenes pudieran ver, al lado de los artistas actuales, a las leyendas del género en nuestro país, porque ellos fueron los que realmente abrieron el camino. Bajo el comando de Jorge Barco, la banda tocó esos temas tan cadentes y llenos de arreglos sofisticados, enérgicos, progresivos y muy actuales. Nos recordó esa gran época de los ochenta. Se nos hizo corto el tiempo, pero fue por sus largas canciones. Aunque interpretó el clásico Cali Girls, pensamos que faltó Night in the Neighborhood y su más reciente sencillo Love´s Face, que es uno de los temas del año.

Una de las bandas más esperadas fue recibida por un escenario que otra vez estaba a punto de reventar. Don Tetto, el anfitrión del día juntoRock con Aida Hodson —bella mujer que tiene una trayectoria larga en esto de los conciertos de Rock y la líder de esta tan invaluable empresa de conciertos de bandas nacionales— asomó y en una presentación de 40 minutos demostró cuán importante es esta agrupación bogotana para la escena actual en nuestro país y para las generaciones más jóvenes. Canciones cortas, poder en el escenario y letras sencillas  que fueron coreadas de principio a fin por los asistentes.

Y así llegamos hasta el arribo de 1.280 Almas, con sus 25 años de historia, subió al escenario y puso a brincar, cantar y ‘poguear’ a los asistentes que llenaron en su totalidad la carpa, otra vez, de tarima a tarima. Sus canciones de mensajes políticos y la energía de Fernando del Castillo y compañía, elevó el ánimo del público. Sus temas más representativos nos recordaron porque esta agrupación bogotana es un referente para la escena en nuestro país. Entre otras, las Almas tocaron Marinero, Surfiando en Sangre y Tu Sonrisa. En la guitarra estuvieron acompañados por otra leyenda, el señor Francisco Nieto, veinte mil veces recordado por haber sido parte fundamental en el origen de La Derecha, Neurosis y La Pestilencia.  

El Pre-cierre

Rocka, una de las bandas más innovadoras de la jornada, conformada en el 2011 por dos exintegrantes del Sie7e: Julián Orrego en la voz y Sergio Suzarte en la guitarra, quienes aportan a la agrupación más de 10 años de experiencia musical. Temas como Quimera y Veneno tuvieron gran acogida. Su nómina se completa con la participación de Camilo Torres en el bajo y Marcos Rodríguez en la batería. Amigos de la escena, de las bandas y del público. Rocka es una de las mejores agrupaciones del género del país en la actualidad, ¿por qué? Por eso mismo, por que suena a puro y jodido rock.

RockA continuación llegó el turno de Superlitio. El Rock fusionado con otros géneros, es la principal característica de esta agrupación caleña que inició su trayectoria en 1996 y tiene una gran acogida entre el público más joven. Canciones como Te Lastimé y Viernes Otra Vez fueron las más coreadas.

Otro clásico y leyenda del rock en nuestro país es La Pestilencia, que se presentó después de Rocka. El turno, en esta ocasión, fue para los más veteranos, que movieron la cabeza y cantaron las canciones más emblemáticas de la agrupación de punk rock  interpretadas por Dilson Díaz, Isabel Valencia, Marcelo Gómez y Carlos Marín. Disfrutamos de un recorrido por su discografía hasta llegar a su último trabajo Paranormal. Dilson mueve la gente a pesar de los años y La Peste es, sin duda, una de las bandas más queridas del público, este evento no hubiese sido lo mismo sin ella.

Nostalgia, expectativa y el adiós

Rock¡Mierda! La primera vez que veíamos a Kraken sin Elkin. Nos perdimos de los eventos del Tour Kraken un Homenaje Real, pero en juego largo hay desquite y aquí gracias a los dioses del trueno y del metal y de Aida Hodson, quien incluyó en último minuto a Kraken, el Kraken de la alineación final de Elkin, su último comando, que esta vez traería una sorpresa no vista en el tour.

Una vez inició la descarga musical supimos que el Titán sí estaba allí. Sonido de fondo con la voz de Elkin, todos los músicos, menos Rubén Gélvez (teclado) que se encuentra fuera del país. 

Así arrancó el desfile de voces, la hermosa Miranda, Diego Pulecio de Don Tetto y  al final, cómo no, Andrés Arce. De repente, en Vestido de Cristal llegó la interpretación de Andrés Ramírez, el hijo de Elkin, acompañado en los altos de Miranda. Su presencia cargó el ambiente de mística y sentimiento. Andrés no defraudo, es tal vez su primer intento y lo superó con creces, aún puede mejorar, pero el camino está labrado, tiene un rango que puede llegar a convencer, sin ser una copia de la voz de su padre. El momento del día, sin duda. Para quienes estábamos cerca a la tarima el sonido estuvo perfecto, como si desde el más allá, Elkin manejara la banda. Gran parte del público soñó con Andrés, como si vieran a su padre.

Un tema interpretado musicalmente por los integrantes de la banda, acompañado con la voz Elkin de fondo, provocó las lágrimas de los músicos. Emotivo sin lugar a dudas. Una presentación que se extendió alrededor de una hora y que rindió un sentido homenaje a la máxima leyenda del Heavy Metal en nuestro país. Si un día de Rock de Colombia no tuviera en cuenta a Kraken, no sería realmente el Día.

RockLas canciones de Kraken tienen vida propia, qué importaba que las voces de quienes interpretaron los temas elegidos para la presentación no alcanzaran los tonos de Elkin, si el público cantaba con mayor fuerza cada uno de ellos. Un escenario que recibió a la banda con aplausos, un público que esperó hasta casi la media noche para ver por primera vez la presentación de Kraken sin su voz líder. Por algún motivo la banda sonó de forma muy, muy, muy potente, la falta del teclado hizo seguramente que la armonía pasara del progresivo al power.

RockNosotros hemos presenciado este año por lo menos diez homenajes a la banda y el legado de su líder, no existe, sin duda quien pueda superar el realizado por el mismo grupo.

Gran parte del público se marchó al finalizar la presentación de Kraken, otra parte salió de la carpa a tomar un descanso, pues aún faltaban las presentaciones de cinco bandas más: Consulado Popular, I.R.A, Ataque en Contra, Koyy K Utho y Nepentes.

Consulado Popular, entre la fusión de ritmos y la parodia permitió a los asistentes un momento mucho más tranquilo con un escenario mucho más desocupado. I.R.A, demostró porque es una de las bandas pioneras del punk en Colombia, la energía, la adrenalina y el ‘pogo’ regresaron de nuevo a la carpa. Ataque en Contra, conformada en 1995, con su Hardcore, mantuvo la energía del público que, aunque cansado, aún mantenía la energía. Realmente era casi anti-voluntad mantenerse con la misma energía, pero las tiendas estuvieron siempre abiertas, el café y el licor entre el público, logró mantener el motor prendido. A esas alturas muchos estaban tirados en el pasto durmiendo. No pasó nada, fue genial. Hubo mucha tranquilidad en el ambiente, la atención de los baños siempre fue excelente y se nota la diferencia entre un evento privado y uno masivo, ojalá que esas cosas no fueran factores diferenciales.

Respeto y admiración total para las personas que permanecieron hasta las presentaciones de Koyy K Utho y de Nepentes. Los primeros, leyendas; los segundos, la sangre nueva.

RockEl Rock Industrial de Koyy da peso a su trayectoria. Se puso su ‘corpse pain’ necromantico y rompió con todo, levantó de nuevo el ánimo, la gente no se despegó del escenario, llenó de nuevo y se comió la tarima.  Como invitado especial estuvo, de nuevo, Dilson. La agrupación Toteó con industrial y juego de soldadura. No sabíamos cómo hacer para tomar una foto, se movían por todas partes. Zero lucia más alto de lo que es y fueron de los gigantes del día. Para nosotros el concierto acabo ahí.

No es que Nepentes carezca de calidad, pero tal vez la única pega es que después de 15 horas continuas de presentaciones, tras escuchar en la noche a La Pestilencia, Kraken y Koyi, era muy difícil mover a la gente. Aun así, Nepentes tiene fuerza y un público que lo sigue. Un gran ‘pogo’ dio por finalizada una jornada de puro Rock n’Roll.

Afuera de la carpa grupos de pelados acostados, otros conversando, comiendo o bebiendo algo, dio cuenta de que el Día de Rock Colombiano, más allá de una presentación continua de bandas, fue un verdadero festival. Una fecha que marcó un nuevo hito en nuestro país. Nos dejó una alegría increíble, una sensación de crítica frente a eventos similares que recurren a artistas extranjeros para llenar un escenario y demostró que sí es posible crear un evento monumental de gran calidad, en el que se pueda apreciar lo nuestro, no es un ánimo de expresión nacionalista, en verdad, la calidad de las bandas habla por sí misma.

Más allá del día y de cómo apareció en esta fecha, semejante evento, nos quedaron dudas a futuro: ¿Tendremos otro festival para el próximo año? ¿Después de este gran cartel, qué bandas serán las convocadas? ¿Aterciopelados, Killcrops, Alerta Kamarada, Highway, Kronos, entre otras? ¿Una entrada de alrededor 70 ‘lukas’ es lucrativa para 30 agrupaciones? ¿Mejorará el sonido algún día en Colombia? ¿El público responderá del mismo modo? No sabemos nada, pero sin duda, después de este cubrimiento podemos decir que, con cansancio, una sonrisa de oreja a oreja y mucha música retumbando aún en la cabeza, que el Rock Colombiano tuvo su Día. Muchas gracias a quienes lo hicieron posible, tenemos fe en el futuro.

Galería fotográfica I Día del Rock Colombia

Galería fotográfica II Día del Rock Colombia

 

 

Crónica: Luis Alfredo López y Andrés Angulo (Editor Urbania Rock y Director)

Fotografía: Paola Rozo, Jhonattan Vargas ‘Tatán’, Luis Alfredo López y Andrés Angulo

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Para Rugidos Disidentes –Revista Cultura y Alternativa de Bogotá– el seguimiento a la cultura rock de la capital y del país ha sido fundamental en nuestra labor. Consideramos, sin duda, que el rock y sus vertientes generan un mensaje de disidencia, de crítica, que continua construyendo identidad contracultural y aporta escenarios culturales en el país de forma contundente. El género ha representado un 30% de nuestras publicaciones y sigue creciendo en potencia, nos ha llevado a lugares y espacios importantes como Rock al Parque, festivales locales, conciertos privados y en tan solo tres años, nos llevó a nuestra primera nominación a un premio de periodismo en rock en la undécima versión de los Premios Subterránica en este 2017.

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Con Urbania Rock, Rugidos Disidentes se expande en esta misión de dar relevancia al rock nacional, por razones alejadas a motivaciones superficiales o de nacionalismo vano. Todo lo contrario, creemos que el rock nacional tiene suficiente calidad y en vista de nuestra más reciente publicación 10 cosas que el rock ya no es 10, consideramos la importancia de la difusión  de las nuevas propuestas y de su aporte en  la escena a nivel mundial.

Como estrategias de apoyo creamos, además, el Fanpage Urbania Rock Colombia (@UrbaniaRockColombia),  que también, en próximas semanas este espacio sera ampliado a la radio on line, gracias a la alianza con Nuevo Panorama Radio, con la cual dejaremos podcasts recopilatorios que podrán escucharse y conservarlos como archivo de colección, asimismo, a través de nuestro cana de YouTube, se podrá ver  Urbania Rock – TV, programa tipo blog, en el cual realizaremos entrevistas y generaremos discusiones sobre temas coyunturales y variados alrededor de la escena y daremos a conocer nuevos lanzamientos, entre otras temáticas. Para ello, estamos generando acuerdos con algunos de los principales bares que sirven de escenario a las agrupaciones locales, como lo es The Grange Bar, el cual se ha transformado en un lugar de gran relevancia para el encuentro de músicos y público.

Es importante señalar que en la actualidad se debaten temas de vital importancia sobre la denominada escena de rock nacional, para algunas personas, quizás, sea tópicos superficiales, porque, sin duda, lo más importante es la música. Sin embargo, como medio de comunicación, estas discusiones son necesarias y vale la pena darlas y escuchar los diferentes puntos de vista que tienen los distintos actores que participan de dicha escena. Somos disidentes, creemos que en Colombia, la falta de crítica consciente, la auto-mirada, la discrepancia, las posiciones argumentadas, la determinación de conceptos –más allá de opiniones–, la revisión historiográfica, musicológica, semiótica, y académica son fundamentales en la construcción de un mejor país, desde cada ámbito social o cultural.

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