Por, Burrócrata
Con el desconocimiento propio de cualquier ciudadano, siempre me he preguntado varias cosas: ¿qué es la opinión pública?, ¿la información puede ser objetiva e imparcial?, ¿qué prima en la sociedad: la realidad o las percepciones que tenemos de ella?
Sin entrar en debates filosóficos o de sociología, creo que la opinión pública, debe ser el resultado de un proceso de recolección, depuración y análisis de información donde se refleje de manera razonable la realidad de lo social, más que de lo que se pretende mostrar.
Ahora bien, no desconozco que los medios masivos de comunicación tienen propietarios y que ellos no se dedican a estas labores por mero altruismo. Es evidente, que les impulsa manejar una agenda con intereses de diverso orden, esa es la razón de ser de las editoriales de cada medio.
Pero creo que una cosa es manejar sus intereses y otra cosa es tergiversar los hechos. Actualmente, perfectamente, podemos encontrar medios de comunicación con una línea X o Y, que sin ningún pudor venden sus imaginarios y posturas como noticias. Algunos, con sutiles palabras, pretenden ajustar los hechos; otros los descontextualizan y algunos simplemente faltan a la verdad a la hora de emitir sus comentarios.
Y si eso decimos de los medios de comunicación masivos ni hablar de las redes sociales. Por ejemplo, X (antes Twitter), donde cualquier payaso (me incluyo), sin ningún tipo de filtro emite sus opiniones que se amplifican con la velocidad del que escribe y que en la práctica abarcan todos los temas desde los millares de cuentas que reflejan ese sinnúmero de perspectivas.
El que considero que es el problema más complicado hoy, en relación con la comunicación, no es la falta de información. Ese era el problema de siempre, donde unos pocos accedían a la misma. Aún se presenta y es un elemento generador de desigualdades, no me cabe duda; pero, creo que el mayor problema es que las personas reciben oleadas infinitas de información sin filtrar, sin verificar, sin contrastar y las asumen como verdad.
Esto pasa por varios elementos de los que he señalado, sin que se limite a ellos nada más, pero adicionalmente porque la agilidad propia de los tiempos actuales exige producción no calidad.
Entonces, creo que cada quién debe hacer su labor de recolección, análisis y verificación de lo que se dice respecto a un tema para poder evitar que se tomen hechos que no tienen rigurosidad alguna como verdades.
El evitar tener postura crítica ante las cosas, nos está llevando a un punto donde la pereza intelectual desembarca en los diversos fanatismos: el político, el futbolero, el religioso y en general el de mi bando, dónde como si fuéramos afiliados, tenemos que razonar en el sentido X o Y de manera inequívoca sin que se abra la posibilidad a disentir dentro de una postura, porque se vuelve “traición a la causa”.
Si es en fútbol y tu equipo ganó, no existe la más mínima posibilidad de que haya jugado mal o que el árbitro haya cometido un error que incida en el trámite favor; si hay una falta, el medidor no es la acción, sino quién la comete y quién la recibe. Eso, en el hincha, va a deformando su visión de la realidad y por ello los analistas son los que deberían hacer un ejercicio responsable.
En política es peor. Mi partido, mi candidato, es el único héroe que desde tiempos inmemoriales fue predestinado por el Espíritu Santo, la mano poderosa, Kukulcán y los cuatro jinetes del apocalipsis; por ende, es infalible en sus decisiones. Él no falla, sólo que los mortales no entendemos sus designios, tiene malos ejecutores o sencillamente no lo merecemos.
Y si hablamos de religiones la vaina se pone aún más complicada. De entrada, desde tiempos inmemoriales, hacer una crítica a los dogmas impuestos es una herejía. Ahora, existen tantos grupos guardianes de “la única verdad”, que intentan imponer conceptos con diferentes grados de razonabilidad, atentando hasta con el sentido común.
Hay una cita en la Biblia y por ende en la Torá, que dice algo como lo siguiente: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob, mal interpretada, creo yo, puede entenderse como “Y los demás que se jodan”. Evidentemente no es el sentido de un texto que se debe leer en su contexto, pero mal manejado, puede ser parte del sustento de crímenes como los que ocurren hoy en Gaza.
Existe una cita atribuida a Joseph Goebbels que dice: «Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad», no me cabe duda de su eficacia, existen tantos mercachifles de la verdad, que nos venden cuentos de hadas aun contra la tozuda realidad, y pues el consumidor por falta de espíritu crítico, tiempo o porque simplemente le da mamera, las asume como verdades de a puño.
Para la muestra un botón, desde el Siglo VI A.C. Anaximandro de Samos descubrió que la tierra no era plana; tres siglos después, Erastótenes, calculó la longitud de la tierra basado en la curvatura de la misma. Aun así, veintiún siglos después, en redes hay varios grupos de personas que se hacen llamar terraplanistas, alguno de ellos recientemente intentó demostrar que la tierra es plana, ¿luego del resultado se convenció? les dejo en el enlace para que indaguen la respuesta:
Los fanatismos por curiosos que sean se convierten en distorsiones de la realidad ¿Quién sabe cuántos terraplanismos a nivel político, científico, social o cultural recibimos y asumimos como sacrosanta verdad?
La información es poder, pero… ¿poder para qué?