Minca Colombia

Un tinto inolvidable en Minca, Colombia

«Es el mejor tinto que he probado en mi vida. No quiero que se termine»

(Minca, Magdalena, Colombia)

Por, Diana Calderón

Un camino de mariposas amarillas revoloteando fue el empuje para seguir mi ascenso por la montaña. A faldas de la sierra nevada de Santa Marta, se encuentra Minca, un pueblo que figura en el mapa colombiano  como el paraíso escondido.

Fue sublime apreciar la espectacular vista que tiene Minca; para ello existen varias alternativas: jeep o van desde Santa Marta, cuyo recorrido puede tardar alrededor de 40 minutos, o la menos usual, recorrer sus montañas caminando; sin embargo, caminar por la naturaleza, sentir el aire selvático con  aroma frutal, le dan un toque místico a cualquier viaje. Sin duda, lo recomiendo.

Fue como estar en un mundo encantado: mariposas, aves, un arco iris en el horizonte que terminaba entre vacas y plantas de café, pozos azules, un cielo color rosa al atardecer, cascadas, en fin… uno de los mejores atractivos naturales que he experimentado.

Después de un difícil y agotador ascenso de aproximadamente cuatro horas por montaña, me topé con una finca solitaria; a costa de mi cansancio me acerqué, llamé para pedir un poco de agua, salió un hombre mayor de  sonrisa alentadora que custodiaba el lugar y con un cálido saludo me invitó a sentarme para descansar. Mientras me hidrataba y tomaba aliento, me percaté de una máquina para moler café,  estaba cubierta de polvo, un poco deteriorada y abrigada por un costal.

Ante mi curiosidad, muy amablemente se dispuso a compartirme un poco de la historia del lugar, una finca cafetera deshabitada que llevaba varios meses sin producir.

En medio de la charla me ofreció un tinto. Como típica colombiana amante del café, me fue inevitable negarme. A los 10 minutos llegó con dos tazas, me entregó la de asa rota, hicimos un pequeño brindis, e inmediatamente mis sentidos recibieron un choque sensorial que me hizo suspirar.

Las cosas rotas –en mi opinión– son más atractivas, sobre su existencia cargan con historias, triunfos, tragedias, en comparación con las nuevas, las cuales han vivido poco. Esta taza en particular brillaba por su humildad. Mis manos sintieron un calor que me recordó  a un acogedor abrazo de abuela.

Cerré los ojos para sentir ese placentero aroma; llegó a mí  fraternal, sutil y fuerte a la vez… Al tomar el primer sorbo, todo mi ser estaba despegando a un corto vuelo con sabor a gozo y a campo; un sabor acogedor y seductor. Un deleite total.

Crucé miradas con mi dulce acompañante, recuerdo que en su rostro había una mezcla de ilusión y desconcierto al verme sonreír.

—Es el mejor tinto que he probado en mi vida. No quiero que se termine — exclamé.

—Sí que lo es —respondió.

La nobleza en sus ojos, pequeños caminos convertidos en arrugas, un corto bigote que daba sombra a una sutil sonrisa, manos pálidas con huellas de tierra, un atuendo cómodamente despreocupado, hicieron del instante un recuerdo sagrado.

Nuestra charla se llenó de historias y cuentos sabrosos mientras una lección se revivía dentro de mí:

Donde hay bondad y simplicidad, siempre hay grandeza, y en mi camino hubo…

… un tinto Inolvidable en Minca, Colombia.



*Tinto: Taza con bebida de café negro.

One Response

Add a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *