(Usme, Bogotá D.C, Colombia)
Por, Tata la Cabra
¿Sabía usted que el 70% de las fresas que se consumen en Bogotá son cultivadas en Usme? Además también tenemos yogurt, quesos, unas papas hermosas, cebolla, tomate de árbol, lechugas muy variadas, ají y quinua –siendo visibilizada cada vez más como alimento ancestral de nuestra comunidad–. Estamos cerca del páramo, del rio, de la represa de donde sale más del 45% del agua que se consume en el sur de la ciudad. Fundada en 1650 como San Pedro de Usme, nuestro nombre se lo debemos a la bella cacica Usminia.
A estas alturas conserva un 65% de población rural. Pues sí, señoras y señores, Usme es toda una cajita de sorpresas donde podemos sentirnos como en cualquier pueblito de esos que les gusta visitar a las personas los fines de semana. Este lugar es sinónimo de cultura campesina, tradición y de tranquilidad, como la mayoría de las localidades, está pasando por un amplio desarrollo en el que el paisaje rural contrasta fantásticamente con lo urbano que se expande a pasos agigantados.
Por estos tiempos Usme se ha convertido en un punto turístico, tenemos el Parque Ambiental Cantarrana y el Clan (centro local de artes para la niñez y la juventud), lugar que ha tomado fuerza en la localidad, pues su espacio ha sido epicentro de diferentes muestras culturales. Más arriba, continuado nuestro recorrido, encontramos un campo de paintball que está condicionado para pasar un rato de adrenalina pura y más arriba se encuentra ubicada la plaza principal en la cual está la sede de la alcaldía y nuestra clásica iglesia.
Usme se presta para aquellos que quieran gozar de un lugar autóctono en el que podrán degustar de una clásica picada de pueblo, masato, chicha y dulces artesanales y, como si fuera poco, también ofrece lugares donde se puede disfrutar de caminatas ecológicas guiadas entre las fincas La Esmeralda y La Requilina. Yendo por este mismo camino se encuentra la granja Atahualpa, que está en la disposición de sorprender a sus visitantes con amplios espacios verdes, cuenta con un restaurante y está acondicionada para atender diferentes eventos sociales. Ubicado más al costado sur oriental se encuentran los Soches, que con su belleza cautiva a lugareños y foráneos, en cada uno de estos lugares, aparte de ver que se cultiva y de conocer los senderos ecológicos y las maravillas del paisaje, se puede ver en cada finca, aprender y escuchar, sobre las historias de nuestros ancestros.
Este pueblito mágico ha sido noticia por los recientes hallazgos arqueológicos encontrados en nuestras fértiles tierras, más exactamente en la hacienda el Carme, eso nos puso de nuevo en el ojo público, ya que incluso, para la vista de los más curiosos, dichos hallazgos pueden ser visitados y cuentan con guía especial que les contará un poco de la historia de este pueblito lindo. Esta es una prueba más de que este territorio tiene un gran arraigo ancestral.
Contamos con un aproximado de 180 organizaciones y colectivos de tipo cultural, cuyas ramas principales son música, danza, teatro, artes plásticas, audiovisuales y literatura.
Pero, como en todas las historias, no todo es color de rosa. Pese a la gran riqueza que tenemos, Usme, junto a Ciudad Bolívar, son las localidades con mayor índice de pobreza. Todo esto nos sacudió y salió a la luz como un grito desde lo más profundo de nuestro ser con el estallido del paro nacional.
Ahí también estuvimos viendo desde primer plano la terrible desigualdad que se vive día a día, siendo la voz de quienes conocen de las injusticias y prefieren callar y hablando por los que ya no están; escuchando y siendo testigos de la fuerza de este pueblo que se levantó de su letargo para exigir respeto, para obtener igualdad y para gritar las injusticias que estaban pasando.
Escuchamos historias de jóvenes que salían a poner el pecho como primera línea porque ya se sentían agotados de vivir en la miseria, cansados de aguantar hambre, y es que las oportunidades que tienen unos no las tienen los otros; se hicieron otras líneas como la de primeros auxilios, que procuraron brindar atención rápida y oportuna a los cientos de heridos que dejaban cada día los enfrentamientos donde también estaba la línea de Derechos Humanos, que veló con firmeza por la seguridad de cada uno de los manifestantes.
Vivimos meses de tensa calma, pues los brutales abusos que sufrieron muchos marchantes no se podían tapar con las manos. Muchos fueron heridos con instrumentos viles que están penalizados por atentar contra la humanidad; muchos perdieron sus ojos y otros muchos perdieron la vida. Aquí “pagaron justos por pecadores”, como fue el caso de Jaime Alonso Fandiño, quien fuera impactado en su pecho por una granada de gas lacrimógeno lanzada por el ESMAD. El Escuadrón Antidisturbios fue el mayor causante de todos estos desmanes, de provocar la reacción entre la gente violentada, de los momentos de incertidumbre de miles de familias, y aunque no lo quiera aceptar, sus miembros son asesinos motivados por la falsa gloria que les da una entidad, un uniforme. Como era de esperarse, ningún ente local de tipo gubernamental se pronunció ante la barbarie, pasaron desapercibidos como siempre, se desentendieron de todo lo que pasaba a unos pocos kilómetros de ellos. Mal hace uno en esperar algo de ellos.
Parece que algunas cosas en la vida se las juegan al mejor postor y en los tiempos de crisis vemos como la valentía es la única arma que nos queda para levantarnos de nuevo y volver a la pelea. Usme sigue un pleno y brillante desarrollo, dejando huella en cada uno de los que habitamos en ella, como en aquellos que vienen de paso. Es, sin duda, un lugar lleno de historias que merecen ser contadas.