Más allá de la tradición y el comercio
No se puede negar ni desconocer, ya sea para bien o para mal, que diciembre es un mes que no pasa desapercibido. Ya sea que disfrutes a plenitud de su música, la comida, el intercambio de regalos y en general todo lo que envuelven sus festividades, o que por el contrario seas el individuo reacio que pretende mostrarse ajeno a las actividades que alrededor de la navidad se desarrollan y que, desde la tradición y gracias al papel de los medios de comunicación, hacen del último mes del año un escenario cargado de nostalgia, pero también de amor, encuentro familiar y de reconciliación de nuestras diferencias.
Detrás de cada persona hay una historia de vida compuesta por cientos de capítulos, que bien harían de cada vida un guion, que adaptado, llegaría al cine con narraciones fascinantes cargadas de humor, suspenso, acción y tragedia. Es por ello, que resulta ser diciembre la fecha en la que cada una de las historias vividas a lo largo del año convergen en un gran libro y permiten sacar un balance que determina si nuestra historia tendrá un final melancólico o si por el contrario, dará lugar a una feliz y sentida navidad.
No obstante, muchas tragedias no logran ser superadas en un año, no todos contamos con la misma capacidad para superar las vicisitudes que supone el transcurso de una existencia. Muchos, por ejemplo, se quedan en el camino atados a su infortunio, muchas veces la impotencia es más fuerte que el deseo de continuar hacia adelante en el camino, las circunstancias mismas parecen estar fuera del control y la adversidad es una constante que hace de la felicidad un mundo inalcanzable, la vida entonces es un drama.
Es la navidad, una época per se, que estimula las emociones y que inunda de generosidad y de amor los corazones de quienes se dejan cautivar por su magia y encanto, en la que la esperanza en la humanidad resucita y permite dibujar en nuestra mente un mejor futuro. El prójimo deja de ser alguien que nos resulta indiferente y de cierta manera intentamos ponernos en sus zapatos, identificarnos con sus necesidades y buscamos -al menos por un instante- una Feliz Navidad para él.
De eso se trata, de compartir, de orientar y de tender una mano amiga que brinde apoyo para quienes así lo necesiten. Podemos -cada uno de nosotros- cambiar por un instante la realidad adversa de ese compañero de planeta y al menos, por una noche, dibujar en su rostro una sonrisa. Qué importa que no esté en nuestras manos el brindar un gran aporte económico, si echamos un vistazo en nuestro hogar, de seguro encontraremos mucho que compartir.
Ojalá continúe expandiéndose el deseo de brindar ayuda de manera constante y desinteresada a los más vulnerables, no porque una fecha toque nuestra sensibilidad y queramos expiar nuestras culpas a través del otro, sino porque de alguna manera vemos en ese extraño un ser humano que al igual que nosotros merece la oportunidad de ser feliz todos los días año tras año.
A ellos, a quienes con voluntad y amor entregan algo de su tiempo, de su talento o de su dinero para que otros logren también un camino un poco menos accidentado y puedan acercarse a sus sueños, dedicaremos nuestra última edición de este año -la número 11 de nuestra existencia como medio disidente- porque más allá de la tradición y de las lógicas de mercado, se esconden historias que no conocemos y que, por supuesto, anhelan y merecen un final feliz.
¡Bienvenidos a nuestra Undécima Edición: Más allá de la tradición y el comercio!
Rugidos Disidentes
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