(Guayaquil, Ecuador)
Por, Olugna
Todos podemos verlo. Se pavonea por las calles con esa gracia innata que lo acompaña desde su nacimiento; atraviesa los pasillos de los centros comerciales con esa elegancia que lo caracteriza; degusta de manera casual un capuchino ―esos que sirven en vasitos contramarcados― y, de vez en cuando, se deleita instruyendo a otros en temas que jamás le preguntaron.
Sumergido en su propia mentira, camina por el túnel de la vanidad sin atreverse a cuestionar qué hay detrás del espejo donde todos los días se refleja su narcisismo. Sofisticado, ha hecho de su imagen un culto al orgullo y de su nombre un estandarte. Al menos eso prefiere pensar. No tiene caso culparlo. Al fin y al cabo, es más fácil hacer sonreír el ego con la aprobación ajena, que alimentar la autoestima con la aceptación propia.
Ese túnel de la vanidad es, precisamente, la inspiración que tomó Moshiko para crear una pieza musical que explora los recovecos detrás del espejo de la soberbia y experimenta con las posibilidades del Afrobeat, para dar música a un breve recorrido por ‘El camino del Narciso’.
“Es un camino que te lleva a tu sombra, demasiado oscuro para que la gente quiera aceptar que está en él”, señalaron los medios de comunicación sobre el lanzamiento del artista ecuatoriano.
Percusiones, guitarras, sintetizadores y sonidos electrónicos, me transportaron de inmediato a una pasarela de modas ―escenario odioso sobre el que desfila la superficialidad mientras es aplaudida―; el video que acompaña ‘El Camino del Narciso’, desarrollado bajo la combinación de diversas técnicas, es una recreación simbólica del recorrido que hace el protagonista por el túnel de las vanidades hasta su encuentro con la hermandad de Cthulhu.
«Es el camino en que está el mundo ahora, una ruta en la que el narcisismo y la vanidad extrema ha corrompido todo lo que hacemos», explica Moshiko.
La interpretación subjetiva que despierta la creación de Carlos Bohórquez (nombre real de Moshiko), permite acercarse a ella desde diferentes perspectivas: la musical, por ejemplo, hace uso de la psicodelia y se apoya de los sonidos electrónicos para recrear una atmósfera etérea; mientras que la letra, conduce de manera directa al concepto de ‘El camino de Narciso’; al tiempo que el videoclip, es el complemento ideal que da forma a un concepto ―elaborado y complejo―, que excede a una intención comercial y se acerca a una expresión orgánica y visceral.
‘El camino de Narciso’, es la primera canción que el artista da a conocer del álbum debut en el cual está trabajando; sin embargo, la historia de Moshiko es antecedida por la trayectoria de Carlos Bohórquez en música, producción y composición; también, por las circunstancias que dieron origen al nombre del proyecto: un amigo imaginario que acompañó al artista en sus primeros años de vida.
A Moshiko, a ese amigo que hasta hace muy poco Carlos consideraba como una presencial real, está dedicado el proyecto musical, un homenaje a esos alter que sin ser reales hacen sentir su presencia y germinan, muchas veces, en expresiones artísticas.
Quisiera pensar que en cada canción que el artista dará a conocer durante el 2023, encontraremos un trozo de la esencia de Moshiko; un poco, quizás, de esos años de amistad entre un niño y su amigo imaginario.
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