Quien afirme como el periódico El Tiempo, que Colombia ‘… se divide en dos vertientes políticas con miras al 2018’, relacione a Santos, al Centro Democrático y a quienes orbitan alrededor de ellos con una u otra, se equivoca o es oportunista. ¡Hágame el favor! como si no hubiera más opción. ¿Qué hay detrás de este sutil y en apariencia objetivo titular de prensa? ¿Qué percepción quieren crear en sus lectores? ¿Será que no hay más opciones para nuestro país?
Expertos plantean que buena parte de la ciudadanía explica su realidad y toma decisiones a partir de sus percepciones y no necesariamente a partir de los hechos. Cosa lamentable y todo un dilema científico. Es por esto que algunos medios de comunicación se han vuelto hábiles para definir los temas en los que ‘tenemos’ que pensar; cómo ‘debemos’ juzgarlos y cómo ‘debemos’ interpretarlos; siempre a partir del tamiz emocional, político y cognitivo que más les convenga. Con estas técnicas, algunas más sofisticadas que otras, buscan incidir en las percepciones de las personas y por ende, en cómo deciden. Los hechos en muchas ocasiones pasan a segundo plano. Lo anterior, en virtud del poder económico de la comunicación mediática masiva, puesto al servicio de la desinformación, manipulación y confusión política.
Más allá de las promesas de la Constitución de 1991 y sus sucesivas reformas, el sistema político realmente no cambió. Incluso, a pesar de la aparente explosión e implosión de partidos políticos, lo cierto es que la lógica política que se ha eternizado es la del falso divisionismo liberal-conservador del frente nacional y que hoy se disfraza bajo el ropaje de la Unidad Nacional o el Centro Democrático. Estratagema que ha sido aplicada para dividir al pueblo, poner al Estado al servicio de intereses foráneos y de los tratados de libre comercio que extraen a diario el ahorro y el trabajo nacional; y que ha redundado en la perpetuación en el poder de los responsables de la actual desigualdad económica y política, desempleo, miseria y atraso que hoy vive nuestra nación.
Dicha farsa bipartidista solo oculta la complicidad y connivencia de dos sectores políticos que aunque fingen ser diferentes en las formas, representan los mismos intereses y se alternan en el poder. Son ‘Los de siempre’, los que William Ospina llamara acertadamente en una de sus columnas como Ellos. El falso bipartidismo criollo solo es una expresión más de esa máxima gatopardista de que ojalá ‘todo cambie para que todo siga igual’. Prueba de ello es que en el trámite legislativo del Congreso y en la aplicación del modelo económico, no ha habido mayor diferencia entre dichos bandos. Salvo en el tema de los acuerdos de paz de la Habana, la coincidencia y sintonía entre Ellos ha sido total.
En términos de las próximas presidenciales, el país debe abrir su mente y salir del cerco bipartidista. Orientar su mirada hacía los hechos políticos, modificar su percepción y transformar su oprobiosa realidad. Si bien esta última no se puede construir porque es objetiva y externa a nosotros, sí podemos transformarla a través de las decisiones que tomemos y las acciones que emprendamos. De ahí que debemos ver más allá de nuestras percepciones y remitirnos a los hechos, que son los que nos dan verdaderas luces sobre la realidad. A pesar de lo que digan los medios oficiales, sí hay una verdadera alternativa.
Hay un político que puede enfrentar esta histórica disyuntiva y salir victorioso, ese es Jorge Enrique Robledo Castillo. Hombre honesto y de pulquérrima hoja de vida que seguramente logrará rodearse de la más grande convergencia nacional y del mejor equipo de gobierno para enfrentar a la manguala bipartidista y la corrupción, iniciar un camino de recuperación económica y de bienestar al servicio de las mayorías, en el marco de unas relaciones internacionales democráticas y soberanas. El país tenderá entonces, de manera inexorable, a dividirse en dos vertientes políticas totalmente opuestas: la de Robledo versus ‘Los de siempre’. En dicha contienda, el cinco veces mejor senador de Colombia no solo es la verdadera, sino nuestra principal opción.
Por, Yeilor Rafael Espinel Torres | @YeilorRafael
Magister en Estudios Políticos
Docente Universitario