Sé lo que piensa, que debo decirle a mi familia, pero quiero que mi pequeña razón de vivir, ellos, tengan una noche buena sin preocupaciones y llena de felicidad
Por, Michel Dávalos
(Ciudad de México, México)
Volteo a ver por última vez dentro de la casa. Ventanas cerradas, electrodomésticos desconectados, gas cerrado, las fotos familiares colgando sobre la pared del pasillo que se dirige a las habitaciones, esas cortinas que tantos quebraderos de cabeza nos costaron a mi esposa y a mí por no poder ponernos de acuerdo…
No puedo evitar sonreír ante el recuerdo, sobre todo, por que como siempre, ella fue quien ganó la batalla, quién puede negarle algo cuando la última palabra es tomada bajo la intimidad de nuestra habitación. Apago las luces y cierro la puerta.
Es 24 de diciembre y nos dirigimos a pasar la navidad al hospital general de nuestra ciudad. Hace siete meses que nuestra hija menor, mi princesa, está internada. Tiene un mal degenerativo en el corazón que de la nada se le desarrolló, necesita un trasplante pero la lista de espera es demasiado larga, eso hace que poco a poco pierda la posibilidad de seguir con nosotros.
—Ok ¿estamos todos listos?— pregunto en cuanto mi hijo mayor cierra la puerta detrás mío.
—Listos mi vida— dice mi esposa mientras toma mi mano que se encuentra sobre la palanca de velocidades.
—llevamos todo para la cena y también los adornos que pondremos en la habitación de Lili.
—Yo llevo el mp4 y los regalos que sus amigos del colegio le mandan de navidad— escucho que dice mi hijo mientras saco el coche de reversa de la entrada de nuestro hogar.
Hemos logrado colocar a mi hija en una pequeña habitación privada dentro del hospital, razón por la cual se nos permitió pasar la navidad a los cuatro juntos. Eso y que el médico se ha apiadado de mí. En cuanto entramos a la habitación puedo notar como la cara de mi pequeña de 17 años se ilumina. Esa sonrisa junto con la de su hermano ha sido mi razón de salir adelante los últimos diecinueve años.
—¡Papá! ¡Mamá! Zopenco, me alegra que por fin estén aquí.
—Pues estuvimos a punto de seguir por la carretera hasta la playa pero aquí a tus padres se les pasó la desviación y pues terminamos aquí.
—Por favor no empiecen.
No importa la edad que tengan, esos dos nunca dejarán de pelear y hacer de repelar a su pobre madre, pero no me preocupo porque sé que en el fondo se aman y no hay nada que no harían el uno por el otro, y de alguna forma, me alegra que a pesar de las circunstancias sigan así, le dan a mi familia un poco más de sentimiento de normalidad.
Llega el doctor con las enfermeras para el último chequeo del día, no puedo evitar notar que me mira en todo momento pero igual con la mirada le digo que espere, que sea paciente y que me entienda. Sé lo que piensa, que debo decirle a mi familia, pero quiero que mi pequeña razón de vivir, ellos, tengan una noche buena sin preocupaciones y llena de felicidad. Por fin mi pequeña será operada, por fin conseguimos quién sea compatible con ella y mañana en navidad será llevada a cabo la operación.
Ya pasan de las cinco de la mañana, la cena ha sido ligera por órdenes del doctor y ahora todos duermen. Veo a mi hijo en el sillón de la habitación y no puedo evitar llenarme de orgullo, es un gran muchacho, tiene grandes aspiraciones y ama mucho a su familia. Mi princesa, esa pequeña me ha llenado de felicidad desde el momento en que nació, siempre fue más apegada a mí que a su mamá y sinceramente, siempre amé eso. Y ahí está ella, mi mujer, mi otra mitad… siempre a mi lado dando lo mejor de ella y sacando lo mejor de mí y quien me dio lo más bello que pude tener en esta vida, mi familia. Pongo a la vista de cada uno de ellos su pequeño regalo y salgo de la habitación.
Se acerca la hora, en unos minutos el hospital entrará en acción para proceder con el trasplante que le dará a mi niña una segunda oportunidad. Mientras subo los escalones repaso todo el procedimiento que se seguirá para la operación, décimo piso, las 5:20 a.m., mi hermano debe estar llegando al hospital en estos momentos para asegurarse de que se sigan mis peticiones, décimo primer piso, abro la puerta de la azotea del edificio y miro el amanecer, ese bello amanecer que mi hija podrá seguir viendo durante muchos, muchos años. Me acerco a la orilla y sonrío, sonrío al recordar los besos de mi amada, sonrío al recordar los abrazos de mi campeón, sonrío al recordar la sonrisa de mi princesa…
Lili:
Mi pequeña princesa, estoy seguro de que, mientras lees esta carta te estarás preguntando dónde se encuentran todos. Bueno, no sé en donde se encuentran los demás mi niña, pero yo, yo… me encuentro en ti.
Desde el momento que tu mamá me dijo de sus embarazos yo me enamoré de ustedes, tú y tu hermano han sido lo mejor de mi vida y no hay nada que no daría por ustedes. Sabes que seré por siempre tu príncipe, y este príncipe dio su vida por lo más preciado que pudo tener, su princesa. Desde el momento en que supimos de tu enfermedad, no pude evitar sentirme morir de dolor, puse toda mi fe en cuanto te inscribimos en la lista de espera para recibir un trasplante, pero conforme pasaron las semanas, tú ibas empeorando y las lista no avanzaba. Mi niña, nunca pienses que te abandoné, mi amor, yo doy todo por ti y este es mi último regalo de navidad. Quiero que vivas, quiero que viajes, quiero que llores, quiero que rías, no importa qué pero quiero que seas feliz. Vive mi amor, vive nuestra vida al máximo que yo siempre estaré contigo.
Atte.: El hombre que más te amó en la vida, tu papá.
Reseña del autor
Nacida en la ciudad de México, 29 años, soy amante de las novelas románticas e historias con finales inesperados, de los gatos y de una buena taza de café. Madre de un hermoso niño y una hermosa niña con los cuales me gusta compartir todos los momentos de mi día.
Actualmente trabajo como recepcionista en un hotel, lo que me da un gran material para crear en mi cabeza diferentes historias, claro, que aún no me animo a compartir. De mente traviesa y personalidad alegre disfruto de cada día, cada nueva lectura y cada momento inesperado de la vida.
Revisó: Erika Molina Gallego
«Una historia de amor verdadero, sin límites, sin egoísmo. Un amor capaz de dar vida, aún después de la muerte»
1 Comentario
Qué historia tan más conmovedora, felicidades a su autora y a Rugidos Disidentes.