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Ánima y ‘El renacer de los espíritus’: Ellos han vuelto y tienen hambre.

Por: Alcántara Arístides


Ánima fue una banda que nació a finales de la década de los 90 y al buscar en vano más rastros de ellos no se encuentran otros trabajos, permitiendo así asumir su disolución en algún momento posterior al 2001. Esta banda, por concepto, osciló entre el metal extremo y el metal folclórico, y se menciona acá por concepto debido a que su música no está relacionada con zanfoñas, gaitas o balalaicas mientras hay gente vestida de negro cabeceando al lado de disfraces de vikingos y bailes irlandeses mientras se está escuchando acerca de las travesías de faunos griegos o travesuras de Loki. Es por concepto porque al escuchar sus letras nos habla mayoritariamente de seres espirituales latinoamericanos, espantos que otrora abuelos enfrentaban en el bosque o se encomendaban por protección.

Dado esta apertura, ‘El Renacer de los Espíritus’ fue un álbum lanzado en 1998 en formato casete y relanzado en el 2017 en formato CD con tres canciones más. El listado original está compuesto por temas como ‘La elegía de un alma en pena’, ‘Ruego a la Oscuridad’, ‘El jinete negro’, ‘Engendro maligno’, ‘La ninfa de la lluvia’, ‘Viuda negra’, ‘La asesina errante’ y otros tres temas que fungen como bonus track: ‘Nightmare in the Swamp’ (pesadilla en el pantano), ‘Witch’ (bruja) y ‘Grayness’ (insignificancia).


En este reseña, en pro de mantener la fidelidad del lanzamiento original de los 90 solo se tomará el listado original y se ignorará también ‘La ninfa de la lluvia’ debido a que es un tema meramente instrumental.

Es necesario tener en cuenta que los temas que se presentan en el álbum se muestran como historias separadas, mas no como capítulos o partes de una misma historia; no obstante, los músicos de Ánima dejan una serie de coincidencias en los relatos que permiten conectarlos con imaginación. A continuación, las historias.

El primer tema ‘La elegía de un alma en pena’ es una confesión en primera persona de cómo solloza y se lamenta un espíritu que ha vagado en viajes astrales entre el cielo y el infierno, pero los recuerdos de la vida terrenal lo atan al mundo de los vivos. Si bien es un espíritu que en algún momento fue humano, en el relato ha decidido encarnarse como «el lamento»; el lamento que atormenta a los hombres de mentes débiles que ve como presas a las que acecha entre las sombras y los claros.


Un ser maligno que se regocija en la desgracia de sus víctimas pero que no es arbitrario, salvaje e inconsciente, pues tiene pleno conocimiento que su estancia en el mundo de los vivos es una desdicha que crece con cada susto que deja a los hombres, pues, detrás de los calvarios que genera también constantemente inundada su existencia por la tristeza y la soledad, sin especificar por qué. Algo interesante y llamativo de este ser penitente es que necesita descansar, y este descanso se encuentra en la noche, en la oscuridad y «azulados silencios», que recuerdan a paisajes rurales iluminados por la luz de la luna dispuestos para agitar los corazones de las personas.


Sobre este ser errante en el mundo de los vivos se expande un poco más la historia con el siguiente tema titulado ‘Ruego a la oscuridad’, donde da a entender que esta alma se refugia en la oscuridad, no para descansar, sino para rogar por una lugar en la eternidad y finalmente ser capaz de morir, pero en su desesperación esta piedad es solicitada hacia la muerte y simultáneamente a la maldad ¿El por qué? En vida fue víctima de algo o alguien y siente la necesidad de vengar su alma.

Si bien, no se menciona en la literalidad de las canciones, más adelante, en el cuarto tema aparece ‘Engendro Maligno’, una historia narrada por una persona viva que resultó ser víctima de un engendro que robó su alma y que poco a poco lo pudre por dentro de una forma muy posesiva. Es tan corrupta y adhesiva con el ser de la víctima, que la misma víctima le propone que, a cambio de hacer lo que desee con él mismo (succionarlo, pudrirlo, cegarlo, lacerarle la tráquea) lo deje morir; pero siguiendo la cultura popular de los colombianos donde se tocan los tratos con demonios o seres malignos. Estos no pueden caer en la ambigüedad, y es posible que, por no ser claro en su resignación, esta víctima se haya convertido en el alma en pena que solloza su elegía al inicio del álbum.


‘El Jinete Negro’ es el tercer tema en el álbum. Otro ser fantasmal que hace presencia en el mundo, con la diferencia de que este, aunque no busca trascender ni vengar su alma, deliberadamente sí busca saciar un dolor que siente mediante el causar pena y sangre. Esto debido a que es un ser proveniente del infierno cuya motivación es causar miseria, muerte y dolor frente a quienes encuentra a su paso ¿La razón? La miseria, la muerte y el dolor son tres sensaciones que lo carcomen por dentro.

Este tema a diferencia de los otros del álbum está narrado por dos personajes, uno que representa el Jinete Negro y otro que es una potencial víctima que se espanta al haberlo visto mientras recorría una montaña de noche; tal resulta el horror que genera, que el mismo jinete se enorgullece de palidecer a la luna cuando esta lo ve en acción.


En un mundo de víctimas y victimarios tan entrados en su rol es necesario saber que siempre hay particularidades y matices en el camino, y Ánima comprende muy bien esto con el tema de ‘Viuda negra’, una historia significativamente única, pues cuenta cómo un ser llamado Viuda Negra ataca a los cuerpos de las personas para alimentarse de estas y también engendrar el mal mediante la fornicación sádica con sus presas.

Los dos puntos a destacar de esta canción es que es posible imaginar que el ‘Engendro Maligno’ que se habla en otra parte del álbum, quizá sea un vástago de esta ‘Viuda Negra’, y lo otro, que la letra está narrada desde la perspectiva de una víctima que deseaba encontrarse con ella para entregarle su cuerpo en un acto de formulación, alimentación y amor.


El último tema del álbum es la ‘Asesina Errante’, donde, desde la tercera persona se nos narra la historia de un hombre que atraído por el erógeno cuerpo de una mujer que encontró en un recóndito lugar; lugar donde deja fluir su lujuria y deseo de poseer su cuerpo debido al dolor de las heridas causadas por la mujer que poco a poco se transforma en un ser de ficción que le devora hasta no dejar rastro.

Este ser de ficción se revela posteriormente en el relato (a partir de este punto narrado en primera persona) como un instrumento de la venganza que castiga a los hombres que le son infieles a sus parejas, adoptando diferentes nombres: La Patasola, la Mancarita ¿Y por qué no? La Viuda Negra.


Para finalizar, este álbum le da al fanático del metal una deliciosa dosis de cultura colombiana, donde con términos típicos de la extrema del género toman el horror del folclor del país para contar una serie de relatos que retan a los curiosos a tejer hilos entre ellas, a recordar las historias que los ancestros repetían con el objetivo de moderar nuestros comportamientos, pues, como en una ocasión me dijo un amigo del Cauca hace muchos años «los demonios existen para castigar los vicios» y esta placa con espíritus y demonios con diferentes motivaciones, deseos y necesidades nos ofrece una serie de situaciones enfrentadas con diferentes clases de víctimas; víctimas que de manera literal o metafórica estamos en riesgo de encarnar, dado que este álbum, además de contarnos la historia del renacer de unos espíritus, intenta también contarnos una posibilidad en nuestros destinos.


Alcántara Arístides

Nacido en la frontera, de casa tranquila y vecino del conflicto. Amante de las letras duras, la música agresiva y a caminar sin audífonos. Se le ha visto en toques y ferias del libro, pero mantiénese en casa barriendo para oír música echado en el piso al lado del perro.

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