«Tuvimos una gran historia y yo le escribiría un buen final»
‘UN BUEN FINAL (ANTONIO MONTENEGRO)
Por: Olugna
No fue una promesa vacía de esas que suelen extraviarse en la poesía o que prefieren guardarse en un cajón, como un intento más de abrazar una vana esperanza. Por el contrario, cuando Antonio Montenegro reunió cinco instantes después del amor en ‘De las cenizas vendrá algo nuevo’, placa presentada en 2023, firmó un manifiesto de vida: el último renglón de una historia traza el rumbo de un nuevo relato.
―Es una invitación a no perder la esperanza. Incluso, en medio del dolor, podemos construir quién soñamos ser―, nos dijo en su momento el cantautor nacido en San Bernardino, California, y nacionalizado en el país austral.

Un poco más de un año después, Antonio Montenegro nos presentó ‘Perdón por no pedir perdón’, el primer capítulo de esa historia que nos prometió. La canción ―la metáfora precisa del amor propio― fue ese bocado inicial que nos acercaría a ‘Algo nuevo’, su segundo disco; en él honraba su promesa.
Hoy, destapa los otros 10 capítulos de esa historia que empezó a escribir en medio de las cenizas que dejaron las llamaradas del amor. Lo hace desde su esencia, desde su temprana fascinación por la literatura y la guitarra: herencia y regalo de su padre.
Del amor nos es posible levantarnos y, desde sus huellas, podemos encontrar otros caminos y otras formas de querer.

―Viene de un camino personal y de cómo mi corazón buscaba expresar lo vivido recientemente―, menciona Antonio Montenegro.
En lenguaje audiovisual, en el trabajo del artista, hay un complemento cinematográfico que termina de dar forma a esa expresión folk pop que ha mostrado desde sus inicios como solista en 2020. Es por ello que, para entender la historia que nos propone, el autor nos sugiere que, después de ‘Perdón por no pedir perdón’, continuemos con ‘Ojos azules’, ‘La hora maldita’ y ‘Un buen final’. Así lo haremos.
‘Ojos Azules’: la metáfora índigo de un nuevo comienzo
El primer plano que resalta los ojos azules de una joven mujer ―protagonista en ‘Perdón por no pedir perdón’― se aleja poco a poco para dejarnos ver la fotografía en su totalidad. En ella, la sonrisa de Antonio y su expareja son relevantes. Se ven felices. Una postal que retrata el amor que hizo posible su historia. En el siguiente cuadro, una cámara cenital registra al músico acostado sobre su cama rascando la guitarra e interpretando las líneas iniciales de la canción.

Es una escena bien pensada, que nos guía, desde la expresividad de los ojos azules de su expareja, hacia la felicidad que quedó como recuerdo, para llevarnos finalmente a la nostalgia agradecida que no deja de conmoverse por el final.
Nadie nos dijo que la vida sería fácil y nadie nos preparó para el amor. Sin embargo, el relato que nos propuso el cantautor desde la canción anterior es coherente. Antonio, el mismo que dijo adiós, es el mismo Antonio ―honesto hasta en sus contradicciones― que sabe que tomó la mejor decisión.
Y aunque no lo diga directamente, el peso de la distancia —ese vacío que se hace cotidiano— aparece como el verdadero antagonista de esta etapa: «Sé que no te gusta nuestra situación / yo tampoco quiero estar tan lejos», confiesa sin pretensiones, como quien baja la guardia por completo frente al otro. ‘Ojos azules’, más allá de su aparente sencillez melódica, tiene esa capacidad de hacernos testigos de un momento profundamente humano: la culpa que no busca redención, el amor que no alcanza para quedarse, pero que aún late desde el recuerdo.
En este punto de ‘Algo nuevo’, el amor adquiere otro matiz: la memoria como refugio. No hay rencor, no hay revancha; hay, por el contrario, un duelo íntimo en el que la felicidad sobrevive por encima de la ausencia.
Cargada de simbolismos y referencias a la primera canción, ‘Ojos azules’ cumple con la premisa de respondernos a esa pregunta que nos atraviesa cuando todo acaba: ¿Ahora qué sigue?, al tiempo que nos enfrenta ―con suavidad― a una nueva realidad.
«Sólo seguí un sueño, que ahora es verdad. Bien pudo costar tus besos, bien me ha costado mil besos»
‘La hora maldita’: el pálpito de un recuerdo que se niega a partir
Es una obviedad afirmar que cumplir la promesa de continuar no es sencillo. Y eso lo sabe retratar Antonio Montenegro en sus canciones. ‘La hora maldita’ simplemente reafirma la honestidad de las historias cantadas que nos ha mostrado.
El color azul aún es un elemento importante, pero en ‘La hora maldita’ es oscuro y coquetea con el gris. No es un elemento que deba pasar desapercibido: el ocaso, la noche y la soledad de la ciudad, son insumos ideales para ese fragmento de la memoria que no quiso decir adiós.

Es una canción tranquila que, al igual que una noche atravesada por la melancolía, solo quiere terminar rápido y enfrentarse a la claridad del día, y de los pensamientos.
Montenegro no necesita gritar para que duela. Su voz —contenida, casi susurrada— se mezcla con un piano tenue que parece tocarse con los ojos cerrados, en medio de la noche. La ciudad, esa que en otras historias representa movimiento y caos, aquí es solo vacío y eco: «Vagando en esta ciudad», repite, como si al decirlo pudiera orientarse, aunque su rumbo parezca difuminarse entre las luces taciturnas de la madrugada. Después de ‘La hora maldita’, solo queremos ‘Un buen final’.
‘Un buen final’: una charla tranquila y una última cita
La vida, en sí misma, es una novela que necesita de la ficción, del dolor y de la esperanza ―por tenue que sea― para llevarnos hasta el final. La cuarta canción que nos presenta Antonio Montenegro en ‘Algo nuevo’ es la última página de ese libro que comenzamos a leer y en la que esperamos encontrar un aliciente que nos permita afirmar: valió la pena.

Él viste de azul, ella de amarillo: la metáfora de dos historias que, a partir del final que nos propuso ‘Perdón por no pedir perdón’, comienzan a escribirse por separado. La promesa se cumplió: solo queda el agradecimiento y un recuerdo que se honrará ―de cuando en cuando― en las horas tranquilas de la ciudad.
En todo caso, la melancolía no se fue. Está intacta y, quizás, sea esa la razón que nos lleve de nuevo a ese libro que no queríamos terminar; como ese regreso que, en el video de ‘Un buen final’, nos lleva al desierto donde comenzó a escribirse esta historia con la primera canción.
Antonio Montenegro en entornos digitales
- Instagram: https://www.instagram.com/tinterosborrachos/
- Página web: https://antoniomontenegro.cl/
Sobre Olugna
Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo, complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador.