Eso es un tatuaje: una obra de arte y como tal, tiene la capacidad de trascender y de permanecer en el tiempo, concediéndose a sí mismo y a su autor el don de la inmortalidad.
Por, Rugidos Disidentes
Es verdad, muchas veces nos equivocamos y terminamos rindiéndole homenaje a la Nayibe o al Milton Yésid con un tatuaje que nos acompañará para siempre, aunque la relación con cualquiera de estos dos personajes se haya ido al traste a las tres semanas.
Podemos, también, con un trazo sobre nuestra piel, quedarnos con una frase motivacional que nos recuerde que la “Vida no es fasil” y así quedar atados para toda la vida a un mamarracho mal escrito que nos recordará todos los días la importancia de contar con un diccionario a mano.
El camino del arte no es –lo que se dijera– sencillo. Tampoco es para todos, pues este nace del alma y es transformado gracias a un talento, en algo maravilloso. Sin embargo, todo talento requiere cultivarse y nos exige esfuerzos y sacrificios, para demostrar que en verdad es nuestro camino, que vivimos para ello y estamos dispuestos a pasar hambre antes que abandonarlo. Básicamente, ser artista es de valientes.
Eso es un tatuaje: una obra de arte y como tal, tiene la capacidad de trascender y de permanecer en el tiempo, concediéndose a sí mismo y a su autor el don de la inmortalidad.
Quizás sea uno de las artes más complicados que existe, pues cobra vida en la piel ajena. En manos de un artista exponemos nuestro cuerpo con un solo fin: tener una huella imborrable de un momento, un lugar, un sueño, una persona. Aunque, no necesariamente estemos buscando otorgarle a aquel trazo un significado especial, simplemente podemos corresponder a ese derecho que tenemos de decidir sobre nuestro cuerpo sin dar explicaciones a nadie del por qué o del cómo. No obstante, por insulsa que sea la razón, debemos comprender que estaremos atados a aquel tatuaje hasta el final de nuestros días, básicamente, nos lo llevaremos a la tumba, salvo que alguna circunstancia aparatosa, como una mutilación o quemadura, así lo impida.
Es una práctica ancestral y, aún así, sus orígenes no se han definido de manera precisa. Ha transgredido culturas, ha permanecido perenne en el tiempo, se ha movido a su antojo por todo el mundo y ha servido de inspiración para la creación en otras manifestaciones artísticas.
Con ese trazo se adquiere una conexión simbólica en la que se conjuga al mismo tiempo, estética, sentimiento del tatuado y la interpretación que haga el artista de estas dos, dejando al mismo tiempo su sello personal.
Los prejuicios no han menguado el interés que el Tattoo despierta, alrededor de él existe una verdadera tradición de culto. Ha sido, también, objeto de estudio por parte de la academia para buscar, por lo menos, un acercamiento con sus orígenes y a algunas de las múltiples interpretaciones que permitan explicar el poder que este ha tenido en la humanidad. ¿Qué tanto podemos acercarnos a una interpretación medianamente acertada? No lo sabemos y quizás ahí radique su verdadero encanto, que es indescifrable, pues puede ser un acto de rebeldía cuando su motivación es contrariar a la institución o bien puede ser una manifestación de obediencia, cuando se hace requisito para ser aceptados en un movimiento religioso, militar o político.
En esta edición nos acercaremos a este mundo maravilloso que es el Tattoo, no con la pretensión de descifrarlo, pero sí con el fin de comprender, aunque sea un poco, su lenguaje.
Este triunfo contúndente fue fruto de una ardúa y larga labor por parte de las comunidades y líderes ambientales habitantes del municipio que ocupa el antiguo territorio de los indígenas Sutagaos.
Acompáñanos en este recorrido multimedia, en el cual podremos entender cómo se llevó a cabo dicho proceso, que sirve de ejemplo para otros territorios y comunidades con problématicas similares.
Carlos y José es un par de amigos con muchas aspiraciones de querer cambiar la dura realidad del país, pero a decir verdad, con muy pocos logros. Su terruño, es un pueblo ubicado en la Costa Atlántica colombiana, región corroída por la corrupción y donde la actividad política está basada muchas veces en la práctica de los delitos más comunes contra el sufragio. Un voto allí puede ser pagado con una tarifa que va desde los 10 mil a los 200 mil pesos.
Por azares de la vida los dos compadres fueron invitados a la posesión de los Congresistas el 20 de julio de 2018, un evento que para la ocasión resultó histórica a raíz de que ex guerrilleros de las FARC se posesionaron de 10 curules, con base en lo acordado en el Acuerdo de Paz suscrito en la Habana.
Ese día Carlos y José, acostumbrados a su vida austera, estrato 2, vieron como en el Congreso de la República, se vive en una gran burbuja que contrasta con la pobreza, violencia y desigualdad social que se vive a menos de 500 metros de las puertas del Capitolio, y se extiende por toda la Colombia real.
Y comenzó el show…
A Carlos y José lo que más le resultó difícil, a decir verdad, ese día festivo de la democracia, fue vestirse de paño y corbata, debido a su carácter caribe e informal, pero sabían que la formalidad en el vestir era clave para dar una buena impresión. No querían pasar de «lagartos», como se conoce a quienes se acercan a los políticos sólo con el fin de conseguir un trabajo o un privilegio.
Fotografía tomada del artículo “Así conocí a Pablo Escobar”, publicado en Revista Semana (2007)
No obstante optaron, entonces, por vestir de paño: blazer y pantalón oscuro complementado de camisa formal, pero no sabían a ciencia cierta si la corbata era obligatoria, recordaron el sonado caso del extinto narcotraficante Pablo Escobar en 1982, cuando fue elegido como Representante a la Cámara, a quien casi no lo dejan entrar a posesionarse de su curul por falta de corbata.
Escobar solucionó el impasse 36 años atrás usando la corbata de su conductor y Carlos y José, optaron en 2018, llevándola en el bolsillo, «por si las moscas».
Al llegar al Congreso al par de amigos les impresionó el fuerte operativo de seguridad, más de 3.500 policías cuidaron la zona acordonada que representaba 30 cuadras del centro de la ciudad y les produjo un alto impacto ver la Plaza del Bolívar solitaria, solo con la presencia de las palomas que acostumbran visitarla, lucía hermosa por la arquitectura que data de siglos atrás y el radiante sol que reinó durante la jornada. Se sintieron personas VIP (Very Important Person), porque no todo el mundo podía entrar allí, a la burbuja.
Ingresaron, pasaron por el detector de metales, fueron explorando ese mundo desconocido para ellos, de grandes pasillos, pisos de mármol, columnas de arquitectura republicana y neoclásica, grandes espacios que evocan la historia con vistosos murales, estatuas y cuadros de los próceres de la República.
Aunque pudieron entrar sin corbata, porque los tiempos han cambiado, se sintieron un poco intimidados cuando caminaron entre personas que lucían costosos paños y modernos vestidos, bonitas mujeres que denotaban elegancia, glamour, y unas fragancias de perfume profundamente deliciosas.
Era otro mundo, muy distinto al de la Colombia real que comienza a pocos metros del centro de poder.
Carlos y José pudieron apreciar a políticos que ostentan su fama, otros que hacen alarde de sus ilustres apellidos y los menos conocidos y recién llegados, felices, porque habían coronado su meta a pesar de lo costoso que resultó el proceso.
Llegar al Congreso no es fácil. De 2.957 inscritos en las listas, la victoria la lograron 268. Unos como José Obdulio Gaviria del Centro Democrático que fue anunciado como gran derrotado en el pre-conteo el día de elecciones, exigió revisión voto a voto de los escrutinios y se salvó, obtuvo su curul.
La sombra de la corrupción
No es un secreto, en Colombia hacer política cuesta, por los gastos de publicidad, las lechonas, los tamales, las rumbas, las reuniones, el transporte, las brigadas, en fin, para conquistar el “favor” popular se necesita de mucho dinero. No faltan los candidatos que buscan seducir con golpes de opinión pero ya pasó esa época de que emboladores, celadores y hasta actores conquistaban una curul, la maquinaria política los arrasó.
Hay quienes advierten que muchos de los políticos al lograr ganar una curul, llegan comprometidos con sus patrocinadores que en ciertos casos invierten en el negocio de la contratación pública, lo que puede terminar en corrupción. En los corredores del Congreso se respira poder y la sed por ese poder, mal manejada, ha sido uno de los principales cánceres de nuestra sociedad.
Fotografía tomada de El Colombiano: http://www.elcolombiano.com/colombia/paz-y-derechos-humanos/seguridad-de-lideres-sociales-fue-debatido-en-el-congreso-CH9283985
El par de costeños impresionados por la historia y el lugar caminaron los diversos rincones del Congreso, había muchísima gente esperando en salones llenos la trasmisión por televisión. Con un pequeño engaño, nuestros protagonistas, pudieron ingresar a los palcos donde ya no había cupo, porque invitados precavidos madrugaron para tener el honor de ver la instalación del Parlamento, cómodamente sentados y atendidos muy bien por los encargados del protocolo, “… a quien madruga, Dios lo ayuda”.
Desde el palco observaron la majestuosidad del recinto, el cuadro gigante del maestro Obregón presidiendo el salón, los congresistas en pleno en las curules luciendo cómodos en muebles elaborados con madera fina. Las pantallas de computador instaladas en cada uno de los escritorios dieron cierto toque modernista al escenario.
La combinación de todos los elementos constituían una panorámica única y espectacular, estaban absortos de ver con sus propios ojos donde se define el destino de millones de colombianos, emocionados estaban hasta cuando dos policías les aguaron esa fiesta visual y solicitaron a Carlos y José que salieran del palco, el engaño solo les surtió efecto durante 15 minutos.
La alfombra roja
Un tanto frustrados, luego de haber sido removidos del palco, los dos amigos continuaron su exploración y se encontraron algo mejor, la entrada al recinto principal. Allí comenzaron a reconocer a todas personalidades de la política colombiana actual, sin darse cuenta, llegaron a la alfombra roja del evento.
María Fernanda Cabal y José Félix Lafaurie | Tomada de Radar Económico: http://radareconomicointernacional.blogspot.com/2015/11/maria-fernanda-cabal-el-infierno-no.html
Los medios de comunicación cazaban entrevistas, los más solicitados fueron los primíparos del naciente partido de las Farc, la ex senadora Claudia López, a quien le encanta “mojar” prensa y que aprovechó la elección de su pareja sentimental, la representante Angélica Lozano, para darse su palomazo mediático a pesar de ya no hacer parte del Congreso. Así también lo hizo una de las más controvertidas figuras del uribismo, María Fernanda Cabal y su esposo el dirigente Gremial, del mismo modo controversial, José Félix Lafaurie, Enrique Robledo, Antanas Mockus, Álvaro Velasco, en fin, la constelación de estrellas políticas criollas desfilaban uno tras otro para llegar al recinto de instalación.
El ex candidato Gustavo Petro, quien ganó el derecho a una curul por ser el segundo en las elecciones presidenciales, un «regalito» que le dejó Juan Manuel Santos al nuevo Gobierno con la nueva ley de equilibrio de poderes, no aceptó entrevistas, pero sí accedió a tomarse selfis con las empleadas del aseo del Congreso.
Una mujer nueva en el Congreso, la hija del asesinado Carlos Pizarro León Gómez, María José, fue también blanco de los medios de prensa. Todos esperaban al senador Álvaro Uribe, quien no aceptó preguntas y entró al salón elíptico con una rapidez desmesurada en compañía de casi toda su bancada.
Un hecho llamó poderosamente la atención de Carlos y José: alrededor de la “alfombra roja” estaban dos personajes que en su región son enemigos declarados. Sin embargo, ese día parecían los mejores amigos entre abrazos y sonrisas.
Al saber que una prueba de esta conveniente amistad sería una bomba noticiosa para sus paisanos, Carlos se acercó, sacó su celular a una discreta distancia y lanzó un fallido disparo fotográfico, al cual el DR. XXXX supo responder hábilmente haciéndole una verónica de novillero, al taparse el rostro con una de sus manos, con una astucia inusitada. La emotiva amistad y compinchería de dos archienemigos de la costa, que “supuestamente” se odian como los que más, no pudo quedar registrada.
La conclusión que Carlos y José sacaron ante este hecho se resume en la frase: «la política en Colombia es dinámica», algo cierto y conveniente para explicar algo tan inverosímil.
La Colombia real
268 congresistas elegidos por mandato popular más los doce que fueron añadidos entre el partido de Farc y las minorías, le cuestan al país más de 6.500 millones de pesos en diferentes rubros al año.
Cada honorable “Padre de la Patria”, vale mucho dinero al Estado en viajes, viáticos, primas, vehículos, comidas, escoltas, etc., se sabe que sOlo el dispositivo de seguridad que protege al ex Presidente y senador Álvaro Uribe cuesta anualmente 4.116 millones de pesos.
Muchos observadores determinan las anteriores montos como un despilfarro, pero así están las reglas de juego, cifras que analistas piden en parte se destinen a la inversión social en la Colombia real.
Fotografía tomada del artículo «Aumenta la pobreza en Bogotá», del sitio http://www.bogotacomovamos.org/blog/aumenta-la-pobreza-en-bogota/
Paradójicamente, a 880 metros de la emblemática Plaza de Bolívar donde está ubicado el Congreso y la Alcaldía de Bogotá y que goza de una alta seguridad, se desmanteló la famosa calle del Bronx, que por décadas fue un verdadero infierno donde operaba el tráfico de drogas, la trata de blancas y toda clase de crímenes atroces.
A pocos metros de ese centro de poder, en la carrera décima con avenida Caracas, se puede encontrar la mala fortuna a manos del más hábil cuchillero y hasta de familias enteras de delincuentes que con gran descaro atracan a transeúntes, roban espejos de carros aprovechando la ausencia de autoridad.
En esa Colombia real, a pocos metros del Parlamento, están los vendedores ambulantes y los fotógrafos que obtienen por sus trabajos, ingresos menores al salario mínimo legal vigente, se valen de su perseverancia, con la angustia entre las uñas, para buscar un bienestar para ellos y sus familias ante la falta de oportunidades que ofrece el Estado.
Esa es la Colombia que con cierta ingenuidad quieren cambiar Carlos y José, la misma que todos los senadores y representantes elegidos dicen que aliviarán con leyes justas previstas en el seno del Parlamento… ¿será verdad tanta belleza?
El desenlace
La ceremonia oficial comenzó. El mandatario de turno Juan Manuel Santos, a las tres de la tarde instaló el Congreso y mientras todo trascurría en lo que se llama una práctica normal en el parlamento, que mientras los oradores hacen sus discursos no todos escuchan, el senador Mockus bastante afectado ante el irrespeto de sus colegas por Efraín Cepeda, presidente saliente del organismo estatal, no dudó , a pesar de sus 66 años de edad y el Parkinson que padece, ir a la parte baja de la mesa directiva, bajarse los pantalones como lo hizo hace 20 años ante un auditorio de estudiantes, para mostrar las nalgas en señal de protesta a sus colegas.
Fue un momento de pocos segundos, hubo quienes ni se dieron cuenta por estar en otras cosas pero los que sí, sintieron un viento helado al observar tremenda irreverencia.
Perplejos buscaron de manera tranquila la salida comentando lo que habían vivido y luego en sus respectivas casas vieron como las nalgas de Antanas Mockus trascendieron no solo en las noticias locales, sino en las internacionales en lo que se convirtió en “un verdadero oso mundial”.
La sabiduría muchas veces crea individuos egoístas y mezquinos capaces, en su sentir, de organizarlo todo y de imponer una directriz, porque a su parecer, nadie más lo hará como ellos.
Por, Rugidos Disidentes
Es más aterrador el lado conservador de aquellos que se muestran como liberales, que el radicalismo que hacen manifiesto, desde un principio, aquellos que aún defienden las buenas formas y las sanas costumbres.
Los primeros suelen ser más peligrosos, pues su disfraz de tolerancia e inclusión gana la confianza de quienes se encuentran a su alrededor. No es para menos, su discurso, muchas veces alimentado por un altísimo nivel intelectual, logra dejar huella. Se convierten, de esta manera, en fuentes confiables y autorizadas sobre un tema en particular. Nos engañan, permiten que las opiniones contrarias se expresen para luego, simplemente, ignorarlas o despreciarlas por no estar a su misma altura de conocimientos.
No podemos hablar de tolerancia sin abrir un espacio para el debate y la discusión de ideas. Todos poseemos saberes particulares adquiridos, bien sea por una formación académica, por la experiencia o por la combinación de estas dos. La acumulación de conocimientos no es garantía, necesariamente, de un verdadero proceso pedagógico y de transformación. Sin estos, la sabiduría solo es un trofeo que se exhibe como intocable en una vitrina vanidosa de uso ornamental. Terminan siendo, tristemente, una biblioteca en cuyos anaqueles reposan verdaderos tesoros empastados, que jamás sentirán el placer de ser hojeados, simplemente, porque se reserva el derecho de admisión.
La sabiduría muchas veces crea individuos egoístas y mezquinos capaces, en su sentir, de organizarlo todo y de imponer una directriz, porque a su parecer, nadie más lo hará como ellos. Hablan de democracia, pero cuando su poder se ve amenazado abren las fauces y cierran todas las puertas al pensamiento disidente. Todo será una panacea, siempre y cuando, la voluntad ajena acate su voluntad sin protestar.
De este tipo de personajes están plagadas la sociedad, la política y la vida. Individuos que, quizás con la mejor intención, son incapaces de atender a las necesidades y los argumentos ajenos. En ese orden ideas, llevar un proceso social a feliz término, no solo es una odisea, sino que resulta una misión imposible.
En el amor y otros escenarios personales de relación social también pululan estos individuos que, detrás de su trato racional, esconden a verdaderos verdugos machistas y dominantes, que someten a sus parejas a una manera de maltrato muy difícil de detectar y, mucho más aún, de comprobar. Así, de esta manera, si el vínculo emocional termina, ellos siempre quedarán como los mártires que lo dieron todo y comprendieron hasta el final a su pareja.
Así ha sido nuestra realidad política que, además del prontuario criminal de muchos de sus representantes, también ha estado invadida por personajes egresados de las grandes facultades que han gobernado detrás de un escritorio. Para ellos no existe el conocimiento adquirido por las comunidades gracias a su propia experiencia. Para ellos y su equipo de expertos solo existe una forma de hacer las cosas: la que ellos determinen como la mejor para el bien de todos.
Su virtuosismo para conquistar a sus interlocutores les da cierta legitimidad, los hace una fuente confiable y en los portavoces oficiales de la historia, mientras que sus opositores pasan desapercibidos o quedan a perpetuidad en el costado de los resentidos y marginados.
Cada sujeto tiene un saber, una experticia, una vocación, como también unas necesidades, una expectativa de vida y ante todo un sueño que desea realizar, que con el correcto acompañamiento, podrán llevar a cabo.
En Rugidos Disidentes le apostamos al saber particular, a ese que permite construir y desarrollar escenarios diferentes de discusión, en los que la capacidad y el potencial de cada uno, no solamente sean tenidos en cuenta, sino que también sean fortalecidos.
Como cualquier organización nos regimos por unos parámetros, que en nuestro caso, tienen como principios innegociables, la lealtad, el respeto, la disidencia y la calidad. Por nuestras venas corren deseos de revolución, resistencia y de enfrentarnos al mundo con nuestra capacidad de soñar.
Al fin y al cabo, con miles de errores, con cientos de caídas y una que otra crisis hemos fortalecido nuestro rugido y hoy, después de cuatro años, podemos gritar con vehemencia: “disidentes: aquí estamos y nuestra labor no pasará desapercibida”.
¿Quiénes son “ellos” que intentan enseñarnos cómo vivir, mientras nos roban, nos asesinan y nos silencian?
Por, Rugidos Disidentes
Lo bueno y lo malo. Lo correcto y lo incorrecto. Lo moralmente aceptado y lo que es una aberración moral. ¿Quiénes son “ellos” que intentan enseñarnos cómo vivir, mientras nos roban, nos asesinan y nos silencian? ¿Quiénes somos “nosotros” para permitir que se silencie aquello que expone una identidad distinta?
Cual si fuéramos un teléfono celular recién salido de fábrica con un paquete de programas predeterminados, instalados por defecto, para garantizar un funcionamiento medianamente decente, llegamos a este mundo. Respiramos, sentimos, lloramos, reímos. No sabemos defendernos por nuestros propios medios cuando ya estamos bautizados en una fe y con ese acto, sin ser conscientes de nuestra hazaña, hemos derrotado a eso que llamaron el “pecado original”.
Nuestros padres nos inculcan nuestros primeros valores, nuestras primeras normas. Gracias a ellos, o a quienes hagan sus veces, llegan a nuestros oídos esos primeros sonidos musicales. En últimas está bien, de lo contrario seríamos desde la infancia un recipiente vacío.
Así como personalizamos nuestro teléfono celular, empezamos a formar nuestro carácter. Ya un poco más grandes, buscamos afanosamente algo que nos identifique. Muchos cambian de religión o de fe. Buscamos géneros literarios y musicales con los cuales identificarnos. Ese niño que se formó con conceptos externos empieza a interiorizar unos propios. Claro, con algunos de eso valores iniciales ha de quedarse, pero también, de una buena parte ha de desprenderse.
Ahora bien, ¿debería importarnos las elecciones de vida individuales que cada sujeto toma para su vida, si gusta del rock o del reguetón, si es católico, protestante o ateo, si es homosexual o heterosexual? ¿Somos realmente adalides de moral y de buen comportamiento para atrevernos a juzgar y condenar al otro, porque simplemente se expresa de manera diferente a la nuestra? La respuesta es clara: NO, un rotundo NO.
La opinión de Marco Fidel Ramírez, concejal de Bogotá que desde siempre ha tratado de liderar una cruzada en contra del rock, por fin logró hacerse escuchar y con ella se abre un peligroso camino cargado de censura y de silencio. La institucionalidad del Distrito encontró la forma de detener la presentación de Marduk, aduciendo falta de permisos del sitio donde se realizaría el concierto de la agrupación sueca de black metal, sin embargo, no es muy difícil deducir que la razón de fondo fue la opinión de un sector conservador que prefiere prohibir que abrir espacios, el mismo que prefiere quemar libros en vez de formar lectores, el mismo que piensa que lo correcto está en parecer un ciudadano de bien –quién sabe bajo que parámetros–, que realmente serlo y demostrarlo.
Como sociedad estamos lejos de la mayoría de edad y seguimos en persecución de los herejes, porque es más fácil perseguir a unos cuantos, que hacerle frente a los verdaderos causantes de nuestros fracasos como sociedad.
En Colombia la moral es más importante que la ética. No hemos aprendido a convivir con la diferencia. Juzgamos, condenamos y satanizamos prácticas culturales como si la libertad del otro nos asustara, nos causara pus. El libre desarrollo de la personalidad no ha dejado de ser un verbo inerte que reposa en el artículo 16 de nuestra constitución.
Lo preocupante no es que un concejal en compañía de grupo de personas expresara su opinión en contra de una presentación musical que, a juicio de ellos, era inapropiada. Estaban en su derecho. Lo que resulta preocupante que dichas opiniones llevaran a la cancelación del concierto, buscando inconsistencias en el trámite del evento ante el Distrito. Lo reprochable es que tengamos que pedir permiso para elegir qué podemos y no escuchar.
Hablando en términos religiosos, no es pecado manifestar nuestro rechazo ante las opiniones, discursos y prácticas culturales que no son de nuestro agrado. Lo que sí es un agravio es la imposición de nuestras creencias a cualquier precio, la persecución y ese afán constante de silenciar al otro y anularlo como individuo.
Una democracia se construye sobre la disidencia, no es un comité de aplausos. Todo lo contrario, es un escenario de debate constante y no un ritual donde todos levantamos el corazón y aceptamos la voluntad de un líder.
Todos somos iguales ante la Ley y todos debemos responder ante esta por nuestros actos.
Algunos al parecer se creían con un fuero de lo divino: intocables e innombrables, como si fueran protagonistas de una película llamada “Los indestructibles”.
Hay que enseñarles a esas personas –para precisar con nombre propio: Álvaro Uribe Vélez–, que la justicia en Colombia, lastimosamente, tarda pero llega, y a él le llegó la hora de responder ante su Juez natural, la Corte Suprema de Justicia, que es la competente para conocer y juzgar las actuaciones de este individuo, quien de manera mañosa pretende renunciar a su curul de senador, para que la C.S.J pierda competencia, e irse así a la Jurisdicción Ordinaria en su Sala de Casación Penal, para que se haga cargo un Juez de la impoluta República, donde muchos sabemos que existe un fiscal de bolsillo como lo es el señor Néstor Humberto Martínez, ¿qué razones, qué miedos, qué le impide “moralmente” para seguir en el Senado?
Señor Uribe: nótese la gran diferencia cuando usted acusó al senador Cepeda, este nunca buscó evadir a la justicia, señor. Tampoco intentó renunciar al senado. Como dicen por ahí: “quien nada debe nada teme”. Dé a los colombianos un ejemplo de honestidad y coherencia, por primera vez en su vida. Recuerde que su juez natural es la Corte, así intente y busque las mil maniobras jurídicas.
Qué lástima y qué dolor que los delitos por lo que usted es llamado a indagatoria no correspondan a la realidad, ni a la sangre que ha causado en nuestro país, como lo son: ‘Falsos Positivos’, masacres perpetradas por grupos para-estatales y contra-estatales, bajo su Gobierno de Seguridad Democrática, (que nada de democrática tuvo), donde se condecoraba a los militares por matar a mano fría a campesinos y hacerlos pasar por guerrilleros. ¡Qué ser tan miserable, nauseabundo, enfermo, y psicópata es usted!, representa todo lo que un ser humano con sensibilidad detesta. Usted gesta un odio histórico sobre Colombia, que muchos no olvidamos ni olvidaremos, tenemos dignidad y memoria, por ello le solicitamos y nos solidarizamos para que no renuncie a su curul.
Colombia merece saber la verdad, merece justicia, la misma que usted tanto evade. En este momento tiene dos caminos: acepta a su juez natural o toma el camino de la JEP, así como lo hicieron los militares que recibían sus órdenes y el grupo de ex milicias de la FARC-EP.
Es usted, sin duda alguna, el ser más peligroso del país con 51 procesos “archivados”, en la Cámara. Entre otros, es usted acusado por nexos con paramilitarismo, ‘Falsos Positivos’, escándalos de corrupción, homicidios a testigos, chuzadas (…) Recordemos que cuando existía el extinto Departamento de Seguridad (DAS), la interceptación de llamadas era algo “legitimo”, pero si esta misma maniobra es usada en su contra, es fruto de un “complot” internacional y de persecución política, de hecho, su defensa técnica ha hecho ver todo este escándalo como un tema político y no como lo que es en realidad: un tema netamente jurídico por el cual debe responder.
Recientemente apareció una noticia nacional, donde el testigo estrella en el caso Uribe, el señor Juan Guillermo Monsalve iba ser envenenado en su sitio de reclusión. La situación en nuestro país es tan terrible, sangrienta y miserable, que cualquier persona que sepa de historia, que lea, que no le coma cuento a RCN y caracol y que siga el “No más Uribe”, es llamado “resentido social”, “guerrillero” y, de ser posible, un próximo “buen muerto”, como lo han sido los líderes sociales asesinados, un genocidio que aún se mantiene bajo las sombras, una vergüenza nacional que muchos decidieron callar y anular con investigaciones y conclusiones que si bien o eran guerrilleros o, en su defecto, tenían nexos con clanes.
A usted le llegó la hora. A usted, el intocable, el innombrable, al que muchos por temor de ser asesinados, prefieren llamarlo: “Él”.
***
El Juez Natural debe ordenar de manera inmediata la detención de Álvaro Uribe Vélez, por ser peligro inminente, para evitar que siga manipulando a la Justicia, por bien de la democracia, para conocer la verdad que él aspira amañar y para evitar daños irreparables a las víctimas, a los testigos y a la Nación.
No salgan con sus argumentos “chimbos” que se le debe respetar el debido proceso y debe primar la presunción de inocencia, cuando en ningún momento se le han vulnerado tales derechos.
Todo el proceso se ha dado conforme a la Ley, respetando el derecho a la contradicción, al acceso a la justicia, al debido proceso, a la igualdad de las partes, y a la presunción de inocencia.
La presunción de inocencia se debe entender en armonía al artículo 29 de la constitución política, del cual citaremos el siguiente fragmento: “nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio”, es decir, la presunción de inocencia aparece en todo el proceso, incluso en la etapa probatoria, mientras que el in dubio pro reo aparece en aquella actividad, donde se busca por medio de la prueba desvirtuar aquellos hechos constitutivos que determinen responsabilidad penal del sujeto activo en la comisión de una conducta típica, antijurídica y culpable, y que el juez, de manera objetiva, crea esas circunstancias de absolución de responsabilidad penal por medio de la duda (probatoria), puesto que esta es la crea un nexo causal a favor del reo.
En una sociedad con una correcta administración de justicia este señor ya estaría con pena privativa de la libertad.
Hay que enseñarles que no son los intocables, innombrables y todos poderosos, que las víctimas merecen la verdad, y él, como uno de los pioneros de las AUC, debe también someterse a la JEP. Señores, esto no es un asunto de política ni de persecuciones, es un asunto en el que se violaron derechos fundamentales de los más inocentes, que con su sangre fueron regados los campos de Colombia.
Es momento que nuestro país sepa la verdad, verdad que los medios han ayudado a ocultar, siendo cómplices.
También decirle que la derrota no la sufrió Petro, la sufrió un pueblo sumergido en la miseria, siendo el tercero más desigual a nivel mundial.
Por, Jessica Yulieth Chávez Molina
Es muy cómico leer a un simpatizante de Uribe como lo es Fernando Londoño Hoyos, criticar a todo un señor como Gustavo Petro Urrego. Mirar su columna de opinión, donde se siente lo ponzoñoso que es y el veneno que destila hacia cualquier movimiento alternativo que no se sienta representado ni por Duque, ni por el Centro Democrático, para precisar por Uribe (aunque ambas figuras “posiblemente” sean lo mismo).
Señor Londoño salgo en defensa de Petro y en el derecho a la réplica que nos otorga la actual Ley 1909 del 9 de Julio de 2018, a decirle a usted, ¡sí a usted!, que los verdaderos incendiarios de Colombia son ustedes, los enemigos de una paz imperfecta, pero amantes de una guerra perfecta, bañada con la sangre de inocentes colombianos, quienes le hacen daño al país son ustedes los militantes del Centro Democrático, Cambio Radical, partido Conservador y la hegemonía Liberal que hoy es una vergüenza, ustedes son quienes le hacen daño a Colombia, con su odio, con su tergiversación de información y show mediático ante los medios, ponen al victimario como víctima, y a la víctima la terminan de matar con botas pantaneras y camuflados (…)
Si bien lo recuerdo, el pasado 17 de junio del presente año, Gustavo reconoció la victoria de Duque de manera pública y lo felicitó, como todo un caballero, aquí quienes se hacen enemigos imaginarios es usted y su combo de madriguera. Creería señor Londoño, que es imposible hacerle oposición a alguien que aún no se posesiona, pues aún no representa nada para Colombia, y por supuesto su término de “y dejarlo gobernar”, tampoco aplicaría para el caso en concreto por las razones antes expuestas. También decirle que la derrota no la sufrió Petro, la sufrió un pueblo sumergido en la miseria, siendo el tercero más desigual a nivel mundial, ¿a cuál derrota de Petro se refiere usted?, tengo la plena convicción que este país aún no está acostumbrado para un presidente tan humanizado como lo es él. Se acostumbraron tanto al mal vivir, que cualquier persona que les venga a decir que el Estado debe garantizar Derechos fundamentales es un “castrochavista”, “populista”, “comunista” y “guerrillero”, ya muchos se acostumbraron a comer la mierda que defeca Uribe, ¡nada que hacer!
Me da escalofrío la forma tan cínica en que se expresa, haciendo supuestos de que Petro intenta “volverse dueño de los asesinatos que se presenta en Colombia”, ¡no señor, no es necesario, que él se vuelva dueño de nada, porque estos ya tienen su autor material!, no siga blasfemando más.
Muchos Colombianos lo vemos como un vocero de paz, reconciliación y defensor de la VIDA, algo que ELLOS no conocen.
Aquí y ahora se sale en defensa de las víctimas del paramilitarismo que revivió el actual gobierno, porque a la hora de la verdad estos nunca se habían ido, sépalo de una buena vez, que se sale en defensa para rogarle al Estado que proteja el derecho a la vida de los líderes sociales, defensores de derechos humanos, activistas políticos, campesinos y/o cualquier otra persona que dedique su vida a las causas justas en contra de un gobierno opresor, corrupto y sucio, como lo han sido los de los últimos años.
No trate de politizar la muerte de estas personas ni volverlas un odio de partidos, me da gran dolor informarle a usted y a otros Colombianos que gran parte de los líderes asesinados eran militantes de la Colombia Humana (no eran “guerrilleros” ni se encontraban asociados a clanes), personas en zonas de post conflicto que soñaron con un mejor país, soñaron con un mejor acceso a la educación, a la salud, al sistema de pensiones, energías limpias, modelo de economía no solo basado en la mono exportación, soñaron con una Colombia que muchos de ustedes odian.
Estas personas fueron silenciadas por ser parte de un movimiento de cambio, aunque cabe resaltar que esta situación ya se venía presentando desde la firma de los acuerdos de paz, y se agudizo aún más la crisis humanitaria en la transición del actual gobierno, (para que no nos digan que los “buenos muertos”, TODOS son de la Colombia Humana), ¡no sea tan cínico y descarado! de querer minimizar la situación y agregarle un plus de odio a este pueblo sangrante.
La herencia que lleva Duque de familias tradicionales como los Pastrana, los Uribe, Ñoños, Musa, La Gata, Gordo Gracia, Gaviria, Valencia y muchos otros, nos están condenando a la guerra y miseria, gestan cizañas, e inseguridad, para luego vender una mal llamada seguridad que nada de democrática tiene, ¡ustedes son una verdadera madriguera de ratas! Le exijo señor Londoño que no siga engañando al pueblo con las NO creencias y supuestos ateísmos de Petro. Basta con ser seres humanos decentes, honestos, que respeten la diversidad, y sepan darle amor al prójimo para saber que es un buen creyente, algo de lo que ustedes jamás conocerán.
Para finiquitar señor Fernando Londoño Hoyos, usted es un completo ignorante de la historia de Colombia, la guerrilla del M19 tuvo sus orígenes como consecuencia de unas fraudulentas elecciones, en las que se le robaron la presidencia al general Gustavo Rojas Pinilla, un militar a propósito, algo muy parecido a lo que hizo la Registraduría en las elecciones pasadas con los E14. El M19 luego entonces fue una guerrilla de actos simbólicos. Petro nunca fue, ni será un terrorista como sí lo es su mentor, él fue privado de la libertad por el delito de rebelión, y se entregó sin mayor resistencia frente a su captura, de lo contrario, hoy muchos jóvenes solo lo conociéramos en la historia (…) Lo invito a que si tiene pruebas del supuesto terrorismo de Petro lo denuncie, es más yo lo acompaño ante la fiscalía de bolsillo que tienen ustedes.
Por, Jessica Yulieth Chávez Molina
Sincelejo-Sucre
Abogada en curso
Corporación universitaria del caribe Cecar
Jessica.chavezm@cecar.edu.co
Columna de opinión publicada en el portal Humana Radio y compartida por su autora con Rugidos Disidentes.
¿Cómo puede un hombre cualquiera llegar a provocar un desastre de semejantes magnitudes y controlar a tantas personas para lograr satisfacer un fin netamente personal?
Hace 85 años, el cinco de marzo de 1933 el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán Nazi gana las elecciones parlamentarias con el 44% de los votos, el 23 del mismo mes, a partir de una alianza con el partido católico de Alemania y después de haber encarcelado a la mayoría de los dirigentes comunistas y socialdemócratas por el incendio que destruyó el Reichstag (parlamento alemán) el 27 de febrero, el nazismo obtiene la mayoría parlamentaria con el 66%, lo que le da el poder para votar la ley habilitante, que le otorgaba poderes absolutos y que dio nacimiento a la “dictadura democrática” que convertiría a Alemania en un verdadero infierno.
El 7 de agosto de 2002 Álvaro Uribe Vélez se posesiona como presidente de la República de Colombia, en medio de supuestos ataques terroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Su candidatura fue apoyada por diferentes sectores políticos y la opinión pública veía en él una verdadera arma para acabar con la guerrilla.
En 2006 regresó al poder, luego de impulsar una reforma constitucional que permitía la reelección inmediata. Uribe ganó la presidencia con el 62,2% de los votos y con una gran fuerza política a su favor. Después nos enteraríamos que el apoyo que recibió no fue solo político, pero en ese momento, a la vista de la mayoría de los colombianos, todo era color de rosa.
Hemos oído hablar de la Segunda Guerra Mundial en todos lados, en el colegio, en documentales y películas, hemos leído sobre ella en muchos libros y todos conocemos el nombre de Adolf Hitler, pero en realidad no sabemos todas las partes de la historia, sus causas y consecuencias, todos sus actores, víctimas y victimarios, y muchos creemos que solo fue un asunto entre alemanes y judíos, un asunto político y económico. Más allá de esto hay una realidad innegable, un hombre lleno de miedos y de odios, de miles de contradicciones y de perturbaciones profundas que lo llevaron a cometer los crímenes más atroces de la historia reciente.
La situación violenta permanente de Colombia es bien conocida en el mundo, durante muchos años el país fue blanco de atentados, secuestros, masacres y enfrentamientos que lo dejaron sumido en un mar de sangre y de dolor. A pesar de esto, de la verdad se ha sabido muy poco, y aún en el presente hay acontecimientos que no han sido aclarados y en los cuales este personaje tiene mucho que ver.
Al igual que Hitler, Álvaro Uribe es un hombre lleno de ansias de poder, necesidad de reconocimiento y afecto, con una temible obsesión por ser idolatrado y por mantener el control de todo y de todos, a como dé lugar.
Hijo de un funcionario de aduanas, admirador férreo de su madre y con dificultad para relacionarse con los demás, Hitler fue un niño aislado y rechazado, apasionado por la lectura; un ser solitario que, después de la muerte de sus padres se quedó prácticamente solo. Vivió en la miseria, sufriendo todo tipo de burlas y sin poder adaptarse a una sociedad turbulenta, que terminaría creando a un hombre lleno de resentimiento, un narcisista necesitado de adulación y ansias de poder.
Este personaje nefasto que causó miles de muertes e infortunios ha sido uno de los grandes embaucadores de la historia, aparentemente fuerte e invencible, de una personalidad arrolladora, con la capacidad para agradar y manipular a todos a su alrededor y con una inteligencia perversa, guiada por el odio y la sed de venganza.
Hijo del comerciante Alberto Uribe Sierra. Educado en la dureza y la autoridad, un hombre acostumbrado a los negocios y formas de actuar del bajo mundo, así como a las pompas y apariencias de la alta sociedad antioqueña. Su perfil de hombre de familia, de pueblo, de finca, su afición por los caballos y su actitud frente a la gente, hicieron que Álvaro Uribe se fuera ganando poco a poco la aprobación de miles de personas que habían perdido la fe en la política. Su odio personal hacia las FARC lo hacía un candidato ideal para acabar con el suplicio que había significado esta guerrilla para el país durante muchos años. Pero Uribe no era lo que todos pensaban y en su mente se fraguaba lo que sería no solo una forma de venganza personal, sino la manera de conseguir todo el respeto y la admiración que necesitaba de camino hacia lo único que realmente le importaba, el poder.
¿Cómo puede un hombre cualquiera llegar a provocar un desastre de semejantes magnitudes y controlar a tantas personas para lograr satisfacer un fin netamente personal?
Hitler usó su inteligencia, supo darle a las personas lo que querían, supo entrar en sus mentes y hacerles creer que lo necesitaban, creó en el inconsciente colectivo la imagen de un hombre invencible, que podía proporcionar poder y orden. Le devolvió a Alemania el honor y el estatus que había perdido tras la Primera Guerra Mundial.
Era un tipo de lobo feroz, un depredador capaz de oler el miedo y la debilidad de su presa, haciendo más fácil su labor de manipulación. Su deseo de sentirse importante era demasiado ambicioso, en el fondo necesitaba ser apreciado, enaltecido, recobrar de alguna forma todo aquello que le había sido arrebatado en su infancia y lo logró de la peor manera.
Al igual que su antiguo homólogo, Uribe cuenta con una personalidad perversa y destructora, perfectamente camuflada de buenas intenciones. Su disfraz de salvador de la patria le ha servido para hacerse con el apoyo de muchas personas y para cometer crímenes a diestra y siniestra sin que prácticamente nadie pueda hacer nada en su contra. A pesar de que se ha mostrado como un mesías y que la mitad del país aún le cree, este hombre ha sido el causante de muchas tragedias, el artífice de una terrible degradación social.
Su política de seguridad democrática dejó un saldo de 32.000 desaparecidos, 26 masacres paramilitares, más de 4.382 jóvenes campesinos muertos por falsos positivos solo entre 2002 y 2008 y un aumento significativo de violaciones a los derechos humanos. A pesar de esto, y lejos de llegar a enfrentar consecuencias, el pueblo lo enaltece y defiende. Hasta ese punto llega su nivel de manipulación.
Hitler era un hombre con afán de guerra, y eso no era lo que los alemanes querían, sentía absoluto desprecio por el resto de líderes europeos, pues le parecían débiles e insignificantes y necesitaba el apoyo absoluto del pueblo, debía insertar en sus mentes las ansias de guerra.
Así el 9 de noviembre de 1938 cien judíos fueron asesinados, otros fueron violados y maltratados, este fatídico acontecimiento es recordado como la noche de los Cristales Rotos. Hitler empieza su venganza contra los judíos. Comienza el movimiento antisemita.
Mientras los judíos eran llevados a los campos de concentración, Hitler se mostraba como un pacífico mandatario ante el resto de Europa, pero sus verdaderas intenciones pronto saldrían a la luz.
En enero de 1939 Hitler empieza su discurso de destrucción judía, y siembra la semilla del odio en toda la población.
Todos sabemos lo que pasó después, la guerra fue nefasta, cobró la vida de por lo menos cuarenta y cinco millones de personas y dejó desolación y dolor permanentes en todos los sobrevivientes. La Segunda Guerra Mundial finalizó el 8 de mayo de 1945. El mundo no volvió a ser lo que era, esta guerra partió la historia en dos. La voluntad de un maniaco arrasó con todo lo que se le ponía en el camino y terminó por destruirlo todo, incluyéndose a sí mismo.
La creación de los grupos convivir, asesinatos de testigos en procesos en su contra, desplazamiento de campesinos, Agro Ingreso Seguro (AIS), las chuzadas del das, entre muchos otros escándalos, han estado a la orden del día en la vida política de Uribe, la masacre del aro, perpetrada en el municipio de Ituango en 1997 es una de las tantas cometidas por los paramilitares y en la que el ex presidente está siendo investigado, pero de una forma u otra, misteriosamente van cayendo todos a su alrededor mientras que él sigue haciendo de las suyas.
Al igual que Hitler, Uribe es un hombre narcisista y egocéntrico, acostumbrado a que todo se haga a su manera, se siente omnipotente y grandioso, es un hombre capaz de llegar hasta las últimas consecuencias.
El 17 de junio pasado el pueblo habló, con diez millones de votos se confirmó lo que tanto se temía. El uribismo sigue siendo la peor enfermedad del país, una que ciega, que no entiende de razones ni evidencias, una enfermedad cómplice y peligrosa. Uribe, ahora en cuerpo ajeno, tiene el poder, ese que nunca ha querido dejar ir, ese al que se aferra con todo lo que tiene, que no es poco. El final de esta historia aún no se ha escrito, y nadie sabe cómo va a terminar, lo que sí es seguro es que el camino no será nada fácil y que lo único que se puede hacer por el momento es resistir, desde la educación, la cultura y el arte, y desde el papel que puede jugar cada ciudadano en la construcción de la paz.
Cada 4 años, en la misma época en la que se celebra el torneo de fútbol más importante a nivel internacional, Colombia elige a su gobernante y pone en manos del ganador el futuro del país.
Por, Rugidos Disidentes
Entre política y fútbol ha girado la atención de eso que llamamos Opinión Pública, durante las últimas semanas. La primera tiene dividido a nuestro país desde el siglo antepasado, la segunda ha logrado en buena medida integrar ese sentimiento patriótico en torno a un deporte, que pese a las críticas que recaen sobre él, sigue cumpliendo un papel preponderante.
Dos días después de haber elegido a Iván Duque como presidente de la república, legitimando de esta manera a la misma corriente que ha estado en el poder desde siempre, la Selección Colombia en su debut era derrotada por los nipones en un partido, que además del resultado en contra, dejaba una sensación pesimista sobre el futuro de nuestro país en la Copa Mundial de la FIFA 2018.
En el escenario político fuimos testigos de la votación más alta de una fuerza alternativa en nuestro país, sin embargo, no fue suficiente. Cada 4 años, en la misma época en la que se celebra el torneo de fútbol más importante a nivel internacional, Colombia elige a su gobernante y pone en manos del ganador el futuro del país. Dos opciones, una de las cuales celebró con júbilo y como propio el triunfo de Iván Duque, candidato del Centro Democrático, mientras que la derrotada Colombia Humana vio frustrado su deseo de hacerse con el poder y darle así un golpe contundente a esa élite sólida que, al parecer, está lejos de ser derrotada.
No obstante, más de ocho millones de votos no pasan desapercibidos y de manera tácita hacen un llamado a ejercer la oposición con más fuerza que nunca. El llamado del pasado 17 de junio es a la resistencia, una palabra hermosa que encierra un gran significado, pues nos obliga a la coherencia, al compromiso individual y colectivo, y que nos invita a no pasar como actores desapercibidos y silenciosos, sino que nos convierte en sujetos políticos, veedores y críticos frente a las decisiones que se toman desde arriba.
El fútbol nos entrega emociones inmediatas en un espectáculo de 90 minutos, los ganadores celebran y los derrotados se lamentan, pero dichos sentimientos son pasajeros, pues dentro de poco un nuevo torneo traerá consigo otros momentos. En política es diferente, el guayabo de los derrotados suele ser constante, con ello la inconformidad se hace más fuerte y la frustración no desaparece con una nueva contienda electoral.
Detractores del fútbol lo señalan de ser opio para el pueblo, distractor de la realidad nacional y un deporte cirquero que no nos deja ver con claridad y que nos impide ser críticos ante las problemáticas de la sociedad. Básicamente, una actividad propia de un ignorante. ¡Falso! Satanizarlo se hace innecesario y resulta un ejercicio simplista que nos quita la responsabilidad que como ciudadanos tenemos de frente a la política. Es, simplemente, un sentimiento que en nuestro país, pese a todas las dificultades e irregularidades alrededor de él, ha logrado unir, así sea momentáneamente, lo que la política con devoción ha separado.
Los resultados electorales pasados son simplemente un retrato de nuestra realidad y la consecuencia de nunca haber asumido el compromiso que como ciudadanos tenemos frente al país. Si hoy en día los sistemas de educación y de salud; las políticas de empleo, de economía y de seguridad son una asco, es por culpa nuestra, porque durante décadas hemos dejado en las mismas manos el futuro de nuestro país. Hemos sido una sociedad perezosa con la democracia y por eso, cada cuatro años, vemos los mismos resultados. Siempre hemos buscado culpables externos, pero qué poco nos miramos interiormente, qué poco hacemos para cambiar desde adentro nuestro comportamiento y esa tolerancia absurda hacia la corrupción, presente incluso en las actividades más simples y cotidianas como hacer fila o pagar un pasaje de Transmilenio.
La resistencia no está en las armas y antes de pasar a las calles debe comenzar en nuestros hogares y escuelas. La resistencia no se ejerce únicamente en redes sociales, no está en los insultos y jamás será encontrada en el odio. La resistencia significa coherencia, respeto e idoneidad en nuestras acciones.
Nos han vendido la idea de que el país lleva medio siglo de conflicto, pero lo cierto es que llevamos 237 años de guerra interrumpida apenas por brevísimos intervalos de algo vagamente parecido a la tranquilidad.
Por, Mateo Pizarro
En inglés existe el término Colombian necktie, que viene siendo algo así como “corbata colombiana”. Si usted es colombiano y se encuentra por primera vez con la expresión, quizás se extrañe un poco. Y tendría razón: la verdad es que la corbata no es un accesorio especialmente típico en nuestro folclor, por lo que es legítima la pregunta: ¿qué es lo que resulta tan colombiano de esta prenda? Quizás acudan a su mente imágenes de corbatas de distintos tipos, pero la corbata colombiana no es un tejido wayú para abrigar el cuello, tampoco es una versión ejecutiva de la manilla tricolor, ni es confeccionada en ninguna fábrica antioqueña. De hecho, esta “corbata colombiana” es más una actividad que un producto, y consiste en hacer un corte profundo en el cuello de una persona para luego arrancar su lengua y sacarla por la incisión, de tal forma de que cuelgue de la garganta, como una corbata. Nosotros, en Colombia, lo conocemos como ‘corte de franela’ y la práctica agarró fama por personajes como Sangre Negra, un guerrillero.
Ahora, si la violencia de nuestro país no ha acabado aún con su empatía, es probable que la barbaridad del acto le produzca indignación, rechazo, y, no es del todo impensable, que recuerde otras ocasiones de indignación: cosas como el collar bomba, la bomba del avión de Avianca del 89, el burro bomba, etc…. Podrá usted pensar: esto no es nada más que otra guachada de los narco-terroristas de las Farc.
Sólo que Sangre Negra es anterior a las Farc y a los narcos, y aunque era guerrillero, era un guerrillero Liberal.
Y claro que las Farc son culpables de cosas horrendas, pero la barbarie viene de mucho antes y esto no se trata de la guerra del momento o de los horrores a la moda en esta o aquella década; el tema de este texto es otro. Lo que me preocupa en este instante es más viejo que eso, lo que me preocupa es que Colombia nunca ha estado en paz, no realmente… nos han vendido la idea de que el país lleva medio siglo de conflicto, pero lo cierto es que llevamos 237 años de guerra interrumpida apenas por brevísimos intervalos de algo vagamente parecido a la tranquilidad. Me preocupa que, como la democracia, la paz es apenas un estado de excepción en nuestra historia. Me preocupa que es apenas para facilitar las cuentas que decimos que llevamos medio siglo de conflicto. Me preocupa que con medio siglo apenas y abarcamos la etapa más reciente de esta nación nuestra que es más un campo de batalla que un territorio nacional. Y me preocupa que las condiciones que han producido toda esta violencia siguen en pie.
El Conflicto comenzó apenas nos independizamos de los españoles, uno puede decir que nuestro primer acto soberano como república independiente por allá por 1812 fue armar una guerra civil (unos querían ser centralistas, otros federalistas… eventualmente aparecerían incluso quienes deseaban volverle a servir al rey de España u otro príncipe europeo… quizás recuerden eso de “La Patria Boba”). Ya para 1858 estábamos por la QUINTA (y aquí vale la pena detenerse un momento: nuestra historia tiene un capítulo que se titula: La Quinta Guerra Civil). Piense que ni Rambo ha participado en tantos encuentros armados.
Igual no crea que nos quedamos ahí: luego viene la Guerra Civil de 1876, que es seguida al poco tiempo por la famosa Guerra de los Mil Días. Después de eso vivimos uno de esos intervalos de relativa paz, mas no por ello de democracia. Y algunas décadas después, comienza la violencia entre conservadores y liberales, con lo que inician las actividades de Sangre Negra, quien contrapuso sus cortes de franela y corbatas colombianas a atrocidades de igual envergadura de parte de las huestes conservadoras y sus pájaros.
Lo extraño es que después de toda esa violencia se firmó una amnistía y los Liberales volvieron a entrar en la sociedad civil y el país no se destruyó, ni se volvió como Venezuela. Si acaso continuamos practicando nuestra colombianidad a ultranza, pues se juntaron Conservadores y liberales contra los antiguos compañeros de armas de estos últimos: los comunistas. Y los que se llamaban guerrilleros dejaron de serlo, tomando otros su lugar. Es desde ahí que comenzamos nuestra cuenta amañada de medio siglo que tan corto se queda para enumerar a todos los colombianos muertos a manos de colombianos. Tantos son que hoy en día no se puede hacer una represa sin con ello sepultar bajo las aguas alguna que otra fosa común, y eso nos parece apenas un impasse en el camino.
Algún historiador me dirá que me equivoco y que mezclo hechos históricos y bandos que nada tienen que ver entre sí, que una guerra es una guerra y otra guerra es otra guerra. Pero yo digo que es la misma. Que es la guerra del que no puede oír que otro piense diferente, la guerra de quien piensa que ni siquiera vale la pena hablar si no estamos todos de acuerdo de antemano; es la guerra más colombiana de todas. La misma que empezamos apenas dejamos de ser un virreinato. Esa guerra interminable que no contenta con arrebatarnos la paz de las manos, nos dejó además sin democracia.
Votamos, es cierto, y en ocasiones pareciera que tenemos separación de poderes, pero eso no es suficiente. Para que haya democracia tienen que haber distintas opiniones que se enfrenten por medio del diálogo. Y eso si no hay. La democracia NO ES un método por el cual un partido accede al poder e impone su visión. La democracia es un reconocimiento de que ninguno de nosotros tiene ni la más puta idea de cuál es, en realidad, el camino correcto para sacarnos del mierdero, que a veces acertamos algunos y otras aciertan los otros, y que todos los bandos la cagan más o menos por igual. Pero también supone que es por medio del encuentro constructivo de puntos de vista diferentes que podemos llegar a cagarla menos. Sólo que en nuestro país es difícil encontrar a alguien que esté dispuesto a reconocerlo, y todos tienen la certeza de que el equivocado es el otro. La tragedia de la UP, el collar bomba, los cortes de franela, y todas las muchas masacres, estos son los actos de hombres poseídos por certezas absolutas. A veces pienso que a nuestro país lo que le faltan son más dudas (y una reforma agraria).
Sin importar a quien siga, créame: su candidato la ha cagado, y hay que reconocer eso de entrada para ver si de pronto establecemos alguna semblanza de comunicación entre nosotros, o el futuro del país va a ser el mismo que su pasado, y de pronto un día volvamos a encontrarnos imágenes de personas a quienes les cuelga del cuello, como una corbata, su lengua silenciosa.