Epístola de un muerto anónimo

Sobre el cadáver del señor llamado Gordon, junto a una alberca, bajo un árbol, se halló un trozo de papel donde alguien, quizá hasta el propio Gordon había garabateado las palabras: “Anónimo dijo: esto ni se lee, ni se entiende”

Muerte en la Rúa Augusta

A quien corresponda leer:

Escribo la siguiente carta como posible escrito póstumo. La presente sirva como símbolo a todos aquéllos que logren tenerla en sus manos, si hoy, o en lo sucesivo desaparezco, es propio de mi voluntad y la necesidad que existe en mí de haber luchado contra un estado de adormecimiento y miedo continuo toda la vida. Consta evidencia de esto en todo lo que hay, y prueba de ello es el presente mismo, en donde el miedo a dejar sin respuestas a mis seres queridos me orilla a hacerlo.

Es posible sin duda salir de esto, evidenciar la extensa red de poder y corrupción que impera en esta ciudad, pero no será una palanca débil la que destape la cloaca y muestre las miasmas en las que nos hundimos cada día más. El estado ideal, pensado por la nueva ideología, hace muchos años no existe, en realidad nunca existió, los cimientos están corroídos y el soporte total de nuestra endeble existencia es el terror y los placeres vacíos, creados a priori, como soma de vida. No sabe nadie dónde estoy, he ocultado mi información y he borrado todo lo que existe de mí, me he adelantado, como una manera de luchar siendo etéreo; como una forma de que al intentar atraparme sólo encuentren humo, callejones, nada.

Así que ahora estoy vivo a efectos biológicos, pero no existo. Y en este estado de inexistencia voy camino a reunirme con otros inexistentes, aunque por su naturaleza misma dudo que los encuentre. Necesito saber que existe una forma de acabar con esto, de permitir la libertad de nuestros hermanos de ser y pensar, sin coartar libertades o derechos, ni vidas.

Si tú, amigo, das con esta carta y no deseas involucrarte en mi historia, déjala donde estaba, si por el contrario y al igual que muchos, ya despertaste, te pido esperes pacientemente y busques señales, podría esto no ser un escrito póstumo después de todo.

 

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Por, Irving Pacheco Gutiérrez

Alvarado (Veracruz, México)

 

Reseña del Autor

Irving Pacheco Gutiérrez, Nace en Alvarado, estado de Veracruz y vive en Lerdo de Tejada Veracruz, estudia gastronomía dos años sin llegar a concluir su carrera, posteriormente decidiéndose como auxiliar contable. De gusto por la lectura desde pequeño, con autores como Kenneth Graham, Anne Rice, Khon Katzenbach, Thommas Man y Victor Hugo llenando el espacio de sus ideas. Escritor de ocasión.

Revisó: Erika Molina Gallego (Editora Narraciones Transeúntes)

“Una escritura limpia y certera, causa intriga y envuelve al lector”

 

Imagen tomada de Internet: Practicando Cultura

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