«Piensa menos, siente más, mira lejos, ¡da gracias! Que nada te detenga, no hay mal que por bien no venga»
‘JENGA’ (FAUSTO MORENO)
Por: Olugna
El bloque de madera que retiró lo cambió todo. De la estructura que había construido, solo quedan las piezas regadas por el piso: la antesala de la frustración que reconoce el momento preciso para recordarnos que basta un movimiento para que todo se venga abajo. Las opciones son reducidas, pero están a la mano: rendirse, maldecir, buscar culpables o comenzar de nuevo. Esta última es la trama de Jenga, el sencillo juego creado por la británica Leslie Scott y el eterno argumento de la vida misma: desbaratar para volver a construir.
Segundos después, el primer plano hacia el personaje principal del videoclip, nos muestra cuál fue su decisión: sentado, al frente de la nueva torre que armó, nos entrega un mensaje elemental: la vida —en todo aquello que la compone— no es más que un juego.

«Que nada te detenga, no hay mal que por bien no venga», nos dice la tercera estrofa de ‘Jenga’, la canción que nos da la bienvenida al nuevo disco del artista panameño Fausto Moreno, ‘Mi Afro Esencia’.
La pieza audiovisual parte de un escenario común en las ciudades de Latinoamérica: una plaza de mercado. En ella, Fausto Moreno interpreta la canción mientras encarna a un vendedor que interactúa con su entorno y no pierde su buena vibra, aunque la torre de Jenga lo haya desafiado. Es un videoclip de colores brillantes. Los tonos amarillos nos conducen a un lugar —físico y metafórico— en el que el sol no parece apagarse.
El afrobeat, fusionado con otros ritmos caribeños, forma la esencia sonora que Fausto comparte con nosotros. En ‘Jenga’ lo vemos reflejado en beats, samples y en el uso de instrumentos tradicionales. La percusión, en conjunción con las pulsaciones electrónicas, la convierten en una pieza que se adapta a las necesidades de la música actual urbana.
La lírica revela la intención del artista por conectar con el público desde la simplicidad. Sin mencionarlo directamente, la canción sugiere una conexión con el entretenido juego que la inspiró. Fausto lo hace simple y nos explica, a su manera, que la profundidad también se encuentra en los modismos actuales, en las contracciones, en las palabras sencillas.
«Solo miro atrás pa’ agarrar el impulso, no me dificulto, no hay bulto»
El uso del color amarillo es intencional, atraviesa a ‘Mi Afro Esencia’. Es simbólico y diciente. En ‘D0A100’, la segunda canción que destapamos, por ejemplo, se hace presente la camisa de Fausto. El tono cálido rompe con la oscuridad de la imagen del visualizer, en la que el artista se ve rodeado de manos que lo señalan: un fuerte retrato que nos anticipa la carga emocional de su lírica.

La canción inicia con una llamada telefónica en la que la mamá del artista expresa el orgullo que siente por él: un sensible prólogo que abre el monólogo que inspiró la canción. La voz de Fausto Moreno proyecta melancolía, sinceridad y fuerza. Es una canción honesta que admite las equivocaciones, al tiempo que resalta la fuerza interior. Su título, en concordancia con los demás elementos que forman parte de su concepto, traza el rumbo que todos recorremos cuando pasamos de cero a cien. Aunque no logremos llegar al destino, la experiencia del viaje nos hace sentir vivos.
«Y que me lleve hasta donde me lleve, quiero que se diga que Fausto Moreno le hiede de tanto camellar en el desierto, aunque no vea que llegue»
El amor también forma parte del viaje, un amor que Fausto nos muestra en el amarillo de los girasoles que componen la imagen del visualizer de ‘Divine’, canción que el artista define como «una propuesta auténtica, donde el afrobeats se encuentra con la esencia panameña, la poesía urbana y la vibra caribeña», así lo expresa en la descripción del video.
‘Divine’ es vibrante y positiva, el retrato del resplandor que produce un sentimiento del que no estamos a salvo: de alguna u otra forma, fugaz o duradero, el amor es ese bloque que nos ayuda a armar de nuevo la Jenga de la vida.
Sobre Olugna
Cada crónica es un ritual. Quizás suene demasiado romántico, pero así es. Así soy yo: complejo y trascendental; sensitivo y melancólico, pero entregado a una labor que, después de algunos años, me ha abierto la posibilidad de vivir de mis dos grandes pasiones: la escritura y la música. A la primera me acerqué como creador, a la segunda –con un talento negado para ejecutarla– como espectador.

