Desde hacía unos años se venía gestando un cambio social detestable, el abrigo al ilícito. Esto permeó la música tropical, empezó en la costa colombiana y la bautizaron oriundamente “la bonanza marimbera”
Por, Enrique Gaviria
“La bonanza marimbera”
Desde hacía unos años se venía gestando un cambio social detestable, el abrigo al ilícito. Esto permeó la música tropical, empezó en la costa colombiana y la bautizaron oriundamente “la bonanza marimbera”, porque los músicos empezaron a alabar dicha bonanza y a sus capos, con el propósito de que les tiraran una migaja o una camioneta blindada vieja. Esta abominable costumbre todavía prevalece, es más, ¡se ha extendido!
A los antioqueños también los permeó, convirtiéndolos en los paisas, porque sus narcotraficantes se extendían al sur.
Los músicos que fueron a ese evento, que no nombro por vergüenza, cavaron su propia tumba ayudando a difundir un mal ejemplo para el rock nacional al prestarse para eso y desprestigiaron lo logrado, actuaron peor que los de la bonanza y les pagaron con una chuspa.
Lo bueno que salió de todo esto, fue la proliferación de “equipos de sonidos” que hubo. En la costa para los vallenateros, para los paisas el chu-cu-chu-cu, el despecho y las fiestas de los capos y en Cali para los salseros que arrancaban.
Al contar con equipos para las presentaciones de artistas extranjeros en Bogotá, Cali, Medellín y la costa, los empresarios comenzaron giras en esas ciudades, con cientos de extranjeros sobre todo de Disco, que era sensación en esa época y las discotecas volvían a tener importancia, cada mafioso tenía una propia.
Medellín, tal vez por su clima y su gente, batalló para que el rock en Colombia no desapareciera del todo. Sus bares al aire libre, con grupos de blues; restaurantes y hoteles con estelares grupos de jazz; y los conciertos se llenaban a reventar.
La nueva invasión
Hubo una gira memorable por la transcendencia del artista, nos visitó Billy Preston, y la prensa amarillista y torpe volvió a decir que llegaba “la quinta escoba que canta”. Hacía muchos años, tal vez desde mediados de los 70, cuando Santana nos visitó, no venía al país un legendario artista de rock, logrando que, tanto emisoras como empresarios, continuarán promoviendo artistas del género.
Por una reminiscencia indígena de la flauta, veneramos a Ian, disfrazado de mendigo, con su flauta mágica y sus compañeros de Jethro Tull. Poco a poco las emisoras se dieron cuenta que existía un fragmento grande de la población a la que le apetecía escuchar rock, en lugar del decadente y anacrónico romanticismo barato de las hormigas que, con el paso del tiempo, se habían convertido en gallinas culonas, por lo que fueron desapareciendo en el sancocho del tiempo.
Del sur nos invadieron “varios” durante la década, pero el más loco de todos, Charly García y su banda, remataron en el momento preciso, cuando más se necesitaba. Otra vez la gente en los conciertos podía cantar al unísono con el artista, porque se sabían las canciones, eran en su idioma.
Los conciertos de Charly García en las plazas de toros de Bogotá y Medellín, fueron grandes, ¡memorables!
Gracias a las excentricidades del artista, los medios pudieron fomentar su inquina y su veneno mostrándonos sus facetas. Al gran Charly se le debe que, otra vez la juventud volviera al rebaño, al gusto por el rock, como cuando nos invadieron los británicos, pero esta vez en nuestro propio idioma: el rock en español. Toreros, Prisioneros, Hombres Ges, Estéreos y toda clase de espécimen rockero nos visitaron cantando en español.
Al ponerse de moda los conciertos multitudinarios, unos con fines altruistas y otros comerciales, gota a gota, fueron pasando por Colombia, donde otra vez los chupa sangre aliados, esta vez, con políticos, organizaron sus conciertos con el propósito de obtener votantes jóvenes. Así nacieron los grandes conciertos bogotanos, que más adelante otras ciudades copiarían, a pesar de la férrea oposición de los detestables comentaristas deportivos, porque les iban a usar sus instalaciones ‒práctica que era de antaño‒ desde The Beatles en Shea Stadium de New York. Afortunadamente, con el tiempo, se creó una nueva ola de jóvenes músicos a los que explotaban en conciertos de conciertos, habíamos mejorado, ya no los explotaban en La Bomba, ahora era en grande y con potrero propio.
El planeta volvió a mutar, se hartaron de las fusiones eclécticas, del rock progresivo con sus grandes conciertos y sus músicos viejos, entrando en la decrepitud, el rock volvió a sus comienzos: la rebeldía. Dos corrientes se lo tomaron, el punk londinense y el new wave de New York.
MTV entró en furor en todas las televisiones a color y los poderosos criollos mostraban a sus hijas o compañeras, hilvanando, con sonrisa de oreja a oreja y desconocimiento, programas “de rock” baratos en la televisión colombiana. Se sentaban en una butaca alta, desde donde daban entrada al video que seguía. Prácticamente, cada canal tenía su propio magazine, donde presentaban videos que las disqueras regalaban con el propósito de fomentar las ventas de sus discos de la nueva invasión.
Otra vez se volvía, al mundo del rock fácil y bailable, además se podían ver los artistas, copiar su música y todavía más fácil, cantar en español y tener aceptación.
Nacieron, como ya había pasado con “los conjuntos”, bandas copiando a argentinos, mexicanos y españoles.
Pero, no todo era rock en español, igual que sucedió en todo el mundo, una corriente pesada estremecería la tierra. Un personaje carismático dentro del rock nacional decidió financiar para su propio almacén un disco de Darkness: Espías malignos.
Al puro final de la década de los 90, uno de los productores pioneros, nada más ni nada menos, Andrew Oldham quien lanzó a la fama a The Rolling Stones, decidió incursionar en el rock nacional grabando en el nuevo Audiovisión, con Enrique Gaviria, el disco de Oxígeno. La mezcla y post producción, la realizó Oldham en Londres. Esta sería una de las nuevas producciones de Sony que se establecía en Colombia, comprando el catálogo de CBS Colombia y otros más.
El rock de los 90’s
Todas las décadas, cuando se inician, traen sus cambios y sus nuevas perspectivas. Las nuevas tecnologías también trajeron cambios drásticos, se detuvo completamente la venta de acetatos y los nuevos formatos digitales se tomaron el mundo.
El proceso de resurgimiento que venía de la década pasada, continuó su marcha y las nuevas macro empresas multinacionales se tomaron las producciones nacionales en, prácticamente, todos los países del mundo. Además, la manufactura de productos digitales (Cd’s y laser disc), era mucho más complicada que prensar discos. Estas compañías eran mucho más reacias a promover talento, por lo que los artistas acudieron a la auto producción.
Otra vez salía al aire un programa de televisión dirigido por mí: Rock en Vivo. Filmado en los estudios de RCN televisión. Semanalmente, con un gran despliegue técnico, se presentaba una banda en vivo.
La Derecha
Nació Rock al Parque, por primera vez en la historia del rock colombiano, el gobierno se metía la mano en el bolsillo para montar en grandes escenarios eventos de rock para el pueblo.
Con el paso del tiempo, también las empresas dedicadas al sonido y las luces, fueron progresando, sobre todo por el hecho de que numerosos artistas internacionales nos visitaron, exigiendo altos requerimientos técnicos y, tanto los equipos, como el personal técnico, fueron creciendo y aprendiendo de los grandes artistas, dando lugar de esta manera, a que los conciertos colombianos ganaran en técnica y personal. Las bandas colombianas empezaron a tener managers, ingenieros de sonido y luminotécnicos que los acompañaban en sus presentaciones.
Por primera vez, al final de los 90, Colombia rompería sus barreras nacionales y su música y sus artistas empezaron a hacer giras mundiales.
Aterciopelados con su rock y la provincia con su vallenato amplificado, abrieron la puerta por donde entró Shakira –solita, descalza y muda–, al estrellato universal y con orgullo patrio nos alegramos profundamente de su futura presentación, en la mitad del tiempo, durante la final del fútbol americano al lado de JLo. << ¡Ojalá todo les salga bien y no haya una “mala función” en las vestimentas, porque a los ancianos del rock nacional nos da un infarto de alegría! >>
También dio alegría ver a Juanes, cantando al lado de Santana, ante el exclusivo público de Rock Hall of Fame. ¡Nuestro rock estaba llegando lejos!
Esta historieta: El rock colombiano del siglo pasado, la escribo de memoria, porque yo estuve allí, hasta el año 2000.
Cordial saludo y muchas gracias por leerla.
Por, Enrique Gaviria
- La historieta del rock colombiano del siglo pasado a mi manera: parte I
- La historieta del rock colombiano del siglo pasado a mi manera: parte II