(Popayán, Cauca, Colombia)
Por, Jorge Alberto López Guzmán
Absurda época de artificios, falacias y ficciones. Fechas en las cuales la felicidad se encaja en bolsillos de unos pocos, mientras miles de alienados consumen sin parar, comen hasta estallar, beben hasta reventar; gestando que cada día nuestra sociedad desaparezca, nuestra humanidad sea un fantasma y solo concibamos vivir entre el hedor que proclaman millares de inocentes, subordinados por sujetos que en medio de sus palacios se ríen del explotado, del mendigo y el miserable. Nos hemos convertido en la ramera del consumismo.
Época en la cual todo está mal, si caminamos en las calles nuestras vestiduras han envejecido y nuestros cuerpos son estereotipos amorfos. Nocivas fechas en las cuales en muchos hogares esperan un anciano o un niño, el cual los proveerá de obsequios –pero qué mal estos infames que esperan este invento tan atroz del adulto inmaduro–, no se dan cuenta que todo es una quimera, y más los progenitores de estos impúberes que son explotados para poder comprar el trabajo de otro explotado, convirtiéndose en un círculo perverso, el cual solo deja vidas arruinadas, corazones fragmentados y felicidades efímeras. Esto es navidad, esto es la miserable navidad, la cual no tuvo la culpa de ser tergiversada por la peor basura existente: el ser humano, y ahora solo es consumismo, placer y dolor.
Todo el año cientos de individuos esperan estas fechas, sin darse cuenta la inmundicia que va más allá de sus narices, donde sales a la puerta y te encuentras un sujeto pidiéndote monedas y este aberrante individuo voltea su cuerpo moribundo y se desliza a su mundo de ilusiones. Qué atroz ejemplo cuando encontramos en las calles personas asediadas por la ausencia, rodeadas del silencio, habitando en la miseria y respirando dentro de la oscuridad y nosotros unos simples maniquís de un juego que cada día empeora, sintiendo la verdad en un manojo de mentiras, pensando sin cerebro y actuando sin motivos. Llega ese momento donde escribo y me doy cuenta que soy una persona más, que hace parte de este juego.
Qué más se puede decir en un momento en el cual el mundo está mal, todo está mal. No podemos abolir fechas ni tampoco disertar de ellas, solo podemos tratar de salir de esa burbuja la cual nos absorbió y nos tiene atrapados de una forma tan inhumana que nuestros cuerpos ya no reaccionan. Esto el consumismo, esto es navidad, fechas sublimes, excelsas y eminentes para unos; para otros, la porquería de existir.