(Micoahumado, Bolívar, Colombia)
Por, Jorge del Río
Un pueblo que se libera de la guerra en medio de las montañas. Ignorado, pero nunca abatido.
Les contaré de un lugar muy especial, en el que la inmensidad del monte, admira con amor el trabajo del campesino, donde el sol sonríe y el cielo ofrece un concierto de estrellas.
Este es un bello pueblo, en el que la tierra es agradecida y bendecida por la riqueza de la vida y la esperanza, donde los campos, ya no son abonados con sangre. Estas tierras son fortalecidas, gracias a los sueños y al trabajo colectivo por materializarlos. Allí renunciaron al castigo de parir hijos para la guerra, pues ahora forman un batallón por la vida. Con coraje enfrentan una cruda realidad, con humildad y con acciones que poseen un carácter artístico, que no se funda en el academicismo. Es un movimiento auténtico, que ha brotado de las montañas aisladas, que renace de largas noches de dolor, de hélices amenazantes, de gritos de bocas de fuego, de señalamientos injustos, de letras rojas que estropean las fachadas de las casas. Ha nacido en ellos, el arte de resistir en medio del fuego.
Micoahumado, es un corregimiento del municipio de Morales al sur del departamento de Bolívar. Es el primer pueblo de Colombia en erradicar manualmente y de manera voluntaria los cultivos ilícitos. Sus habitantes decidieron renunciar a una economía favorable, y optaron por una vida tranquila, en la que el plátano, la yuca, las naranjas y el fríjol, adornan los banquetes en las mesas. Además, lograron llegar a un acuerdo con los integrantes del ELN, para que no entraran al pueblo, armados ni uniformados, pactando así, una tregua de paz.
En este rincón, escondido en medio de la serranía de San Lucas, ha predominado la presencia del Frente “Luis José Solano Sepúlveda”, de las guerrillas del ELN, por más de 50 años. Este corregimiento fue epicentro de la operación “Tormenta del caribe”, ejecutada en junio de 1998, como estrategia del Bloque Central Bolívar, para sacar al ELN de ese territorio; así lo determinó el tribunal de Cundinamarca en su sentencia de ley de justicia y paz.
El 15 de julio de 2019, el Ejército Nacional, junto con a la Policía, entró a varias casas, violentando las puertas a golpes y se llevó consigo a nueve campesinos, ocho hombres y una mujer. Los acusaron de ser guerrilleros en un afanado plan para dar resultados “positivos”. Desde enero de ese mismo año, más de 4.000 hombres de la Fuerza de Tarea Marte se instalaron cerca del pueblo, militarizando el territorio y violando las leyes que prohíben la instalación de estos en ese espacio.
Afrontar esta realidad, no es nada fácil, pues los líderes sociales de Micoahumado, usan de blindaje su coraje, sus pieles recubren sus escudos de la valentía, llevan grabadas en mayúscula la palabra “VERDAD”.
Integrantes de ASOPROMIC, resisten y luchan contra la estigmatización por parte del Estado hacia este pueblo que trabaja por la paz. Tal es el caso de la lideresa Arisolina Rodríguez, quien guarda la esperanza de ver a su pueblo libre; ella, a pesar de haber sido amenazada en varias oportunidades, se niega a abandonar su territorio nuevamente, lo hizo una sola vez y no quiere volver a deambular por el mundo, como un alma que huye de la oscuridad.
Arisolina es la portadora de la voz del pueblo, es quien representa la valentía femenina, la que pone la cara por el campesino y defiende el futuro que merecen los niños y niñas de Micoahumado.
Los jóvenes también tienen sus luchas. tal es el caso de Marlon Osorio y Andrea Rojas, integrantes del grupo “Somos Territorio”, ellos abanderan con valentía, procesos que permiten desdibujar esa imagen ficticia del pueblo, trabajan en comunidad por la paz. Uno de sus admirables actos, es el de cubrir con mensajes y figuras pacifistas, los grafitis atemorizantes que promocionan el Frente “Luis José Solano Sepúlveda”.
En octubre de 2021, recibí con agrado una invitación de la Comisión de la Verdad, para asistir a Micoahumado y ser parte de la construcción de varios murales en comunidad, en el marco del proyecto Artesanías para la Paz, ejecutado por la fundación 5ta con 5ta Crew. Fue una experiencia que me hizo entender las luchas propias de nuestros pueblos, la resistencia a partir de las expresiones artísticas, tales como la trova, poesía, danzas, pintura, música. En fin, una cantidad de manifiestos que nos llenaron de emoción y esperanzas.
De los imaginarios, experiencias y seres de la montaña, surgieron bellas creaciones, con colores vibrantes y alegres, creaciones que transforman el paisaje cotidiano, sonrisas que pintan de esperanzas, las fachadas de las casas que aún esperan a sus hijos retenidos.
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Como testigos de este importante encuentro que duró dos días, quedaron plasmados varios murales, en los que se exalta la riqueza de la fauna y flora. Anunciando ese compromiso por conservar la montaña, pintaron un jaguar, un primate, varias aves y un alebrije compuesto por varios animales.
Cuando ellos llegaban, con sus armas, el pueblo se escondía en sus casas y atrancaban las puertas; pero, cuando nosotros llegamos, todos salieron de sus moradas, nos reunimos en la plaza e hicimos una fiesta por la verdad.