Escuchaba de su voz, aunque dormía,
macabras melodías que le mostraron,
cuán bello era su infierno.
Dulces lamentos de ángeles impuros
que ayer se atrevieron a amar.
¡Bella canción!,
que el viejo de la montaña
repetía hasta morir,
y en la transparencia del río se perdían
las letras de aquel anciano poeta
que ya no sería inmortal
La muerte repetía aquel nombre
mientras lo llevaba de la mano
por el viejo camino,
siguiendo el rastro
que una noche ella había dejado.
Con los años esa bella canción
no sonó igual, ya no era hermosa.
Solo era una compañía en su soledad.
Melodía cínica que lo arrastró al abismo
y fue, entonces, para este anciano poeta
un himno en su funeral.
Por, Las Letras del Poeta Ebrio
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