La vida de los criminales es exaltada con esmero en producciones multimillonarias y su memoria perpetuada en el imaginario colectivo de la nación, mientras que el legado de personas que han sobresalido o han dado su vida a las causas justas y dignas de homenaje, han quedado olvidadas en los anaqueles de las bibliotecas.
Cerca de trescientos asesinatos ejecutados por él mismo y alrededor de tres mil, en los cuales tuvo participación indirecta, son las cifras que resumen a grandes rasgos la carrera criminal de Jhon Jairo Velásquez como jefe de sicarios del Cartel de Medellín.
585 mil seguidores en YouTube, un promedio de más de 100.000 reproducciones alcanzan sus videos en dicha plataforma, dos libros de su autoría, uno de ellos escritos en prisión y más de 53.000 seguidores en Twitter, son las cifras con las cuales puede resumirse la actualidad mediática de ‘Popeye’.
La fama es un espacio reservado para unos cuantos y sus caminos son tan diversos como opuestos, no siempre se alcanza la cumbre siendo un ejemplo de vida, todo lo contrario, en ocasiones, la popularidad termina siendo un homenaje para los individuos que han dedicado su vida a construir tragedias ajenas.
La fama no lo abandonó en ningún momento, junto con el arrepentimiento por sus crímenes, el confeso asesino, se ha hecho popular en las plataformas digitales, su comportamiento no dista mucho de los ‘youtubers’ más reconocidos del momento, firma autógrafos, se toma ‘selfies’ con los transeúntes que lo asedian cuando lo ven por la calle, sus opiniones políticas expresadas en Twitter causan impacto y algunas de sus entrevistas alcanzan millones de reproducciones, es toda una celebridad. ‘Popeye’ arrepentido, como se hace llamar en YouTube, ahora recorre los senderos del estrellato en Internet.
El nacimiento de un mito
Una decisión puede cambiar nuestro destino de manera drástica e irreversible. Nacido en Yarumal Antioquia el 15 de abril de 1962, Jhon Jairo Velásquez desde muy niño sintió curiosidad por las armas de fuego, razón que lo motivó a integrarse a la Escuela de Suboficiales de la Armada en Barranquilla y luego a la Escuela de Oficiales de la Policía en Bogotá siendo aún menor de edad, sin embargo, la legalidad no representaba para él ningún aliciente, por lo cual terminó retirándose de una carrera que apenas estaba comenzando.
Su regreso a la capital de Antioquia marcó el inicio de un nuevo camino al lado de Pablo Escobar. En el Cartel de Medellín se destacó y logró ascender rápidamente hasta convertirse en uno de los hombres de confianza del ‘Patrón’. Abnegado y obediente antes las órdenes recibidas por Escobar, ‘Popeye’ se convertiría, de esta manera, en leyenda.
En entrevistas dadas a los medios, confiesa sin remordimiento los atentados perpetrados con bombas, en los cuales participó, sus asesinatos y el día en el que ordenó matar a Wendy Chavarriaga, su novia por aquel entonces, por petición directa del ‘Patrón’.
En 1992 se entregó a las autoridades y fue condenado a 24 años de prisión en la cárcel de Cómbita. De esta manera llegaba a su fin el camino que años atrás había elegido.
En el marco del cumplimiento de su condena confesó sus crímenes y sus declaraciones fueron definitivas para resolver otros tantos, entre los cuales se incluye el asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento, ordenado de acuerdo con las pruebas presentadas, por Alberto Santofimio Botero, destacado político en aquellos años.
Podría decirse que su constancia, disciplina y, ante todo, su lealtad ante Escobar, le dio el reconocimiento del que ahora goza de manera increíble en un sector de la sociedad que, al parecer, por las interacciones generadas en redes sociales con sus intervenciones, siente admiración por un hombre que en su espalda carga con la desgracia que él mismo provocó en miles de familias que se privaron de sus seres queridos, gracias a su eficaz acción.
Colombia: país en el que se rinde homenaje a los criminales y se olvida a los héroes
Ser crítico en nuestro país es una cuestión de valientes ejercida por algunos pocos, pues el costo de enfrentarse y de denunciar a los políticos y organizaciones criminales del momento, suele tener un costo que en muchas ocasiones sólo es cubierto con la muerte. Así, de esta manera, Jaime Garzón, fue asesinado un 13 de agosto hacia finales de los 90.
En YouTube reposan sus recuerdo en miles de videos, episodios de sus programas, entrevistas, documentales y demás homenajes que se han producido alrededor de la imagen del fallecido humorista, ninguno de éstos supera las 800.000 reproducciones. Hoy es recordado cada aniversario de su muerte y en el ‘Garzonazo’ de RCN radio, durante unos cuantos minutos al día. Sin Internet, seguramente, sería reducido a un triste episodio de la historia política del país. Su voz, como la de muchos otros, fue silenciada y su heroica labor podría estar muy cerca del olvido total.
En enero del presente año, YouTube le otorgó a ‘Popeye’ arrepentido el Botón de Plata por los más de 220.000 seguidores que tenía en ese instante en su canal.
Las entrevistas que le han realizado alcanzan hasta las ocho millones de reproducciones. Su vida es narrada como si se tratase de una película de acción a las que nos ha acostumbrado Hollywood, las dificultades que pasó en su infancia, las acciones que lo llevaron a ganarse un espacio de importancia en el Cartel de Medellín son contadas con cierta emotividad y su aspecto humano sobresale a través del arrepentimiento que ha manifestado y por algunas acciones sociales que ha llevado a cabo, para evitar que jóvenes caigan en el agujero que representa el crimen, a partir del dinero fácil.
El arrepentimiento es el resultado de un ejercicio reflexivo que nos cuestiona sobre nuestras acciones y nos da, en muchos casos, una valiosa oportunidad para el cambio. Para ‘Popeye’, su discurso, el perdón que pidió a sus miles de víctimas y sus acciones sociales (Ver más), se contradicen con las declaraciones que él mismo ha hecho por diferentes medios, por su cercanía con los grandes capos de la actualidad y por la lealtad que aún guarda por su gestor Pablo Escobar Gaviria.
“Si Pablo Escobar volviera a nacer, me iría con él sin pensarlo”, declaró en una entrevista que concedió a Revista Bocas el 28 de agosto de 2014.
El 9 de diciembre ‘Popeye’ se encontraba en la fiesta en la cual fue capturado Juan Carlos Vallejo ‘Tom’, poderoso narcotraficante colombiano, mientras celebraba su cumpleaños, sobre él se ofrecía una recompensa de 2.000.000 millones de pesos.
Para la Fiscalía, Velásquez estaría quebrantando los compromisos pactados para que se le pudiera otorgar la libertad, tras haber cumplido 23 años y 3 meses de condena, y solicitó la revocatoria de su libertad. Para ‘Popeye’ su presencia en el lugar de la captura de ‘Tom,’ obedecía a un evento social y dejó conocer sus airadas respuestas en su cuenta de Twitter:
«No le temo ni a la cárcel ni a la muerte».
«Hola aparecí. Las Ratas miserables que están hablando lo que no Es. Hablar sin conocer lo qué pasó es muy fácil. Eso es de las Ratas del sí. Estaba en una fiesta y pasó lo qué pasó. No es delito ir a una fiesta. Por eso me liberaron»
«No le tengo miedo a lo que le temen las Ratas del sí. Si hay que ir a prisión. Voy. En poco tiempo estaré de nuevo atacando este maldito gobierno. No le temo ni a la Cárcel ni a la muerte. Soy un guerrero y como tal. Me comporto. Soy una figura pública y puedo ir donde sea»
“Ahhhhh se me olvidaba. Fiscalía olvidesen de mí para todos los casos del cartel de Medellín. Busquen otro que les ayude hasta acá llego yo. Chaoooo pescado.” (Sic)
Rating versus ética
El flagelo del narcotráfico permeó nuestra cultura y ante el mundo la imagen del país quedó reducida a este pasaje de nuestra historia, que sumados a la violencia concebida desde grupos paramilitares, guerrilleros, BACRIM y en ocasiones, desde el mismo Estado y la corrupción política han creado un estigma en el exterior, que somete a los colombianos a calificativos infames.
Colombia ha sido protagonista de numerosos episodios en distintos ámbitos que nos permiten mantener el orgullo en alto. Grandes y destacados deportistas, científicos que brillan en el exterior por su aporte en diversas áreas, eventos culturales de gran magnitud, territorios ricos en flora y fauna, artistas reconocidos mundialmente y otros factores forman parte de los logros que el país ha obtenido a lo largo de los años. No obstante, los medios de comunicación privados nacionales y ahora Netflix se han encargado de arraigar el narcotráfico como parte de nuestra cultura, con contenidos que, contradictoriamente, reciben una gran aceptación en una parte de la sociedad.
La vida de los criminales es exaltada con esmero en producciones multimillonarias y su memoria perpetuada en el imaginario colectivo de la nación, mientras que el legado de personas que han sobresalido o han dado su vida a las causas justas y dignas de homenaje, han quedado olvidadas en los anaqueles de las bibliotecas, en los programas de Señal Colombia y en otros contenidos comunicativos, que no cuentan con la misma difusión que los productos de los canales privados.
Se exalta la trayectoria criminal y se deja de lado las historias dignas de ser contadas. La memoria del país está siendo narrada desde las ‘narcoseries’, dándole prioridad a la versión de los victimarios sobre la de las víctimas. La reivindicación de éstas ha sido plasmada en documentos académicos e investigaciones de organizaciones sociales de difícil acceso o, por lo menos, no tan difundidas.
“Mientras que la historia oficial dice que Maza Márquez, Rosso José Serrano y el Gobierno derrotaron al narco, ‘Escobar, el patrón del mal’ cuenta la historia de sobrevivencia y heroísmo de Pablito y el ‘Cartel de los sapos’ es la versión narco de nuestra historia contra los narcos.”, afirmó Omar Rincón, director del Ceper (Universidad de los Andes) y crítico de televisión del El Tiempo, en su columna de opinión del 6 de septiembre de 2015. (Ver más)
La trayectoria criminal de Jhon Jairo Velásquez, como la de otros tantos criminales, debe procurar la construcción de memoria para la no repetición y para la reparación de las víctimas, su testimonio es fundamental para esclarecer los hechos acontecidos en la época en la que el narcotráfico sembró el terror y permeo la política del país, su integración a la legalidad debe respetar los compromisos adquiridos y su vida debe ser tomada como ejemplo para evitar que los más jóvenes se conviertan en lo que, él mismo ha definido, como una generación pérdida.
Por, Andrés Angulo Linares