(Puerto Patiño, Aguachica, Cesar)
Por, Jorge del Río
La ciénaga de doña María no se ha secado debido a las lágrimas incesantes de las madres a quienes les fueron desmembrados sus corazones y úteros. Sus ojos no verán más a sus amores encarnados, no volverán a alimentar el vientre de sus vástagos.
Aún conservan las prendas que cubrían los cuerpos de sus amores, ropajes de días de trabajo. Ellas se tragan a pequeños sorbos los aromas que se desvanecen con los años y el desconsuelo, perfume que se desprende de sus desteñidas telas.
Una foto que conservan en el pecho y sus lágrimas corroen de a poco las sonrisas, caracterizando lentamente la imagen de la ausencia. Aunque todos estos elementos olvidados se van evaporando con la espera, el amor y el recuerdo siguen intactos como una promesa del cielo. Aferradas del Cristo que entre besos y lágrimas se inmolan, ofrendando sus vidas a la lucha por la verdad y la no repetición de estos inhumanos y macabros actos.
Entre sueños danzan con alegría, amamantan a sus críos y con la palma de la mano, como si se tratase de una plancha, suavizan la camisa, eliminando las arrugas que dejan las jornadas del machete y el azadón. Ya el tinto de las mañanas es más amargo, pues faltan las palabras y sonrisas que endulzaban la vida, aquella que parecía tener garantía extendida.
- Otros lugares de Colombia, intrepretados a través de la mirada de Jorge del Río
Fue una inolvidable noche, 15 de enero de 1995, cuando a bordo de camiones y una camioneta, miembros del ejército nacional, en compañía de policías y paramilitares, llegaron a Puerto Patiño vestidos con uniformes de muerte, insignias que gozaban de autoridad y armados con fusiles traidores. Raptaron a nueve hombres labriegos, pescadores y soñadores; sus sonrisas fueron espantadas, fueron subidos con amenazas al automotor. Se los llevaron, dejando un rastro espeso de polvo, humo de gasolina de contrabando y una estela de gritos desesperados. Todos corrían detrás de la muerte, tratando de recuperar lo arrebatado. Y en medio de la desolada vía destapada, fueron abandonando al padre, al hijo, al esposo, al amigo; fusilados, con las vidas arrancadas y el terror sembrados en sus rostros. Lanzados uno a uno en distintos afluentes que componían el paisaje aparentemente tranquilo. Al día siguiente, muy temprano, el sol fue revelando la verdad oscura, pues fueron hallados los cuerpos de Giovanni Guzmán Pérez, Lorenzo Padilla Pedraza, Fernando López Osorio, Jhon Hoimar Beltrán Galván, Miguel Ángel Cáceres Padilla, Jesús Ropero Contreras, Libardo Montalvo Pérez y un hombre sin identificar, excepto el de José Trinidad Galván Urquijo, quien aún permanece desaparecido.
Después de todo esto empezó la búsqueda por la vida, por la tranquilidad perdida, sin apelar al olvido. Este pueblo, ahora se ha armado de valor, echando las tristezas al fogón de leña, mientras calientan el agua para el café. No es una tarea fácil la resiliencia, pero es el camino que nos queda para poder sanar y resistir.
- Profundiza más sobre Comisión de la Verdad
Gracias a la invitación de Icela Durán Trillos, coordinadora de la territorial de Aguachica en la Comisión de la Verdad, visitamos este encantador pueblo ribereño que un día se sintió abatido, pero que hoy se levanta con berraquera y esperanzas. Y para conmemorar a las víctimas, qué mejor manera, que hacerlo con alegría. Fue así, que creamos varios murales coloridos, realizados en compañía de la comunidad. Estas pinturas, conllevan un mensaje de amor y resiliencia, de un renacer por la vida, una apuesta a la transformación, la verdad y la no repetición.
Puerto Patiño: el perfume del consuelo en imágenes
Nota Editorial
Aún desconocemos esa Colombia que se desborda en los relatos que la violencia ha dibujado en una gran parte del territorio; pero, que logran reivindicarse a través del arte. Desde hoy, liderado por el artista plástico Jorge del Río, iniciaremos un recorrido para la reconstrucción de la memoria a través de su trabajo