(Medellín, Antioquia, Colombia)
Por, Olugna
El crujir de las extremidades con cada movimiento, los pasos torpes, el desespero que se destila de cada uno de ellos, deja al descubierto que son seres que alguna vez estuvieron entre nosotros y que ahora transitan en un lugar donde no están vivos, pero en el que tampoco se han entregado a la muerte. Es una danza, un ritual que terminará de entenderse cuando la historia que se narra en el video se desarrolle por completo.
La escena lúgubre nos introduce a un cortometraje en el que la muerte se recrea con el erotismo, los juegos sexuales, la depresión y las medicinas ―pastillas rojas con blanco que calman el dolor del cuerpo, el emocional y el que produce la indiferencia, la exclusión y la discriminación―; es una pieza audiovisual cargada de símbolos odiosos que provocan una reacción al otro lado de la pantalla. Debe ser así. El mensaje que busca entregar ‘Rojo Carmesí’, necesita regarse entre la sociedad de la misma forma que el VIH ha arrebatado la vida de millones de personas que encontraron en el virus, el tránsito hacia una muerte lenta.
―El clip utiliza una metáfora fantástica y teatral, inspirada en cómo las enfermedades eran percibidas en la Edad Media. ―Expresa John Arango y continúa―. En esa época, la superstición solía relacionar las enfermedades con castigos divinos o con lo diabólico y maligno.
John Arango, el músico y artista plástico que nos pone de frente a la realidad del VIH en su canción más reciente, ‘Rojo Carmesí’, combina tres lenguajes para inyectarnos una sobredosis de reflexión sobre el amor y cómo este se manifiesta con mayor fuerza en contextos adversos.
―Es una reflexión íntima sobre el amor y el apoyo en contextos de salud complejos―, explica John.
La narrativa audiovisual, inspirada en Akira, una de las obras más representativas de Katsuhiro Otomo, narra la historia de una pareja diagnosticada con sida que es acosada por demonios ―propios y ajenos―, que termina siendo defendida por un escuadrón callejero de aspecto desafiante ―un grupo de pelados que llevan sobre sus chaquetas rojas la palabra ‘antirretroviral’― que se enfrenta a los seres que acechan a los protagonistas.
Grabada en Medellín, la pieza audiovisual, es una puesta teatral que recrea la lucha de sus protagonistas para mantenerse en pie, amarse y continuar con sus vidas; al tiempo que retrata el choque entre el sistema inmunológico y el Virus de Inmunodeficiencia Humana identificado en 1984, de acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud, como el «agente causal del sida».
La poesía, otra rama artística que ha explorado el artista nacido en Medellín, hace de la metáfora un recurso para narrar la angustia de la pareja. Sus versos, formados por frases cortas y punzantes, destilan desespero; pero, guardan entre sus líneas, el deseo de combatir y enfrentarse a la enfermedad.
«Carmesí al rojo vivo / Deseo que nació en la oscuridad / Somos lo que tu sangre busca combatir y a quien besar / Rojo carmesí»
El rock, esa tercera narrativa que da forma a ‘Rojo Carmesí’, es el encargado de inyectar riffs y melodías brillantes que dotan de fuerza a la composición. La interpretación de John Arango, se muestra como un monólogo íntimo que se descarga en cada frase, mientras busca, entre esas misma líneas, encontrar la fuerza para no rendirse; es un diálogo intrínseco entre la pareja serodiscordante, en el que la empatía y el apoyo son pilares para derrotar el virus.
«Estoy yo, renaciendo ¡Agarrándote fuerte!»
La canción, la primera que el artista destapa de su tercera producción musical, combina la melancolía de la poesía, la rebeldía de las guitarras y la contundencia de la fotografía para cumplir un objetivo: ofrecer «un respiro, actuando como una píldora de «empatía» y una reflexión sobre el «amor» en tiempos de VIH», señala el músico.
John Arango, inspirado en una realidad familiar y en su experiencia con parejas serodiscordantes, es una voz autorizada para acercarnos a los efectos de la enfermedad y cómo podemos acompañar a las personas que la padecen.
―He convivido con este entorno durante mi vida, desde la muerte de mi padre a causa del SIDA, hasta haber tenido parejas serodiscordante y acompañar a muchos amigos en sus procesos―. Agrega.
Esa voz pausada que recita las líricas de sus canciones, nos habla de frente para decirnos que el amor, en su expresión más natural, tiene la capacidad de sanar.
―Mi objetivo es visibilizar el VIH y normalizar la conversación sobre el virus, promoviendo el respeto y superando el desconocimiento que a menudo lo rodea―. Finaliza.