«She walks at dusk to tragic serenades. As the river shivers at her passing darkness»
‘Violent DNA’ (Nuclear): un manifiesto thrashero de odio
«Bloodlust, until death do us part, detached society learned nothing from the past»
‘Don José y Doña Nubia’ (UBanda): un canto de ska al amor de antaño
«Así como doña Nubia que quiere tanto a don José, le acompaña a todas partes sin dudar y sin saber»
‘Mi Sangre’ y el paso del tiempo que no apaga la esencia de Juanes
En 2004, Juanes, daba a conocer su tercera producción musical, ‘Mi Sangre’: 12 canciones atravesadas por la esencia de diversos ritmos latinos
‘Mala Suerte’ (Asuntos Pendientes y De Bruces a Mí) y tres momentos previos al final
«Oscuro está mi destino y ya no puedo ver la luz. Me he segado con tus caricias y ahora tengo que dejarte»
‘Orgullo de la Pacha 2.0’ (Wendy Sulca): un grito andino de autoaceptación y resiliencia
«El bullying puede superarse y la resiliencia genera un avance para cumplir los sueños»
‘Ilusías’: 12 utopías en las que Proyecto EdRisH retrata la existencia
«Una vejez que deteriora el pensamiento, una memoria que se esfuma sin saberlo»
‘Mal y un reloj’ (Ale Camalión): una crónica synthpop de la depresión
(Medellín, Antioquia, Colombia)
Por, Olugna
Seis y cinco de la tarde. La noche, poco a poco, tiñe a la ciudad de oscuridad; la depresión, con la calma de un autómata, se acerca para habitar de nuevo su lugar favorito: una mente abatida y saturada. Siete y cuarenta y cinco. Junto a la depresión, pensamientos confusos y sueños irresueltos se preparan para una tertulia en compañía del insomnio y la soledad. Tres y veinticinco. Ha sido una pijamada intensa de trastornos, tristezas y desolaciones. En pocas horas saldrá el sol y la rutina habrá de repetirse una vez más: día tras día, semana tras semana ―con algo de suerte irónica― año tras año.
―Siempre sospeché de sufrir depresión, pero fue tan solo tras haberla vivido en su peor expresión que entendí lo que implica para alguien padecer una enfermedad como esta―. Afirma Ale Camalión, artista colombiano que presenta su más reciente canción ‘Mal y Reloj’.
Pudo haber sido un domingo ―el día perfecto para suicidarse, según Rafael Chaparro―; pero, también, pudo ser un viernes. El tiempo, al fin y cabo, es preciso y sabe cuál es el momento ideal para recordarnos que ―entre la prisa y el afán― la depresión aguarda con paciencia para ingresar en nuestra mente y no soltarnos; agazapada, en medio del caos de enfrentarse a una ciudad fría y cada vez más hostil, sabe que la frustración, los sueños rotos y la soledad, tarde que temprano, le abrirán la puerta.
Ale Camalion en ‘Mal y Reloj’, su canción más reciente, aborda la danza sincrónica entre la depresión y el tiempo. Lo hace a partir de una lírica metafórica narrada en primera persona, que refleja los pensamientos que se pasean por una mente trastornada; lo complementa con una atmósfera envolvente formada por la fusión del pop, new age y synthpop y lo recrea en una pieza audiovisual animada, sencilla y simbólica, en la que el ser humano es un gato que contempla la noche ―la vida― desde un tejado.
«No tengo más que este lugar / Un sueño inscrito en el tejar / la noche, el frío en la ciudad / Y el tiempo que quiero parar»
―Tras conocer el canto de esa “Gran Sirena”, busco ofrecer mi voz enmarcada en un paisaje sonoro―, agrega el artista.
Animada por la artista Sonia Carmona Giraldo, la historia narrada en el video de ‘Mal y Reloj’, plasma la sensación que genera la rutina y la zozobra que provoca saber que cada día que transcurre es igual al anterior. La canción que presenta el artista nacido en Medellín es el frío retrato de la vida adulta, la crónica de una existencia vacía.
―Espero que todos aquellos que duermen bajo agua atados al canto de la depresión y otras sirenas, puedan escucharla y les sirva para liberarse―, señala.
El sonido de ‘Mal y Reloj’, cercano al pop electrónico, es tranquilo y propicia ese diálogo simbólico con la lírica de la canción. La voz limpia de Alejandro Cardona Arango (el hombre detrás del seudónimo Ale Camalión), permite que el mensaje que busca entregar, llegue de manera clara y nítida.
El tiempo, usado como metáfora de la existencia, en el caso de ‘Mar y Reloj’, es precisa. El desgaste de los días, a medida que crecemos, define nuestra postura ante el mundo. La depresión y otras enfermedades mentales, terminan siendo la respuesta a las dinámicas modernas de la sociedad; las expresiones artísticas y ―en esta ocasión― la música, al retratar la angustia, se convierte en un catalizador que, si bien no cura, ofrece un espacio para desahogarse ―como lo describe Ale Camalion―, «lo suficiente como para volver a respirar».
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