No nos equivoquemos, el problema de ellos no es la falta de memoria, es la falta de vergüenza
Uribe, le llegó la hora
¡Qué ser tan miserable, nauseabundo, enfermo, y psicópata es usted!, representa todo lo que un ser humano con sensibilidad detesta.
Por, Jessica Yulieth Chávez Molina
Todos somos iguales ante la Ley y todos debemos responder ante esta por nuestros actos.
Algunos al parecer se creían con un fuero de lo divino: intocables e innombrables, como si fueran protagonistas de una película llamada “Los indestructibles”.
Hay que enseñarles a esas personas –para precisar con nombre propio: Álvaro Uribe Vélez–, que la justicia en Colombia, lastimosamente, tarda pero llega, y a él le llegó la hora de responder ante su Juez natural, la Corte Suprema de Justicia, que es la competente para conocer y juzgar las actuaciones de este individuo, quien de manera mañosa pretende renunciar a su curul de senador, para que la C.S.J pierda competencia, e irse así a la Jurisdicción Ordinaria en su Sala de Casación Penal, para que se haga cargo un Juez de la impoluta República, donde muchos sabemos que existe un fiscal de bolsillo como lo es el señor Néstor Humberto Martínez, ¿qué razones, qué miedos, qué le impide “moralmente” para seguir en el Senado?
Señor Uribe: nótese la gran diferencia cuando usted acusó al senador Cepeda, este nunca buscó evadir a la justicia, señor. Tampoco intentó renunciar al senado. Como dicen por ahí: “quien nada debe nada teme”. Dé a los colombianos un ejemplo de honestidad y coherencia, por primera vez en su vida. Recuerde que su juez natural es la Corte, así intente y busque las mil maniobras jurídicas.
Qué lástima y qué dolor que los delitos por lo que usted es llamado a indagatoria no correspondan a la realidad, ni a la sangre que ha causado en nuestro país, como lo son: ‘Falsos Positivos’, masacres perpetradas por grupos para-estatales y contra-estatales, bajo su Gobierno de Seguridad Democrática, (que nada de democrática tuvo), donde se condecoraba a los militares por matar a mano fría a campesinos y hacerlos pasar por guerrilleros. ¡Qué ser tan miserable, nauseabundo, enfermo, y psicópata es usted!, representa todo lo que un ser humano con sensibilidad detesta. Usted gesta un odio histórico sobre Colombia, que muchos no olvidamos ni olvidaremos, tenemos dignidad y memoria, por ello le solicitamos y nos solidarizamos para que no renuncie a su curul.
Colombia merece saber la verdad, merece justicia, la misma que usted tanto evade. En este momento tiene dos caminos: acepta a su juez natural o toma el camino de la JEP, así como lo hicieron los militares que recibían sus órdenes y el grupo de ex milicias de la FARC-EP.
Es usted, sin duda alguna, el ser más peligroso del país con 51 procesos “archivados”, en la Cámara. Entre otros, es usted acusado por nexos con paramilitarismo, ‘Falsos Positivos’, escándalos de corrupción, homicidios a testigos, chuzadas (…) Recordemos que cuando existía el extinto Departamento de Seguridad (DAS), la interceptación de llamadas era algo “legitimo”, pero si esta misma maniobra es usada en su contra, es fruto de un “complot” internacional y de persecución política, de hecho, su defensa técnica ha hecho ver todo este escándalo como un tema político y no como lo que es en realidad: un tema netamente jurídico por el cual debe responder.
Recientemente apareció una noticia nacional, donde el testigo estrella en el caso Uribe, el señor Juan Guillermo Monsalve iba ser envenenado en su sitio de reclusión. La situación en nuestro país es tan terrible, sangrienta y miserable, que cualquier persona que sepa de historia, que lea, que no le coma cuento a RCN y caracol y que siga el “No más Uribe”, es llamado “resentido social”, “guerrillero” y, de ser posible, un próximo “buen muerto”, como lo han sido los líderes sociales asesinados, un genocidio que aún se mantiene bajo las sombras, una vergüenza nacional que muchos decidieron callar y anular con investigaciones y conclusiones que si bien o eran guerrilleros o, en su defecto, tenían nexos con clanes.
A usted le llegó la hora. A usted, el intocable, el innombrable, al que muchos por temor de ser asesinados, prefieren llamarlo: “Él”.
***
El Juez Natural debe ordenar de manera inmediata la detención de Álvaro Uribe Vélez, por ser peligro inminente, para evitar que siga manipulando a la Justicia, por bien de la democracia, para conocer la verdad que él aspira amañar y para evitar daños irreparables a las víctimas, a los testigos y a la Nación.
No salgan con sus argumentos “chimbos” que se le debe respetar el debido proceso y debe primar la presunción de inocencia, cuando en ningún momento se le han vulnerado tales derechos.
Todo el proceso se ha dado conforme a la Ley, respetando el derecho a la contradicción, al acceso a la justicia, al debido proceso, a la igualdad de las partes, y a la presunción de inocencia.
La presunción de inocencia se debe entender en armonía al artículo 29 de la constitución política, del cual citaremos el siguiente fragmento: “nadie podrá ser juzgado sino conforme a leyes preexistentes al acto que se le imputa, ante juez o tribunal competente y con observancia de la plenitud de las formas propias de cada juicio”, es decir, la presunción de inocencia aparece en todo el proceso, incluso en la etapa probatoria, mientras que el in dubio pro reo aparece en aquella actividad, donde se busca por medio de la prueba desvirtuar aquellos hechos constitutivos que determinen responsabilidad penal del sujeto activo en la comisión de una conducta típica, antijurídica y culpable, y que el juez, de manera objetiva, crea esas circunstancias de absolución de responsabilidad penal por medio de la duda (probatoria), puesto que esta es la crea un nexo causal a favor del reo.
En una sociedad con una correcta administración de justicia este señor ya estaría con pena privativa de la libertad.
Hay que enseñarles que no son los intocables, innombrables y todos poderosos, que las víctimas merecen la verdad, y él, como uno de los pioneros de las AUC, debe también someterse a la JEP. Señores, esto no es un asunto de política ni de persecuciones, es un asunto en el que se violaron derechos fundamentales de los más inocentes, que con su sangre fueron regados los campos de Colombia.
Es momento que nuestro país sepa la verdad, verdad que los medios han ayudado a ocultar, siendo cómplices.
¡Le llegó la hora Uribe, responda!
[powr-hit-counter id=08677212_1533049455]
De la noche de los cristales rotos a la masacre del aro
¿Cómo puede un hombre cualquiera llegar a provocar un desastre de semejantes magnitudes y controlar a tantas personas para lograr satisfacer un fin netamente personal?
Por, Erika Molina Gallego
Hace 85 años, el cinco de marzo de 1933 el Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán Nazi gana las elecciones parlamentarias con el 44% de los votos, el 23 del mismo mes, a partir de una alianza con el partido católico de Alemania y después de haber encarcelado a la mayoría de los dirigentes comunistas y socialdemócratas por el incendio que destruyó el Reichstag (parlamento alemán) el 27 de febrero, el nazismo obtiene la mayoría parlamentaria con el 66%, lo que le da el poder para votar la ley habilitante, que le otorgaba poderes absolutos y que dio nacimiento a la “dictadura democrática” que convertiría a Alemania en un verdadero infierno.
El 7 de agosto de 2002 Álvaro Uribe Vélez se posesiona como presidente de la República de Colombia, en medio de supuestos ataques terroristas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Su candidatura fue apoyada por diferentes sectores políticos y la opinión pública veía en él una verdadera arma para acabar con la guerrilla.
En 2006 regresó al poder, luego de impulsar una reforma constitucional que permitía la reelección inmediata. Uribe ganó la presidencia con el 62,2% de los votos y con una gran fuerza política a su favor. Después nos enteraríamos que el apoyo que recibió no fue solo político, pero en ese momento, a la vista de la mayoría de los colombianos, todo era color de rosa.
Hemos oído hablar de la Segunda Guerra Mundial en todos lados, en el colegio, en documentales y películas, hemos leído sobre ella en muchos libros y todos conocemos el nombre de Adolf Hitler, pero en realidad no sabemos todas las partes de la historia, sus causas y consecuencias, todos sus actores, víctimas y victimarios, y muchos creemos que solo fue un asunto entre alemanes y judíos, un asunto político y económico. Más allá de esto hay una realidad innegable, un hombre lleno de miedos y de odios, de miles de contradicciones y de perturbaciones profundas que lo llevaron a cometer los crímenes más atroces de la historia reciente.
La situación violenta permanente de Colombia es bien conocida en el mundo, durante muchos años el país fue blanco de atentados, secuestros, masacres y enfrentamientos que lo dejaron sumido en un mar de sangre y de dolor. A pesar de esto, de la verdad se ha sabido muy poco, y aún en el presente hay acontecimientos que no han sido aclarados y en los cuales este personaje tiene mucho que ver.
Al igual que Hitler, Álvaro Uribe es un hombre lleno de ansias de poder, necesidad de reconocimiento y afecto, con una temible obsesión por ser idolatrado y por mantener el control de todo y de todos, a como dé lugar.
Hijo de un funcionario de aduanas, admirador férreo de su madre y con dificultad para relacionarse con los demás, Hitler fue un niño aislado y rechazado, apasionado por la lectura; un ser solitario que, después de la muerte de sus padres se quedó prácticamente solo. Vivió en la miseria, sufriendo todo tipo de burlas y sin poder adaptarse a una sociedad turbulenta, que terminaría creando a un hombre lleno de resentimiento, un narcisista necesitado de adulación y ansias de poder.
Este personaje nefasto que causó miles de muertes e infortunios ha sido uno de los grandes embaucadores de la historia, aparentemente fuerte e invencible, de una personalidad arrolladora, con la capacidad para agradar y manipular a todos a su alrededor y con una inteligencia perversa, guiada por el odio y la sed de venganza.
Hijo del comerciante Alberto Uribe Sierra. Educado en la dureza y la autoridad, un hombre acostumbrado a los negocios y formas de actuar del bajo mundo, así como a las pompas y apariencias de la alta sociedad antioqueña. Su perfil de hombre de familia, de pueblo, de finca, su afición por los caballos y su actitud frente a la gente, hicieron que Álvaro Uribe se fuera ganando poco a poco la aprobación de miles de personas que habían perdido la fe en la política. Su odio personal hacia las FARC lo hacía un candidato ideal para acabar con el suplicio que había significado esta guerrilla para el país durante muchos años. Pero Uribe no era lo que todos pensaban y en su mente se fraguaba lo que sería no solo una forma de venganza personal, sino la manera de conseguir todo el respeto y la admiración que necesitaba de camino hacia lo único que realmente le importaba, el poder.
¿Cómo puede un hombre cualquiera llegar a provocar un desastre de semejantes magnitudes y controlar a tantas personas para lograr satisfacer un fin netamente personal?
Hitler usó su inteligencia, supo darle a las personas lo que querían, supo entrar en sus mentes y hacerles creer que lo necesitaban, creó en el inconsciente colectivo la imagen de un hombre invencible, que podía proporcionar poder y orden. Le devolvió a Alemania el honor y el estatus que había perdido tras la Primera Guerra Mundial.
Era un tipo de lobo feroz, un depredador capaz de oler el miedo y la debilidad de su presa, haciendo más fácil su labor de manipulación. Su deseo de sentirse importante era demasiado ambicioso, en el fondo necesitaba ser apreciado, enaltecido, recobrar de alguna forma todo aquello que le había sido arrebatado en su infancia y lo logró de la peor manera.
Al igual que su antiguo homólogo, Uribe cuenta con una personalidad perversa y destructora, perfectamente camuflada de buenas intenciones. Su disfraz de salvador de la patria le ha servido para hacerse con el apoyo de muchas personas y para cometer crímenes a diestra y siniestra sin que prácticamente nadie pueda hacer nada en su contra. A pesar de que se ha mostrado como un mesías y que la mitad del país aún le cree, este hombre ha sido el causante de muchas tragedias, el artífice de una terrible degradación social.
Su política de seguridad democrática dejó un saldo de 32.000 desaparecidos, 26 masacres paramilitares, más de 4.382 jóvenes campesinos muertos por falsos positivos solo entre 2002 y 2008 y un aumento significativo de violaciones a los derechos humanos. A pesar de esto, y lejos de llegar a enfrentar consecuencias, el pueblo lo enaltece y defiende. Hasta ese punto llega su nivel de manipulación.
Hitler era un hombre con afán de guerra, y eso no era lo que los alemanes querían, sentía absoluto desprecio por el resto de líderes europeos, pues le parecían débiles e insignificantes y necesitaba el apoyo absoluto del pueblo, debía insertar en sus mentes las ansias de guerra.
Así el 9 de noviembre de 1938 cien judíos fueron asesinados, otros fueron violados y maltratados, este fatídico acontecimiento es recordado como la noche de los Cristales Rotos. Hitler empieza su venganza contra los judíos. Comienza el movimiento antisemita.
Mientras los judíos eran llevados a los campos de concentración, Hitler se mostraba como un pacífico mandatario ante el resto de Europa, pero sus verdaderas intenciones pronto saldrían a la luz.
En enero de 1939 Hitler empieza su discurso de destrucción judía, y siembra la semilla del odio en toda la población.
Todos sabemos lo que pasó después, la guerra fue nefasta, cobró la vida de por lo menos cuarenta y cinco millones de personas y dejó desolación y dolor permanentes en todos los sobrevivientes. La Segunda Guerra Mundial finalizó el 8 de mayo de 1945. El mundo no volvió a ser lo que era, esta guerra partió la historia en dos. La voluntad de un maniaco arrasó con todo lo que se le ponía en el camino y terminó por destruirlo todo, incluyéndose a sí mismo.
La creación de los grupos convivir, asesinatos de testigos en procesos en su contra, desplazamiento de campesinos, Agro Ingreso Seguro (AIS), las chuzadas del das, entre muchos otros escándalos, han estado a la orden del día en la vida política de Uribe, la masacre del aro, perpetrada en el municipio de Ituango en 1997 es una de las tantas cometidas por los paramilitares y en la que el ex presidente está siendo investigado, pero de una forma u otra, misteriosamente van cayendo todos a su alrededor mientras que él sigue haciendo de las suyas.
Al igual que Hitler, Uribe es un hombre narcisista y egocéntrico, acostumbrado a que todo se haga a su manera, se siente omnipotente y grandioso, es un hombre capaz de llegar hasta las últimas consecuencias.
El 17 de junio pasado el pueblo habló, con diez millones de votos se confirmó lo que tanto se temía. El uribismo sigue siendo la peor enfermedad del país, una que ciega, que no entiende de razones ni evidencias, una enfermedad cómplice y peligrosa. Uribe, ahora en cuerpo ajeno, tiene el poder, ese que nunca ha querido dejar ir, ese al que se aferra con todo lo que tiene, que no es poco. El final de esta historia aún no se ha escrito, y nadie sabe cómo va a terminar, lo que sí es seguro es que el camino no será nada fácil y que lo único que se puede hacer por el momento es resistir, desde la educación, la cultura y el arte, y desde el papel que puede jugar cada ciudadano en la construcción de la paz.