Micro balance de las luchas sociales en Colombia y América Latina

P17_Como la Cigarra

Un programa para conocer cómo se mueven los movimientos sociales. Las voces de la gente que se mueve por la paz

Escuche aquí:

Ir a descargar

En esta emisión de Como la Cigarra… realizamos un micro balance del panorama de la lucha social en Colombia y América Latina, intentando un análisis sobre las condiciones, las estrategias, las apuestas y los actores de los procesos sociales, a partir de una serie de notas realizadas con y por activistas que, a lo largo y ancho del territorio latinoamericano, responden con sus acciones de resistencia a los intentos de mercantilización y militarización que impone el mundo neoliberal…

Bienvenidos a Como la cigarra

Como la cigarra… es una iniciativa colectiva de organizaciones de la sociedad civil: Proyecto CEIS, Medios al Derecho – MAD, SubLiteratura, el semillero de investigación Emergencias y el portal web alternativo Rugidos Disidentes

 

La democracia en Colombia y otras fábulas del folclor nacional

Nos han vendido la idea de que el país lleva medio siglo de conflicto, pero lo cierto es que llevamos 237 años de guerra interrumpida apenas por brevísimos intervalos de algo vagamente parecido a la tranquilidad.

Por, Mateo Pizarro

En inglés existe el término Colombian necktie, que viene siendo algo así como “corbata colombiana”. Si usted es colombiano y se encuentra por primera vez con la expresión, quizás se extrañe un poco. Y tendría razón: la verdad es que la corbata no es un accesorio especialmente típico en nuestro folclor, por lo que es legítima la pregunta: ¿qué es lo que resulta tan colombiano de esta prenda? Quizás acudan a su mente imágenes de corbatas de distintos tipos, pero la corbata colombiana no es un tejido wayú para abrigar el cuello, tampoco es una versión ejecutiva de la manilla tricolor, ni es confeccionada en ninguna fábrica antioqueña. De hecho, esta “corbata colombiana” es más una actividad que un producto, y consiste en hacer un corte profundo en el cuello de una persona para luego arrancar su lengua y sacarla por la incisión, de tal forma de que cuelgue de la garganta, como una corbata. Nosotros, en Colombia, lo conocemos como ‘corte de franela’ y la práctica agarró fama por personajes como Sangre Negra, un guerrillero.

Ahora, si la violencia de nuestro país no ha acabado aún con su empatía, es probable que la barbaridad del acto le produzca indignación, rechazo, y, no es del todo impensable, que recuerde otras ocasiones de indignación: cosas como el collar bomba, la bomba del avión de Avianca del 89, el burro bomba, etc…. Podrá usted pensar: esto no es nada más que otra guachada de los narco-terroristas de las Farc.

Sólo que Sangre Negra es anterior a las Farc y a los narcos, y aunque era guerrillero, era un guerrillero Liberal.

Y claro que las Farc son culpables de cosas horrendas, pero la barbarie viene de mucho antes y esto no se trata de la guerra del momento o de los horrores a la moda en esta o aquella década; el tema de este texto es otro. Lo que me preocupa en este instante es más viejo que eso, lo que me preocupa es que Colombia nunca ha estado en paz, no realmente… nos han vendido la idea de que el país lleva medio siglo de conflicto, pero lo cierto es que llevamos 237 años de guerra interrumpida apenas por brevísimos intervalos de algo vagamente parecido a la tranquilidad. Me preocupa que, como la democracia, la paz es apenas un estado de excepción en nuestra historia. Me preocupa que es apenas para facilitar las cuentas que decimos que llevamos medio siglo de conflicto. Me preocupa que con medio siglo apenas y abarcamos la etapa más reciente de esta nación nuestra que es más un campo de batalla que un territorio nacional. Y me preocupa que las condiciones que han producido toda esta violencia siguen en pie.

El Conflicto comenzó apenas nos independizamos de los españoles, uno puede decir que nuestro primer acto soberano como república independiente por allá por 1812 fue armar una guerra civil (unos querían ser centralistas, otros federalistas… eventualmente aparecerían incluso quienes deseaban volverle a servir al rey de España u otro príncipe europeo… quizás recuerden eso de “La Patria Boba”). Ya para 1858 estábamos por la QUINTA (y aquí vale la pena detenerse un momento: nuestra historia tiene un capítulo que se titula: La Quinta Guerra Civil). Piense que ni Rambo ha participado en tantos encuentros armados.

Igual no crea que nos quedamos ahí: luego viene la Guerra Civil de 1876, que es seguida al poco tiempo por la famosa Guerra de los Mil Días. Después de eso vivimos uno de esos intervalos de relativa paz, mas no por ello de democracia. Y algunas décadas después, comienza la violencia entre conservadores y liberales, con lo que inician las actividades de Sangre Negra, quien contrapuso sus cortes de franela y corbatas colombianas a atrocidades de igual envergadura de parte de las huestes conservadoras y sus pájaros.

Lo extraño es que después de toda esa violencia se firmó una amnistía y los Liberales volvieron a entrar en la sociedad civil y el país no se destruyó, ni se volvió como Venezuela. Si acaso continuamos practicando nuestra colombianidad a ultranza, pues se juntaron Conservadores y liberales contra los antiguos compañeros de armas de estos últimos: los comunistas. Y los que se llamaban guerrilleros dejaron de serlo, tomando otros su lugar. Es desde ahí que comenzamos nuestra cuenta amañada de medio siglo que tan corto se queda para enumerar a todos los colombianos muertos a manos de colombianos. Tantos son que hoy en día no se puede hacer una represa sin con ello sepultar bajo las aguas alguna que otra fosa común, y eso nos parece apenas un impasse en el camino.

Algún historiador me dirá que me equivoco y que mezclo hechos históricos y bandos que nada tienen que ver entre sí, que una guerra es una guerra y otra guerra es otra guerra. Pero yo digo que es la misma. Que es la guerra del que no puede oír que otro piense diferente, la guerra de quien piensa que ni siquiera vale la pena hablar si no estamos todos de acuerdo de antemano; es la guerra más colombiana de todas. La misma que empezamos apenas dejamos de ser un virreinato. Esa guerra interminable que no contenta con arrebatarnos la paz de las manos, nos dejó además sin democracia.

Votamos, es cierto, y en ocasiones pareciera que tenemos separación de poderes, pero eso no es suficiente. Para que haya democracia tienen que haber distintas opiniones que se enfrenten por medio del diálogo. Y eso si no hay. La democracia NO ES un método por el cual un partido accede al poder e impone su visión. La democracia es un reconocimiento de que ninguno de nosotros tiene ni la más puta idea de cuál es, en realidad, el camino correcto para sacarnos del mierdero, que a veces acertamos algunos y otras aciertan los otros, y que todos los bandos la cagan más o menos por igual. Pero también supone que es por medio del encuentro constructivo de puntos de vista diferentes que podemos llegar a cagarla menos. Sólo que en nuestro país es difícil encontrar a alguien que esté dispuesto a reconocerlo, y todos tienen la certeza de que el equivocado es el otro. La tragedia de la UP, el collar bomba, los cortes de franela, y todas las muchas masacres, estos son los actos de hombres poseídos por certezas absolutas. A veces pienso que a nuestro país lo que le faltan son más dudas (y una reforma agraria).

Sin importar a quien siga, créame: su candidato la ha cagado, y hay que reconocer eso de entrada para ver si de pronto establecemos alguna semblanza de comunicación entre nosotros, o el futuro del país va a ser el mismo que su pasado, y de pronto un día volvamos a encontrarnos imágenes de personas a quienes les cuelga del cuello, como una corbata, su lengua silenciosa.

Por, Mateo Pizarro

[powr-hit-counter id=f9584f43_1527280766]  

 

 

A propósito de La Causa Nacional, el nuevo libro de Jacobo Celnik

Son historias y por tanto existen otras por contar; son historias y por tanto existen otras versiones de las mismas; son historias y por ello, es una invitación general a seguir escarbando en la historia misma.

Por, Luis Alfredo López

Historias del Rock Colombiano

Iniciamos con un dato que no es para nada anecdótico, de hecho, representa una pieza fundamental en la construcción de una historiografía aún por desarrollar: el primer Rock and Roll que sonó en la radio colombiana fue en el programa Radiolente, en la cadena La Voz de Antioquia que pertenecía a Caracol Radio, y quien pinchó esta música por primera vez fue un hombre llamado Hernán Restrepo Duque. Si quiere saber más, nada qué hacer, compre el libro La Causa Nacional, Historias Del Rock en Colombia de Jacobo Celnik, que trae junto a éste, muchas referencias del mismo calibre.

Para esta fecha, casi tres meses después de su salida, ya se ha escrito bastante sobre este libro, pero hasta que no lo devoré, procesé y hasta repetí, no pude realizar esta reseña con gusto. De hecho, aún creo que la cantidad de datos y música por escuchar tras su lectura no me dejan digerirlo completamente, es una verdadera arqueología del rock colombiano, frase que utiliza reiteradamente el propio Jacobo, y que es el esfuerzo más significativo que hasta el momento se ha hecho por describir el proceso histórico, en el que se fue desarrollando la creación artística musical del género más trascendente del siglo XX –después del jazz– en el mundo.

Con un conversatorio en el Festival del Libro Parque 93, una rueda prensa y hasta el momento dos fechas en un ciclo de conferencias organizadas por la Biblioteca Nacional de Colombia, este recuento de nuestro rock se posiciona como uno de los lanzamientos imperdibles del año y a conseguir en la próxima Feria Internacional del Libro –FILBo, donde será uno de los protagonistas.

Jacobo Celnik es una autoridad en cuanto a rock se refiere, sus libros precedentes Rockestra junto a Andrés Duran y Satisfaction, son una colección entrevistas con las grandes leyendas del género (conversaciones que son joyas como las de Ian Anderson, Ian Gillan, Steve Hackett, Andrew Loog Oldham, Jack Bruce, Brian Eno o Geddy Lee)  y donde se devela, entre líneas, el gusto del autor por el rock progresivo inglés y de cierta forma insinúa el método de La Causa Nacional, la historia contada por sus propios protagonistas.

Causa NacionalEn Bob Dylan a Las Puertas Del Cielo junto con Carolina Sanín, se describe la trayectoria del Premio Nobel de 2016 en apenas 20 canciones selectas y explica a muchos colombianos alejados tanto del rock como de la literatura, porque un cantante del género merecía tal galardón. Sobra recordar el extenso trabajo del autor en radio y prensa que hablan por sí mismos.

Sobre las ventajas, aciertos, desaciertos, gustos personales o lo que algunos consideran omisiones en el libro no puedo tomar partido, los comentarios que ya se han ido postulando en diferentes medios, opiniones sobre el por qué tal o cual banda no se encuentra, qué se considera rock o no, o si cierto dato o narrativa es correspondiente a los recuerdos que tiene cada uno de los momentos que se cuentan en el libro, son irrelevantes, ante todo porque el mismo autor, de forma estratégica y con lógica consciente, adelantándose al problema, tituló el libro en plural Historias Del Rock y otorgándose así, no uno, sino tres puntos a favor: son historias y por tanto existen otras por contar; son historias y por tanto existen otras versiones de las mismas; son historias y por ello, es una invitación general a seguir escarbando en la historia misma.

Indiscutiblemente es el libro más completo que hasta el momento se ha escrito sobre el tema en el país, particularmente ofrece ventajas como su bibliografía que nos abre las puertas a una visión del contexto latinoamericano, el acercamiento a la historia de la radio y la distribución musical en el país, el tratamiento por décadas característico del análisis de los cambios del rock a nivel mundial, una narrativa personalista muy amena, una confrontación directa con los pioneros,  y un CD compilatorio con clásicos no muy difundidos y reliquias de la discografía colombiana (Nostalgia de Columna de Fuego, Sonata N° 7 a la Revolución de Malanga, Dulce y Bella Estrella de Miguel Muñoz, o Candelaria de Distrito, son algunas de las fresas que decoran el pastel) estos y más, son puntos a favor que he encontrado en el libro.

Pero más allá y lo que más me entusiasma de esta investigación, es la compilación de mitos que intenta resolver junto a la gran cantidad de nuevas preguntas y posibilidades que plantea. En definitiva, es una invitación a explorar y recapitular nuestra experiencia con la música moderna, con la música más allá del folclore y de la música tropical, es una relación de Colombia con el mundo, a que se haga con el mismo rigor una historia del R.A.P, del jazz, del blues nacional (recientemente el propio Andrés Duran anunció este último), a realizar nuevos aportes acerca de una historia de la cual todavía no sabemos mucho, porque de cierto imaginario, es reciente en nuestra cultura.

La Causa Nacional nos recuerda ese principio fundamental de la filosofía que es el extrañamiento de lo que nos está en frente, de lo que consideramos como obvio, de lo que creemos completo o ya hecho, pero que en realidad cambia constantemente y que se sigue escribiendo día a día.

¿Una bibliografía básica del rock colombiano?

Causa NacionalSi realizamos una búsqueda rápida por el catálogo en línea de la Academia Colombiana de Historia y escribimos la palabra “Rock”, el único texto que aparece es Imaginarios Sociales, Política y Resistencia: Las Culturas Juveniles de la Música «Rock» en Argentina y Colombia Desde 1966 Hasta 1986 de Hernando Cepeda Sánchez, un excelente documento académico que compara la escena argentina y colombiana, las cuales no distaron mucho en sus primeros años, pero que sólo logró consolidarse en el país del sur, sin embargo es una análisis es específicamente sociológico.  

Es decir, si tenemos en cuenta que los primeros temas y agrupaciones de rock realizado en Colombia datan de los primeros 60, lo que se ha escrito de manera oficial es muy poco, o muy poco se ha clasificado y reunido, ademas tal como el texto citado, generalmente se ha referido a periodos específicos o sectorizados por géneros. La importancia de la investigación de Jacobo no admite replicas, casi sesenta años de rock que han sido escasamente organizados, aclarados y justificados.

Es claro entonces que era una necesidad imperante, tanto porque es una apuesta por entender el surgimiento y establecimiento del género en el país, tropical y vallenatero (cosa que además determinó involuntariamente parte del sonido rock nacional y siendo uno de los aspectos más interesantes que el lector pude explorar en La Causa Nacional. Segundo dato; las ecualizaciones de los primeros álbumes, como no, eran para vallenato), porque de cara al futuro siempre debemos entender el pasado.

Si bien para muchos esta compilación de historias puede sonar cercana o conocida en algunos momentos, y no faltará el torpe que quiera señalar que sabe más del tema, como si fuere una competencia de las que son propias entre los melómanos, es sin duda, el más importante ejemplo de historiografía sobre rock, que de hecho viene a recuperar los ejercicios y esfuerzos anteriores.

En literatura

Al continuar revisando los textos alrededor de lo que ha sido la incursión, la aceptación, la explosión, la difusión o la producción musical del rock en el país, existen algunos que podríamos llamar fundamentales, pero no todos se refieren a lo mismo. Tenemos así textos literarios, investigaciones sociológicas, artículos de prensa compilatorios, biografías de bandas, revistas especializadas o de entrevistas. Los siguientes son algunos que considero sobresalientes, podremos analizar un panorama interesante acerca de nuestra bibliografía de rock. Quisiera así recordar a propósito de La Causa Nacional algunos de ellos:

Antes de cuestionarnos acerca de la propia música nacional, los escritores decidieron en primera instancia narrar algunos de los hechos, anécdotas, reales o ficticias, de sus relaciones personales con el rock, de manera alegórica, y, ante todo, entrelazada a sus propias vivencias o sus propias afinidades, aunque en algunos casos más cercanos al género en sí. Tenemos así el clásico ¡Que Viva la Música! de Andrés Caicedo con sus referencias a los Rolling Stones entre otros, o El Atravesado con el mítico momento donde se proyectó por primera vez Al Compás Del Reloj (Rock Around The Clock, 1956 de Fred F. Sears) en Cali.

Muchas referencias a bandas reales o ficticias las encontramos en obras de Efraín medina Reyes con su Érase Una Vez el Amor, Pero Tuve Que Matarlo, Música de los Sex Pistols y Nirvana, por ejemplo, u Opio en las Nubes de Rafael Chaparro Madiedo, ejercicios de literatura nihilista, cínica, maldita, y hasta costumbrista de las urbes locales que retoman grandes clásicos del género, en los ambientes marginales o nocturnos, una de las formas en las que muchos se han acercado al rock teniendo en cuenta su variable difusión

También tenemos la fundamental obra de Sandro Romero Rey (amigo personal de Jacobo Celnik) con libros como Clock around the rock (crónicas de un fan fatal) o Las Ceremonias del Deseo, el clásico donde nos cuenta el improbable, mítico y bochornoso evento EcoMundo 92, donde a costa de la importancia de Chucho Merchán, el músico de rock colombiano más histórico a nivel internacional, se presentaron por primera vez en Colombia Roger Daltrey de The Who y David Gilmour de Pink Floyd, junto con otros grandes nombres de la industria ante un público mayoritariamente salsero y con una pésima producción, o también Piedra Sobre Piedra. Confesiones de un Adicto a Los Rolling Stones y la biografía Mick Jagger: El Rock Suena Piedras Trae, donde atestiguamos su  fascinación erudita por la legendaria y longeva banda.

Imperdibles son también la colección de poemas Diabulus In Música de Henry Alexander Gómez (admirado compañero de estudios de Ciencias Sociales en UD de quien escribe) y la novela La Nostalgia Del Melómano de Juan Carlos Garay. El primero recoge una selección de versos inspirados por Jon Lord, Jim Morrison, Cliff Burton o Stevie Ray Vaughan, el argentino Pappo Napolitano o nuestra leyenda local Humberto Monroy, el segundo es un ejercicio novelístico donde se mezclan perfectamente el rock, la salsa, el ambiente y la intimidad de coleccionista en una historia que aún nos cuestiona, o convence, que Eric Clapton grabó con Cheo Feliciano.

En Historia y Sociología

Aparte del ya mencionado Las Culturas Juveniles de la Música «Rock» en Argentina y Colombia, los acercamientos académicos a esta música nos traen algunos libros realmente valiosos, pero que a estas alturas son muy difíciles de conseguir.

En primera instancia los dos textos auto-publicados del profesor Carlos Reina, pionero de las clases universitarias sobre rock en Colombia, donde se trataban el rock, punk, metal, tribus urbanas o identidades juveniles en la Universidad Distrital y que cursamos con el escritor Henry Alexander Gómez así como muchos músicos actuales de la escena metalera. Cuando el Rock Iza su Bandera en Colombia (2004) y Bogotá Más Que Pesado, Metal Con Historia (2009), son dos investigaciones, prácticamente piezas de coleccionista, no solo históricas con bandas como Darkness, Killcrops, Neurosis, Ursus, Hangar 27, Escape, Herejía, también la sociología acerca de la configuración del metal como subcultura, contracultura, espacio de identificación y generación de identidad para los jóvenes desde finales de los años ochenta, concediendo su explosión con el auge del movimiento mediático del rock en español, pero manteniéndose principalmente en el llamado Underground.

Bogotá Epicentro del Rock Colombiano Entre 1957 y 1975, Una Manifestación Social, Cultural y Juvenil (2007) de Umberto Pérez, un antecedente evidente para La Causa Nacional y que se acerca al estudio de la cuestión de la juventud y su relación con el rock en la capital como reflejo de la producción del género en sus primeros años, hasta la llegada de la decadencia cuando la fuga de talentos al extranjero y el entusiasmo inicial del género decayeron casi hasta desaparecer. Este libro tuvo una edición muy limitada de ejemplares, pero se puede consultar en PDF dando click aqui; Bogotá, epicentro del rock colombiano entre 1957 y 1975. Una manifestación social, cultural, nacional y juvenil.

Música Para Oídos Zurdos, Rock y Rap de Resistencia en Bogotá (2015) de Diego Sánchez González, es una aproximación a la identificación ideológica y política de la producción musical juvenil desde los años sesenta, teniendo en cuenta tanto el rock tradicional, el punk anarco y de izquierda casi por igual o la denuncia vivencial de la calle característica de la cultura hip hop, a partir tanto de sus líricas como de su contexto social.

Finalmente, Medellín en Canciones “El rock Como Cronista de la Ciudad” (2014) de Diego Londoño, quien es tal vez el único que se aleja especialmente del contexto bogotano y trata específicamente a una ciudad que Jacobo Celnik, nos descubre como más cercana al rock en los primeros años y que en sus palabras “Pego Primero”. La ciudad de Rodrigo D No Futuro, la ciudad de grandes leyendas nacionales como Kraken, Masacre, I.R.A, Estados Alterados, La Pestilencia y Mutantex (hoy en día Peste Mutantex, una sola Banda). El autor también ha publicado el valiosísimo Los Yetis, Una Bomba Atómica A Go Go, La Historia De Los Abuelos de Nuestro Rock (2014).

Prensa

Cabe resaltar que algunos periodistas como Karl Troller, Eduardo Arias, Félix Riaño o Andrés Ospina han participado deforma más que directa en la historia del nacional, no sólo porque sus textos para diferentes medios, una cantidad muy importante disponible en la web, son escritos que resaltan apartes fundamentales de la escena colombiana, también y principalmente porque han sido protagonistas de la misma, ya que participaron o aún lo hacen con sus propias agrupaciones: Hora Local, Banda Sonora y Contrabanda  respectivamente.  Así que en realidad mucho de lo que se podía leer acerca de nuestro rock viene de medios independientes o de alcance nacional que abrieron sus puertas a contar lo que las bandas iban sacando.

En este aparte se destaca el libro del periodista colombo argentino Pablito Wilson: Rock Colombiano 100 Discos 50 Años (2013), una recopilación de reseñas que rescata algunos clásicos incunables pero olvidados, así como su visión personal del rock donde plantea, con polémica abordo, lo que denomina como otras formas de construir el rock (La Etnia y Ataque del Metano) y algunos innombrables (La Tierra del Olvido de Carlos Vives), casi un Rock al Parque en libro.

La cantidad de blogs, medios especializados y páginas de internet dedicadas a hablar de rock colombiano ya son casi incontables, de diferente calidad , profundidad y hasta veracidad, hacen que sea muy difícil escoger algunas para recomendar, lo cierto es que muchas fallas son presentes en la mediatez del internet y hacen difícil discernir que es cuento o realidad, sin embargo es interesante que con la explosión de medios digitales de distribución y promoción, el rock nacional se encuentra en un momento muy complejo de sobrevivencia.

CODA

Para 1989 la editorial Planeta presentó bajo la dirección del historiador Alvarado Tirado Mejía la enciclopedia Nueva Historia de Colombia, con ocho tomos que pretendían renovar nuestra historiografía y actualizar no sólo la visión de esta ciencia en el país, además presentar aspectos fundamentales de cara a la modernidad, la cultura, la mujer y hasta el humor.  El octavo tomo cuenta con un capítulo sobre la música y otro sobre la cultura popular en el siglo XX, en ninguno se nombra el rock a pesar de que para entonces el país ya se aproximaba a unos treinta años de historia rockera. El próximo proyecto de esta envergadura deberá contar con más de un capítulo dedicado al mismo, al propio Jacobo Celnik no le alcanzó con La Causa Nacional y ha prometido el segundo volumen para seguir contando las historias de este arte, en un país tropical y vallenatero.

Por, Luis Alfredo López

[powr-hit-counter id=27f91c7d_1527015633]

¿Petro “noqueará” al coscorrón de la corrupción radical?

Me arriesgo a expresar que Colombia le cabe a Petro en la cabeza, aun cuando sé que a los políticos no se los debe defender, pues ellos tienen que estar provistos de dicha habilidad para protegerse a sí mismos

Por, Fernán Medrano

En el actual tablero político y electoral del país han surgido algunas fichas que merecen ser destacadas, como es el caso de Gustavo Petro. Por lo que se ve venir, a Petro ningún candidato de la clase política tradicional colombiana le haría contrapeso en las próximas elecciones presidenciales, en medida sustancial y limpia.

Pero como se sabe, lo normal es lo menos normal en el mundo de lo anormal. No se puede pecar de ingenuo, ni cantar victoria antes de tiempo.

Las derechas extrema y casi extrema están desprestigiadas y estresadas; deberían considerar la posibilidad de tomarse unas vacaciones y, a la vez, reconocer que es el tiempo de que la izquierda alterne el poder. Yo creo que hasta el prestigio del sistema político colombiano se recuperaría; más aún, se revitalizaría. La izquierda colombiana contribuiría con sus aportaciones a potenciarlo y a imprimirle una apariencia moderna.

Me arriesgo a expresar que Colombia le cabe a Petro en la cabeza, aun cuando sé que a los políticos no se los debe defender, pues ellos tienen que estar provistos de dicha habilidad para protegerse a sí mismos. Además, Petro no necesita que yo lo defienda, él sabe defenderse solo. Y a pesar de todo, a veces Petro afirma y realiza cosas de una forma que a mí me desagrada. Pero de inmediato me acuerdo de que él es apenas un político; desafortunadamente, no cuenta con el poder de complacer a todo el mundo.

De todas formas, Petro representa el significado optimista del político colombiano, de hombre honrado y preparado; por eso está en la lista de los decentes. Cuenta con recursos humanos y políticos para instituir un gobierno de avanzada en el país, si lo dejan gobernar, claro está. Pues el hombre dirigió Bogotá con las suficientes corrientes políticas en su contra, aun con el tibio rencor de cierto sector de la izquierda colombiana. No obstante, sorteó la revocatoria de su mandato por el problema del sabotaje a la recolección de la basura de la Capital. Pero, aun así, Petro finalizó su mandato.

El esquema de recolección de basura que a duras penas pudo implementar Petro, permitió que los bogotanos ahorraran cantidades millonarias de dinero, pues dejaron de echar a la basura $ 37.505 millones, los ciudadanos evitaron pagar todo eso dinero en facturas de aseo tan solo en el año 2013. Petro entiende que la gente no tiene tanta plata como para derrocharla en basura. ¿Visión de estadista? Juzguen ustedes.

En el marco de su campaña electoral, Petro visitó el Chocó. Su presencia allí fue un verdadero acontecimiento histórico, porque esta es quizá la primera vez que un candidato con tantas posibilidades de ser Presidente de la República haya ido a comprobar el realismo trágico del ninguneado Departamento “negro” de Colombia.

Si bien a ciencia cierta Petro se torna inclasificable en ningún sector de la izquierda colombiana, puesto que él no es maoísta, trotskista, estalinista, marxista-leninista, no es tampoco comunista, ni nada que se le parezca. A pesar de todo –o tal vez gracias a su falta de rótulo de sectario– Petro prefigura un país de cambios, progresista, la Colombia humana, precisamente desde la izquierda colombiana. En nuestros días, él es el músculo electoral de los sectores de vanguardia del país. O, mejor dicho, Gustavo Petro es la mano derecha de la Colombia humana para noquear al coscorrón de la corrupción radical.

Por, Fernán Medrano

 

Puntico

Sobre un puntico, un puntazo y otras chucherías

En mi anterior columna dije que esperaba los tres puntos contra Venezuela y cero con Brasil, no obtuvimos tres pero si dos puntos: un puntico y un puntazo

Aun con la resaca por la alegría del empate con los auriverdes (o por las cervezas que me tomé con los compañeros de la oficina), trataremos de revisar lo ocurrido en esta doble jornada con las selecciones:

Brasil: Ya estaba clasificado, sacó la media inglesa y cabalga solitario con 37 puntos, le bastó jugar cinco minutos en el entrenamiento que tuvo con Ecuador y ganó 2 0, jugó a ganar contra Colombia, pero siendo realistas tampoco pisaron el acelerador a fondo (no lo necesitaban), los de Tite perdieron la oportunidad de alargar la racha de victorias consecutivas y aun así todo debe ser alegría en la tierra de la samba.

Uruguay: Aunque la FIFA no lo ha dicho oficialmente, ya clasificaron 27 puntos (+10 GD), un  puntico de más no les caería mal, pero en realidad ya los charrúas pueden ir haciendo las maletas para Rusia, el empate con Argentina (arreglado según algunos), en realidad no les servía sin ganar en Asunción, por eliminatorias los charrúas nunca habían ganado en “Agresores del Chaco” pero lo hicieron y ya cualquier punto es cariño.

PunticoColombia: En mi anterior columna dije que esperaba los tres puntos contra Venezuela y cero con Brasil, no obtuvimos tres pero si dos puntos: un puntico y un puntazo, claro Fariñez nos sacó un gol de la raya, tuvimos más oportunidades, pero respecto del trámite, las figuras fueron los arqueros, por lo que ese puntico es apenas justo.  Brasil nos complicó, la selección jugó casi todo el tiempo concentrada, un error y golazo (luego de la entrada del perrito a la cancha), en el segundo tiempo y con algunos cambios Colombia, pero más con empuje se empató con un gol de cabeza del Tigre… hacía 14 años no les marcábamos en eliminatoria.

Aquí vale la pena resaltar que Falcao tuvo tres oportunidades de gol en dos partidos y metió la única que tuvo contra Brasil, Fariñez le sacó un remate de cabeza a contrapierna en Maracaibo, Falcao es un crack que si le surten balones la rompe. Por oposición, si Cuadrado y Cardona no se hacen relevantes en la cancha pues es difícil que el Tigre ruja, aquí me detengo un poco para señalar que Cardona no fue determinante como en otras oportunidades, por el contrario lo del jugador de la Juventus (Ita.) si es realmente una tendencia que no justifica su titularidad, es que honestamente un gol en estas eliminatorias (contra Ecuador) es una pobre cosecha para un volante ofensivo, máxime si se recuerda que generalmente la Selección juega son un sólo punta, por lo que el aporte de gol por parte de los volantes ofensivos debe ser muy importante en este esquema.

Perú: Debe ser un mantra del Tigre Gareca aquella frase que dice que “No está muerto quien pelea”, hace rato venía destacando que Perú juega bien pero que los resultados no lo acompañaban, pero la suerte no es esquiva para siempre y esta vez les sonrió a los cholos, todos los dábamos por eliminados, Sin embargo en esta doble jornada nos sorprendieron ganándole a Bolivia de local y jugando bien de visitante contra Ecuador.  Si se completa el milagro peruano, a Gareca le deben hacer un monumento espectacular… Dejó de citar jugadores problemáticos, los reemplazó con algunos jóvenes y con esa plantilla va de cuarto y si gana un partido, lo más probable es que irá a Rusia.

Argentina: Me lo dijo un amigo al finalizar el partido de los albicelestes con Venezuela: “Huy va a ser divertido escuchar a los comentaristas Argentinos”, realmente el país amaneció en drama, cuentan algunos residentes allá, que las caras largas eran el común denominador de la mañana del miércoles y no es para menos, como dijera Valdano: “el fútbol lo más importante entre las cosas menos importantes” los afecta más que una renuncia presidencial, por lo que les dejo un link al respecto:

No tiene presa mala. Respecto al empate con Uruguay donde parece que jugaron a no ganar, deben pensar, como dijera alguna vez el “Totono” Grisales que les “quedó un sinsabor amargo”, porque Uruguay sumó de a 4, ellos sólo 2 que saben a muy poco.  

Haciendo un análisis frío, en mi opinión, no tienen fútbol para ir al mundial, pero será difícil que la FIFA los deje afuera y aunque enfrentarán a un ascendente Perú, creo que de un modo u otro pasarán.  En este momento están mirando si la Albiceleste juega contra los incas en la Bombonera, considero que es un arma de doble filo por lo siguiente: El público está muy encima de la cancha y si los argentinos meten un gol rápido pueden golear a los peruanos, pero si no, el desespero y los madrazos a los de Sampaoli se multiplicarán y todo será llanto y rechinar de dientes.         

Chile: ¿De qué sirve ser Bicampeón de la Copa América si no van al mundial? Es la pregunta que se deben hacer los de la estrella solitaria, una de las selecciones que hace un año que desplegaba un fútbol exquisito por su verticalidad y que estaban cosechando… ¿Qué pasó si son los mismos hombres? La explicación es más bien sicológica, soberbia: nadie gana un partido antes y realmente la decisión del TAS es lo único positivo para ellos en esta doble jornada. Contra Paraguay se desfondaron de locales, el autogolazo de Vidal fue el comienzo de una debacle “Monumental” en Santiago (a propósito ¿cuántos estadios son llamados el Monumental en Suramérica?… ¡Qué originalidad!), para luego ir a perder con Bolivia en la Paz, no sumar puntos en la penúltima fecha es un lujo que sólo podía darse Brasil y no lo hizo.  No creo que les alcance con una victoria sobre Ecuador y pues no han podido con Brasil ni en Chile, ni en Brasil, ni en Cafarnaúm.  Será realmente algo muy fortuito si los chilenos no ven el mundial por tv.

Paraguay: Los paraguayos mataron el tigre y se asustaron con las rayas.  En realidad no son muchos los equipos que puedan decir que le han ganando a Chile en Santiago, un cabezazo desafortunado de Vidal, algunos contragolpes y seriedad al momento de defender fue la receta usada para dar la sorpresa de esa jornada, luego tenían que ganar en casa para no sufrir con la clasificación, pero no pudieron con un aguerrido Uruguay que los dejó ad portas de la eliminación, sólo les queda ganar ambos partidos porque por su diferencia de goles (-6). Cuatro puntos no les serán suficientes.  

Ecuador: es como el novio al que han dejado… de las risas y alegrías a los vainazos por Facebook o Whatsapp… ni el fixture, ni el fútbol (ese novio que los dejó), los tiene para ir a Rusia y como los ex que uno veía muy enamorados uno se pregunta: ¿Qué les pasó? Eso realmente si debe ser motivo de profunda reflexión de todos los estamentos del fútbol ecuatoriano… ¡Era el líder sólido en la mitad del calendario! Se daba por descontada su participación en Rusia, pero al final no hay besos y caricias sólo ruptura de esquelas, ellos defraudaron a una afición que sólo espera sus disculpas ya que se bajaron de un puesto al que se estaban acostumbrando. Para estas eliminatorias sólo vale la pena decirles: “Requiescat in pace”.     

Bolivia: Este cadáver nos recordó que de locales son peligrosos. La altura de La Paz es un mito dijo Maradona en aquel entonces… y le metieron 6. Los chilenos sabían que ese partido era durísimo para ellos así el Canciller chileno opinara lo contrario:

Puntico

Con lo del fallo del TAS y el tema del diferendo limítrofe se sabía que el partido era de vida o muerte para los del altiplano, lo que en todo caso no justifica la reacción del banco boliviano, pero futbolísticamente hablando el equipo “rústico” sacó a los chilenos del Mundial… no será olvidado en Bolivia este hecho y aunque no irán a Rusia, como Sansón, se llevó consigo a los filisteos.   

Venezuela: Escribir que fue una buena jornada para un equipo que hizo dos puntos y que está eliminado suena descabellado, pero es cierto, Dudamel no piensa en Rusia sino en Catar, pero antes pensó en los rivales que tenía al frente obteniendo sendos empates, contra Colombia en ese momento segundo y contra Argentina de visitante siendo este último un resultado histórico.  Wuilker Fariñez representa esa camada de sub 21 subcampeones del mundo que en la próxima eliminatoria darán de que hablar, este arquero en sus dos presentaciones tapó como para 2 torneos enteros, es rápido y de buenos reflejos… pregúntenle al Tigre si me equivoco. Fue el figurón en los dos partidos, por encima de un tal Messi, por ejemplo.

En menos de un mes se definirá todo en partidos que francamente están para no perderse.  Espero, como todos, que la tricolor vaya a Rusia y aunque no es que sea, precisamente, un reloj suizo, sería una debacle no ir, todo está dado.

Por, Burrócrata

 
 

 Otras Columnas de Burrócrata

 

 
Imagen tomada de internet: Futbolred.com

¿Qué es lo que sigue?

José María arrancó a correr, asustado, casi inválido, sus piernas casi se partían, sus 65 años le pasaron por la mente, no duró mucho, no valían tanto la pena. No avanzó más de diez metros cuando la primera bala entró por su espalda y salió por su pecho, estaba cerca a la casa se doña Pancha, con la mano-sangre sobre la casa dio unos pasos dejando huella de la guerra y la muerte en el pueblo y la muerte en el hogar.

El comandante de la brigada levantó la botella de ron que tenía en la mano y gritó ¡Salud!, todas sus carnes se movían repulsivas y su poder conferido por las armas también. El hombre convertido en bestia ya medio prendo y con la sevicia desprendida en sus ojos bebió un trago de la botella y ordenó que destaparan más, que sacaran más ron de la tienda, que todos en el pueblo debían celebrar junto a ellos, fue y buscó a doña Rosalba, la esposa de José María y le dio un trago y ella con el corazón lleno de lágrimas tomó un sorbo que le supo a mierda y sangre, cuando llegó a su estómago se convirtió en el recuerdo de José:  sudoroso, desesperado, con el cuerpo lleno de temblores, muerto. Un recuerdo de mierda y sangre.

Aquí nadie era de ningún bando, nadie tenía partido ni lo quería tener porque eso ha sido la causa de la violencia en este país, nadie se metía con nadie, ni en política. Ninguno de nosotros tenía cuartel y mucho menos armas para defenderse de nadie, solo nos dedicamos a cosechar coca y  pancoger todo para vivir, porque eso es lo que hoy la tierra nos regala, sin embargo, la guerrilla y los paras se habían apostado aquí y tenían en la cabeza el cuento que ayudábamos a los unos o a los otros y eso en esta tierra no pasaba, aunque nos hicieron creer a nosotros mismos que cada vecino era un enemigo y que esta situación ocurría entre la propia familia.

Esa mañana desde muy temprano todos estábamos arrodillados y en una fila, incluyendo niños y ancianos, también Marisela una jovencita de unos veintidós años que estaba embarazada.

Ella fue la siguiente, La pasaron al frente y la dejaron de pie, la miraron de arriba abajo, todos ebrios y asquerosos, a estos tipos no les importaba nada, no les importaba la vida, no les importaba la muerte, solo les importaba satisfacer sus placeres enfermos que son vergonzosos, que el diablo debe castigar. Yo miraba el cielo y pedía algo de humanidad, pero el cielo estaba cerrado y toldado de lágrimas, bajé la cabeza y miré a mi alrededor pedí que el diablo existiera para ellos, como para nosotros.

Marisela estaba temblando, sudorosa y el comandante gritaba a los cuatro vientos porque estaba ahí:

-Su noviecito es de las FARC y ya que no está en el pueblo alguien tiene que pagar. El mensaje es claro, si ustedes colaboran con esos “perros” están colaborando con la insurgencia, están delinquiendo y nosotros vinimos aquí a purificar la zona, a limpiar esta tierra de delincuentes- y el de uniforme militar, “fariano” o “paraco”, puso la bayoneta en el suelo.

Marisela de rodillas pedía piedad por ella, su hijo, su marido, su pueblo. El comandante la miró como a nada, pidió la botella de ron, se la trajeron y bebió un largo trago que se le escurrió por el roto de la boca y cayó sobre la asustada muchacha, luego le pasó la botella y le pidió que bebiera, ella entre el susto tomó un trago corto pensando en su esposo y en su hijo, volvió a ver como se desplomaba el cuerpo de José María y en la pared de doña Pancha vio la huella de la violencia que en quién sabe cuántos años va a desaparecer. Echó una mirada al pueblo y a su familia porque en este pueblo todos emparentaban de algún modo y sin darse cuenta se terminaban casando entre parientes.

La muchacha despertó con un puntapié en su vientre que le dolió a todos en el pueblo, le dijeron perra y puta mientras la golpeaba un monstruo de seis pies y ella sentía como que las fuerzas se le iban, pero se agarró el vientre y lo cubrió con sus brazos y empezó a patalear desde el piso como para que no le pegaran, pero esto emocionaba más al monstruo y golpeaba con más fuerza, con más pies. Marisela no derramó una lágrima hasta que murió con el bebé.

Los “cerdos” rieron y siguieron emborrachándose con la violencia. El aire estaba cargado de dolor y alcohol. Los otros pobladores a los que obligaron a beber arrodillados mientras miraban como caían los “guerrilleros” el trago no los embriagaba ni perdían sus sentidos, sino que les permitió sentir la agonía de Marisela por partida doble y oler ese aire cargado de dolor y sangre. Bajaron sus cabezas y dejaron escurrir algunas oraciones envueltas en lágrimas.

Arrodillados y destruidos miramos hacia arriba, como si buscáramos a Dios, pero en cambio nos encontramos con una capa de concreto que estaba toldada de lágrimas.

¿Nos miramos a los ojos

y nos preguntamos si acaso iban a parar?

 

Por, Andrés Borrero

elmegafonoalternativo@gmail.com

Sobre el Autor

Periodista. Nacido en el año de 1994 en Bogota. Se ha interesado en la cultura y la gestión de la misma. Actualmente trabaja en CEPALC en un programa dedicado a la literatura y la difusión de escritores jóvenes.

 Revisó: Iván René León

¡Anímate a participar de nuestra Convocatoria Narraciones Transeúntes!

Imagen tomada: http://www.colombiainforma.info/especial-paramilitarismo-la-continuidad-de-la-violencia-en-la-busqueda-de-la-paz/

Colombia: el país del gato y la linterna

Somos el país del gato y la linterna. Hace unos días jugué con cósmica, mi gata, en un cuarto oscuro. Tomé la linterna y proyecté la luz en distintos rincones de la habitación, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, sin importar la dirección que ésta tomara, allí llegaba la gorda cósmica con sus garras tratando de atraparla.

 

 

Somos el país del gato y la linterna. Hace unos días jugué con cósmica, mi gata, en un cuarto oscuro. Tomé la linterna y proyecté la luz en distintos rincones de la habitación, de izquierda a derecha y de arriba a abajo, sin importar la dirección que ésta tomara, allí llegaba la gorda cósmica con sus garras tratando de atraparla. Me divertí, ella también. En un juego de 7 minutos Comprendí que la habitación oscura es Colombia; los medios de comunicación, la linterna; la luz, su agenda noticiosa; Cósmica somos todos nosotros, tratando de acaparar, día a día, esa luz.

 

Esta semana el foco se centró en la supuesta –o no tan supuesta– reunión de un tridente demoníaco: Trump, Uribe y Pastrana, trío trágico-cómico que amenaza con arrasar a medio planeta o a media Colombia, según el personaje que se mire. Hace unas semanas estábamos –no era para menos– con la tragedia de Mocoa y ya hoy poco hablamos de ella. Ese domingo mientras un pueblo desaparecía, hablábamos de la marcha anti-corrupción. Días antes, del llamado a la Selección del presunto maltratador de mujeres Armero. Una semana antes, del aumento en las tarifas de Transmilenio. Mucho más atrás, del caso Colmenares. En diciembre, moríamos de indignación con la tragedia de Yuliana Samboní.

 

Sólo acudimos la cabeza de arriba a abajo en señal de aprobación, o de un costado al otro con los brazos cruzados, si aquello que vemos nos causa algún tipo de indignación o de rechazo. Nos movilizamos virtualmente en redes sociales cuando un tema se vuelve tendencia. Al final de cada día, al mejor estilo de Hombres de Negro, un rayo borra la caché de nuestra memoria y de igual manera que hacemos cuando el teléfono se nos llena de pendejadas, nos preparamos para reiniciarnos mentalmente y descubrir un nuevo amanecer en el que, seguramente, el foco nos lleve en otra dirección.

 

Ese vaivén noticioso permite que recibamos ráfagas de información que rara vez interiorizamos y que, simplemente, se aloja en nuestra memoria de manera temporal sin que tan siquiera reflexionemos al respecto y, mucho menos, que cuestionemos si es verdadera o no. Quizás por eso cada 4 años elegimos los mismos rufianes para que nos sigan robando, porque si en los grandes medios hubo una denuncia, ésta pasó desapercibida o fue tan fugaz que ni cuenta nos dimos, o fue opacada por otra luz en esa habitación oscura.

 

Al igual que el gato, no tenemos rastro del trayecto de la luz, tampoco idea alguna del rumbo que habrá de tomar. En ocasiones somos un país sin memoria, en otras tantas tenemos una selectiva y conveniente y, en el peor de los casos, sí contamos con ésta, pero nos falta vergüenza.

 

Por andar detrás de esas luces proyectadas no vemos toda la habitación, no somos conscientes de nuestra historia y dejamos que los medios de comunicación nos la cuenten como ellos quieren, ojalá sea televisada y en formato telenovela para evitarnos la fatiga de leer.

 

Colombia ha perdido el foco, desde hace mucho, por culpa nuestra. ¡Sí, nuestra! Conjugamos el verbo «olvidar» en todas las personas del singular y del plural: Yo, usted, nosotros, ellos. Todos olvidamos las noticias con la misma facilidad con la que las absorbemos. Parecemos informados, así logramos sostener conversaciones en el almuerzo y, a veces, podemos posar de intelectuales cuando dejamos ver nuestra indignación en redes sociales por algún tema en particular.

 

Acá hay un gato encerrado que sólo espera que la linterna apunte hacia su nuevo destino. Gran problema que tiende a empeorar cuando muchos piensan que esa luz está en manos de tipejos, que encontraron en la religión un hipnotizador colectivo y un lucrativo proyecto de emprendimiento que, además, les da poder. Un problema que más parece enfermedad cuando una muchedumbre de gran tamaño profesa la convicción ciega de que Álvaro Uribe, Alejandro Ordóñez, Germán Vargas Lleras, entre otros, son los portadores de luz que Colombia tanto necesita.

 

Como Cósmica, dejamos que sean otros, los poderosos, los hijos de los mismos, los grandes empresarios, propietarios además de las cadenas de información más influyentes del país, los que dirijan nuestra atención a su antojo. Nos hipnotizan y, de la misma manera que mi gorda gata, actuamos con pereza y con ingenuidad, lo cual no nos exime de la responsabilidad de permanecer a lo largo de nuestra historia atrapados en esa habitación oscura de la que no saldremos hasta que no encendamos, de una vez por todas, la luz.

 

Por, Andrés Angulo Linares

@OlugnaElGato

¿Para dónde vamos?

Saber entender el mapa político mundial ayuda a despejar dogmas, ¿Pero cómo entender al Presidente Trump?  Loco o genio de la comunicación, hombre de negocios o el millonario que no declara renta, que seguramente disminuirá remesas para el Plan Colombia o dará la “guerra” al aumento de la producción de cocaína en el país.

Ahora, según el gobierno, Colombia presenta para este 2017 un crecimiento económico moderado pero respetable, pero la realidad es que este país no tiene un desarrollo económico integral, por ejemplo, en el sector agrario en Colombia, el 70% de los trabajadores del campo ganan al mes menos de un salario mínimo.

La economía del país atraviesa una nueva  Reforma Tributaria, en las regiones existen clientelismos que nutren a la corrupción y el modelo económico de Colombia no tiene presente la agenda ambiental, el país tiene 20 millones de hectáreas de reservas protegidas, es hora de pensar en los nuevos modelos energéticos.

Un país competitivo tiene que enfocar su economía en los productos propios con un sólido desarrollo de la infraestructura, la logística y la productividad. Para que este panorama tenga una esperanza, el control de la corrupción es una prioridad, un cáncer que afecta de forma descarada  las finanzas de la nación por lo que se requieren cambios profundos.

¿Cuál es la manera de hacer seguimiento a los recursos del país de una manera efectiva? ¿Qué pasa en las regiones con los presupuestos? ¿Para dónde van las nuevas economías?

Luis Fernando Arboleda, Presidente de Findeter. dijo en el Foro Semana #Colombia2017: “La economía colombiana se está dinamizando pero necesita las condiciones para crecer de manera distinta, pero cualquier sueño de tener un país diferente se trunca con la corrupción”.

¿Cuáles entonces deber ser los canales para fiscalizar los recursos del Estado?

Un aspecto positivo para este año es la demanda laboral para el sector de las Tecnologías de la Información y la Comunicación, las profesiones están cambiando y con esto, otro tipo de necesidades deben ser resueltas. Sería interesante que el talento junto con  la innovación tecnológica se concentrara en las regiones, dotándolas de incentivos que permitan que las personas permanezcan en el campo. El postconflicto es otro punto a favor para el panorama nacional, entendiendo que también incluye el desarme es de cada uno de nosotros, la violencia fuera del escenario de la guerra es escalofriante, esa violencia latente  hogares,  calles, es urgente desaprender la herencia del narcotráfico esa que enseñó “la cultura” de la riqueza fácil.

 

Por, Yuliana Saavedra

https://memoriadefuego.wordpress.com/

Reflexiones en la red

En nombre de la guerra gana el presidente como el comandante en jefe de las fuerzas armadas porque, la razón de ser, de un ejército es la guerra, no la paz.

El actor Ronald Ayazo comparte con nosotros una pertinente reflexión

Antiguamente: ‘’No des limosna en la calle porque fomentas la mendicidad’’, ahora: “No des limosna en la calle porque retrasas la revolución’’.

En lo social, pedir dinero se ha vuelto una forma de vida que muchos copiamos para hacerle el quite a la responsabilidad personal o familiar de nuestras obligaciones, o porque no hay más qué hacer para sobrevivir. Otros, con más dignidad, asumen el reto… ¿Un abogado, ingeniero, médico o profesional universitario manejando taxi? (Quienes así sobreviven no se acomplejen que aquí, en los Estados Unidos, hay miles así, titulados de otros países que trabajan en cualquier cosa por no tener licencia para ejercer su carrera y viven con dignidad porque trabajan honestamente).

Sí, así es a pesar de las alegres cuentas que en Colombia muestra el DANE que, a través de amañados resultados en sus boletines, esconde la realidad del desempleo del país. No pretendo descubrir el agua tibia, sólo recordar que el DANE suma como empleados a las personas que se cansan de buscar empleo y que, a fuerza de no encontrarlo, se tienen que meter a la economía informal, dicho en palabras reales, al rebusque, y eso lo suma la entidad oficial como ocupación estadística. Pero esa es apenas la punta del iceberg ya que, a pesar de que algunos pocos tienen la oportunidad de montar un pequeño negocio de cualquier cosa en la calle, aparecen los flamantes representantes de las alcaldías, los policías, y los echan de allí, y de allí, de la desprotección del estado, pasan al imperio de los extorsionistas del “gota a gota’’ en un despiadado juego de ping pong y es cuando, acorralados, entran a los grupos de delincuencia común, o también, gracias a los infiltrados civiles de la guerrilla quienes prometen “resolverles el problema’’, los enrolan en sus filas. ¿Qué hacer? La única alternativa es: o dejo que mi familia muera de física hambre, o hago lo que sea para sacarla adelante.

Yo, desprevenido ciudadano, más ocupado en soñar que en entender los jeroglíficos sociales, económicos y políticos de este país, me hago una serie de preguntas como estas: Si los habitantes de una nación tienen buenos ingresos per cápita por su trabajo, ¿No es más rico el país porque la gente compra más y los capitalistas venden más? Sin embargo, la mayor tajada del presupuesto nacional, que debería encargarse de bajar los índices de pobreza de sus habitantes, se los llevan las fuerzas armadas y muchos políticos. ¿Para quienes es un buen negocio la guerra? Mi escaso conocimiento, mi condición de simple ciudadano, mi desesperanza o mi rabia me empujan a responder… ¡Al gobierno! Entonces presumo una cantidad de respuestas e interrogantes. En nombre de la guerra gana el presidente como el comandante en jefe de las fuerzas armadas porque, la razón de ser, de un ejército es la guerra, no la paz. La guerra les da prebendas de todo tipo a los altos mandos mientras que la paz no. ¿Se imaginan a un alto militar desocupado sin la guerra? ¿Cuánta gente, y a qué costo, vale tener un ejército en paz, contrario a lo que demanda tenerlo para la guerra?; gana el gobierno que pide y pide ayudas internacionales para financiar el conflicto armado quedando, además, con patente de corso para elevar en nombre del conflicto impuestos al pueblo que es quien, a la postre, paga los platos rotos. Gana el “enemigo’’ del gobierno que puede delinquir sin pagar castigos por sembrar, elaborar, traficar y vender estupefacientes a pesar de que tiene que pagar “mordidas’’ a muchos de quienes conforman los poderes del estado; ganan los países que venden armas, tanto al ejército, como a la delincuencia organizada. También ganan los narcotraficantes quienes, a pesar de pagar a diestra y siniestra millones y millones para poder conservar corredores libres de la vigilancia militar y policiva, conservan suficiente para vivir más que bien.

¿En cambio, quiénes perdemos? Otras preguntas inevitables… ¿Qué se hacen los dineros conseguidos por el gobierno con las propiedades que les quitan a los delincuentes, con los dineros que rescatan del contrabando? ¿Con los millones de dólares encontrados en las famosas caletas de la guerrilla? ¿Qué pasó con los tesoros del galeón San José? ¿A dónde van a parar esos dineros de los cuales nadie habla y menos el gobierno de turno? ¿Cuántos problemas solucionarían esos dineros si hubiese justicia social?

Dios quiera que llegue la paz a nuestro país, pero también tengamos los ojos más abiertos para evitar, en lo posible, pagar un precio más alto que la guerra, precio que se escribe con letras mayúsculas… ¡CORRUPCIÓN!

Por, Ronald Ayazo | Estados Unidos

 

Poetas de la tierra

La poesía, una vez más, se abre paso entre el tráfago de las noticias cotidianas. Entre el intermedio de un partido de fútbol y una telenovela. Ella, esquiva unas veces, audaz otras, recoge briznas de realidad por aquí, sueños y esperanzas por allá.

Son poetas santandereanos nacidos en las décadas de los cincuenta y los sesenta, sensibles a su tiempo y al espacio que los vio nacer y crecer y que ahora en estas páginas que se nos vienen encima, no dejan escuchar los jadeos con los que se expresa su tierra y la tierra. Lo local y lo global. Lo local como trasunto vital y estético que recoge la entraña de las gentes, los paisajes y los modos de compartir la cotidianidad en unos tiempos ya idos, y en los mismos que transcurren ahora. Lo global como inserción en el complejo mundo de la sociedad informatizada donde nada que lo que ocurre allá nos deja incólumes acá. Todos dependemos de todos y nuestras sociedades son y se hacen cada vez más interdependientes. El futuro de la humanidad y de nuestro planeta es al fin y al cabo el mismo, y a todos nos compete igual. La globalización con todo su enjambre de ensoñaciones y ansias irrealizables podrá, si acaso, convertir al planeta en una vitrina comercial o en una aldea, la famosa “aldea global” de la que nos hablara McLuhan. Pero no podrá ocultar, sin embargo, y hay pruebas al canto, las expresiones culturales más nítidas de nuestros pueblos, nuestros modos de sentir, de percibir y de expresarnos a nuestro gusto y a nuestra manera por más que lo intentare. La sustancia misma de nuestras identidades culturales, que las hay, se encargará de preservar y en último caso de matizar la expresión de estas presencias que son a la vez trasunto de nuestras ausencias. El mundo de los afectos, de las sensaciones y el de las formas inéditas de expresión también son nuestro mundo.

Digo, el de los poetas y de los artistas en sus múltiples posibilidades de manifestación al ejercer su derecho a la libre expresión de su vocación creadora. Estos poetas, de los que hacemos referencia, están en la plenitud de sus vidas y de seguro en su infancia escucharon hablar del primer hombre en el espacio, Yuri Gagarin, y de la llegada de otro, Neil Armstrong, a la luna. Y de toda la parafernalia de la conquista del espacio. Quizás también de la revolución cubana y de los aires de profunda renovación social y económica que nos quedamos esperando. Y de seguro de los Beatles y de todas esas melodías y sonidos antes inexpresados. Tal vez bailaron el twist y se deleitaron con los sones de las nacientes baladas latinoamericanas. De seguro se conmocionaron con el asesinato de John Kennedy y con la irrupción de esa torrentosa novela que se llamó Cien años de soledad. Estas y otras novelas de su época les dieron el privilegio de nacer esa corriente estética de la literatura que luego trascendió con el pomposo nombre del “boon” de los escritores latinoamericanos o del “realismo mágico” como lo acuñara por esos tiempos Alejo Carpentier. Son poetas de nuestro tiempo, decíamos. Reporteros de las antiguas y de las nuevas sensibilidades. Pregoneros de la subjetividad, porque el universo de la poesía va más allá de los registros mecánicos y físicos de la tan cacareada objetividad. Y porque el mundo de las subjetividades e intersubjetividades también es el suyo y es su reino. Por estas y por otras razones nos hablan de sentimientos, de sensaciones, de formas vivaces de percepción y expresión. Del dolor y el amor. Nos susurran con sus versos visiones de mundos diversos y posibles. Nos hablan casi de todo. Del amor y la soledad: “las rocas suplican y nadie las oye”, nos dice uno de ellos. Otros nos lanzan una proclama acerca de “la blancura luminosa de tus calles empedradas de silencio” porque este mundo saturado de tecnologías de la información se está quedando incomunicado. Y la soledad de las urbes y los inmensos conglomerados abruma y genera versos como los enunciados y hasta canciones y divertimentos tecnológicos. 

Son poetas nacidos no hace mucho entre las sombras y las faldas de estas breñas santandereanas que nos sugieren abismos y distancias. Una geografía en fin que pareciera hacernos inaccesibles a quien nos contemple desde otras latitudes pero que permite al mismo tiempo que surquen en sus cimas ríos tormentosos y ríos apacibles que hacen posible la vida, la comunicación y la esperanza. “Un paisaje desolado era la palabra”, leemos en uno de estos versos. Y esta desolación que puede remitir por igual al espinazo de nuestras cordilleras o a los profundos precipicios donde se pierde la vista en lontananza, sugiere a la vez que la palabra misma como esencia creadora la que puede ser la vez espinazo y precipicio de universos enunciados, creíbles y posibles. De mundos realizables. La poesía, una vez más, se abre paso entre el tráfago de las noticias cotidianas. Entre el intermedio de un partido de fútbol y una telenovela. Ella, esquiva unas veces, audaz otras, recoge briznas de realidad por aquí, sueños y esperanzas por allá. Puede que por momentos se sienta ausente o innecesaria pero esta capacidad de trascender y de trascendernos nos la vuelve vital y la convierte en el oxígeno que sacia nuestras ansias de infinito. Sus estéticas literarias son las de siempre pero también las de ahora, las que corresponden a las nuevas propuestas de las tecnologías de los medios masivos y a las nuevas sensibilidades y formas de percepción o tecno-perceptivas. La televisión a color, los videos musicales, el mundo de lo digital y ahí, por esos parajes, del internet. Por igual se dan en sus palabras sentimientos que hunden sus raíces en la misma noche de los tiempos. El amor y la pasión, la soledad y el erotismo. El día y la noche. La complejidad del urbano se nos da y nos matiza en analogías como “amaba a la ciudad, tanto como tu cuerpo”. Mientras envasan las útiles impresiones mass-mediáticas de la iconografía contemporánea en versos chispeantes como cuando aluden a “luego de muerto Andy Wahol se ha puesto de moda Marílyn Monroe…”. Pertenecen estos poemas a hombres de nuestro entorno, de nuestra tierra, amamantados por una misma urbe. El inicio de un nuevo siglo, los sucesos del 11 de septiembre, los comienzos de un nuevo gobierno, que ojala no sea otro más, los recientes descubrimientos en el campo de la biotecnología, el genoma humano, para citar un caso reciente, tal vez estén cambiando el mundo o nuestras realidades inmediatas sin que nos demos cuenta o dándonos cuenta con el entrecejo pesimista. Pero el arte seguirá ahí. Actor y protagonista de nuestro tiempo, testigo sensible de nuestros pálpitos. Quizás tantas desgarraduras en nuestro tejido social reclamen con urgencia el bálsamo purificador de las palabras, de estas palabras que esperan ser recorridas por estos ojos, por todos nuestros ojos.

 

Referencias

1.      Antonio Acevedo Linares (Poeta, ensayista y profesor universitario) Ha publicado: Arte Erótica, 1988.Seis Plegables de poesía. Los girasoles de Van Gogh, 1999, Antología Poética (1980-1999).Vol. 1.Atlántica, 2004, Antología Poética, (1980-2004) Vol.  2. CD de Poesía de viva voz, 2004. En el país de las mariposas, 2007, Antología Poética, (1980-2007) Vol. 3.Por la reivindicación del cuerpo y la palabra, (Reseñas criticas) 2008. La pasión de escribir, 2013.La poesía está en otra parte, 2016.

2.      Julio César Correa Díaz (Poeta, dibujante y profesor universitario). Ha publicado: El altar de los oficios, 1999. Autorretrato con girasoles, 2000. Rizoma, nueve maneras de fabular el mundo (ensayo) 2002.Mientras pasa la tarde, 2004.Bajo el sol de Marzo.2010.

3.      Guillermo Velásquez Forero(Poeta y profesor universitario).Ha publicado: Itinerario del exiliado, 1993,Militante sin reino, 1994,Luz de fugas, 1996 (ficciones), Los evadidos (cuentos), 1995,El gesto de la huella, 1997.

4.      Hernán Vargascarreño (Poeta, traductor y profesor. Ha publicado: Plural, 1993. Almejas del tiempo. Poemas de Edgar Lee Masters (Traducciones) 2003. País íntimo, 2003.Quién mora en estas oscuridades. Poemas de Emily Dickinson, (Traducciones) 2007.

5.      Claudio Anaya Lizarazo (Poeta y cuentista.)Ha publicado: Evocación del espacio, (poesía) 1999.La palabra fundadora (Ensayo) 2001. Bumangueses (cuentos) 2005.Gajes de oficio, 2011. En Bitácora de los talleres literarios en Colombia. (Ministerio de Cultura, 2000) se publicó su ensayo Teoría y praxis del taller literario.

 

Por, Campo Elías Narvaéz

Escritor y Comunicador Social.