¿Petro mal perdedor e incendiario?

También decirle que la derrota no la sufrió Petro, la sufrió un pueblo sumergido en la miseria, siendo el tercero más desigual a nivel mundial.

Por, Jessica Yulieth Chávez Molina

Es muy cómico leer a un simpatizante de Uribe como lo es Fernando Londoño Hoyos, criticar a todo un señor como Gustavo Petro Urrego. Mirar su columna de opinión, donde se siente lo ponzoñoso que es y el veneno que destila hacia cualquier movimiento alternativo que no se sienta representado ni por Duque, ni por el Centro Democrático, para precisar por Uribe (aunque ambas figuras “posiblemente” sean lo mismo).

Señor Londoño salgo en defensa de Petro y en el derecho a la réplica que nos otorga la actual Ley 1909 del 9 de Julio de 2018, a decirle a usted, ¡sí a usted!, que los verdaderos incendiarios de Colombia son ustedes, los enemigos de una paz imperfecta, pero amantes de una guerra perfecta, bañada con la sangre de inocentes colombianos, quienes le hacen daño al país son ustedes los militantes del Centro Democrático, Cambio Radical, partido Conservador y la hegemonía Liberal que hoy es una vergüenza, ustedes son quienes le hacen daño a Colombia, con su odio, con su tergiversación de información y show mediático ante los medios, ponen al victimario como víctima, y a la víctima la terminan de matar con botas pantaneras y camuflados (…)

Si bien lo recuerdo, el pasado 17 de junio del presente año, Gustavo reconoció la victoria de Duque de manera pública y lo felicitó, como todo un caballero, aquí quienes se hacen enemigos imaginarios es usted y su combo de madriguera. Creería señor Londoño, que es imposible hacerle oposición a alguien que aún no se posesiona, pues aún no representa nada para Colombia, y por supuesto su término de “y dejarlo gobernar”, tampoco aplicaría para el caso en concreto por las razones antes expuestas. También decirle que la derrota no la sufrió Petro, la sufrió un pueblo sumergido en la miseria, siendo el tercero más desigual a nivel mundial, ¿a cuál derrota de Petro se refiere usted?, tengo la plena convicción que este país aún no está acostumbrado para un presidente tan humanizado como lo es él. Se acostumbraron tanto al mal vivir, que cualquier persona que les venga a decir que el Estado debe garantizar Derechos fundamentales es un “castrochavista”, “populista”, “comunista” y “guerrillero”, ya muchos se acostumbraron a comer la mierda que defeca Uribe, ¡nada que hacer!

Me da escalofrío la forma tan cínica en que se expresa, haciendo supuestos de que Petro intenta “volverse dueño de los asesinatos que se presenta en Colombia”, ¡no señor, no es necesario, que él se vuelva dueño de nada, porque estos ya tienen su autor material!, no siga blasfemando más.

Muchos Colombianos lo vemos como un vocero de paz, reconciliación y defensor de la VIDA, algo que ELLOS no conocen.

Aquí y ahora se sale en defensa de las víctimas del paramilitarismo que revivió el actual gobierno, porque a la hora de la verdad estos nunca se habían ido, sépalo de una buena vez, que se sale en defensa para rogarle al Estado que proteja el derecho a la vida de los líderes sociales, defensores de derechos humanos, activistas políticos, campesinos y/o cualquier otra persona que dedique su vida a las causas justas en contra de un gobierno opresor, corrupto y sucio, como lo han sido los de los últimos años.

No trate de politizar la muerte de estas personas ni volverlas un odio de partidos, me da gran dolor informarle a usted y a otros Colombianos que gran parte de los líderes  asesinados eran militantes de la Colombia Humana (no eran “guerrilleros” ni se encontraban asociados a clanes),  personas en zonas de post conflicto que soñaron con un mejor país, soñaron con un mejor acceso a la educación, a la salud, al sistema de pensiones, energías limpias, modelo de economía no solo basado en la mono exportación, soñaron con una Colombia que muchos de ustedes odian.

Estas personas fueron silenciadas por ser parte de un movimiento de cambio, aunque cabe resaltar que esta situación ya se venía presentando desde la firma de los acuerdos de paz, y se agudizo aún más la crisis humanitaria en la transición del actual gobierno, (para que no nos digan que los “buenos muertos”, TODOS son de la Colombia Humana), ¡no sea tan cínico y descarado! de querer minimizar la situación y agregarle un plus de odio a este pueblo sangrante.

La herencia que lleva Duque de familias tradicionales como los Pastrana, los Uribe, Ñoños, Musa, La Gata, Gordo Gracia, Gaviria, Valencia y muchos otros, nos están condenando a la guerra y miseria, gestan cizañas, e inseguridad, para luego vender una mal llamada seguridad que nada de democrática tiene, ¡ustedes son una verdadera madriguera de ratas! Le exijo señor Londoño que no siga engañando al pueblo con las NO creencias y supuestos ateísmos de Petro. Basta con ser seres humanos decentes, honestos, que respeten la diversidad, y sepan darle amor al prójimo para saber que es un buen creyente, algo de lo que ustedes jamás conocerán.

Para finiquitar señor Fernando Londoño Hoyos, usted es un completo ignorante de la historia de Colombia, la guerrilla del M19 tuvo sus orígenes como consecuencia de unas fraudulentas elecciones, en las que se le robaron la presidencia al general Gustavo Rojas Pinilla, un militar a propósito, algo muy parecido a lo que hizo la Registraduría en las elecciones pasadas con los E14. El M19 luego entonces fue una guerrilla de actos simbólicos. Petro nunca fue, ni será un terrorista como sí lo es su mentor, él fue privado de la libertad por el delito de rebelión, y se entregó sin mayor resistencia frente a su captura, de lo contrario, hoy muchos jóvenes solo lo conociéramos en la historia (…) Lo invito a que si tiene pruebas del supuesto terrorismo de Petro lo denuncie, es más yo lo acompaño ante la fiscalía de bolsillo que tienen ustedes.

Por, Jessica Yulieth Chávez Molina

Sincelejo-Sucre

Abogada en curso

Corporación universitaria del caribe Cecar

Jessica.chavezm@cecar.edu.co

 

Columna de opinión publicada en el portal Humana Radio y compartida por su autora con Rugidos Disidentes.

 

 

 

Carta abierta a Vanessa de la Torre Sanclemente

Lo más perverso del texto es la manera como usa la historia real de Gustavo Petro como lienzo sobre el que construye de manera magistral su propio personaje

Por, Hugo Villegas

La lectura de su texto titulado «Petro» me despertó mil sentimientos encontrados. Hace tiempo que no leía algo tan brillantemente escrito que fuera a la vez tan profundamente perverso.

La última vez que leí algo tan sobrecogedor con un estilo tan impecable, capaz de capitalizar todos los temores con una narrativa tan cautivadora, fue cuando leí la primera parte de Mein Kampf, de Adolfo Hitler, en la sección titulada «Reflexiones sobre mi vida en Viena», en la que se dirige a la dinastía austriaca de los Habsburgos, culpándolos por la decadencia de su imperio. Y luego el discurso, de talante muy parecido, dirigido al Reichstag en 1939, a propósito de la «amenaza judía» y lo que él llamó la «bolchevización de Europa».

Eran estos textos, así como el suyo, regaños desgarrados llenos de indignación y de dolor patrio, que exacerbaban la culpa en el lector desprevenido, llenando su alma de una peligrosa mezcla de odio y pánico, caldo de cultivo perfecto para el establecimiento del Tercer Reich, en las banderas, en la tierra y en los corazones y mentes del pueblo.

Usted tiene mucho talento para el thriller. El día que se decida a escribir una novela seré el primero en comprar un ejemplar porque sé que será excelente de principio a fin, no solo por su vívida imaginación sino por la excelente factura de sus textos.

Lo más perverso del texto es la manera como usa la historia real de Gustavo Petro como lienzo sobre el que construye de manera magistral su propio personaje, un proyecto de Führer criollo, astuto como ninguno, capaz de contaminar las mentes de los débiles y doblegar la voluntad de los poderosos, todo con tal de llevar a cabo su plan, que a juzgar por el pavor, la impotencia y la congoja que se lee entre líneas, debe ser diabólico, por decir poco.

Este alter-ego Hitleriano que surge de su indudablemente poderosa imaginación «le habla al oído» a los necesitados para usar su indignación, su rabia y su frustración como combustible inagotable para su proyecto personal de nación, mientras ellos, los «eternamente ignorados», estos «excluidos que no han tenido voz o han sido silenciados» son solo mencionados por usted como víctimas inocentes de las supuestas y terribles artimañas de un hábil hechicero, mientras al mismo tiempo su misiva se dirige al corrupto, asesino y abusivo establecimiento colombiano con la misma ternura de una hija amorosa que regaña a su padre cuando se ha equivocado.

Compara a quienes vemos las propuestas de Petro como una alternativa real con la gleba que de manera irracional sorprendió al mundo con el Brexit y la puesta de Trump en la casa blanca aduciendo sus mismas razones y su misma euforia, dando por sentado que una eventual victoria del candidato sería una catástrofe de similares proporciones, pero omitiendo hábilmente una mención expresa de esto.

Y me imagino que al lector desconcentrado se le escapa la traicionera nostalgia que salpica todo el texto, esa que deja entrever la imagen tutelar, casi paternal que usted parece tener de las castas políticas que se han auto-otorgado la dirección, sino la propiedad, de este inmensamente rico territorio que llamamos «Colombia».

Todos aquellos cuya pretendida sangre azul corre por sus venas mestizas como los Lleras, los Pastranas, los Gavirias y Samperes, los Turbay, los Betancur, los Barco y los Santos, y con ellos los levantados como Uribe y otros tantos hijos bastardos de reyes imaginarios, se visualizan a sí mismos como los padres afectuosos de una enorme familia, que a veces pueden equivocarse, o ser muy duros con ella, pero que todo lo hacen «por su bien» y dan a cualquiera que ose desafiar su divina autoridad el nada deseable título de «usurpador», opcionalmente sustituido por expresiones más modernas y efectistas como «dictador» o «populista».

Usted, señora De La Torre, llama «arrogante» a quien le habla de tú a tú a los pretendidos jefes de esta inmensa tribu, megalómanos incurables, sociópatas que decretan salarios de hambre para millones de compatriotas con la misma naturalidad con la que niegan las decenas, los cientos de masacres perpetradas para defender su permanencia en sus respectivas parcelas de poder, evidenciando una lamentable reverencia para con esa ralea inmunda de criminales, esos sí usurpadores, genocidas, traficantes de drogas, de influencias y de conciencias.

Y aunque su excelente diatriba merezca de mi parte quitarme el sombrero por su factura, de la misma manera debo, por respeto a mi propia conciencia, escupir sobre esa evidente oda al sistema de clases, a los prejuicios étnicos, a la barbarie hecha establecimiento.

Porque esas dinastías de sicópatas no son de ninguna manera «instituciones», sino meramente impostores. La única institución verdadera aquí es el pueblo, el que ha puesto el sudor, la sangre y las lágrimas para construir con llagas en sus manos y cicatrices en sus espíritus lo poco que hemos logrado edificar como país, no gracias a esos supuestos líderes sin ninguna legitimidad, sino a pesar de ellos.

Así no le guste que se lo digan, señora De La Torre, lo cierto es que usted y yo, y el presidente Santos, y Gustavo Petro, y Rodrigo Londoño, y Claudia López, y el señor de la panadería, y la señora del aseo, y el profesor de la escuelita en el pueblito de nunca jamás, y Álvaro Uribe, y el raterito callejero y la enfermera y el abogado y el conductor del bus SOMOS TODOS IGUALES.

Ninguno de nosotros, pueblo raso y lleno de callos, le debemos ninguna pleitesía a ninguna corbata, vieja o nueva. Sentimos el mismo frío, el mismo amor, el mismo miedo, el mismo dolor y merecemos el mismo respeto.

Hablarle de tú a tú a usted o al mismísimo presidente de la república no hace «arrogante» a ninguno de nosotros, la chusma, los que venimos del barro con la furia de doscientos años de promesas incumplidas comenzando por la original, la de los próceres de la independencia que le gritaban «¡libertad!» a la indiamenta que lideraban como si alguna vez hubieran pensado cumplir este sagrado juramento.

Estafadores originales, traidores del pueblo que les dio la victoria y luego esclavizaron para su propio beneficio.

Ninguna división social. Todo lo contrario: lo que se busca, y se está logrando, es cohesión con claridad y unidad de propósito.

Estoy seguro de que a cualquier político le va a encantar contratarla para que le escriba sus discursos por su facilidad de palabra y su impecable estilo, y hasta se agradecería, a ver si nos dejan en paz con sus pueriles cantitos de las «farrrr», de Venezuela y el ridículo ‘castrochavismo’.

Le digo la verdad, disfruté mucho leyendo su escrito. Ojalá algún día llegue yo a tener esa habilidad con las letras.

Lástima que sea falso.

Por, Hugo Villegas*

 

*Docente en Escuela de Música y Audio Fernando Sor y Profesor en SAE Institute Bogotá

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