Un placer que una pantalla no desplazará
“Soy Pink Tomate, el gato de Amarilla. A veces no sé si soy tomate o soy gato. En todo caso me parece que soy un gato que le gustan los tomates o más bien un tomate con cara de gato” – Opio en las nubes, Rafael Chaparro Madiedo
Una tras otra las imágenes en la pantalla recrean para el espectador diversos mundos: reales, imperfectos, mágicos y en ocasiones inimaginables. Es verdad, el mundo visto a través del cine o la televisión es fascinante, en estos tu imaginación cumple con ser una espectadora, juega y se recrea en esos escenarios creados y diseñados por otros, no tienes la posibilidad de dibujar en tu mente un árbol 30 centímetros más alto de aquel que estás viendo, o imaginar un sol menos brillante de aquel que se asoma frente a tus ojos. Ese mundo está ya diseñado, tu imaginación debe adaptarse y recorrer sus calles, saltar por entres sus edificios, conducir sus autos, sentir -por qué no- el miedo de caer por una montaña, mas no de la que imaginas, sino de aquella que estás viendo. No tienes forma de introducir tu toque creativo en esa realidad, puedes relajarte y disfrutar, pues ya un equipo de producción hizo el trabajo que haría tu mente, si en vez de estar frente a una pantalla, tuvieses un libro.
Si la película o el programa que estás viendo te envuelve lo suficiente, te emocionas al máximo, te asustas, sufres con la crueldad y puedes identificarte tanto con la tragedia humana allí reflejada, que al final terminas compadeciéndote del personaje, puede ser tanta la emoción que corres el riesgo de llorar. Es cierto, el cine y la televisión tienen su encanto.
No obstante, el grato ejercicio de la lectura implica una rutina diferente, pues en ocasiones no eres tú quien elige que leer, sino que -por alguna extraña razón- un libro termina eligiéndote. Él, te seduce y convence. Frente a sus hojas, tu imaginación no se limita a observar aquellas realidades por otros construidas, aquí se convierte en la diseñadora que en las letras encuentra las indicaciones para construyas esos mundos, unos más ajustados a tus impresiones. Con los libros el ejercicio va más allá de una simple observación, con ellos estableces una relación de diálogo, interactúas con ellos mientras te dejas sorprender con los elementos que el autor ha introducido en su obra. En sus páginas encontrarás también emociones y podrás reír, pero también llorar.
La Feria Internacional del Libro de Bogotá –FILBo 2015– conquistó de nuevo a la ciudad capital, esta vez su gran país invitado es Macondo, ese lugar imaginario que gracias a Gabo cobró vida, porque de alguna forma u otra todos somos Macondo. Conversatorios alrededor de la obra del nobel colombiano realizados en una gallera, adentro de ella, todo es literatura. Todo tiene que ver con Gabriel García Márquez.
FILBo 2015, demuestra una vez más porque es el evento cultural más esperado durante el año y porque es una de las ferias más importantes de latinoamérica. Miles de visitantes la recorren, se dejan cautivar por la magia de los libros y adquieren títulos diversos que han de llevar a sus casas para que, ojalá en su mayoría, sean leídos por sus compradores y no sean simplemente objetos ornamentales en sus bibliotecas. (Leer: No leemos, pero sí compramos)
La lectura habitual enriquece tu imaginación, abre tu mente a otras posibilidades y permite que tu vocabulario se amplíe de manera generosa. Además, no hay nada más seductor en una persona, que verla leer un libro que a ti te guste.
Rugidos Disidentes
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