A Pilar Lozano la conocí de dos formas: a través de la literatura infantil, cuando era niña y leía “Colombia, mi abuelo y yo” y “Socaire y el capitán loco”, años más tarde, la conocí otra vez en el periodismo…»
Denunciar con el periodismo, sanar con la literatura
Por, Ana Puentes
“Creo que la literatura llegó a salvarme de este mundo, uno como periodista conoce realidades tan duras y tan crueles de Colombia”
A Pilar Lozano la conocí de dos formas: a través de la literatura infantil, cuando era niña y leía “Colombia, mi abuelo y yo” y “Socaire y el capitán loco”, años más tarde, la conocí otra vez en el periodismo, buscando crónicas de guerra. No es la primera persona que navega entre las aguas del periodismo y la literatura, ya lo han hecho Gay Talese, Truman Capote, Gabriel García Márquez, Ernest Hemingway, Juan Carlos Onetti y Daniel Defoe. No es la primera periodista que cubre guerra, Jon Lee Anderson, Alma Guillermoprieto, Arturo Pérez-Reverte y Ryszard Kapuściński han dado la batalla en el papel. Ni es la primera que se preocupa por la infancia en Colombia. Sin embargo, la magia de su obra está en otra parte: en cómo combina ambas narrativas para hablar sobre y para los niños de Colombia, en cómo las trabaja para contar lo que le pasa a los pequeños peones de la guerra y cómo ella misma terminó hallando la paz en la literatura infantil.
“Creo que la literatura llegó a salvarme de este mundo, uno como periodista conoce realidades tan duras y tan crueles de Colombia”, dice Pilar mirando por la ventana de su apartamento en Bogotá. Afuera, el Bacatá va escalando el cielo entre el barullo del centro; adentro, entre sillas con forros tejidos a mano, libros aquí y allá, dibujos de niños enmarcados en las paredes y recuerdos de todos los rincones de Colombia, está la mujer de 64 años, la periodista de El País, la autora de 18 libros sobre Colombia y sus niños, el premio Simón Bolívar por Las Puntas de Colombiay por Las Reporterasde Caracol, la tallerista de la Red Nacional de Talleres de Escritura Creativa (Red Relata), la viajera incansable, la enamorada de la infancia.
Ana Puentes:Usted con la palabra hace dos cosas: periodismo y literatura. Con una retrata y denuncia y con la otra crea mundos para niños. ¿Cómo hace ese switch? ¿Ese cambio de periodismo a literatura?
Pilar Lozano: Lo hice durante muchos años. Ahora no, por fortuna, ya tengo un solo ‘switch’. Eso era como una esquizofrenia mía. En periodismo uno tiene la oportunidad de meterse en la realidad de Colombia, que es muy cruda por la violencia. La literatura y el contacto con los niños y los jóvenes me volvieron a sembrar esperanza porque con el periodismo me sentía frustrada, decía “este país no tiene arreglo” y lo sigo pensando muchas veces. Voy a los colegios y me encanta ver el entusiasmo y el interés de los pequeños por lo que está pasando en el país. Cuando todavía era periodista y pasaban cosas horribles, llamaba a la editorial y decía “¿no hay un colegio por ahí?, ¡urgente!, necesito volver a tener un poquito de esperanza”.
¿Cuál sentía que era su objetivo con el periodismo?
Me metí al periodismo porque soy muy curiosa, me fascina ir a los sitios, ver las cosas y no que me las cuenten. Tenía 16 años cuando decidí estudiar esto, entre muchas otras cosas que quería hacer… un día quería ser agrónoma, otro profesora y cada día algo distinto, hasta que mi papá perdió la paciencia: “¡Usted quiere estudiar de todo!, métase a periodismo, que ahí tiene que saber de todo y hacer de todo”. Hoy estoy convencida de que no habría sido escritora si no hubiera sido, primero, periodista. Mis libros parten de ver y sentir lo real, me los he encontrado en medio del trabajo, no nacen de la fantasía. Si me quedo encerrada no escribo nada, porque mi esencia es de periodista. Fue con la elaboración Las puntas de Colombia, con Revista Diners, que me fui a descubrir un país que nadie me había contado. En uno de esos viajes apareció mi primer cuento, “Socaire y el capitán loco”.
¿Y qué pasó cuando se encontró la literatura haciendo periodismo?
Me llené de felicidad. Nunca pensé que fuera a escribir literatura, mucho menos literatura infantil, pero me salió y fue tan rico que después me fueron apareciendo cuentos en medio de la labor periodística. A veces me costaba, escribir ficción no es fácil mientras se escucha y se reportan las noticias, la tragedia del país.
Y ya teniendo ambos, ¿cómo empezó este contacto con los niños del conflicto colombiano?
Partió de la idea de hacer un libro entre un grupo de amigos periodistas sobre reinsertados. Escogí trabajar con jóvenes y llegué a una escuela para los reinsertados que no se habían adaptado al ICBF (Instituto Colombiano de Bienestar Familiar) o que estaban casados, y estaban ahí mientras daban el paso a adultos. Iba todos los días, sólo a verlos y oírlos y a empezar a construir esa amistad, y creo que es de las cosas que más me han golpeado en la vida, que más me han cambiado y qué más me han horrorizado. Yo decía, “no puede ser que esto esté pasando en Colombia y nosotros no tengamos ni idea de ese horror y que nadie haga nada, ¡nada!, para evitar que los niños vayan a la guerra”.
Empezamos a hacernos amigos y venían acá a la casa, por eso creo que logré hacer ese libro, porque si uno tiene un solo contacto como periodista, preguntando, acosando, presionando, no logra entrar al alma de un niño. Un trabajo con niños es largo, al comienzo muchos dicen mentiras y después van cambiando el rollo.
¿Y cómo terminó ese trabajo periodístico en literatura?
Sentí que debía hacer una novela de esto, que necesitaba contarlo de esa manera y la literatura me lo permitía. Tenía la idea en la cabeza, aunque no hallaba el hilo, pasaron muchos años. Pero fueron dos personajes muy amigos los que me dieron la historia: Era como mi sombra.
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Ana Puentes
anapuentes@rugidosdisidentes.co