(Bosa, Bogotá D.C., Colombia)
Por,Olugna
El cierre inesperado de las puertas de Caza Lectores, tomó por sorpresa al Colectivo Editorial Origami y a sus estudiantes inscritos en el proceso ‘Artesanos de la Palabra Escrita’. Sin embargo, al igual que el pasto sabe crecer entre las rendijas de los andenes, el taller, buscaría otro espacio en el que pudiera realizar la segunda sesión de la iniciativa que comenzó el 27 de enero bajo un ideal: escribir un libro ilustrado sobre plantas y animales patrimoniales de Colombia y del resto del continente.
Son las 10 de la mañana. La segunda sesión de ‘Artesanos de la Palabra Escrita’, denominada con el nombre ‘Secretos, Magias y Poderes de Algunos Colores Botánicos’, está próxima a comenzar. Los contratiempos desatados por el cambio imprevisto de lugar, no fueron suficientes para desanimar a los estudiantes; todo lo contrario, cada uno de ellos, sin importar el cambio de locación, acudieron a la casa dispuesta por uno de los miembros del colectivo, para continuar con el proceso que ocho días atrás comenzaron.
Es una casa más pequeña. Cada uno de los 23 inscritos buscaron un espacio para acomodarse. Los asientos del comedor, los sillones de la sala, sillas plásticas prestadas y las escaleras, ofrecen a los estudiantes un ambiente acogedor desde el que pueden observar la proyección de las diapositivas en el televisor y prestar atención a Ángela Ladino, la joven profesora que los acercará a los colores que provee la naturaleza ―mismos que tiñen con las montañas, los parques o los jardines―, puestos en función de la creación de tintas.
Como lectores y escritores desprevenidos, pocas veces reparamos en la importancia de la tinta en ese diálogo íntimo que se da entre un autor y el individuo que hojea su creación con un único fin: adentrarse a ese inmenso universo creado a través de la palabra y de los trazos. De aquí, la relevancia de esta segunda sesión.
Bajo la guía de Ángela, los estudiantes, aprenderán a obtener de las plantas de poder, el insumo que les permitirá inmortalizar en el papel sus pensamientos, sus cosmovisiones y sus sentires alrededor de las especies faunísticas y animales que les serán asignadas; al tiempo que se acercarán a las especies nativas del yarumo blanco y la coca, que ha sufrido el señalamiento de aquellos que se niegan a comprender que no son ellas las culpables del narcotráfico y la violencia, sino otra de sus víctimas silenciosas.
Desde su mismo título, ‘Secretos, Magias y Poderes de Algunos Colores Botánicos’, la sesión del día de hoy es provocadora. A medida que Ángela invita a los estudiantes a caminar en la historia para descubrir el origen de la tinta, descubre para ellos, las técnicas que les permitirán extraer de las hojas, tallos y otras partes de las plantas, los pigmentos que serán usadas en la creación del libro.
No es casualidad que Ángela lidere la segunda sesión de ‘Artesanos de la Palabra’; es la respuesta a una inquietud que la ha llevado a investigar durante cuatro años las plantas, sus propiedades y los beneficios que tiene para compartir con el ser humano. Su profesión como diseñadora de modas, le ha permitido buscar otras posibilidades que no deterioren, ni exploten el entorno en función del dinero.
No se trata de maltratar a la planta para extraer la tinta, sino de tomar de ella ese obsequio que quiere compartir con nosotros para dar lugar a nueva creación, en esta ocasión, a través del arte, porque todo texto, cada trazo ―en sí mismo―, es una manifestación de vida; la demostración de que todo individuo necesita de un poema, un relato, una ilustración, para dejar su huella en el planeta, para no extinguirse.
La teoría ―en ocasiones― tediosa, el día de hoy, es una conversación grupal en el que cada quien puede interactuar de manera libre. Basta con observar la atención de cada uno de los estudiantes, para comprender que no es una clase convencional; es una experiencia que transformará sus cosmovisiones individuales; un ritual que les permitirá entender que las plantas escuchan, hablan y responden de una forma diferente, que lo hacen desde el ciclo de vida que les da la posibilidad de crecer, mutar sus colores, respirar a través del movimiento de sus hojas, de compartir con el ser humano, sus frutos, sus semillas y otros regalos.
Es una experiencia interactiva que les permite entender la relación simbiótica que se da entre la planta y el ser humano, cuando este corta de ella sus flores, macera sus hojas o descubre su poder tintóreo; una práctica que recoge el saber ancestral y rinde respeto a la naturaleza. Cada participante, visto como un artesano, tiene la oportunidad de obtener los pigmentos y enfrentarse a la complejidad que supone una técnica que requiere de destreza, delicadeza y paciencia.
Divididos en dos grupos, cada uno de los estudiantes, extrae la tinta de la coca y el yarumo, las combina con modificadores naturales del color: sulfato de hierro, ácido cítrico, bicarbonato de sodio y calcio, y las plasma en hojas para poner en práctica las lecciones de la profe.
Cada diapositiva reflejada en el televisor es definitiva y deja una inquietud: vale la pena explorar el universo de las plantas, escarbar en sus secretos y entender sus lenguajes. Al fin y al cabo, no somos organismos tan diferentes, somos hijos e hijas de la Pachamama. Si lo miramos bien, necesitamos más de ellas, que ellas de nosotros.
Son casi las tres de la tarde. Después de un recorrido por el herbario cuidado con esmero en el tercer piso de la casa, nos despedimos en espera de la tercera sesión de ‘Artesanos de la Palabra’.
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