Escucha mi corazón, escucha su latir que cuando deje de hacerlo
te habré perdido.
Expresiones que identifican
Quien dijo que es necesario en la vida aprender un arte y me dijo ¡defiéndase como un león!
El corazón de dios
Para que la amaras siendo dios,
y todo tu amor reservado para el mundo, fuera, entonces, solo para ella.
Erótica muerte
Besas cual fiel amante el despojo en el pavimento, hueles su silencio
abrazas su miedo.
Recuerdos al despertar, fragmentos de una memoria rota
Caminaba con la vista perdida en el horizonte y su cabello se revolvía violentamente con el viento arremolinado alrededor suyo y hacía ondear su ropa, que más que ropa, era un conjunto de harapos miserables, haciendo el intento de cubrir triste y precariamente un cuerpo
Cuando las calles eran de hierro: la historia del rock bogotano
Cuando las calles eran de hierro, de Felipe Szarruk, profundiza en esas vivencias acontecidas en los bares de la ciudad que por aquel entonces inundaban sus noches de rock n’ roll y sonidos extremos
Oprobio a la muerte del poeta
Dulces lamentos de ángeles impuros que ayer se atrevieron a amar. ¡Bella canción!,
Cierra tus Ojos
¡Ciega mi mirada! No miro nada alrededor. Con los ojos abiertos, aún inundados por las lágrimas,
no miro nada alrededor.
Senos pequeños, senos dorados
Senos pequeños, que una noche de tormenta se hicieron mujer. Senos dorados, que una noche de tormenta los quiso contemplar el diablo.
Devoción
10:00 p.m., fue un día duro. Recorrer las calles de Bogotá cada vez se hace más difícil. Taciturnas son las tardes como tormentosos los sueños.
«Todo tiempo pasado fue mejor», escucha decir a un locutor de la radio. Para él no es así. Su tiempo pasado ha sido igual que su presente –quizás– igual que su futuro. Día a día termina siendo vencido por sus propios demonios. Nada ha cambiado.
«La muerte sería la única capaz de romper la rutina» piensa cada mañana, una vez despierta.
Se persigna, reza un Padre Nuestro, tres Ave Marías y un Gloria al Padre. Dispone los cartones como colchón, se tapa con una vieja y arrastrada manta que encontró hace mucho en una caneca.
—Solo espero que hoy no llueva— y cierra los ojos un domingo cualquier en la misma esquina del 7 de Agosto.