La (in)finitud de la vida

La (in)finitud de la vida

Despertar es identificarse con la precarización de la vida, con el combate insalubre de la moral, con la sentencia absoluta de nacer para morir

(Popayán, Cauca, Colombia)

Por, Jorge Alberto López Guzmán

Este escrito es una invitación a morir dignamente y renacer en medio de las complejidades del presente. Es un llamado a la introspección, a las reminiscencias catárticas, a las nostalgias del futuro, es un manifiesto por la angustia y el dolor.

Despertar es identificarse con la precarización de la vida, con el combate insalubre de la moral, con la sentencia absoluta de nacer para morir –pero no por cuestiones biológicas– sino por las condiciones materiales, las deficiencias de los establecimientos y la mercantilización de la vida como una asimetría entre lo valioso y lo útil, vislumbrando mecanismos de dominio, donde imperan las sentencias amenazantes de respirar para ser construido como un objeto pernicioso ante la comodidad del soberano y sus ciegos seguidores, que encuentran que el inconforme dilucida la paradoja de haber nacido y la imposibilidad de poder vivir.

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Enfrentarse a la conciencia de la mortalidad, es un paso hacia la comprensión de la existencia como un misterio develado. Secuelas y decisiones le llamamos a las respuestas repentinas de lo fortuito del destino, de lo anacrónico del presente y del futuro deseable, que recae en distopías más reales que poéticas y conllevan a la (in)finitud de la vida.

Somos sirvientes de nuestros deseos, nos resignamos ante las certezas de la cotidianidad, y nos arrojamos al desprecio de quienes se burlan de nosotros en una torre de papel sostenida por los hombros de un millar de inocentes que describen a su vida como una maravilla.

Concibamos la inminencia de la vida como un obsequio de la muerte, proclamando el final como un estado de excitación y el trascurso hacia él, como el más bello de los orgasmos. Saboreemos los pliegues de la realidad y convirtamos cada instante en una anécdota, recuperemos la capacidad de asombro por el mundo y así la (in)finitud de la vida, será una constante promesa por cumplir y al final el miedo de no haber vivido con la audacia de la locura, será el aliciente para aferrarnos a la vida y hacer de ella un festín. Este discurso es para todos aquellos insurrectos que edifican sueños en los temores de los desesperados de corazón e insatisfechos con su vida, engrandeciendo todo lo vivido.

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