Por, Olugna
Primera parte: La radio puesta al servicio de la guerra
La radio marcó de manera decisiva la historia de la humanidad y su aparición trazó un nuevo paradigma en el poder de la comunicación. Una vez alcanzado su desarrollo como medio que permitió la transmisión verbal de mensajes entre lugares lejanos, su pertinencia permeó la vida y acontecer de la sociedad en todos sus ámbitos. No solo acortó distancias, permitió, además, un mayor alcance de la información emitida desde un punto emisor a varios receptores.
Su aparición fue decisiva en los primeros escenarios de conflicto, tanto así que logró despertar el interés de las grandes potencias, una vez declarada la Primera Guerra Mundial, por invertir en su desarrollo y tecnificación. Sus señales permitieron agilizar el trámite efectivo de provisiones a las distintas bases militares, dirigir operaciones aéreas e incluso crear interferencias para truncar la comunicación de una tropa enemiga. La radio logró de esta manera confirmar su importancia para la humanidad y se convirtió en una herramienta fundamental para los gobiernos, abrió el camino para la propaganda política y estrechó su relación directa con el poder.
Así lo entendió Adolf Hitler que una vez llegó a la cancillería, de mano de Joseph Goebbels, buscó el control de la radiodifusión a través del Ministerio del Reich para la Ilustración Pública y Propaganda (Reichsministerium für Volksaufklärung und Propaganda) y encontró un efectivo mecanismo de divulgación ideológica.
El potencial de esta nueva arma no se midió en su capacidad de destrucción física, sino en el efecto psicológico en la propagación del miedo. Tenebroso atributo que permitió contagiar por toda Europa la ideología nazi y encontró poderosos aliados en la clase burguesa y la iglesia católica.
Si la radio oficial fue la amenaza, la radio disidente fue la respuesta
Los académicos José Montes Fernández y Javier Sierra Sánchez[1] describen los primeros vestigios de la radio disidente, dos años antes de la hora cero para el comienzo de la Segunda Guerra; los alemanes contrarios al nacionalsocialismo realizaron las primeras emisiones de radiodifusión rebelde entre las sombras y en la clandestinidad, desde aquella aparición la radio pirata trazó un rumbo paralelo a la también fascinante historia conocida y aceptada de la radio.
Así empezó a recorrer su propio camino, uno poco mencionado, un camino disidente. Surgió en aquel momento, como respuesta a la indignación presente entre los opositores al nazismo que encontraron en las ondas radioeléctricas el canal más adecuado para manifestar su resistencia ante la crueldad de un régimen despiadado que grabó con sangre uno de los episodios más tristes de la edad contemporánea, que dejó en su senda los cuerpos de millones de anónimos que tristemente murieron sin entender el porqué de su macabro final y su dignidad, aunque pasen otros sesenta años, jamás será reivindicada.
Estas primeras emisiones, encubiertas pero legítimas, fueron objeto de persecución por parte de la GESTAPO y sufrieron un prematuro final. No obstante, para 1938, en esta ocasión desde Austria, en una estación cualquiera, surgieron de nuevo aquellas transmisiones ilegales invitando a la desobediencia y a la emancipación de las tropas contra sus propios jefes nazis, tiempo después, dicha estación hubo de trasladarse hacia República Checa y posteriormente vio su fin gracias a la acción legal de la policía.
Montes y Sierra señalan a Radio Londres como una de las estaciones más celebres durante el periodo de guerra. Intrépida, Radio Londres llegó con sus emisiones a un público escaso a mediados de 1940 y aun así se presume que contribuyó al nacimiento de la resistencia francesa.
Su papel fue definitivo, pues fue esta un puente de comunicación entre los combatientes rebeldes y las Fuerzas Francesas de Londres. Sus mensajes codificados dictaron instrucciones a los líderes a cargo del movimiento rebelde, tal cual fue el caso de Los Largos Sollozos de los violines, cuya transmisión comunicó en 1944 a las tropas locales el arribo de las Fuerzas Francesas en Normandía.
La radio comprobó en el holocausto nazi su efectividad en las masas: «es un arma terrible en manos de quienes sepan hacer uso de ellas», escribió Hitler antes de llegar al poder. No obstante, su uso por parte de la resistencia, permitió también que miles de vidas se salvaran.
La radio pirata: aliada de los trabajadores y de la revolución
Bolivia y Cuba
Siguiendo los pasos que su hermana europea había comenzado años atrás, la radio disidente en América Latina también hubo de encontrar una trinchera que alentó y motivó a diferentes movimientos de resistencia en contra de las dictaduras y regímenes instalados a mediados de siglo. Su campo de acción no fue solo el ideológico, procuró, además, adelantar procesos comunicativos a favor de la alfabetización y la educación.
Proveniente de diversos orígenes, la radio alternativa, pirata, independiente, educativa, popular, alterativa, comunitaria, trucha –como se le conoce en Argentina–, entre otros apelativos, permitió que distintas organizaciones sociales, gremios, sindicatos e incluso la iglesia encontraran para la radiodifusión prácticas diferentes, de acuerdo con los objetivos planteados para la misma, preservando ante todo una operación alejada de fines mercantiles.
La minería ha sido la fuente de ingresos más representativa en Bolivia. Precisamente, en un socavón, surgió en 1940 La Voz del Minero, cuya existencia no alcanzó los diez años de funcionamiento, pues para 1949 el Ejército se encargó de darle fin a esta experiencia comunicativa gestada desde los sindicatos de la minería, bombardeándola y sacándola de circulación por tres años.
Su corta permanencia inspiró el nacimiento de otras prácticas comunicativas similares que quedaron en el registro sonoro de la historia boliviana, entre las cuales, también se destacaron Radio Vanguardia de Colquirí, Radio 21, Radio Ánimas, entre otras, en su mayoría con vocación sindical que contribuyeron al fortalecimiento del movimiento de trabajadores mineros.
Su programación permitió la inclusión de eventos deportivos, radionovelas, espacios informativos, etc.; no obstante, con la represión, fueron estas emisoras las ondas disidentes que mantuvieron a la población al tanto de los asuntos públicos y se convirtieron en una voz confiable que transmitían otra versión de la realidad, una más cercana a esa verdad.
Su existencia solo se prolongó hasta 1967, pese a la lucha de los obreros que hasta el último minuto lucharon en contra del ejército oficial que a sangre y fuego aniquiló estas estaciones. Si bien es cierto, para 1980 perdieron vigencia y la mayoría se extinguió a fuerza de las mismas circunstancias, su trasegar histórico como organizaciones independientes, auto sostenibles y al servicio del pueblo, permitió establecer los principios sobre los cuáles se reglamentó la radio y sentó las bases para el ejercicio del periodismo puesto al servicio de la comunidad.
Los años cincuenta fueron significativos para distintos procesos sociales, políticos, revolucionarios y reivindicativos para gran parte de los países de Centro y Sur de América, la radio, fiel a su trayectoria, permaneció no solo como testigo y narrador de los acontecimientos, sino como protagonista activa que enlazó al pueblo con su realidad.
Así lo entendió Ernesto Guevara de la Serna que en Sierra Maestra fundó en la clandestinidad Radio Rebelde para un febrero de 1958. Su primera transmisión reprodujo las notas del himno invasor y algunas operaciones de las columnas del guerrillero. No superó los 20 minutos al aire.
Ofició como Director Luis Orlando Rodríguez, junto con dos locutores: Ricardo Martínez Victores y Orestes Valera, que también acompañaron la transmisión con pequeñas efemérides ocurridas 63 años atrás.
Radio Rebelde, voz oficial y permitida de la disidencia, denunció los vejámenes de la dictadura de Fulgencio Batista mientras en contraste, dio difusión al discurso revolucionario e invitó al pueblo a la insurrección y finalizada la guerra un año siguiente a su nacimiento, la estación ya permitía enlazar más de treinta emisoras de los diferentes frentes insurgentes y contaba con más de 156 antenas repetidoras.
Con el triunfo de la revolución la historia de la radio en Cuba también se transformó y permitió nuevas opciones para los pequeños operadores que se organizaron en el Frente Independiente de Emisoras Libres – FIEL. Un avance significativo para la radio pirata, pues de esta manera pasó de las sombras a la legalidad y se convirtió en la radio oficial del régimen.
Bolivia y Cuba vieron como la radiodifusión pirata se convirtió en el medio de comunicación de preferencia entre la sociedad, pues en verdad, a diferencia de las cadenas oficiales, permitió un enlace mucho más amplio, participativo y crítico del colectivo social de frente a la realidad política que se vivió en aquellas naciones.
De esta manera, aunque independiente en el caso de Bolivia e ilegal en Cuba, la radio disidente se constituyó en una opción alternativa y legitima que de cierta forma también identificó a un pueblo, a una generación y a unas circunstancias políticas, culturales y sociales, instalándose como punto de referencias en otras latitudes del continente que encontraron en este ejercicio de la radio su mejor respuesta a la utilización manipulada de los medios legalmente constituidos.
1 Comentario
Bien por las dos reseñas, habría que hondar mucho más en el tema que realmente es fascinante.