(Fontibón, Bogotá D.C., Colombia)
Crónica y fotografía: Olugna
Carros, buses, motos y bicicletas compiten por un espacio en las estrechas calles principales que bordean el parque. El atasco del tráfico del mediodía del sábado ―retrato paródico de una ciudad moderna―, contrasta con la arquitectura atrapada en el tiempo que aun permanece intacta en la localidad que otrora fuera un pueblo vecino a Bogotá. En los andenes, el tumulto de transeúntes desprevenidos y presurosos, permite comprender que la oportunidad de detenerse por un instante en el entorno no es una opción en un urbe inmensa, densa y saturada.
La tarima dispuesta en el medio del principal y las barreras de seguridad, rompen con el paisaje habitual; músicos, personal de logística y los primeros asistentes, contrastan con los peatones, vendedores ambulantes y artesanos que se ubican a los costados del parque; un retrato ―si se quiere― literario de unas de las localidades más longevas de Bogotá: Fontibón, territorio que ha logrado organizarse alrededor de las diferentes expresiones culturales que nacen en los barrios que la conforman.
El ritmo acelerado de K.O.M.A, segunda agrupación del festival, ahoga el paisaje sonoro de la rutina cotidiana del sector; otro retrato urbano, cuyos trazos dan forma a esa narración que el rock, en su versión más cruda, ha construido en la ciudad; mezclándose con su gente, compartiendo con sus habitantes, mimetizándose con el entorno; participando, también, de los procesos comunitarios que buscan dejar su huella en el amplio espectro estridente de Bogotá.
Es una tarde despejada, el sol golpea con bastante fuerza y la sensación en el cuerpo es sofocante, de manera simbólica, se enfrenta a la oscuridad que identifican a las expresiones más extremas del rock. El público, hasta el momento escaso, presta atención a las canciones influenciadas por el punk que ha preparado K.O.M.A para su concierto.
No es una agrupación de formación reciente. Sus integrantes, en esos entonces adolescentes, forman parte de esa generación que creció y se enfrentó a la transición que supuso la aparición del internet. Inquietos por esa realidad convulsionada que los rodeaba, dieron origen a un proyecto que haría de los sonidos del punk un camino que ha logrado extender por 25 años.
Antes de ella, Doomsday Clock, agrupación formada en 2017, sería la encargada de abrir el escenario. Su propuesta es definida por la fusión de dos expresiones extremas de fuerte arraigo en la ciudad: el thrash y el death metal.
El punk desaforado cede el paso a las atmósferas oscuras del black metal recreadas por Scar-let, tercera agrupación en la tarima de Rock Hyntiba XX. Su sonido denso, matizado en ciertos momentos por el metal industrial, contrasta con la carpa traslucida que cubre el escenario. Sus canciones, en medio de guturales graves y melodías espesas, se abren a secciones melódicas extensas capaces de transmitir diversas sensaciones.
Formada en 2002, Scar-Let, ha logrado posicionarse como uno de los referentes más sólidos de Fontibón. Su presentación ―al igual que sus composiciones― es diversa, cautiva y da la oportunidad de apreciar la preocupación de sus integrantes por crear una experiencia que excede las posibilidades musicales. En esta ocasión, la agrupación contó con la participación de la voz femenina de Ángeles Domínguez, que contrasta con la interpretación gutural de Ricardo Gómez.
Rock Hyntiba XX avanza conforme transcurre la cotidianidad alrededor del parque fundación de la localidad 9 de Bogotá. Mientras Scar-let continúa con su performance, el equipo de trabajo de Implosion Brain, prepara los elementos que formarán parte de una presentación que desde ya anuncia, será una exhibición de metal, fuego y otros efectos.
Implosion Brain, en un poco más de una década de trayectoria, es otra agrupación formada en la localidad que ha logrado proyectarse de manera destacada. Sus canciones, son piezas progresivas que transitan con propiedad por los senderos definidos del metalcore; sus conciertos, dejan entrever que el compromiso de sus integrantes con el proyecto es total. Esta tarde, en la primera versión del festival después de pandemia, por supuesto, no es la excepción.
Correspondiendo a las expectativas que minutos atrás había formado, Implosion Brain, hace una exhibición en la que elementos visuales y estéticos envuelven el repaso musical que la agrupación preparó para el festival. Fuego, humo, puesta en escena e interacción con el público, crean una experiencia que vale la pena repetir, analizar y disfrutar.
La noche, poco a poco, empieza a cubrir el parque fundacional, uno de los sitios más representativos de la localidad. La oscuridad que define el final de la tarde da la bienvenida al color, a la diversidad y a los diferentes matices musicales de Alto Grado. Reggae, rock y ska, son los ejes fundamentales de identidad.
La actividad para la agrupación formada en 2008 ha sido intensa como destacada. La exposición mediática de Alto Grado, liderada por Karen Martín (Martínika), ha permitido extender su propuesta a lo largo y ancho del territorio. Su sonido tiene personalidad y no respeta los límites que ―supuestamente― separan a las diferentes expresiones alternativas.
La voz rasgada de Martínika se desplaza con facilidad a través de las canciones que la agrupación preparó para su concierto en uno de los festivales más representativos de Bogotá.
Es el turno para una agrupación que en su identidad ha sido marcada, de manera implícita, por la esencia del barrio. Su sonido, desarrollado a través de la combinación del grunge y del metal, es un sello de presentación que Ennui ha expuesto a lo largo de sus 15 años de historia. Para muchos es la oportunidad para ver a los tres músicos que la integran en una tarima de gran tamaño.
Es una presentación diversa, sus canciones más pesadas contrastan con sus composiciones más suaves. No obstante, más allá de las diferencias rítmicas entre ellas, las une un sentimiento que las hizo posible. Se acerca el final de la intervención del power trío, los aplausos de los asistentes son el justo agradecimiento por un repertorio que resume su historia y da cuenta de la evolución del proyecto. Otras grandes tarimas estarán esperando por Dave, Javo y Javier.
Desde ‘Enciende el Televisor’, canción de apertura del concierto, hasta el cierre definido por ‘No hay sistema’, composición que junto a ‘Un Muerto Más’ y ‘Bogotá’, formará parte de la nueva placa discográfica de Ennui.
La expectativa era alta; la respuesta del público afirma, que la agrupación correspondió a la experiencia adquirida desde su fundación en 2006.
El desarrollo de la jornada ha sido tranquila y ha correspondido al orden establecido por la organización. Para esta hora, el público cubre una gran parte del espacio del parque fundacional; la actividad propia de la noche, contrasta con la intensidad observada durante el día. Se prepara Therrorder, cuya identidad toma las influencias más marcadas del thrash y death metal.
Entre pogos, canciones explosivas y directas, la presentación de la agrupación formada en 2011, prepara lo que será el cierre a cargo de Nepentes, proyecto sobresaliente de la ciudad de Medellín que se encargará de cerrar Rock Hyntiba XX, la primera parte de uno de los festivales locales más sobresalientes.
Mañana, el parque fundacional de Fontibón será invadido por otra de las escenas con mayor arraigo en la ciudad: el hip hop, en este caso organizado por Cuando las Calles Hablan.