1.280 Almas es mi agrupación nacional favorita, por su tesón, porque han demostrado con su trabajo constante, y la entrega hacia su público, que son indispensables a la hora de hablar del rock hecho en Colombia
Por, Cataleja Rivera Navarrete
Memorias del último concierto de Las Almas
Siempre es complicado hablar de una forma objetiva acerca de una banda que a uno le guste mucho, sencillamente porque puede resultar como un asunto meramente pasional. Esta reseña habla del más reciente concierto de 1.280 Almas, celebrando los 22 años de su disco La 22, así que empezaré por decir “lo malo” porque no es mucho y porque es lo debido para darle cabida a lo bueno.
Dicha celebración tuvo lugar en La Bolera de San Francisco, el pasado 2 de Diciembre, en el centro de la ciudad, y aunque para el contexto y la historia de la banda, me parece que podría haber sido ser un lugar propicio, no resultó serlo, no tanto. En cuestión de sonido hubo bastantes fallas, hasta que en algún momento, los chicos de la banda se notaban molestos y no pudieron responder a la plegaria eterna de la “Otra”, la última canción que siempre termina por dejar a los asistentes más cansados, pero satisfechos.
Como una persona que ha visto muchas veces en su vida a esta banda, puedo decir que estoy acostumbrada a la “Rumba Pesada” que no es rumba cualquiera, como reza en la canción que le da nombre a este ya legendario disco, pero en esta ocasión noté al público más agresivo de lo acostumbrado, el ‘pogo’ mucho más fuerte, hasta el punto de una que otra discusión entre los asistentes, que fueron alrededor de 1.400, por cierto y en un lugar como éste, que a pesar de ser “grandecito” tiene problemas de ventilación, pues los ánimos se caldean aún más.
Con todo y eso, Las Almas ponen todo de sí como siempre, nos hacen gritar con fe en el corazón: “¡Alegría! ¡Alegría, por encima de la tristeza!”, que es su estandarte y es el que, fieles, seguimos con el puño arriba, quienes los hemos tenido como banda sonora de una vida que, de por sí, es difícil en una ciudad como Bogotá, cada vez más caótica y tal vez, tristemente más inhumana e indiferente.
Nos van regalando una a una las canciones de este disco, un Ectoplasma, que nos hace pensar en la fragilidad de nuestra humanidad: “es por eso que andamos con el alma en la mano, pa’ evitar que también se la coma el gusano”. Por ti, que es una canción que a pesar de su crudeza, nos hace sentir agradecidos con la vida y con el amor y el sacrificio de los nuestros para con nosotros.
Las guerreras El Olivar, Ven con Las Almas y la Cruz de Batalla. La que nunca nos falla, La 22, que primero grita la verdad en la cara a quiénes hacen lucir su descarada indiferencia y dejan siempre por debajo a los más vulnerables y luego nos sumerge en esa rumba pesada, la rumba guerrera, empapados todos en el sudor propio y el de los demás. El desquite de una generación marcada por la violencia y la guerra como retrata El Platanal, cuya letra habla del conflicto armado en el Urabá y que es, en mi concepto, una de las más tristes composiciones del grupo.
Viene la Dulce Juana, la canción de los amigos, la de las viejas épocas de andar de tertulia, hablando de todo un poco, quizás bebiendo vino y fumando en un parque cualquiera, sin pensar en el futuro que es nuestro ahora.
Llega Marinero, que gracias a su gran difusión radial, es sin duda la canción con la que definitivamente se catapultaron, incluso, me atrevo a decir que en una buena parte de Latinoamérica, ya que un sello discográfico de los 90 incluyó el tema en una recopilación de las canciones más importantes del Rock en español por esos años, al lado de bandas como Aterciopelados y Soda Stereo, por mencionar algunas.
Me regalan Negrita, no sólo porque sea uno de mis sobrenombres, sino porque me fue dedicada por los amigos del colegio, ese colegio del que salieron también algunos de los integrantes de la banda, ese colegio, que me vio crecer y afrontar la vida de una manera tan ruda e inesperada, tanto, que necesité a Las Almas para que me ayudaran a seguir…
Hoy por hoy, 1.280 Almas es mi agrupación nacional favorita, por su tesón, porque ha demostrado con su trabajo constante y la entrega hacia su público, que es indispensables a la hora de hablar del rock hecho en Colombia, haciéndonos sentir identificados siempre y de alguna manera con sus letras y sus ritmos, banda sonora de mi vida y la de cientos a los que nos reafirman nuestra fe… Nuestra fe en las benditas Almas. ¡Alegría!
Crónica: Cataleja Rivera Navarrete
¡Bienvenida!
Damos la bienvenida a Cataleja Rivera, quien con ésta, su primera reseña para Rugidos Disidentes, se integra a nuestro equipo de columnistas de Urbania Rock.
Aunque no fui participe del concierto, recuerdo esas verbenas en el colegio, los conciertos de garaje, los inicios de la banda y todos los lugares por donde los seguimos. Con cataleja compartimos el impulso emocional que nos brindaban las 1280 almas y así mismo, sigue y seguirá siendo mi banda colombiana favorita