La Hamburguesería: una fiesta de 15 memorable

“… Es la hora de intentar esta carta personal, este asunto tan sospechoso. La verdad no sé por dónde empezar, no sé cómo decirte dónde está el paisaje. No hay tiempo para inventar, hay secretos, hay desvelos…”

Por, Andrés Angulo Linares

Llevaba alrededor de media hora de presentación, cuando sonaron los primeros acordes de El Puñal, primer corte del álbum Polvo eres de La Derecha, el público presente, que disfrutaba de una jornada repleta de música, respondió de inmediato y unísono acompañó en las voces la canción de la banda liderada por Mario Duarte.

La Derecha
Versión rock de Simulación, interpretada
por Mario Duarte con clave en mano

Era la primera agrupación de la noche y una de las más esperadas. Definitivamente, 15 años en la vida son un acontecimiento que no pueden pasar desapercibidos, La Hamburguesería, celebraba ese 24 de febrero 15 años de existencia y ofreció un espectáculo que no tenía nada que envidiarle a los mejores festivales de rock celebrados en Colombia.

“Los rockeros no gustan del vallenato”, pregonan muchos, sin embargo esa tarde La Derecha, con su estilo propio, interpretaba lo que sería la versión rock de Simulación, conocida canción del cantautor Diomedes Díaz, con el acompañamiento de los asistentes que respondieron de manera entusiasta y cantaron a todo dar, al tiempo que tomaban fotografías y grababan la presentación de la banda.

26 años de historia se sienten en tarima y La Derecha demostró por qué es una de las agrupaciones más representativas del rock nacional.

La jornada

El rock siempre será un buen plan, más aún cuando incluye la presentación de 19 agrupaciones, comida y cerveza. Si bien es cierto no todo era rock, pues también formaron parte del cartel Los Rolling Ruanas, Pernett, La 33, Systema Solar y Burning Caravan, sí era el género protagonista del festival.

La Hamburguesería 15 Años
Dos escenarios, uno junto al otro, daban a entender que sería una jornada intensa, pues no había recesos.

El Club Bellavista de Colsubsidio fue el lugar elegido para la presentación, que aunque lejano a la ciudad, brindó un escenario cómodo, con un césped muy bien cuidado, gradas cómodas, una amplia zona de baños y carpas de comidas y bebidas. Dos escenarios, uno junto al otro, daban a entender que sería una jornada intensa, pues no había recesos, mientras una banda realizaba su espectáculo, en la tarima contigua la otra se preparaba y así el público sin necesidad de desplazarse podía observar las presentaciones, sin perder sus lugares.

Los Rolling Ruanas, conformada en el 2014, llama la atención, tiene personalidad y realiza un show que tiene una buena acogida. Su sonido toma raíces de ritmos campesinos, para combinarlas con el rock. Su presencia en Rock al Parque causó bastante polémica, sin embargo es una agrupación que seguirá siendo invitada a festivales del género. En su joven trayectoria ha grabado un EP, (Origen) y en su primer álbum, La balada del carranguero, lanzado el año anterior, cuenta con la participación de otros artistas, como Edson Velandia y la Tigra y de Catalina García de Monsieur Periné.

Era la tercera agrupación de la jornada y abrirían paso a la clásica Hora Local en la actualidad integrada por Juan Pablo García, Ricardo Jaramillo, Fernando Muñoz, Pedro Roda, Gonzalo de Sagarmínaga, Nicolás Uribe y Eduardo Arias, quien en teclados, también hizo algunos acompañamientos en las voces.

Horal Local
Hora Local fue la primera banda de vieja guardia que se presentaría esa tarde

Fue la primera banda de vieja guardia que se presentaría esa tarde. Conformada en 1986, Hora Local ha tenido intermitencias durante su trayectoria musical, sin embargo no pierde el estilo de sus primeros años.

Sigue siendo Bogotá es una de las canciones más representativas del rock capitalino, un estilo fresco, voces claras, es una oda a la ciudad, una canción que despertó nostalgia entre el público. Así fue la presentación de Hora Local, una banda clásica, en medio de los sonidos más jóvenes.

Llegaría el momento del ska, toda la energía que este género transmite contagió a los asistentes que de principio a fin de la presentación de Los Elefantes, no pararon de saltar, bailar y cantar a ritmo de canciones como Mira qué buena estás, Se va la vida, Opium Street y, por supuesto, Boca e’ Caimán.

Los Elefantes, conformada en 1998, es uno de los íconos más representativos del ska en Bogotá y su sonido hace mucho cruzó fronteras.

La tarde comenzaba a calentarse, los amagos de lluvia desaparecieron y Los Elefantes dejaron el nivel de la energía bastante alto.

1.280 Almas subió a la tarima, al frente de ellos, más de 2.000 cuerpos dispuestos a seguir descargando energía a través de la música, los esperaba. No decepcionó, todo lo contrario, si con la banda anterior el público no paró de bailar, con las almas, no pararía de ‘poguear’.

La fuerza que la agrupación conformada en 1989, no mengua con los años, el afecto que los bogotanos sentimos por ella se siente en cada concierto. Estrenó su nuevo álbum el pasado diciembre y durante su presentación interpretó varios de sus cortes, los cuales fueron intercalados por los clásicos Surfeando en Sangre, Marinero, entre otros.

Casi treinta años y la banda permanece fiel a ese estilo que la posicionó entre la cultura rock de la ciudad. Fernando del Castillo descarga toda la energía en la tarima como le es posible y no deja que los ánimos se calmen.

1.280 Almas antecedía a Doctor Krápula, Subcomadante Mario hizo su aparición en tarima, acompañado de David Jaramillo en el bajo que se presentó el pasado 11 de marzo, en las elecciones al Senado de la República.

Doctor Krápula
Krápula sería la cuarta banda clásica de la tarde y como ya es una sana costumbre, en sus presentaciones el escenario estalló en energía.

Para esa hora el evento ya había valido la pena y aún faltaba una larga jornada. Krápula sería la cuarta banda clásica de la tarde y como ya es una sana costumbre, en sus presentaciones el escenario estalló en energía. Mario es un tipo que causa simpatía entre el público, interactúa muy bien con éste y bajó del escenario a interpretar las canciones de la agrupación con su gente. ‘Pogos’, gritos, saltos y mucha energía estuvieron presentes durante el concierto de la banda bogotana conformada en 1998.

Un recorrido musical que por los clásicos que a lo largo de su historia la banda ha lanzado, hizo vibrar el parque del Club Bellavista.

El turno llegó para Humberto Pernett, uno de los pioneros de la música fusión en nuestro país, hacia el 2003, año en el que fundó Pernett, proyecto con el cual combinó ritmos tradicionales colombianos con sonidos actuales, lo que él define como folclor progresivo. Su presentación permitió un espacio de tranquilidad en el público, luego del desfogue de energía de las bandas anteriores.

¿Que los rolos no sabemos de salsa?

Se acercaba la noche y la jornada que desde muy temprano ya era un éxito, había puesto vibrar a los asistentes, gente por aquí, por allá, en las casetas de comida, de bebida, o sentadas en el prado disfrutaban de un evento, cuya protagonista fue la música en una diversidad de sonidos, digna de grandes festivales.

La-33
Era el turno de la salsa, 11 integrantes liderados por Sergio Mejía. La-33 iniciaba su presentación con la canción homónima a la banda.

Era el turno de la salsa, 11 integrantes liderados por Sergio Mejía. La 33 iniciaba su presentación con la canción homónima a la banda. Tímidos en un principio, los espectadores presentes, poco a poco, dejaron que la salsa los contagiara y pusiera a mover sus pies al ritmo que imponía la orquesta.

No obstante las dificultades de sonido, que fueron solucionadas, La 33 demostró porque es una de las agrupaciones más destacadas de su género en Colombia. Sus temas clásicos como Pantera Mambo y Te lo voy a devolver se integraron a la perfección con la jornada músical.

Ya fuesen que bailaran o no, los asistentes se gozaron el espectáculo de La 33, comandada en las voces por David Cantillo ‘Malpelo’ y Guillermo Celis.

La distribución del escenario permitía degustar una hamburguesa, un perro caliente,  un sándwich u otra comida, sin dejar de disfrutar de la música.

La Hamburguesería 15 años
La distribución del escenario permitía degustar una hamburguesa, un perro caliente, un sándwich u otra comida, sin dejar de disfrutar de la música.

En el caso de nosotros, una hamburguesa y una cerveza (sí, nuestro trabajo nos permite una cantidad mínima de alcohol en los cubrimientos que realizamos), serían los acompañantes perfectos para disfrutar de la música de Los Makenzy y de Fatso, agrupaciones que rock y rock/blues respectivamente, continuarían con la descarga de emociones en la celebración de los 15 años de La Hamburguesería.

A Mario Duarte, en parte, le debemos que Bogotá cuente con uno de los festivales de rock más importantes del mundo: Rock al Parque.

¿Cómo no sentir admiración por La Derecha, si su música fue parte de la banda sonora de la adolescencia de muchos de nosotros? Ay qué dolor, Si te busco, Simulación —que fue interpretada por Mario Duarte con guacharaca en mano—, El Puñal, entre otros pusieron a cantar al público desde la primera canción hasta la última.

The Hall Efect, con más de 10 de experiencia, es una de las bandas de la nueva generación con más solidez y personalidad, ha conquistado a un público y en su presentación, hizo un recorrido por sus cuatro álbumes y su más reciente EP Become.

Carlos Reyes, Odio a Botero y Superlitio también hicieron lo propio, mantuvieron la energía de los asistentes que, pese a las muestras de cansancio evidentes, habían estado activos, algunos desde muy temprano, y no dejaron de respaldar a las agrupaciones que se hicieron presentes en la extensa jornada musical.

Los Petitfellas sería la última banda rock de la noche y la encargada de abrirle al sonido pacífico, electrónico y alternativo de Systema Solar, que le dio de nuevo al público una excusa para rumbear y prepararlo para el cierre a cargo de Burning Caravan, agrupación colombiana liderada por el chileno Francisco Marti y formada en el 2012.

Estábamos lejos de casa y mientras en la tarima Burning Caravan interpretaba La Historia de los hombres, nos despedíamos de la mejor fiesta de 15 a la que nos han invitado.

Galería fotográfica | La Hamburguesería: una fiesta de 15 memorable

 

Crónica: Andrés Angulo Linares

Fotografía: Jhonatan ‘Tatán’

Un viaje a través de los sueños

Un leve escalofrío recorrió su espalda y su corazón se estremeció, pero la curiosidad le hizo volverse. Para su sorpresa la luz ya no era tan brillante, pero ahora se veía mucho más cerca.

Por, Erika Molina Gallego

La hamaca se movía suavemente con el viento, el sonido del mar llenaba sus oídos, la suave brisa llegaba hasta su cara y el sol era apenas un tenue brillo en el horizonte. Aletargado, no sentía más que su lenta  respiración. Una voz suave y delicada, casi imperceptible llegó a sus oídos.

—Jacinto— sintió como la voz lo llamaba, esta vez con más fuerza.

Asustado se lanzó de la hamaca sin pensarlo, aún un poco atontado por el sueño. Allí no había más que unas cuantas palmeras y las olas del mar que llegaban suavemente hasta la playa. Sacudió la cabeza, convencido de que no había sido más que el sonido del viento y se disponía a volver a dormir. De repente cerca de la orilla, una luz brillante llamó su atención.

—Jacinto, hay algo que te gustaría ver—Volvió a escuchar en un suave hilo de voz. Aterrado, tomó su sombrero de paja y caminó despacio hacia la luz, que cada vez brillaba con más fuerza. A medio camino decidió volver; quizá era sólo producto del reflejo del sol que se escondía poco a poco dando paso a la noche. Giró con intención de marcharse a casa, pero la voz silbó de nuevo en su oído.

—Jacinto— esta vez fue clara y contundente.

—No tengas miedo, acércate—

Un leve escalofrío recorrió su espalda y su corazón se estremeció, pero la curiosidad le hizo volverse. Para su sorpresa la luz ya no era tan brillante, pero ahora se veía mucho más cerca. Caminó hacia ella expectante y temeroso y cuando sus ojos descubrieron de qué se trataba, dio un paso atrás y cayó al suelo chapoteando el agua que llegaba hasta la playa.

Se levantó deprisa queriendo comprobar que no estaba soñando y volvió a mirar su descubrimiento. «No puede ser posible» dijo para sí  y se frotó los ojos sin poder creerlo.

— ¿Por qué te sorprendes? ¿Acaso no has pensado siempre que nuestra existencia es real?— preguntó una hermosa sirena que lo miraba fijamente, mientras agitaba su enorme cola plateada y dejaba ver su rostro angelical.

Jacinto sintió que se tragaba la lengua, quería salir corriendo, pero no pudo siquiera ponerse de pie. Ella no dejaba de mirarlo, tenía una sonrisa dulce y misteriosa y su voz era tan cautivante como el danzar de las olas en alta mar.

—Ven conmigo— dijo la sirena, ofreciendo su mano a Jacinto.

Miles de recuerdos llegaron a su mente en aquel momento, mientras seguía petrificado sin poder mover un sólo dedo; los libros que llenaban sus repisas, todas las veces que sus amigos lo habían tildado de loco, las leyendas que desde niño solía escuchar…

— ¿Vienes?— escuchó de nuevo a la sirena.

Al fin, llevado por su curiosidad se armó de valor y preguntó:

— ¿Eres real? ¿Cuál es tu nombre?—

—Mi nombre no importa —respondió ella— puedes llamarme como quieras—. Lo que importa es lo que tengo para ti.

Jacinto sacudió de nuevo su cabeza, miró a todas partes, estaba completamente solo.

—Quiero ir contigo— dijo con voz temblorosa.

En ese instante el mar que segundos antes había estado en calma, rugió embravecido, mientras las olas se levantaban en enormes y oscuras paredes. Tomó la mano de la sirena y se dejó llevar, disfrutando la sensación de incertidumbre y aventura que lo embargaba.

Después de lo que sintió como horas de flotar a la deriva, se encontró en un lugar enigmático y hermoso, había grandes rocas de las cuales caían chorros de agua clara y cientos de sirenas danzaban una melodía que ningún instrumento conocido podría tocar. Había agua por todos lados, pero él seguía respirando. El miedo que había sentido antes ya no estaba, lo único que sentía era una felicidad embriagadora.

— ¿Dónde estamos? ¿Qué hacemos aquí?— preguntó a su compañera de viaje.

—Haces muchas preguntas — respondió ella.

—Estas aquí para hacer realidad tus fantasías, para recordar todo aquello que has olvidado, para que tus sueños vayan más allá de una hamaca, para recorrer tu vida y descubrirte—

La sirena levantó su mano y señaló hacia el frente, allí había una pequeña casita de paja, que Jacinto reconoció enseguida. Entendiendo lo que quería decirle, avanzó hacia allí y al mirar atrás ella ya no estaba, ni el mar, ni las otras sirenas, sólo había una pequeña playa oscura y la choza en la que había vivido toda su niñez. Dudó si entrar, pero allí no había otra salida, así que lo hizo. Lo primero que vio fue a su madre, quien había muerto hace un par de años, de inmediato las lágrimas rodaron por sus mejillas, corrió hacia ella e intentó abrazarla, pero sus manos traspasaron su cuerpo, haciéndolo comprender que aquello no era más que un espejismo. La contempló por un largo rato, deseando que fuera real, hasta que se vio a sí mismo sentado en un rincón de la cocina, perdido entre su libro favorito, uno que precisamente le había regalado su madre. Recordó lo que pensaba en ese momento «algún día seré un gran escritor». La imagen se volvió borrosa, sintió una sacudida y de pronto todo aquello desapareció.

Ahora se encontraba en el mar, pescando con su padre.

—Eso de los libros no es para usted, métaselo en la cabeza— le decía.

Vio su cara de alegría cuando sacó del mar un gran pez.

—Así se hace mijo—dijo acariciando su cabeza con cariño.

La canoa se hundió y repentinamente se encontró nadando en medio de una tormenta, luchaba con las olas, no podía ver nada, pero escuchaba muchas voces a la vez, su madre que le decía:

—Tú puedes Jacinto, no te des por vencido—

Su padre repitiendo que dejara de soñar y la hermosa sirena que decía en su oído:

—Encuentra lo que has venido a buscar—

Luchaba con todas sus fuerzas por alcanzar la orilla, pero el enfurecido mar lo hundía cada vez más y ésta parecía cada vez más lejana, las fuerzas le fallaban y al final se dejó hundir en lo profundo.

Cuando recuperó la consciencia, estaba de nuevo frente a las sirenas que danzaban. Se sentía extrañamente cansado, a pesar de esto sus pies empezaron a moverse hacia éstas que le abrían paso mientras avanzaba. Al final distinguió a aquella que lo había llevado hasta allí. Estaba igual de hermosa, pero había algo extraño en ella; en lugar de su cola, ahora tenía un par de largas piernas y lucía un elegante vestido azul. Se encontraba parada en lo que parecía un teatro y le extendía de nuevo su mano.

Ahora caminaba en medio de un numeroso público que aplaudía con entusiasmo. Siguió caminando sin saber qué era todo aquello y al llegar al estrado se dio cuenta de que llevaba un elegante traje, uno que nada tenía que ver con sus humildes vestiduras y su sombrero de paja. La sirena se apartó y lo dejó frente al público, entregándole un libro que llevaba su nombre.

Los aplausos se desvanecieron lentamente y la oscuridad le cegó de nuevo…

Despertó de golpe en su hamaca, con la cálida brisa en el rostro y la luna asomando su cara. Allí todo estaba igual, este viaje había sido sólo un sueño, uno que le ayudó a comprender cuanto había dejado atrás, un viaje que se convertiría en una gran historia, la historia de su vida, en la cual sería él quien escribiría el final.

 

Por, Erika Molina Gallego

Medellín (Colombia)

 

 

Reseña del Autor

 

Enamorada de las letras y la música, descubriendo mundos a través de los libros, queriendo encontrar el verdadero sentido de la literatura más allá de lo intelectual.

 

 

Revisó: Andrés Angulo Linares

Petro, mi voto será por usted

Que usted da miedo, sí, claro que sí, y eso lo tomo como un punto a su favor, pues por primera vez en mucho tiempo, quienes están asustados, son los Uribe, los Vargas Lleras y sus secuaces.

Por, Andrés Angulo Linares

El panorama político actual es complicado, no hay lugar para ambigüedades, pero tampoco para tomar decisiones a la ligera, está en juego el futuro del país, en cada elección lo está y veo impotente como cada vez más la palabra futuro resulta esquiva y molesta, pues para Colombia, la promesa de tiempos mejores termina en el inodoro, junto con la diatriba de campaña de aquel que se alza con la tan anhelada cinta presidencial.

Para ser sincero, usted como senador batalló al lado de Robledo y con otros opositores para frenar los abusos del gobierno de turno. No obstante, cuando aspiró a la Alcaldía de Bogotá me pareció detestable su forma de hacer política, causó ruptura entre el único partido opositor y vi con desconfianza su pelea con Jorge Enrique Robledo, sujeto por el que guardo un profundo respeto. No voté por usted a la Alcaldía, sin embargo, su modo de gobernar contradijo mi posición inicial. Se enfrentó a un sistema corrupto y reivindicó un sentimiento popular. Evaluar su gestión como alcalde es complicado, pues bien se sabe que el Concejo, entidad corrupta en su mayoría, hizo lo que estuvo a su alcance por detener su plan de gobierno, esto sumado al trabajo juicioso de algunos periodistas por denigrar de usted y la actitud gregaria del procurador de ese entonces, que intentó por todos los medios posibles eliminarlo políticamente, dejando  ver su parcialidad política.

No me fue fácil llegar a la decisión que tomé, votar a su favor, por encima de algunas prevenciones me cuesta. Jamás había visto un escenario político tan convulsionado en nuestro país para elegir presidente. Hace mucho no veía un sector de la izquierda con posibilidades ciertas de marcar un punto de quiebre, no hablo de la izquierda que me decepcionó desde hace mucho, tampoco hablo de ese sector de la academia que no es capaz de salir de la comodidad que supone un aula de clases, no hablo de la izquierda armada que nos trajo tantos muertos inocentes y culpables. Hablo de esa izquierda que hace oposición crítica, que pasa de las palabras a la acción y que practica la coherencia, hablo de hombres como Pizarro, Navarro, Gaviria (Carlos), de Robledo y de usted cuando estuvo como senador.

Que usted polariza, que es arrogante y que muchas veces no escucha, es cierto, pero también lo es, que para lograr un cambio se requiere ser transgresor y usted lo es, no me cabe la menor duda. Que usted improvisa, que promete mucho y hace poco, quizás sea cierto, como lo anoté anteriormente, la pésima y sesgada posición del Concejo no permite evaluar su gestión con claridad. Que usted da miedo, sí, claro que sí, y eso lo tomo como un punto a su favor, pues por primera vez en mucho tiempo, quienes están asustados, son los Uribe, los Vargas Lleras y sus secuaces. Esta vez el miedo no está en los de siempre, en los que somos mayoría, en lo más pobres.

No son sus promesas —algunas bastante complicadas de realizarse, al menos en el corto plazo— las que me llevan a votar por usted. Quizás no cumpla ninguna, quizás cumpla y no sirvan, pero lo que sí es seguro es que una  eventual (o probable) victoria suya, sentará un precedente y será la ruptura que nos permita sentar otras bases como sociedad.

No seré su amigo, seré su jefe, como lo seremos todos, seguidores u opositores suyos; abstencionistas o distraídos, y tendrá 40 millones de ojos encima suyo —así ha debido ser siempre— observando lo que usted hace y asumiendo las consecuencias de sus buenas y malas decisiones.

De mí puede esperar solamente, apoyo cuando considere que acertó y oposición crítica cuando así se requiera.

¿Qué espero de usted? Que respete al ciudadano disidente, que se aleje del clientelismo, de las prácticas que tanto condena y de los miles de lagartos que siempre están al acecho para morder un trozo del pastel, que sepa cuando aplicar un freno y ante todo, espero que usted sea la verdadera puerta de cambio que Colombia necesita.

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