¿Quiénes son los bogotanos hinchas de títulos?

Una camada de muchachitos pertenecientes en su mayoría, a los barrios más populares y representativos de la capital, se rasgan las vestiduras y se quedan sin voz de tanto gritar vivas por un equipo de fuera de la ciudad.

Mientras los Diablos Rojos celebran su regreso a la A, los ‘verdolagas’ del Nacional se siguen lamentando por la eliminación de su equipo, que iba directo a la consecución de la estrella No. 16. Es una lástima por el fútbol, y que en honor a la verdad, deja por fuera al mejor equipo de la temporada, todo por una mala organización de la Dimayor, cuyo gerente se escuda hoy en afirmar, que el presidente del Atlético Nacional, había aceptado las condiciones erróneas de un torneo mal administrado, que en cambio de suspender el campeonato, o aplazar o adelantar los partidos del equipo antioqueño, prácticamente lo obligó a tener que afrontar la semifinal de la Liga, con un equipo de juveniles recién ascendidos. ¡Qué vergüenza! Me uno a las críticas del técnico Reynaldo Rueda, y a la impotencia de una afición que vio cómo se le escapó un torneo, nuevamente por los caprichos de unos dirigentes de cuello blanco, que no se han dado cuenta del bajo nivel de una Liga en decadencia, que dista de lo que algún día fueron los clásicos de los equipos representativos de las tres ciudades más grandes e importantes del país. Pero hay que decirlo con claridad: “Lástima que este tipo de ‘personajes’ nos sigan representando.

Y ya que hablo de lástima, como bogotano que soy, me invade aún más la tristeza, el ver recientemente cómo una camada de muchachitos pertenecientes en su mayoría, a los barrios más populares y representativos de la capital, se rasgan las vestiduras y se quedan sin voz de tanto gritar vivas por un equipo de fuera de la ciudad. Me produce gran desconsuelo ver la pérdida de identidad de buena parte de los hinchas de Bogotá, que nacieron aquí, se criaron aquí, se están educando aquí, trabajan aquí e incluso hoy se benefician de lo que aquí, mal que bien la ciudad les ofrece, pero se declaran hinchas furibundos de los equipos de otras tierras. Quizás, en su momento ni siquiera tenían la madurez suficiente para tomar tales decisiones, pues muchos no lograban tener conciencia de sus actos, ni mucho menos un sentido de orientación. No había nadie que los guiara y se dejaron llevar por la moda, por la fama, por el triunfalismo de los clubes en aquella época. Ellos, son los llamados ‘hinchas de títulos’.

Son los seguidores bogotanos que cuando tuvieron un poco de uso de razón y supieron que había un deporte que se llamaba fútbol, se hicieron hinchas de América de Cali o de Atlético Nacional de Medellín, pero porque esos clubes fueron los que ganaron varios títulos, en aquel entonces. Esa clase de afición es la que me da lástima. La misma lástima que a uno le da, cuando ve cómo la ingratitud y la falta de identidad y de sentido de pertenencia, se apoderan del corazón de nuestros hermanos de raza, de sangre y de territorio.  Pero celebren si quieren, levanten sus banderas ajenas, saquen pecho, pero deben saber que yo jamás les reconoceré en la más mínima medida, ninguna clase de autenticidad ni de amor propio. Su traición a la patria chica, no tiene perdón de Dios, ni siquiera siendo el fútbol un juego, una pasión o una locura.

Muchos alegan el libre desarrollo de la personalidad. Otros, la posibilidad de enamorarse y querer más a la familia del vecino que a la propia. Algunos, ni siquiera conocen la ciudad de donde vienen los equipos de sus amores, y mucho tampoco han visitado sus estadios, pero se conforman con verlos de vez en cuando, cada que les toca de visita en El Campín.

Pueden inventar las excusas que quieran, pueden llenarse de miles de argumentos, pero para mí seguirán siendo el nivel más bajo en la escala del fútbol. Quienes en su beneficio, producto de un título reciente o del pasado, tomaron la decisión más facilista, la más egoísta y la más representativa de una sociedad que le hace apología al ‘vivo’ y pone en práctica la ‘cultura del atajo’, no merecen mi más mínima confianza y mucho menos mi respeto, porque en cualquier momento, me darán la espalda, quizás a causa del mayor postor.

Existen hinchas que algún día heredaron la gloria de equipos que no son de Bogotá, pero aún así, sin sonrojarse, se siguen haciendo llamar bogotanos. Qué despropósito y qué incoherencia. Y lo peor de todo es que llevan años así y no se quieren dar cuenta de ese enorme error histórico y geográfico. El desarraigo por su ciudad se ve a todas luces, la pérdida de identidad, y peor aún, si estamos hablando de aquellos que realmente nacieron en la capital, al igual que sus padres y abuelos, y que a pesar de ello y de que tienen grandes raíces en nuestra querida capital, tercamente inclinaron sus preferencias hacia equipos de otras latitudes. Esos son los peores.

Pero hay otra clase de hinchas, aquellos que también se hacen llamar bogotanos, y que incluso, hasta cantan el himno del Distrito Capital: «Entonemos un himno a tu cielo, a tu tierra y tu puro vivir, blanca estrella que alumbra en los Andes, ancha senda que va al porvenir…». Esos son hijos de colombianos procedentes de otras regiones, cuyos padres vinieron a rebuscarse la vida en la capital y aquí se quedaron, con todo y sus costumbres regionales, y heredaron el amor de sus padres por los equipos de su provincia. Si las cosas son así y no hay poder humano que los haga entender y aceptar aquella distancia que ya tomaron, a esa clase de hinchas yo les pregunto: ¿por qué no se van?, como dice la canción de Los Prisioneros. Hay un dicho muy antiguo que dice: «A donde fueres, haz lo que vieres».

Por esa razón, es que públicamente manifiesto mi respeto por la hinchada de Santa Fe, que están con el equipo de sus amores en las buenas y en las malas, por aquellos que hasta hace poco tiempo, pasaron saliva durante 36 años y un poquito más, para poder volver a celebrar un título, y que al igual que nosotros, la afición más grande del país, la de Millonarios, tuvimos que aguardar cerca de 24 años para obtener la tan anhelada estrella No. 14. Incluso es más loable que un bogotano se haga hincha de La Equidad, del Chicó Fútbol Club, de Fortaleza o del recién ascendido ‘Tigres’ de Soacha, pero nunca de Nacional o de América. Si tanta era la gana de hacerse hincha de un equipo de afuera, por qué no se hicieron hinchas del Huila, del Cúcuta o del Quindío. ¿Porque estos equipos no ganaron ni ganarían títulos en corto tiempo, verdad?

También felicito a los hinchas paisas del Nacional, porque ellos sí saben lo que es querer la tierra donde nacieron. No como las personas que se colocan la camiseta de la Selección Colombia y se ponen en modo ‘rumba’, aunque el fútbol no les guste. Lo hacen porque es una moda y eso les representa un ‘plancito’ con sus amigos. Claro que hay que ver como los paisas rechazan tajantemente la presencia de barras verdolagas de otras ciudades, como ‘Los del sur’, de Bogotá. Si no me creen, pregúntenle al propio Mauricio ‘El Chicho’ Serna, a ver qué opina de esta clase de bogotanos hinchas de títulos.

Y no estoy diciendo que no puedan ser hinchas de equipos de otras regiones, porque seguramente ya lo son, lo que digo es que hay que ser congruentes y tener sentido de pertenencia con la ciudad en la que se nació, y disfrutar del arraigo y el beneficio de hacerse aficionado de un equipo de aquí, de las entrañas de la capital, que pueda ir a ver jugar al club de sus amores cada ocho o quince días, y no de vez en cuando, como les ha ocurrido y les tocará seguir haciendo, a los ya reconocidos hinchas de títulos, que tristemente los hay y en gran cantidad en Bogotá.

 

Por, Jorge Armando Piedrahíta Cabrera

Comunicador Social
Periodista Deportivo
Docente

http://armandocomunicacion.blogspot.com.co/

 

 

Fotografìa tomada de internet: ComuTricolor.com

‘Goyenechus’ se toma la pantalla grande

Mauricio Goyeneche «goyenechus» participa en dos nuevas películas  colombianas y la serie Sin Tetas Sí Hay Paraíso de Caracol TV

Mauricio Goyeneche «goyenechus» participa en dos nuevas películas  colombianas y la serie Sin Tetas Sí Hay Paraíso de Caracol TV

‘Goyenechus’ termina el 2016 trabajando en diferentes producciones colombianas,  en cine participó en el rodaje de «El Agente Ñero Ñero 7» y «Los Oriyinales», mientras que para televisión hizo parte del elenco de «Sin Tetas Si hay Paraíso»; proyectos que le permitirán continuar consolidando más de 20 años de trayectoria actoral

El año que termina ha sido de gran importancia para la carrera actoral de “goyenechus”, hace pocos días se estrenó con éxito la última película de Hassam, en la cual interpretó a un particular administrador de un edificio que interviene en una de las aventuras del protagonista Rogelio Pataquiva, un mensajero que termina convertido por accidente en un agente secreto.

Por otro lado en la nueva película “Los Oriyinales” escrita y dirigida por Harold Trompetero “goyenechus” no solamente cuenta con su participación en uno de los personajes, sino que además estará acompañado de dos de sus estudiantes, integrantes del grupo juvenil de actuación de Compañía Goyenechus, unas niñas muy talentosas que han recibido toda su formación en esta escuela con sede en Bogotá.

Así mismo, en la serie “Sin Tetas Si Hay Paraiso” una telenovela colomboestadounidense, producida por Fox Telecolombia para Telemundo y Caracol Televisión, Mauricio Goyeneche interpreta a Castaño, uno de los escoltas personales del alcalde Aníbal Manrique esposo de Jessica Beltrán conocida como “La Diabla”, este escolta llegará a la historia durante varios capítulos para ayudar a Aníbal en su intención de robar la fortuna de su esposa.

“goyenechus” cierra su temporada 2016 con enormes expectativas para el próximo año, durante el cual espera consolidar algunos proyectos de cine que viene adelantando hace algún tiempo. En el mes de enero viajará a Chile para representar con su Compañía de actores a Colombia en tres festivales internacionales de teatro los cuales tendrán lugar en las ciudades de Santiago, Talca y Copiapo.

 

Andrea Goyeneche
Prensa Teatro Goyenechus
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www.goyenechus.com

Rosas, Doris ni Yulianas, ni una menos

Nos están matando. A nosotras las mujeres. Nos matan en todas partes del mundo. Por ser mujeres. Por cortarnos el pelo. Por ir solas a un bar. Por ir acompañadas. Por querer ser diferentes. Porque nos gustan las mujeres. Porque nos gustan los hombres. Por sonreír. Por decir que Sí. Por decir que No.

“Pues a mí la verdad es que esa Lorena Taborda siempre me pareció como medio rara. Decía que siempre estaba trabajando en otras ciudades y pasaban días enteros en los que uno no la veía. Vaya uno a saber qué hacía.

Usted no veía cómo se vestía de raro. Toda provocativa. Y que tal esos peinados, toda despelucada. Es que yo siempre he dicho que esa gente que se peina raro es porque tiene ideas raras en la cabeza. Y además a toda hora vivía pelando el diente. A todo el mundo le sonreía. Y pues usted sabe que hombre es hombre. Ellos no son bobos y si hay una que les pela el diente todo el tiempo, pues ellos entienden otra cosa.

Dicen que le hicieron cosas horribles. Que ese hombre la tenía vigilada desde hace días. Que dizque la cogió y la amarró. Que la quemó. Que estaba toda golpeada. Que la violó con todo lo que encontró. Que le metió un palo por todas partes. Que la puso a comerse su propia materia fecal y luego le orinó encima. Que dizque hasta le robó la ropa interior. Mejor dicho, cuando la encontraron estaba ya como medio muerta.

A mí me contaron que el otro día la vieron con una amiga por allá en un bar. Imagínese, es que también qué hacen dos mujeres solas por ahí. Es que como que bien loca sí era.”

No.

Por fortuna no es mi historia. Pero haga el ejercicio, póngale su nombre y léalo. Verá que suena escalofriante. “Es que Mañana puedo ser yo la muerta-violada-golpeada del día”

O puede ser usted.

Es que hace cuatro años la historia empezaba con el nombre de Rosa Elvira Cely. En Octubre de este año el nombre fue el de Lucy Pérez, una chica de Argentina a la que un infarto la salvó de que la siguieran violando. Hace días el nombre para esta historia era Dora Lilia Gálvez, murió después de 24 días de permanecer en un coma inducido. La violaron en Buga el 6 de Noviembre de este año y su agresor hasta el momento, no ha sido identificado.

Hoy la protagonista de la historia es Yuliana, una niña de 7 años, ¿Qué malicia puede tener una niña de 7 años?

Es que nos están matando. A nosotras las mujeres. Nos matan en todas partes del mundo. Por ser mujeres. Por cortarnos el pelo. Por ir solas a un bar. Por ir acompañadas. Por querer ser diferentes. Porque nos gustan las mujeres. Porque nos gustan los hombres. Por sonreír. Por decir que Sí. Por decir que No.

Y algunos nos culpan. Que porque íbamos solas. Que porque nos pusimos falda. En uno de los artículos que se publicaron sobre Dora Lilia decía que sentía atracción por las mujeres. Eso ni siquiera tenía que haber aparecido como algo relevante.

Lo verdaderamente importante es que la perversidad del ser humano va en aumento y las cifras de violencia contra las mujeres no ceden.

Hoy no hay final feliz. Hoy yo sólo puedo escribir esto, porque no sé qué más hacer. “Y ahí están ustedes leyendo esto. Y eso es todo lo que hacemos: No hacemos nada.

 

#NiUnaMenos #VivasNosQueremos

 

Por Lorena Taborda
Estudiante de Trabajo Social

Carta Abierta a la Gerente de transmilenio

Esta carta fue publicada inicialmente en el medio digital Las 2 Orillas en su sección Nota Ciudadana.

Esta carta fue publicada inicialmente en el medio digital Las 2 Orillas en su sección Nota Ciudadana.

A continuación, publico de nuevo la carta enviada a la ingeniera Alexandra Rojas Lopera, gerente del sistema, en la que menciono tres de las muchas falencias que presenta Transmilenio, especificamente en el Portal Américas. De esta comunicación recibí respuesta el pasado 1 de diciembre, en ella niegan las denuncias realizadas y disfrazan con cifras la realidad y con supuestos estudios defienden su asqueroso servicio. Proximamente procederé a dar, punto por punto, respuesta a la misma e iniciaré las acciones ciudadanas o legales a las que haya lugar.
 

 

 

Bogotá DC, 12 de noviembre de 2016

Señores:

Transmilenio

Atn.: Ingeniera Alexandra Rojas Lopera

Gerente del Sistema
Ciudad

REF.: Carta Pública: denuncias, inconformidades y sugerencias Portal Américas

Respetada doctora:

Con la confianza de que su nombramiento como gerente de Transmilenio se dio con base a su formación acadêmica, bagaje profesional y, por supuesto, cualidades personales que hicieron de usted la persona indicada a ocupar tan retador cargo, me dirijo a usted con el fin de poner en su conocimiento serias dificultades que aquejan al Portal Américas, y que dejan al desnudo la precariedad del sistema, que demostró desde sus primeros años que su infraestructura era insuficiente para atender las necesidades de una ciudad del tamaño de Bogotá y que en las administraciones posteriores al primer gobierno del doctor Enrique Peñalosa, tampoco fue intervenido de una óptima forma para al menos intentar darle a los usuarios de Transmilenio un poco de dignidad. Sin embargo, el objetivo de mi comunicación no es plantear un debate sobre sí era o no la solución que la ciudad necesitaba, sino plantear una solución conjunta Transmilenio-ciudadano para hacerlo, al menos, un poco más soportable y de paso evitar una tragedia.

Soy usuario -muy a mi pesar- de Transmilenio hace 2 años aproximadamente y desde hace 2 meses debo hacer uso de los servicios B28 o E32 ubicados en la plataforma número uno, los cuales me permiten abordar en CAD el trasbordo a la ruta C30 – Portal Suba, lugar de mi destino de lunes a sábado.

En este tiempo he evidenciado que el servicio ofrecido por el Portal Américas es humillante y el respeto, al parecer, no es una de las prioridades por parte de los funcionarios que allí prestan sus labores. A continuación expongo, entre muchas otras falencias, las que en mi criterio considero las más relevantes y que requieren una intervención urgente:

1. Cultura Ciudadana

A las carencias propias de un sistema mediocre, se suma el mal comportamiento que como ciudadanos nos acostumbramos a demostrar. Las rutas B28 y E32 son, quizás, las que presentan mayores dificultades –sin querer decir que las demás sean ejemplo de respeto y ejemplo de buen servicio–, y mayor afluencia de público que, por supuesto, no respeta la fila. 30 personas quieren ingresar al tiempo por las puertas de los buses que, claramente, permiten la entrada máximo a 4 personas a la vez. El ingreso a estos servicios es una tortura y en estos dos meses he sido testigo de 4 peleas a puños entre los usuarios, he visto caer personas que son empujadas y pisoteadas. Parece broma, pero en el asfalto, donde parquean los articulados, se pueden ver zapatos, relojes, manillas, audífonos y otros objetos que los pasajeros pierden en su intento de abordar.

 
Cuando como ciudadanos somos incapaces de autorregularnos, la institución debe intervenir, en este caso Transmilenio. Así funciona, por tal razón es que tenemos un conjunto de normas, unos mecanismos que procuren su cumplimiento y unas sanciones para quienes las trasgredan. Para este caso en particular y hablo desde mi ignorancia, unas barreras de seguridad, similares a las que ubican en las entradas de eventos públicos, nos obliguen a respetar la fila, eviten el peligroso desorden que se forma en la puerta de los buses y protejan la integridad de los usuarios. Éste, considero, es un tema prioritario, pues una persona puede salir gravemente lesionada o, peor aún, perder la vida si llega a ser empujada y cae entre el espacio de la plataforma y el articulado. Realmente, he visto ‘pogos’ en Rock al Parque muchos más ordenados.

 


2. Frecuencia de los servicios

Es difícil de entender el por qué, si es un portal, el patio de los buses queda allí ubicado y hay unos funcionarios de chaqueta roja –supongo que monitores de ruta– con toda la visión de lo que sucede en las plataformas y de la cantidad de usuarios esperando un servicio, tenemos que esperar hasta 10 o 15 minutos por bus. Ya, en una demora de 4 minutos, hay una cantidad de  personas considerable que perfectamente podrían llenar dos o tres articulados. El retraso de los articulados contribuye a que lo expuesto en el numeral anterior empeore. La gente sube ya enojada, estresada y con la preocupación de llegar tarde a su destino. Entiendo que los funcionarios de Transmilenio deben cumplir con un tiempo determinado para el despacho de las rutas –que igual no cumplen–, pero también es cierto que en horas pico deberían apelar al sentido común y evitar que las plataformas se congestionen como suele suceder todas las mañanas. Además, no hay forma de acercarse a formularle estas inconformidades, el sistema tampoco cuenta con personas en las plataformas que puedan brindar información oportuna u ofrecer alguna solución. Además, cuando la casualidad permite que uno de los monitores transite cerca de la plataforma, al escuchar los reclamos, algunos de ellos hacen caso omiso o responden de manera altanera y continua con su camino. Como usuario me siento irrespetado y abandonado por un sistema que en sus inicios fue presentado –lo recuerdo muy bien– como un amigo que nos cambiaría la vida. Se requiere también en este punto, una acción inmediata por parte de la administración del sistema, pues estamos hablando del futuro laboral de las personas que hacemos uso de Transmilenio, pues los empleadores no comprenden estas dificultades y  muchas veces no creen que una persona pueda tardar hasta media hora en una plataforma tratando de abordar un bus o que deba someterse al maltrato físico y exponer a su integridad para tratar de tomar a tiempo un transporte que lo lleve a su destino.

 

3. Zona Preferencial

 

Otra situación que provoca enojo es que, siendo un Portal, uno de los más grandes, sólo la Plataforma Uno sea la que cuente con Zona Preferencial, ¿Qué pasa con las demás plataformas? ¿Qué sucede, entonces, con las personas que presentan con algún tipo de condición especial; discapacidad física, niños de brazo, estado de embarazo o es un adulto mayor? ¿Tienen que tomar obligados un servicio que no les sirve o exponerse en otras plataformas a la indiferencia e irrespeto de los demás usuarios? Transmilenio, dado el servicio que presta, no debe excluir y tampoco fomentar la discriminación. Este punto, considero, deber ser también un tema prioritario para su gerencia.

 

Entiendo la complejidad que un cargo como el suyo representa, por eso está usted ahí, una profesional en Ingeniería Industrial de la Universidad los Andes con maestría en economía de la Universidad de Maryland, para que junto con su grupo asesor, busquen las estrategias efectivas para mejorar la calidad de servicio de un sistema, que en el momento, da vergüenza.

 

Por favor, ingeniera Rojas, tome las medidas que considere necesarias para hacer de Transmilenio ese amigo que nos prometió el doctor Peñalosa en su momento, no espere a que una tragedia sea la excusa para reaccionar.

 

Agradezco su atención y ofrezco mis disculpas sin con esta comunicación le he causado molestia alguna. No es esa mi intención, sólo quiero se respeten los derechos de los usuarios y nos brinde Trasmilenio un servicio digno.

 

En espera de su pronta respuesta me suscribo con un cordial saludo.

 

Andrés Angulo Linares

Ciudadano

C.C.: 79.997.321

Teléfono: 312 561 61 21

Correo: ang_feandres@outlook.com

Twitter: @OlugnaElGato

 

Imagen tomada de la publicación original: http://www.las2orillas.co/carta-abierta-la-gerente-transmilenio/

 

Cantadoras Memorias de vida y muerte en Colombia

La música, un grito de resistencia cultural que lleva, a través de la música un mensaje de paz, que la joven directora María F. Carrillo plasma con acierto en su documental Cantadoras. Memorias de Vida y Muerte en Colombia.

María Fernanda Carrillo, directora del documental ‘Cantadoras. Memorias de vida y muerte en Colombia’  y Ceferina Banquéz, cantadora de bullerengue y una de sus protagonistas, conversaron con Rugidos Disidentes sobre esta propuesta audiovisual que lleva al espectador por un recorrido mágico a través de la música, usada como grito de resistencia y de paz.

 

Por, Edward Carrillo Sáenz

 

 

 

 

Imagen tomada de internet: https://vimeo.com/134987217

Reflexiones en la red

En nombre de la guerra gana el presidente como el comandante en jefe de las fuerzas armadas porque, la razón de ser, de un ejército es la guerra, no la paz.

El actor Ronald Ayazo comparte con nosotros una pertinente reflexión

Antiguamente: ‘’No des limosna en la calle porque fomentas la mendicidad’’, ahora: “No des limosna en la calle porque retrasas la revolución’’.

En lo social, pedir dinero se ha vuelto una forma de vida que muchos copiamos para hacerle el quite a la responsabilidad personal o familiar de nuestras obligaciones, o porque no hay más qué hacer para sobrevivir. Otros, con más dignidad, asumen el reto… ¿Un abogado, ingeniero, médico o profesional universitario manejando taxi? (Quienes así sobreviven no se acomplejen que aquí, en los Estados Unidos, hay miles así, titulados de otros países que trabajan en cualquier cosa por no tener licencia para ejercer su carrera y viven con dignidad porque trabajan honestamente).

Sí, así es a pesar de las alegres cuentas que en Colombia muestra el DANE que, a través de amañados resultados en sus boletines, esconde la realidad del desempleo del país. No pretendo descubrir el agua tibia, sólo recordar que el DANE suma como empleados a las personas que se cansan de buscar empleo y que, a fuerza de no encontrarlo, se tienen que meter a la economía informal, dicho en palabras reales, al rebusque, y eso lo suma la entidad oficial como ocupación estadística. Pero esa es apenas la punta del iceberg ya que, a pesar de que algunos pocos tienen la oportunidad de montar un pequeño negocio de cualquier cosa en la calle, aparecen los flamantes representantes de las alcaldías, los policías, y los echan de allí, y de allí, de la desprotección del estado, pasan al imperio de los extorsionistas del “gota a gota’’ en un despiadado juego de ping pong y es cuando, acorralados, entran a los grupos de delincuencia común, o también, gracias a los infiltrados civiles de la guerrilla quienes prometen “resolverles el problema’’, los enrolan en sus filas. ¿Qué hacer? La única alternativa es: o dejo que mi familia muera de física hambre, o hago lo que sea para sacarla adelante.

Yo, desprevenido ciudadano, más ocupado en soñar que en entender los jeroglíficos sociales, económicos y políticos de este país, me hago una serie de preguntas como estas: Si los habitantes de una nación tienen buenos ingresos per cápita por su trabajo, ¿No es más rico el país porque la gente compra más y los capitalistas venden más? Sin embargo, la mayor tajada del presupuesto nacional, que debería encargarse de bajar los índices de pobreza de sus habitantes, se los llevan las fuerzas armadas y muchos políticos. ¿Para quienes es un buen negocio la guerra? Mi escaso conocimiento, mi condición de simple ciudadano, mi desesperanza o mi rabia me empujan a responder… ¡Al gobierno! Entonces presumo una cantidad de respuestas e interrogantes. En nombre de la guerra gana el presidente como el comandante en jefe de las fuerzas armadas porque, la razón de ser, de un ejército es la guerra, no la paz. La guerra les da prebendas de todo tipo a los altos mandos mientras que la paz no. ¿Se imaginan a un alto militar desocupado sin la guerra? ¿Cuánta gente, y a qué costo, vale tener un ejército en paz, contrario a lo que demanda tenerlo para la guerra?; gana el gobierno que pide y pide ayudas internacionales para financiar el conflicto armado quedando, además, con patente de corso para elevar en nombre del conflicto impuestos al pueblo que es quien, a la postre, paga los platos rotos. Gana el “enemigo’’ del gobierno que puede delinquir sin pagar castigos por sembrar, elaborar, traficar y vender estupefacientes a pesar de que tiene que pagar “mordidas’’ a muchos de quienes conforman los poderes del estado; ganan los países que venden armas, tanto al ejército, como a la delincuencia organizada. También ganan los narcotraficantes quienes, a pesar de pagar a diestra y siniestra millones y millones para poder conservar corredores libres de la vigilancia militar y policiva, conservan suficiente para vivir más que bien.

¿En cambio, quiénes perdemos? Otras preguntas inevitables… ¿Qué se hacen los dineros conseguidos por el gobierno con las propiedades que les quitan a los delincuentes, con los dineros que rescatan del contrabando? ¿Con los millones de dólares encontrados en las famosas caletas de la guerrilla? ¿Qué pasó con los tesoros del galeón San José? ¿A dónde van a parar esos dineros de los cuales nadie habla y menos el gobierno de turno? ¿Cuántos problemas solucionarían esos dineros si hubiese justicia social?

Dios quiera que llegue la paz a nuestro país, pero también tengamos los ojos más abiertos para evitar, en lo posible, pagar un precio más alto que la guerra, precio que se escribe con letras mayúsculas… ¡CORRUPCIÓN!

Por, Ronald Ayazo | Estados Unidos

 

El sexto día en Bogotá

En conclusión, la Petrópolis y la Peñacity, fracasaron en este particular y gracias a su falta de gestión, el caos se está apoderando de la ciudad semáforo tras semáforo.

Desplazarse un sábado por las calles bogotanas es una prueba a la paciencia bastante exigente. En verdad, la ciudad está cada vez más lejos de ser la Atenas que Peñalosa dibuja en sus discursos y que diseña en sus costosas maquetas. Gustavo Petro, su antecesor, tampoco hizo nada por el tema de movilidad. Ambos fracasaron y su desidia se evidencia a diario, especialmente este día, y deja, de paso, serios cuestionamientos sobre la competencia de estos dos señores para liderar una urbe de las dimensiones y complejidad de Bogotá.

Replantear el Pico y Placa fue promesa de campaña de las dos últimas administraciones, discutido en los debates de los candidatos y, pese a las promesas realizadas en tarima, es un grave problema que aún está lejos de resolverse. Ambos, Petro y Peñalosa, hablaron de desestimular el uso del carro particular, no obstante, la precariedad del sistema de transporte urbano hace de este objetivo un gran costal de palabrerío que pasa de gestión en gestión como un tema pendiente que con el tiempo empeora.

Transmilenio, creación del alcalde actual es un fiasco que con los años, al contrario de mejorar, deja al descubierto sus debilidades y falta de estudios en su diseño para su ejecución. El Sitp, por su parte, puesto en marcha por el burgomaestre anterior, demuestra falencias de planeación y su precaria administración posterior tienen al sistema al borde del colapso, sus deteriorados buses, azules y provisionales, están lejos de ser una solución organizada de transporte público masivo. En conclusión, la Petrópolis y la Peñacity, fracasaron en este particular y gracias a su falta de gestión, el caos se está apoderando de la ciudad semáforo tras semáforo.

Desconozco las razones por las cuales la administración distrital considera que el sábado se moviliza por la ciudad una menor cantidad de personas. Es verdad que muchas empresas no laboran este día, pero también es cierto que muchas otras sí lo hacen. Además, hay clases en universidades, los colegios ofrecen cursos extracurriculares a los que los estudiantes deben asistir, los niños son llevados a distintos espacios de esparcimiento y quienes no trabajan, aprovechan para realizar otras actividades y no necesariamente se dedican a pernoctar en sus casas.

Bogotá también existe el sexto día y así lo evidencian sus calles –que mucho más que en otros días– son desbordadas por la gran cantidad de vehículos. Transmilenio también se muestra esquivo a esta necesidad y disminuye la cantidad de rutas y a cambio ofrece otras que, por supuesto, no dan abasto a la gran cantidad de personas que hacemos uso de este servicio. ¿De dónde concluyen los expertos en movilidad que, por ejemplo, nadie se transporta del Portal Américas al Portal Suba el día sábado?

Semáforos con temporizadores desfasados, con errores de sincronización y lejos de ser inteligentes para calcular la cantidad de tráfico y asimismo aumentar o disminuir sus tiempos, carros sin ninguna restricción, buses, camiones, motos, gente por todos lados, así es la ciudad que en su sexto día no descansa y que se hace insufrible cada semana. Muy cerca estamos a que Bogotá sea la urbe en la que sus ciudadanos se quedarán inmóviles en sus calles viendo como sus vidas pasan, mientras que ellos, estáticos, permanecen detenidos en sus carros.

No queremos la demagogia del Alcalde anterior, pero tampoco queremos las fantasías del actual, quien visualiza en una maqueta, una metrópolis del futuro imposible de alcanzar si no se abordan con seriedad el tema de movilidad, como otros tantas problemáticas que están condenando a la capital del país en un ciudad sin rumbo, caótica y, quizás, también sin esperanza. Una gran mole de cemento que está pagando por sus errores del pasado, que sufre y no se descifra en el presente, y que ve como el futuro prometido cada cuatrienio está mucho más lejos.

Yo que carezco, al igual que el Alcalde actual, de un doctorado, ignoro si la solución sea extender el Pico y Placa hasta el sábado –se supone que la administración cuenta con los expertos para tratar ésta y otras complejidades– pero en todo caso, la ciudad que se supone es para todos, requiere una intervención inmediata y está urgida para que la alcaldía actual sea más honesta en su gestión, pues el día que ella se niega a reconocer lo sufrimos cada semana cerca de 8 millones de habitantes.

 

Un renacer en Nueva York

Carlos Daza era uno de esos latinos que no le cabía el mundo en la cabeza a sus 32 años de edad. Acostum­brado a la tranquilidad propia de su pueblo, Somon­doco, en Boyacá, Colombia, 10 días en Nueva York le cambia­ron para siempre la perspectiva de su vida.

Carlos Daza era uno de esos latinos que no le cabía el mundo en la cabeza a sus 32 años de edad. Acostum­brado a la tranquilidad propia de su pueblo, Somon­doco, en Boyacá, Colombia, 10 días en Nueva York le cambia­ron para siempre la perspectiva de su vida.

No podía creer que en 21.5 kilómetros de extensión hubiera tanta historia, tanta actividad, puentes de dos pisos, varios túneles construidos debajo del río Hudson, más de 4.493 edificios tan altos que intimidan y al mismo tiempo maravillan, personas impecable e irreverentemente vestidas, individuos de todas las razas que pueden hablar más de 96 lenguas, todo esto y mucho más en una isla que llamada Manhattan fue comprada en 24 dólares a los holandeses el 24 de mayo de 1626,  y denominan The Big Apple, La Gran Manzana.

Daza vivió lo que muchos cuando llegan a la ciudad de los Rascacielos. Se sintió de pueblo, de su amado Somondoco, pero de pueblo. No podía creer que una urbe relativamente pequeña, donde viven cerca de dos de millones de personas y transitan diariamente muchísimas más, provenientes de los alrededores de la isla y visitada por 25 millones de turistas al año, fuera tan organizada y con un civismo que ni en la ciudad más grande de su país, ni volviendo a ser fundada, podría experimentarse.

Eso lo supo caminando por las calles neoyorkinas cuando ob­servó cómo cada transeúnte procura en no afectar el espacio de los demás. Hay un respeto mutuo que impresiona.

En las escaleras eléctricas, por ejemplo, quien quiera subirlas caminando, avanza por el lado izquierdo, y en la parte derecha permanecen quienes tan sólo se dejan llevar por la escalera, en un orden milimétrico que ya parece ley.

En el metro la norma cívica es dejar bajar primero a los viajeros y luego sí acceder al tren. Carlos acostumbrado al Transmilenio de Bogotá, en la capital colombiana, vivió un triste de­but en el metro de Nueva york, que se repite mucho entre los latinoamericanos. Daza no consideró en dejar bajar a los pasajeros y sin pensarlo, subió al metro, pero no tar­dó en ruborizarse al percatarse del tamaño de su error. Descubrió que sus bases cívicas eran pobrísimas, vergonzantes, algo que mejoraría radicalmente con unos días más de metro, de caminar las calles, de obser­var el devenir de Manhattan y con lo cual aprendió una lección neoyorkina clave, un pequeño detalle para la convivencia urbana: respetar a los demás.

 

 

La magia

 

Con una formación universitaria bási­ca, proveniente de familia campesina, Car­los vio y vivió lugares que nunca se hubiera imaginado. A pesar de su manejo incipiente del idioma inglés, su “malicia indígena” le permitió sacarle ventaja a su viaje en medio de un temor propio de un ‘primíparo’ que se inaugura en las artes amatorias y descubre las mieles de la emoción desbocada. Guar­dadas las proporciones, algo parecido fue lo que experimentó Daza al conocer la ciudad que nunca duerme.

Era su primera experiencia con una gran metrópoli, propia del desarrollo. Todo era desconocido para él. Las amplias aveni­das, el metro (uno de los más grandes en el mundo con más de 400 estaciones trans­portando diariamente cinco millones de personas), las calles que en los semáforos tienen pantallas digitales que indican a la gente cuando es seguro atravesar; los sitios turísticos, el Empire State, famoso por ser por muchos años el edificio más alto en el planeta y porque allí, en la ficción de una película, King Kong luchó por su vida; El puente George Washington de dos pisos, el cual tiene un nivel superior con cuatro carriles en cada sentido y un nivel inferior con tres carriles en cada dirección, algo increíble. Eso sin hablar del túnel Holland que conecta a Manhathan con Nueva Jer­sey, construido por debajo del Río Hudson y que inaugurado en 1927, para Carlos fue una de las grandes sorpresas de ingeniería jamás vista con sus propios ojos. Todo era novedad como la estatua de la libertad, Liberty Enlightening the World, «La libertad ilu­minando el mundo», símbolo de EE.UU, la cual representa la libertad y emancipación con respecto a la opresión, impresa de una forma bella en los cheques federales que el Estado paga a los estadounidenses.

Carlos refería cada calle a las películas vistas durante su vida que infortunada­mente en la pantalla no trasmiten la misma emoción como cuando se está al frente de una calle como Times Square convertida en un íco­no mundial.

Durante las 24 horas del día, los 365 días del año, Times Square muestra una imagen camaleónica y mutante a través de anuncios publicitarios leds que la convierten casi en un lugar mágico y de fan­tasía. Para anunciarse allí hay que desem­bolsar la friolera de 69 millones de dólares al año, pero el gasto merece la pena. Cada año, 40 millones de visitantes se pasean por esta emblemática plaza neoyorkina. Carlos definitivamente no lo podía creer, lo único que se preguntó fue: “¿En dónde carajos he estado durante todos estos años, cómo no sabía que esto existía?”.

Diversidad

Venga de donde se venga, de un pueblo o una ciudad, lo más cautivante de Manhattan es su diversidad en todos los órde­nes. Los detalles propios de la arquitectura, que data de siglos atrás, contrastada con el modernismo y la combinación del aporte de las diversas culturas asentadas en la isla, brindan un panorama único. Carlos Daza ni en sus sueños se hubiera imaginado algo así. En China Town, además de la exquisita comida oriental y de las fachadas de las edi­ficaciones evocando a China, es posible en­contrar falsificaciones perfectas de ropa, re­lojes, bolsos y otros artículos de las mejores marcas que se convierten en un souvenir turístico de alto valor.

En la pequeña Italia, además del influjo europeo en sus vivien­das, algo realmente seductor es una pizza al mejor New York-style, con la cual Carlos se dio cuenta que en materia de pizzas tampoco nada sabía, ni nada había saboreado hasta el día en que comió, por tres dólares con cincuen­ta centavos, un trozo de esa pizza que nadie sabe a ciencia cierta porque es tan delicio­sa.

Expertos indican que la diferencia de la pizza neoyorkina con la de otras ciudades y países es su fina corteza estirada a mano, hecha con una harina de pan única cuyo legendario sabor se ha atribuido a los mine­rales presentes en el agua de Nueva York. Es tal la creencia en ese factor que fabricantes de pizzas fuera del estado transportan el agua de la Gran Manzana a otras latitudes en aras de preservar la autenticidad y el sa­bor de esa pizza que no tiene comparación.

Los días pasaban y Carlos era cons­ciente que no todo lo podía conocer. Su meta, para el último día, era visitar el tris­temente célebre World Trade Center. Sin embargo, antes fue imperativo tomarse las fotos clave para cualquier turista de visita en la Gran Manzana. Entonces co­rrió, literalmente corrió, para tomarse un retrato en Broadway (el epicentro del tea­tro internacional), una foto en la sede de las Naciones Unidas, una instantánea en el Rockefeller Center, complejo fundado por la familia Rockefeller y que en época de navidad es impresionante, también una imagen en el Radio City Music Hall, una postal en el Madison Square Garden, una foto en el Central Park, que a decir verdad cuando Carlos lo conoció se arrepintió de no haber empezado por allí su aventura turística.

Este parque urbano público, de 365 acres de extensión, más grande que el principado de Mónaco o la Ciudad del Vaticano, tiene museos y sitios sin igual. Sólo trotar en su Park drive de 10 km de largo es inolvidable. El parque está cerca al edificio Dakota donde mataron al músico inglés John Lennon en 1981, aún sitio de peregrinación de miles de seguidores del ex beatle. Alrededor del Central Park, viven los millonarios más ricos del mundo.

Algo que impactó a Daza fue saber que un metro cuadrado allí cuesta lo mismo que toda su casa completa en Colombia: 40 mil dóla­res. Se sabe que el apartamento más costo­so en esta zona cuesta 88 millones de dóla­res.

 

La despedida

El ímpetu de su curiosidad le había dado a Carlos la energía para caminar des­de el sur hasta el norte, desde el oeste hasta el este de la isla de Manhattan, caminán­dola y viviéndola. Casi estaba satisfecho. Había llegado el gran momento. Conocer por fin, el epicentro de una metrópoli que en 2001 fue protagonista del ataque terro­rista que cambió por siempre la historia del mundo, donde murieron más de 5 mil personas cuando se derrumbaron, como un castillo de naipes, las Torres Geme­las, luego de que dos aviones comerciales impactaran y explotaran en su estructura. Ese episodio nunca será olvidado. La re­construcción de la ciudad continúa día a día tras día. Pocos rastros quedan de ese reprochable acto de Al Qaeda. Una nueva ciudad se erigió luego del ataque.

El civis­mo se acrecentó, la solidaridad afloró más y los neoyorkinos dieron ejemplo al mundo de su sentido de superación. La seguridad mejoró ostensiblemente. Nada así puede volverse a repetir, es la consigna tanto de los ciudadanos como las autoridades neoyorkinas.

La nueva Torre de la Libertad ya tiene forma. Será de 417 metros, la misma altura de la torre 1 del World Trade Center original. Con la altura de la antena, el edificio se alzará a 1.776 pies (541 m), una altura simbólica inspirada en el año de la Independencia de Estados Unidos. Cada detalle ha sido presupuestado para hacer de la nueva obra un homenaje digno a quienes perdieron la vida ese fatídico 11 de septiembre de 2001.

En el parque memorial, ubicado en la cen­tro del complejo, Carlos rindió homenaje al coraje y valentía de los sacrificados y los rescatistas. En las paredes de las 2 piscinas semi-subterráneas, construidas de forma cuadrada y donde se erguían exactamen­te las Torres Gemelas, están inscritos los nombres de las más de 5.000 personas muertas durante el ataque terrorista, allí el agua fluye cons­tantemente hacia un cuadrado pequeño en el centro, que invita a un renacer, inci­tando a una nueva vida.

En este escena­rio, con el sonido singular que produce el agua circundante de las fuentes del World Trade Center, Carlos Daza sintió una paz que nunca había experimentado, inque­brantable, el saber que estaba en un lugar donde murieron tantos inocentes hace 11 años, le permitió reflexionar sobre su pro­pia vida y se otorgó un perdón para sí mis­mo y la humanidad entera. Encontró algo sublime que diez días atrás no sabría que obtendría y que desde ahora marca el comienzo de una nueva perspectiva en su vida. Nueva York lo hizo cambiar, Nueva York lo hizo renacer.

Por, César Augusto Sutachán Daza
Jefe de Redacción, Revista VISIÓN

Crónica publicada en Revista VISIÓN http://www.larevistavision.com/sitio/un-renacer-en-nueva-york/

Agradecemos a Revista VISIÓN por permitirnos compartir esta crónica.

Cádiz: la magia de Andalucía

Cádiz tiene magia, los gaditanos también, sus playas son únicas, sus noches alegres y festivas y sus atardeceres únicos. Sus playas no son sólo el escenario de bronceo o paseo de muchos, sino el espacio donde el amor, la paz y la tranquilidad son los principales protagonistas.

Frente a mis ojos ‘La Habana Española’ por primera vez

 

Aún recuerdo mi primera visita a Cádiz el otoño pasado, cuando por error o azar, visité sin planear uno de los tantos hermosos lugares de Andalucía. Aquella mañana el recorrido inició desde Málaga camino a Gibraltar; los comentarios, las fotos con monos y la historia de aquel rincón británico en España, despertaron mi interés por acércame a conocer aquel lugar que tanto me recordaba las clases de geografía en primaria.

Luego de una breve parada para desayunar en Marbella –una ciudad que sin ser la capital de Andalucía es la mas cosmopolita y quizá más moderna de todas– y un recorrido en carro por cerca de una hora, tenía frente a mí el imponente Peñón y puerto de Gibraltar, el cual aprecié y fotografié desde la distancia. (Es importante, que quienes deseen visitar este lugar tengan presente contar con el visado de Reino Unido, porque como lo indiqué unas líneas atrás, éste es territorio británico).

Los colores del mar de Gibraltar son tan diversos, que luego de visitarlo en verano estoy convencida que tiene uno de los colores más hermosos del mediterráneo.

    

Gibraltar en Otoño

Gibraltar en Verano

Tras un par de horas, el camino nos lleva a la capital de Cádiz, la provincia española conocida por el carisma de su gente, sus playas y su envidiable ubicación, que la sitúa a solo 14 kilómetros de África, limitando con el Océano Atlántico y el Mar Mediterráneo.

Cadíz, la Costa de la Luz o la ‘Tacita de plata’ con casi 300 kilómetros de costa, ofrece a sus visitantes una amplia gama de playas, pueblos, gastronomía, deportes acuáticos, amaneceres y puestas de sol inigualables.  La Habana Española, como también se le conoce, pero con “más salero”, como dice la canción Habaneras de Cádiz de Carlos Cano, es una ciudad que con cerca de 120 mil habitantes y una tasa de desempleo que supera el 35% (según cifras del Instituto Nacional de Estadística de España – INE), centra su economía en las actividades portuarias y en el turismo, y que se destaca no sólo en Andalucía sino a nivel nacional por tener la gente más maja, alegre y feliz.

 

 

Esta primera visita a Cádiz, me llevó a dar un paseo por sus principales callecitas, su playa,  a recorrer sus castillos y despeinarme una y otra vez por sus fuertes vientos, vientos que permiten a muchos turistas y aficionados de los deportes acuáticos  disfrutar del windsurf y el kitesurf durante el año.

Cádiz no solo ha sufrido el impacto del desempleo, también ha experimentado las consecuencias del terremoto de Lisboa que, con 9 grados en la escala de Richter, ocasionó un maremoto que arrasó con gran parte de la costa y calles gaditanas el 1 de noviembre de 1755. Un extraño retroceso de las grandes y amenazantes olas, atribuye a sus patronas intervenciones ‘divinas’ que hoy hacen referencia a la virgen de Nuestra Señora del Rosario y a la virgen de la Palma como las salvadoras de su ciudad. 

 

Aún recuerdo mis caminatas por Playa Caleta con la marea baja, para luego adentrarme varios metros entre balsas de pesca, algas y barro, cosa que no podría hacer ni disfrutar de la misma manera en verano o con otra marea.

Cádiz, el regreso

 

 

Mi segunda visita a Cádiz, esta vez en verano, tenía como objetivo principal disfrutar de un par de días de sol, allí, en el Hostal Paris, ubicado en San Fernando. Un chico español muy amable y atento, nos sugirió en un mapa una ruta de playas para visitar… y definitivamente, no se equivocó. El Palmar, Zahora y Caños de Meca nos brindaron un mar lleno de azules, arenas suaves y claras, sus fuertes e infaltables vientos y ‘chiringuitos’ con comida deliciosa. 

Cádiz tiene magia, los gaditanos también, sus playas son únicas, sus noches alegres y festivas y sus atardeceres únicos. Sus playas no son sólo el escenario de bronceo o paseo de muchos, sino el espacio donde el amor, la paz y la tranquilidad son los principales protagonistas.

La magia de Cádiz está en su historia, en su gente, en sus atardeceres. Atardeceres, que a diferencia de otros lugares, permiten a muchos acudir a una cita permanente frente a la playa para despedir el sol en uno de los mejores espectáculos, en primera fila y con aplausos. ¡Esto es Cádiz!

Galería Fotográfica

                                          

Cádiz: la magia de Andalucía

Por, Sheila Giraldo

@Shey

 

La función del poeta y la poesía en la sociedad

El poeta es un trabajador de la cultura, un hombre o una mujer que ha hecho del ejercicio de escribir poesía, su proyecto de vida, su pasión, su vocación, su enamoramiento, su vicio, su estigma o su arma de lucha y de comunicación. La poesía es la continuación de la guerra por otros medios porque la poesía es también un arma por la liberación total del hombre y de los pueblos.

El poeta es un trabajador de la cultura, un hombre o una mujer que ha hecho del ejercicio de escribir poesía, su proyecto de vida, su pasión, su vocación, su enamoramiento, su vicio, su estigma o su arma de lucha y de comunicación. La poesía es la continuación de la guerra por otros medios porque la poesía es también un arma por la liberación total del hombre y de los pueblos. El poeta es un ser con sensibilidad social que hace de la poesía su instrumento de convocatoria, de canto y de exaltación de las cosas más puras y bellas del ser humano, comprometido con la palabra y con su visión poética de la vida, porque el poeta vive la vida poéticamente y es un enamorado del lenguaje y sus metáforas.

 El poeta no es el loco de la sociedad, ni el bohemio ni el truhán ni el maldito, en esa visión caduca del poeta, sino el trabajador de la cultura, el intelectual que escribe y piensa y vive la poesía y reflexiona sobre la sociedad de su tiempo, aunque locos y suicidas y bohemios haya tenido la poesía. El poeta no es un romántico sino un antiromántico, porque esa visión idílica del poeta no existe en estos tiempos de la modernidad, es un ser desarraigado que muchas veces ha hecho de la marginalidad su ética de vida, porque no es un bufón de la corte, ni un adicto del poder, a lo sumo el único poder que le interesa a los poetas, es el ejercicio del poder de la palabra.

 La poesía le nace de las entrañas de su espíritu y de su intelecto o de la tierra o la sociedad en la que vive y sueña, pero el poeta no es un soñador a la manera del que sueña sin los pies en la tierra, el poeta es un soñador a la manera del que sueña imposibles y cree en las utopías. Cuando el ejercicio de escribir o leer poesía sea reconocido y respetado en la sociedad, todos los hombres y mujeres serán poetas, o al menos todos los hombres y mujeres se acercarán a la poesía como a un canto litúrgico en una iglesia. La función de los poetas y de la poesía en la sociedad es la de sensibilizar y hacer de los seres humanos, seres más humanos y sensibles frente al mundo injusto y cruel que nos ha tocado vivir. Tal vez el poder de la poesía contribuya algún día a ese propósito y la poesía ya no sea expulsada de la República como en la época de Platón, sino que haga parte del ejercicio del poder de sus gobernantes.

En el canto de los poetas se reconoce el espíritu de un pueblo o de una sociedad y aunque nos hemos acostumbrado a ver la poesía solo consignada en los libros, seria divino y maravilloso ver la poesía escrita en los muros de la ciudad, en los árboles, como los enamorados dibujan corazones atravesados por una flecha, en los periódicos, en las vallas publicitarias, en el cielo con o sin estrellas, en las señales de tránsito, en los semáforos, en las ventanas de los edificios, en todo lugar público donde la poesía se haga visible para recordarnos que la poesía y los poetas existen. Una ciudad sin poesía es la anticiudad escribió Rogelio Salmona. El día que el hombre recupere su sensibilidad perdida podrá ver la poesía en las cosas más insólitas o naturales como intenta la poesía hacerlas ver, visibilizarlas.

Poesía

Poesía

perdóname por

haberte ayudado

a comprender

que no estás hecha

sólo de palabras 1

y perdóname por haberte

ayudado a comprender

que también estás en la calle

al pie de las bronceadas

estatuas por la lluvia y el sol

en la luna llena que posee

como un demonio a los gatos

y los poetas, en un río dulcemente

inerme como el follaje en los

patios en verano, en la lluvia

que acodado en la ventana miras

mientras desnuda una mujer fuma

en el lecho, en una calle olorosa

del mercado de frutas, hierbas

y pescado, en los árboles que bajo

su sombra se besan eternos y  amorosos                                            

los amantes y arrecia el viento

como la tarde sobre los tejados

de la ciudad tórrida, en la noche

bohemia de vino, dulzura y música

en la página blanca abierta

como muslos y, a veces

también en el poema. 

                                  1.  Roque Daltón.

 

El poeta es un ser de lavar y planchar y no un arribista del lenguaje o la imagen, aunque muchos se confundan a veces y proyecten esa imagen, los egos individuales a veces distorsionan la obra del poeta y se pierden en la verdadera función social que deben realizar o su propia poesía se vuelve tan oscura o hermética que no los entiende nadie o su lenguaje es tan vacío y sin estética que no cumplen con comunicar el mundo que intentan poetizar o elaboran una manera muy burda de comunicarlo. Al poeta por su obra lo reconoceréis, y lo reconocerá la sociedad, si no la de su tiempo, porque no la ha comprendido o por mezquindad, si la de otros tiempos y sociedad porque como ya es un aforismo, nadie es poeta en su tierra.

Gajes del Oficio

A veces,  poeta
mientras vivas serás
un oscuro bardo solitario
acaso debes morir
para que se ilumine tu obra
o huir de tu ciudad o país
como un emigrante clandestino
nadie es poeta en su tierra
y como Prometeo robarás
el fuego que arde en la palabra
y te creerán un hombre llegado
con la lluvia o un romántico
que escribe poesía como las guitarras
nocturnas junto a la ventana
y que los poetas son una plaga inofensiva
que se dan en los cafés a beber
el corazón de la noche
que  la  poesía, te dirán, es un
oficio de lunáticos, acaso te robas
el corazón de las mujeres
y  te  quieren más los amigos.
A veces, poeta
la poesía es
un riesgo de la vida.

El poeta debe intentar escribir poesía, y no hacer política, la política es para los políticos, (aunque a veces se hace necesario que los poetas incursionen en la política para hacer efectiva la gestión y la administración de la cultura y no se quede en manos solo de los políticos) como la poesía es para los poetas, (aunque a veces la poesía está en donde menos se imaginan o la escriben las cosas más inverosímiles). Los que desean hacer política con la poesía corren el riesgo de escribir rojos panfletos sin poesía y es mejor que funden un partido y transformen la sociedad con las masas alzados en victoria. Los que desean hacer poesía que hagan de la palabra su arma pero para la reivindicación de la ternura y la belleza estética de las cosas más cotidianas del hombre como el amor o el deseo, la vida, la muerte o el tiempo. La poesía no cambia el mundo pero puede transformar a los hombres como la política puede transformar la sociedad para que cambie el hombre y la poesía sea su alimento como su pan diario sobre la mesa.

El Partido del Diablo, es el partido de los auténticos poetas, según el visionario Willian Blake, esto es, el partido de aquellos que asumen el ejercicio de la poesía como un acto de provocación e insurrección, de insolencia y desacato al imperio de la tontería humana, presente en todas las épocas y países, escribió el poeta Raúl Henao (El Partido del Diablo, Editorial Lealon, Medellín, 1989) “Porque pertenecer al partido del diablo, dice el poeta, significa para un poeta latinoamericano, en la noche oscura de nuestra cultura, verse confinado al exilio, a la marginalidad, a la locura, al ostracismo, en el propio país. Defender contra viento y marea el resto de libertad personal que le queda, el poco de originalidad y creatividad. Marchar a descubierto en medio del vendaval del oportunismo, arribismo, servilismo que caracteriza a la generalidad de los intelectuales al momento presente”

El poeta no puede dormirse en los laureles, debe amanecer a trabajar la palabra como una herramienta con la que cincela, con el fuego la aleación de la palabra y que como una mariposa revolotea sobre su cabeza atribulada. Los que se duermen en sus laureles no alcanzarán el reino de la poesía en donde vivirán eternamente bajo el cielo que cubre sus palabras, en la tierra donde vivirán en la paz de la poesía que los consagra a la vida eterna como el mensajero de los dioses y de la tribu. 

En la Sociedad Contemporánea

El poeta es un solitario

definitivamente

un lobo estepario

la poesía es su dulce condena

padece la ternura como

una enfermedad incurable

y ama la palabra como

a una hembra que desnuda entre la hierba

pero no es un romántico

degollado bajo la luna 

ni un bohemio ebrio por los lupanares

ni un inspirado con los crepúsculos

a lo sumo un discreto empleado

de un banco o universidad pública

la poesía no es un oficio

para enamorar muchachas

con rojos corazones atravesados

por una flecha

ni el poeta un soñador

la lucidez es su paranoia

no es eso que tú piensas

ni distinto ni superior

ni un pequeño dios como diría Huidobro

acaso un pequeño desadaptado

que no hace parte del rebaño

y por la poesía pone

el corazón en el fuego

el poeta es una metáfora

de sí mismo.

La poesía es la ternura

de todas las cosas.

El poeta atesora las palabras más puras para escribir su poesía, porque quiere revelar el mundo y las cosas que pasan inadvertidas a los ojos del común de las gentes, y en la revelación de la belleza de las cosas encontrarse a sí mismo en su propia voz mágica que lo identifica y le hace justificar su existencia. El poeta se hace mediante el lenguaje que lo realiza como artista. Las palabras son su instrumento más sagrado para la creación de su poética que muchas veces las hace transgredir en su sintaxis, metáforas e imágenes para darnos el sentido más exacto y justo de lo que nos quiere revelar. Los más lúcidos poetas en la historia de la literatura transgredieron el lenguaje o hicieron poesía con las palabras más simples y cotidianas y sentaron la belleza sobre sus rodillas como dijera Rimbaud. 

No se justifica un mundo o una sociedad sin poetas y sin poesía porque la poesía es la revelación de lo que es un hombre o una sociedad, que nos desnuda su corazón de la manera más apasionada, transparente y total. La poesía es una entrega total como debe ser el amor verdadero y por el que a veces le apostamos sin restricciones cuando se ama irreductiblemente y por el que aún cantan y escriben los poetas.