En nombre de la guerra gana el presidente como el comandante en jefe de las fuerzas armadas porque, la razón de ser, de un ejército es la guerra, no la paz.
El actor Ronald Ayazo comparte con nosotros una pertinente reflexión
Antiguamente: ‘’No des limosna en la calle porque fomentas la mendicidad’’, ahora: “No des limosna en la calle porque retrasas la revolución’’.
En lo social, pedir dinero se ha vuelto una forma de vida que muchos copiamos para hacerle el quite a la responsabilidad personal o familiar de nuestras obligaciones, o porque no hay más qué hacer para sobrevivir. Otros, con más dignidad, asumen el reto… ¿Un abogado, ingeniero, médico o profesional universitario manejando taxi? (Quienes así sobreviven no se acomplejen que aquí, en los Estados Unidos, hay miles así, titulados de otros países que trabajan en cualquier cosa por no tener licencia para ejercer su carrera y viven con dignidad porque trabajan honestamente).
Sí, así es a pesar de las alegres cuentas que en Colombia muestra el DANE que, a través de amañados resultados en sus boletines, esconde la realidad del desempleo del país. No pretendo descubrir el agua tibia, sólo recordar que el DANE suma como empleados a las personas que se cansan de buscar empleo y que, a fuerza de no encontrarlo, se tienen que meter a la economía informal, dicho en palabras reales, al rebusque, y eso lo suma la entidad oficial como ocupación estadística. Pero esa es apenas la punta del iceberg ya que, a pesar de que algunos pocos tienen la oportunidad de montar un pequeño negocio de cualquier cosa en la calle, aparecen los flamantes representantes de las alcaldías, los policías, y los echan de allí, y de allí, de la desprotección del estado, pasan al imperio de los extorsionistas del “gota a gota’’ en un despiadado juego de ping pong y es cuando, acorralados, entran a los grupos de delincuencia común, o también, gracias a los infiltrados civiles de la guerrilla quienes prometen “resolverles el problema’’, los enrolan en sus filas. ¿Qué hacer? La única alternativa es: o dejo que mi familia muera de física hambre, o hago lo que sea para sacarla adelante.
Yo, desprevenido ciudadano, más ocupado en soñar que en entender los jeroglíficos sociales, económicos y políticos de este país, me hago una serie de preguntas como estas: Si los habitantes de una nación tienen buenos ingresos per cápita por su trabajo, ¿No es más rico el país porque la gente compra más y los capitalistas venden más? Sin embargo, la mayor tajada del presupuesto nacional, que debería encargarse de bajar los índices de pobreza de sus habitantes, se los llevan las fuerzas armadas y muchos políticos. ¿Para quienes es un buen negocio la guerra? Mi escaso conocimiento, mi condición de simple ciudadano, mi desesperanza o mi rabia me empujan a responder… ¡Al gobierno! Entonces presumo una cantidad de respuestas e interrogantes. En nombre de la guerra gana el presidente como el comandante en jefe de las fuerzas armadas porque, la razón de ser, de un ejército es la guerra, no la paz. La guerra les da prebendas de todo tipo a los altos mandos mientras que la paz no. ¿Se imaginan a un alto militar desocupado sin la guerra? ¿Cuánta gente, y a qué costo, vale tener un ejército en paz, contrario a lo que demanda tenerlo para la guerra?; gana el gobierno que pide y pide ayudas internacionales para financiar el conflicto armado quedando, además, con patente de corso para elevar en nombre del conflicto impuestos al pueblo que es quien, a la postre, paga los platos rotos. Gana el “enemigo’’ del gobierno que puede delinquir sin pagar castigos por sembrar, elaborar, traficar y vender estupefacientes a pesar de que tiene que pagar “mordidas’’ a muchos de quienes conforman los poderes del estado; ganan los países que venden armas, tanto al ejército, como a la delincuencia organizada. También ganan los narcotraficantes quienes, a pesar de pagar a diestra y siniestra millones y millones para poder conservar corredores libres de la vigilancia militar y policiva, conservan suficiente para vivir más que bien.
¿En cambio, quiénes perdemos? Otras preguntas inevitables… ¿Qué se hacen los dineros conseguidos por el gobierno con las propiedades que les quitan a los delincuentes, con los dineros que rescatan del contrabando? ¿Con los millones de dólares encontrados en las famosas caletas de la guerrilla? ¿Qué pasó con los tesoros del galeón San José? ¿A dónde van a parar esos dineros de los cuales nadie habla y menos el gobierno de turno? ¿Cuántos problemas solucionarían esos dineros si hubiese justicia social?
Dios quiera que llegue la paz a nuestro país, pero también tengamos los ojos más abiertos para evitar, en lo posible, pagar un precio más alto que la guerra, precio que se escribe con letras mayúsculas… ¡CORRUPCIÓN!
Por, Ronald Ayazo | Estados Unidos