Yo soy Miguel Líttin
o quizás un hombre feliz y lleno de ira,
en todo caso un extranjero eterno,
y estoy esperando a que alguien se de vuelta
y me lance una piedra,
estoy esperando
a que me encuentre una bala de fuego
y se meta en mis orejas;
estoy esperando la próxima estrella fugaz
para colgarme de ella
y llegar a otro planeta que sí exista;
por encima de mi nombre hay un húmedo recuerdo,
un sortilegio que sangra,
y un pensamiento que muere
sobre los labios de una rana,
Qué no soy
si en la página muto,
me transporto
me desvelo,
y sigo esperando
que abras los brazos
-Helena-,
Y te salgan murciélagos del pecho
Y aniden en mis ojos
Y se cuelguen de mis cejas,
Y vean pasar las flechas veloces
Que lanza un hombre a lo lejos
Con los ojos llenos de sangre,
Y sigo esperando, no sé si en vano,
No sé si es preciso,
Mirar al cielo,
Una vez más,
y escribir con las cenizas,
Un nuevo discurso que hable de cómo esperar algo
que nunca vendrá.
Por, Felipe Quiñonez
Reseña del autor
Ya tuve diecisiete y no fui Rimbaud ¡qué importa! soy mejor poeta que una roca. Me llamo Felipe Quiñónez y ese no es mi heterónimo aunque a veces parezca una máscara. Nací en Bogotá, donde vivo actualmente. Soy un estudiante desdichado como muchos de los demás estudiantes que encuentran auxilio en la poesía. Estoy condenado como cualquier escritor al desencanto y la opulencia del acto poético. Escribo desde hace un tiempo y esta es la primera vez que me aventuro a la publicación de mis textos. No espero que sea de agrado de muchos, son poemas con fecha de vencimiento como todo en este nuevo mundo. Yo solo he venido a decir de nuevo que: Escribir es resistir.
Los poetas se visten de negro
Pero a Neruda siempre le gustó el rosa. Márquez exprimía margaritas y se las untaba contra la guayabera. Lo que le gustaba a los surrealistas, excepto a Dalí, era vestir con camisas cortas llenas de sangre y de cenizas. Lo que más le gustaba a Baudelaire era tener los labios secos. Hemingway por otra parte disfrutaba caminar sin zapatos. Cuando llegaba a su casa en las noches, se sentaba sobre su sillón, destapaba una cerveza, le daba un beso a la botella, y entonces se encaminaba en ese sórdido ritual de arrancarse las ampollas. Si alguien pregunta por Panero, pues bueno, él solo se acostaba sobre el suelo a esperar que las moscas se detuviesen en su cuerpo. Por otro lado Lorca, en sus ratos libres, masticaba los casquillos de las balas que acabaron con su vida, decía que así se sentía morir. Jamás le creí. Lo mejor de todo fue cuando conocí a Kafka y a Camus. Estaban sentados en la banca de un parque arrancándole las hojas a un libro de Artaud. En eso pasó Pound vendiendo helados. Los poetas se visten de negro.
Todo suspiro es falso
Este poema es un atraco,
Vengo del centro
Y de no haberme lanzado contra las iglesias
Con el pecho abierto
Buscando a la monjas que aun
No conocen el secreto que guarda mi corazón.
Vengo en mi bicicleta que está hecha
Con los huesos de Omaira,
La mandé a hacer en un barrio
Olvidado por la noche
En una localidad que aun sufre de insomnio;
Y se dobla contra el viento
Trasmutando la brisa en oro,
Llenando las alcantarillas
Con sustancias extrañas
Que en el nuevo continente
Que aun no he conquistado
Llaman Curvalupas
Todas las personas que miro
Están hechas con la piel
Que confeccionan las hormigas
En los campos desventurados alrededor del mundo,
A veces me distraigo
Y me estrello contra las épocas
Y las fronteras
Que hay por la calle,
Pero cómo evitarlo
Casi nunca se ve
Que a alguien
Se le caiga la máscara.
Categoría: Poesía
Evaluado por Iván René León
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Imagen tomada de internet: news.urban360.com.mx