La escena nacional y sus matices

La escena nacional y sus matices

(Bogotá D.C., Colombia)

Por, Tata La Cabra

¡Claro que sí! Es que esto es un ir y venir entre vaivenes de sonidos trabajados, rústicos y muchos estridentes.

Vivimos marcados por el cuento de la música, tanto la que escuchamos en nuestra infancia, como la que fuimos descubriendo a lo largo de nuestros años y, obviamente, por la que elegimos hacer. Queríamos intentar algo «nuevo”; pero, siendo sinceros, lo más nuevo que le pusimos a nuestra música fue alma y corazón, aparte de irnos contra corriente, porque no solo fue improvisar sin apoyo, sino encontrar quién creyera en nosotros para lograrlo. Es un secreto que se grita a viva voz y te lo dirán los más vieja guardia: «Aquí no se ha creado nada, todo ya estaba hecho desde afuera»; sin embargo, eso no fue algo que nos afectara o nos impidiera intentarlo. Somos bien testarudos en ese aspecto.

Ahora bien, la industria de lo local en cuanto al metal y el rock, es cada vez más sonada, creando espacios estrechos entre las mismas bandas; trabajando sobre la autogestión, muchas veces desagradecida; sobrevivir a este ambiente de hostilidad y amabilidad selectiva es un poco difícil, aunque no imposible y siempre tienes la posibilidad de abandonar, de rendirte, de dar todo por terminado y contar con orgullo la historia que hablará sobre aquel lugar al que alguna vez perteneciste.

Somos un mar de curiosidad, de descubrimiento constante en el que intentamos rescatar sonidos muy nuestros, como los ancestrales; pero, entonces, aparecen las «reglas” que nos impiden experimentar, porque según las historias eso no sería metal.

La escena nacional y sus matices

Aún trabajamos bajo el yugo marcado de aquellos que dicen que «el metal a muerto» solo por el hecho de que sus antiguas bandas ya no existen y no se dan la oportunidad de conocer y escuchar nuevas propuestas. Sin temor a la equivocación,  podría decir que todos los días nace una banda de rock o metal, todos los días, en algún lugar, hay un niño escuchando por primera vez el thrash metal de Metallica, soñando con tocar una guitarra como su ídolo. Estará viendo un Motörhead  y querrá aprender a tocar la batería; qué tal viendo un Iron Maiden queriendo cantar como aquel vocalista. Hasta nosotros, en nuestra juventud, fuimos inspirados por bandas legendarias como Black Sabbath, Deep Purple, Judas Priest, Pink Floyd, Rush y muchas otras.

El ser empíricos nos hizo tomar ciertos riesgos y medirnos a aprender a tocar un instrumento con el ánimo de mejorar. Todos los días nacen propuestas que son aplastadas por aquellas personas que no se han despegado de su radicalismo sin sentido, porque ya –a estas alturas– las explicaciones improvisadas están mandadas a recoger.

Además, como si fuera poco, tuvimos que pasar una etapa donde «debíamos ganarnos el respeto” de nuestros mayores, demostrándoles que sabíamos de música (Ja, ja, ja). Aunque, suene utópico y fantasioso, si existiera una verdadera unión, un verdadero apoyo, la afluencia será monumental.

Muchas veces lo he dicho, aquí hay mucho talento, bandas que merecen un espacio y para gustos los colores; bandas con géneros variados trabajados de forma profesional, desde lo más under hasta lo más industrial; bandas que se preocupan por sus letras, por su musicalidad, por crear un mensaje, una conciencia que trascienda más. ¿Acaso eso no era lo que se quería?

Cuando hablamos con nuestros conocidos y nos recomiendan alguna de sus agrupaciones favoritas siempre le añaden algo como «escucha los riffs de esta banda», «la voz que hace este man en este tema es brutal», «los intros armónicos que se complementan bastante bien con el sonido pesado de las baterías».

Pero, solo nos daremos cuenta cuán valiosa es nuestra música, cuando empecemos a creer en ella, a consumir de ella. Apoyar es muy sencillo: difundes, recomiendas, escuchas y –si te gusta– compras su producto. Así crecieron los grandes y así podríamos crecer nosotros…Advertencia: esto es solo una opinión, no se busca entrar en discusión con nadie, ni herir susceptibilidades. Quejas o reclamos a este teléfono: 📱

Don Tetto

Don Tetto: la banda que le puso letra y música a la vida en secundaria

Una generación que creció con su música de fondo encuentra en Don Tetto a esa agrupación que logró retratar su cotidianidad

(Bogotá D.C., Colombia)

Por, Andrés Angulo Linares

Pupitres rayados, detrás de ellos, consciencias que se enfrentan a la compleja transición de la adolescencia. Al frente, detrás de un escritorio, un profesor con los ojos clavados sobre la mesa hojea trabajos; a su lado dos esferos –uno negro y uno rojo– definirán quiénes sonreirán y quiénes “pedirán cacao”. Indiferente, quizás, a las circunstancias ajenas al estudio que se desarrollan entre sus estudiantes, no repara en esos detalles que resultan más significativos en la vida de estos chicos que la formación que les imparte; quizás, sea porque al igual que ellos, él también tuvo su momento de transitar por dichas experiencias.

El nuevo milenio apenas comenzaba. Junto con él y todos los cambios que supuso la revolución tecnológica que se asomaba, la generación de aquel momento se enfrentaba a nuevas posibilidades, identidades y sonidos. El salón de clases era una representación a escala de la sociedad. Una gran parte de estos adolescentes se inclinaba por darle la oportunidad a ese ritmo–odioso para muchos– que sumaba seguidores como propuestas musicales: el reggaetón; un pequeño grupo encontraba en el metal un nicho más cercano a su realidad; mientras que otro, en las rimas enfadadas del rap, hallaba identificación. En medio de estas alternativas, estaban aquellos que se desplazaban con libertad e indecisión entre una y otra.

Allí, entre el bullying, la ansiedad de los primeros pasos en el amor y el sexo, entre la dicotomía de decir sí o no a las drogas y enfrentándose a los cambios propios de la adolescencia, esa generación encontraría en cuatro pelados –que con más arrojo que expectativas– lograría ponerle banda sonora al bachillerato a través del rock. Era Don Tetto, que sin saberlo, 18 años después, continuaría escribiendo una historia en la que ha sido protagonista.

—Representa esta transición de mi etapa depresiva, en la que los escucho y me dice: «Hágale que usted puede salir de ahí». El haber sufrido de bullying fue traumático. Sus canciones ayudaron a relajarme, a vivir la vida y a creer que puedo hacer lo que me proponga—. Afirma, Verónica (29 años).

Fue en el bachillerato, precisamente, donde Diego Pulecio y Carlos Leongómez, los primeros ‘Tettos’ encontraron una afinidad en común: la música. No sabían interpretar ningún instrumento, sin embargo eso no fue impedimento para que el sueño de formar una agrupación de rock comenzará a dibujarse. Sus primeros acercamientos con las guitarras, permitió que lograran interpretar los primeros covers y crear pequeños proyectos musicales que no transcendieron; pero que fueron los pasos previos que dieron origen, junto a otros dos músicos, a Don Tetto.



Fue en el escenario escolar, también, donde Don Tetto dejaría el primer trazo de una huella en esa generación que se acercaba al final de la secundaria. Con algunos covers en inglés y con apenas una canción escrita en tiempo Récord que Diego interpretó con la letra a sus pies, los ‘Tettos’ se destacaron entre 300 proyectos que participaron en la convocatoria Colegios por Bogotá –CPS, organizada por Radioacktiva. De esta manera, la agrupación, sin una ambición más grande que la de divertirse haciendo lo que más le gustaba, se acercó a través de una propuesta sencilla y de calidad a unos chicos que vieron cómo desde el rock, cuatro pelados como ellos narraban su cotidianidad.

—Esos tiempos de euforia adolescente acompañados de letras como Ha Vuelto a Suceder fueron un parche. Los chicos cantaban a todo pulmón esas canciones porque les reflejaban vivencias no muy lejanas,  los acompañó desde las rupturas amorosas y los nuevos amores, hasta los momentos donde te levantas del suelo o te levantas— Tatiana (Bajista de Mandrakh)



No pasó mucho tiempo para que llegaran otros dos ‘Tettos’: Jaime Medina y Jaime Valderrama, amigos de universidad de Diego y Carlos, quienes reemplazaron en sus respectivos instrumentos –batería y bajo– a los músicos anteriores.  De esta manera, a partir del 2006, Don Tetto  iniciaría un proceso sólido, el cual, en medio del abanico de dificultades que pone a prueba la tenacidad de un artista, ha traído consigo la grabación de seis trabajos musicales, giras nacionales e internacionales, una galería de premios significativa, entre otros logros, sin que pierda esa conexión con esos chicos que la escucharon en la adolescencia y que ahora, en su vida adulta, recuerdan cómo la agrupación ha estado con ellos en sus peores y mejores momentos.



—Busca sacar muchas emociones con las que muchos jóvenes nos sentimos identificados, ejemplificando situaciones o experiencias que podemos estar viviendo con letras que te ponen a pensar bastante—. Manuela (22 años).

Contrario a las expectativas trazadas en el bachillerato, la vida afuera del colegio no es para nada sencilla. Es, precisamente, lejos de la escuela, donde una persona se enfrenta a ese mundo que está dispuesto a tragarse a todo aquel que se rinda. Don Tetto, al igual que esa generación que describe a través de sus letras, sufrió el matoneo por parte de otras agrupaciones que en su momento no vieron con los mejores ojos la propuesta de banda.



No obstante, al igual que esa generación, Don Tetto ha permanecido fiel a su esencia y ha demostrado que detrás de los logros, reconocimientos y cariño de la gente que sigue sumando a su alrededor, hay una historia de trabajo, compromiso y disciplina; también,  un centenar de anécdotas de una amplia experiencia musical que entre Dime, esa primera canción, y Nada que Hablar, su lanzamiento más reciente, hay acumulados 18 años de sueños y frustraciones, de certezas y dudas. Detrás de ese nombre que originalmente era una sátira a Don Omar y otros exponentes del género urbano, hay –ante todo– un extenso relato en el que la amistad ha sido el cimiento y la pasión por el rock un horizonte.

—El ejemplo de tenacidad, disciplina y trabajo constante. Don Tetto está conformado por maravillosos seres humanos y grandes músicos—. Aida Hodson (Directora de Día de Rock Colombia)

Casi dos décadas después, los ‘tettos’, un poco más grandes y mucho más experimentados, pueden dar cuenta de un trabajo que se ha extendido más allá de la creación musical para aportar de manera directa al desarrollo de la industria del rock colombiano con el Día de Rock Colombia, ambicioso proyecto que en sus cuatro versiones se ha convertido en una vitrina en el que las agrupaciones nacionales son valoradas; o través de Sonora Entretenimiento o de El Toke – Sala de Ensayos, empresas hijas de Don Tetto que demuestran que se puede vivir del rock n’ roll, al mismo tiempo que se vive para él.

—Es la base de mi vida. Hemos construido grandes cosas. Tal vez sea muy trillado, pero literalmente es mi vida. Don Tetto es el eje de la vida de los cuatro; incluso nuestras familias giran en torno a la banda—. Carlos Leongómez.

Quizás, Don Tetto, en el 2013 no alcanzaba a proyectar que en 2021, estaría grabando una canción junto a Aterciopelados, agrupación insignia del rock nacional que ha escrito una historia que ya superó las tres décadas y ha dejado una huella tan extensa como su legado musical.

Nada que Hablar, en la cual Aterciopelados participa y en la cual también está rindiéndole homenaje por sus 18 años de carrera. Todo un referente en la historia del rock colombiano—. Héctor Buitrago (Aterciopelados).



‘Los Tettos’

  • Voz líder y guitarra: Diego Pulecio
  • Guitarra: Carlos Leongómez
  • Bajo: Jaime Valderrama
  • Batería: Jaime Medina

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