«La vida te da sorpresas» pensé, y la mía tal vez venía en camino.
Por, Isbelia Sarmiento
Mayo 22 de 2017
No sé cuántos años más cumpliré; pero lo que sí sé, es que mi último cumpleaños nunca lo olvidaré y quedará grabado en mi mente toda la vida.
Aquel dichoso día me levanté como de costumbre, di las gracias por un nuevo día de vida, y por empezar un año nuevo. Me miré al espejo y sonreí; aunque han pasado varias décadas aún conservo mi piel lozana. Mi rostro tiene una que otra arruguita pero no se ha marchitado mi belleza; mi cuerpo a pesar de que ha sufrido algunos cambios aún luce atractivo. Tomé una ducha, me envolví en mi bata preferida, preparé un café, vi el noticiero y revisé mi correo. Todo pintaba como un día normal.
Soy separada desde hace diez años y actualmente vivo sola en mi apartamento. En este tiempo no me había sentido atraída por nadie, hasta hace algunos meses, seis para ser más precisa; cuando llegó a la oficina donde laboro un nuevo colega. Es un tipo lindo, tiene la piel morena, que contrasta con sus hermosos ojos verdes y cabello ensortijado iluminado ya con algunas canas que hacen resaltar su rostro. Es un hombre unos cinco años mayor que yo, muy inteligente y trabajador. Para qué negarlo, me atrajo desde el primer día que lo vi. Mis amigas bromeaban y decían que ahora sí había llegado el hombre que estaba esperando.
Luego de disfrutar el desayuno, me arreglé con más esmero que nunca y me puse un vestido negro que había comprado, junto con unos zapatos y bolso que le hacían contraste; también me maquillé suavemente pues me gusta lucir natural y acaricié mi piel con abundante crema perfumada.
Decidí no manejar ese día; así que llamé un taxi para ir al trabajo; pues quizás recibiera alguna invitación a tomar unos tragos o a bailar y qué tal si era de ese hombre. «La vida te da sorpresas» pensé, y la mía tal vez venía en camino.
Llegué a la oficina y vi que en mi escritorio había un ramo primaveral, obsequio de algunos de mis colegas. Recibí muchas congratulaciones de todo el personal en general.
Hubo mucho movimiento ese día, así que no tuve tiempo de salir a almorzar. Se pidió a domicilio una pizza y gaseosas para departir. Mi colega, el que me atrae, me invitó a cenar a su apartamento esa noche, yo le sonreí y acepté encantada. Era la primera vez que iría allí, ya habíamos salido a almorzar o a cenar, pero siempre había sido a un restaurante cercano del trabajo o del conjunto donde vivo.
Así, entre documentos que se leían y se firmaban; entre citas que se programaban con algunos clientes y proveedores, transcurrieron las horas. Mientras en mi mente daban vueltas mil ideas respecto a la invitación recibida.
Al fin llegó la hora, salimos de la oficina a las siete. Él, muy caballeroso me esperaba en el parqueadero para ir a su apartamento, en su carro último modelo, pues además de lindo tenía buen gusto. Nunca supe por qué había terminado su matrimonio y realmente no me interesaba.
—Voy a ponerte una venda en los ojos, no te la quites para que no arruines la sorpresa preparada para especialmente para ti— me dijo cuando llegamos a su casa.
Abrió la puerta y sentí un olor especial, me llevó de la mano hasta la sala y me acomodó en el sofá.
—Ponte cómoda, ya vengo, voy a encender algunas velas y cuando te diga te quitas la venda, para que empieces a disfrutar de tu sorpresa— continuó.
Como lo había vaticinado ese sería un día lleno de muchas sorpresas. No escuchaba nada, pero sí percibía el aroma de las velas. Se estaba tardando y aproveché para acomodarme mejor. Luego oí su voz:
—Es hora, quítate la venda.
Me quité la venda.
—Estoy lista— grité.
En ese momento se encendió la luz y oí varias voces que gritaban:
— ¡Sorpresa! Feliz cumpleaños.
Eran mis compañeros de oficina y algunas de mis amistades, que se encontraban allí reunidos para festejar mi cumpleaños.
Sí, este cumpleaños nunca se borrará de mi mente. Allí estaba yo, audazmente recostada en el sofá pero sin mi lindo vestido negro, pues quería sorprenderlo, pero la sorprendida fui yo…
… Sorpresas te da la vida.
Por, Isbelia Sarmiento
Bucaramanga (Santander, Colombia)
Reseña del Autor
Nací en Bucaramanga – Santander. Escribo desde hace muchos años, pero al principio no guardaba mis textos. A partir de 1978…
Revisó:
“Una situación cotidiana, un día especial y un final inesperado”.
Erika Molina Gallego (Editora Narraciones Transeúntes)