¿Cuántos futuros escritores han muerto frente a una hoja en blanco antes de poder convertir en fuego la chispa de la literatura que corre por sus venas?
Por, Rugidos Disidentes
Enfrentarse a una hoja en blanco no es un asunto sencillo, frente a una pantalla o un papel podemos pasar horas enteras tratando de encontrar la palabra precisa que dé apertura a lo que deseamos convertir en un gran texto.
Para muchos, encarar esa hoja en blanco es un ritual en el que se conjugan una serie de factores externos que, se supone, han de estimular la imaginación e invocarán eso que llamamos inspiración. Para otros, ese espacio vacío frente a sus ojos es un monstruo dispuesto a tragarse todo su entusiasmo y a acabar con ese anhelo de traer a la realidad esas ideas dispersas que vagan por su mente.
¿Cuántos futuros escritores han muerto frente a una hoja en blanco antes de poder convertir en fuego la chispa de la literatura que corre por sus venas? Quizás la cifra sea bastante grande e imposible de determinar porque, difícilmente, aquel que perece en ese primer intento, confesará que en algún momento deseó escribir una historia.
El miedo a ser criticados y masacrados por la “humilde opinión” de la voz ajena, hace que se ahoguen muchas historias y no sabremos cuántas de ellas hubiesen sido exitosas dentro de un contexto determinado. La idea es, precisamente, no claudicar ni rendirse sin antes haberlo intentado muchas veces. Insistir tanto como sea necesario, hasta que sangren las yemas de los dedos. Batallar y batallar en contra de ese demonio que, como todo monstruo, se alimenta de las dudas y de los miedos.
Toda vocación amenaza con apagarse si no hay un trabajo de preparación previo, tener talento no es suficiente, se requiere que este sea alimentado de manera constante y no hay otra forma de hacerlo que con el hábito de la lectura. Es necesario, entonces, abrirse paso entre los anaqueles físicos y virtuales, en los que reposan millones de títulos, obras y autores, para dejarse encontrar por esos libros que, además de relatarnos una historia, nos revelarán caminos, géneros y estilos, cuya existencia, quizás, hasta ese momento ignorábamos.
La Feria Internacional del Libro (FILBo) ‒que cada año atrae una cantidad enorme de visitantes‒ y otros eventos celebrados en el territorio nacional que también convocan a miles de personas, recrea un imaginario en el que somos una sociedad consumidora de libros, pero que se estrella con una realidad en la que, según las cifras de la Encuesta Nacional de Lectura del año anterior, lee apenas 2.9 libros anualmente.
Una sociedad, cuyo desarrollo cultural no se ha dado alrededor de la lectura y en la que la misma, en algunas ocasiones, es usada como método de castigo para niños “desobedientes”, puede, en cierta forma, encerrar esa vocación que muchos llevan dentro y aún no han descubierto. La lectura como proceso de aprendizaje es vital, no solo para aquel que sueña con ser escritor, sino también, para la comprensión de la vida misma.
Devorar miles de volúmenes no garantiza por sí solo que de nuestra mente se proyecten las mejores historias, ni que por nuestros dedos fluyan las palabras con las que habremos de construirlas, se requiere, además, de ese instinto que nos inspira a correr riesgos, romper esquemas y vencer miedos.
El talento para hilar de manera magistral una letra con otra, podrá impulsarnos hacia la fama, pero el sentimiento en cada párrafo nos permitirá tocar almas, nos conectará con ese lector desprevenido que encontró en esas hojas, quizás, un poco de su propia existencia.
Amigos disidentes amantes de las letras, no desfallezcan, no se rindan y no se cansen de escribir. Escriban por aquí y por allá, cuando estén tristes; cuando tengan un motivo para hacerlo y también cuando no sea así. Escriban porque sí, porque por su sangre brota un torrente de historias en espera de ver la luz.
La disciplina, por aburrida que parezca, es una de las esencias fundamentales del éxito, bueno, la suerte también puede serlo, pero esta última es fruto de la casualidad y de factores externos, la primera está en nuestras manos y depende de nosotros mismos.
Bienvenidos a esta edición dedicada a una #PasiónQueTransformaYLibera.