¿Petro mal perdedor e incendiario?

También decirle que la derrota no la sufrió Petro, la sufrió un pueblo sumergido en la miseria, siendo el tercero más desigual a nivel mundial.

Por, Jessica Yulieth Chávez Molina

Es muy cómico leer a un simpatizante de Uribe como lo es Fernando Londoño Hoyos, criticar a todo un señor como Gustavo Petro Urrego. Mirar su columna de opinión, donde se siente lo ponzoñoso que es y el veneno que destila hacia cualquier movimiento alternativo que no se sienta representado ni por Duque, ni por el Centro Democrático, para precisar por Uribe (aunque ambas figuras “posiblemente” sean lo mismo).

Señor Londoño salgo en defensa de Petro y en el derecho a la réplica que nos otorga la actual Ley 1909 del 9 de Julio de 2018, a decirle a usted, ¡sí a usted!, que los verdaderos incendiarios de Colombia son ustedes, los enemigos de una paz imperfecta, pero amantes de una guerra perfecta, bañada con la sangre de inocentes colombianos, quienes le hacen daño al país son ustedes los militantes del Centro Democrático, Cambio Radical, partido Conservador y la hegemonía Liberal que hoy es una vergüenza, ustedes son quienes le hacen daño a Colombia, con su odio, con su tergiversación de información y show mediático ante los medios, ponen al victimario como víctima, y a la víctima la terminan de matar con botas pantaneras y camuflados (…)

Si bien lo recuerdo, el pasado 17 de junio del presente año, Gustavo reconoció la victoria de Duque de manera pública y lo felicitó, como todo un caballero, aquí quienes se hacen enemigos imaginarios es usted y su combo de madriguera. Creería señor Londoño, que es imposible hacerle oposición a alguien que aún no se posesiona, pues aún no representa nada para Colombia, y por supuesto su término de “y dejarlo gobernar”, tampoco aplicaría para el caso en concreto por las razones antes expuestas. También decirle que la derrota no la sufrió Petro, la sufrió un pueblo sumergido en la miseria, siendo el tercero más desigual a nivel mundial, ¿a cuál derrota de Petro se refiere usted?, tengo la plena convicción que este país aún no está acostumbrado para un presidente tan humanizado como lo es él. Se acostumbraron tanto al mal vivir, que cualquier persona que les venga a decir que el Estado debe garantizar Derechos fundamentales es un “castrochavista”, “populista”, “comunista” y “guerrillero”, ya muchos se acostumbraron a comer la mierda que defeca Uribe, ¡nada que hacer!

Me da escalofrío la forma tan cínica en que se expresa, haciendo supuestos de que Petro intenta “volverse dueño de los asesinatos que se presenta en Colombia”, ¡no señor, no es necesario, que él se vuelva dueño de nada, porque estos ya tienen su autor material!, no siga blasfemando más.

Muchos Colombianos lo vemos como un vocero de paz, reconciliación y defensor de la VIDA, algo que ELLOS no conocen.

Aquí y ahora se sale en defensa de las víctimas del paramilitarismo que revivió el actual gobierno, porque a la hora de la verdad estos nunca se habían ido, sépalo de una buena vez, que se sale en defensa para rogarle al Estado que proteja el derecho a la vida de los líderes sociales, defensores de derechos humanos, activistas políticos, campesinos y/o cualquier otra persona que dedique su vida a las causas justas en contra de un gobierno opresor, corrupto y sucio, como lo han sido los de los últimos años.

No trate de politizar la muerte de estas personas ni volverlas un odio de partidos, me da gran dolor informarle a usted y a otros Colombianos que gran parte de los líderes  asesinados eran militantes de la Colombia Humana (no eran “guerrilleros” ni se encontraban asociados a clanes),  personas en zonas de post conflicto que soñaron con un mejor país, soñaron con un mejor acceso a la educación, a la salud, al sistema de pensiones, energías limpias, modelo de economía no solo basado en la mono exportación, soñaron con una Colombia que muchos de ustedes odian.

Estas personas fueron silenciadas por ser parte de un movimiento de cambio, aunque cabe resaltar que esta situación ya se venía presentando desde la firma de los acuerdos de paz, y se agudizo aún más la crisis humanitaria en la transición del actual gobierno, (para que no nos digan que los “buenos muertos”, TODOS son de la Colombia Humana), ¡no sea tan cínico y descarado! de querer minimizar la situación y agregarle un plus de odio a este pueblo sangrante.

La herencia que lleva Duque de familias tradicionales como los Pastrana, los Uribe, Ñoños, Musa, La Gata, Gordo Gracia, Gaviria, Valencia y muchos otros, nos están condenando a la guerra y miseria, gestan cizañas, e inseguridad, para luego vender una mal llamada seguridad que nada de democrática tiene, ¡ustedes son una verdadera madriguera de ratas! Le exijo señor Londoño que no siga engañando al pueblo con las NO creencias y supuestos ateísmos de Petro. Basta con ser seres humanos decentes, honestos, que respeten la diversidad, y sepan darle amor al prójimo para saber que es un buen creyente, algo de lo que ustedes jamás conocerán.

Para finiquitar señor Fernando Londoño Hoyos, usted es un completo ignorante de la historia de Colombia, la guerrilla del M19 tuvo sus orígenes como consecuencia de unas fraudulentas elecciones, en las que se le robaron la presidencia al general Gustavo Rojas Pinilla, un militar a propósito, algo muy parecido a lo que hizo la Registraduría en las elecciones pasadas con los E14. El M19 luego entonces fue una guerrilla de actos simbólicos. Petro nunca fue, ni será un terrorista como sí lo es su mentor, él fue privado de la libertad por el delito de rebelión, y se entregó sin mayor resistencia frente a su captura, de lo contrario, hoy muchos jóvenes solo lo conociéramos en la historia (…) Lo invito a que si tiene pruebas del supuesto terrorismo de Petro lo denuncie, es más yo lo acompaño ante la fiscalía de bolsillo que tienen ustedes.

Por, Jessica Yulieth Chávez Molina

Sincelejo-Sucre

Abogada en curso

Corporación universitaria del caribe Cecar

Jessica.chavezm@cecar.edu.co

 

Columna de opinión publicada en el portal Humana Radio y compartida por su autora con Rugidos Disidentes.

 

 

 

Editorial | Fútbol, política y resistencia

Cada 4 años, en la misma época en la que se celebra el torneo de fútbol más importante a nivel internacional, Colombia elige a su gobernante y pone en manos del ganador el futuro del país.

Por, Rugidos Disidentes

Entre política y fútbol ha girado la atención de eso que llamamos Opinión Pública, durante las últimas semanas. La primera tiene dividido a nuestro país desde el siglo antepasado, la segunda ha logrado en buena medida integrar ese sentimiento patriótico en torno a un deporte, que pese a las críticas que recaen sobre él, sigue cumpliendo un papel preponderante.

Dos días después de haber elegido a Iván Duque como presidente de la república, legitimando de esta manera a la misma corriente que ha estado en el poder desde siempre, la Selección Colombia en su debut era derrotada por los nipones en un partido, que además del resultado en contra, dejaba una sensación pesimista sobre el futuro de nuestro país en la Copa Mundial de la FIFA 2018.

En el escenario político fuimos testigos de la votación más alta de una fuerza alternativa  en nuestro país, sin embargo, no fue suficiente. Cada 4 años, en la misma época en la que se celebra el torneo de fútbol más importante a nivel internacional, Colombia elige a su gobernante y pone en manos del ganador el futuro del país. Dos opciones, una de las cuales celebró con júbilo y como propio el triunfo de Iván Duque, candidato del Centro Democrático, mientras que la derrotada Colombia Humana vio frustrado su deseo de hacerse con el poder y darle así un golpe contundente a esa élite sólida que, al parecer, está lejos de ser derrotada.

No obstante, más de ocho millones de votos no pasan desapercibidos y de manera tácita hacen un llamado a ejercer la oposición con más fuerza que nunca. El llamado del pasado 17 de junio es a la resistencia, una palabra hermosa que encierra un gran significado, pues nos obliga a la coherencia, al compromiso individual y colectivo, y que nos invita a no pasar como actores desapercibidos y silenciosos, sino que nos convierte en sujetos políticos, veedores y críticos frente a las decisiones que se toman desde arriba.

El fútbol nos entrega emociones inmediatas en un espectáculo de 90 minutos, los ganadores celebran y los derrotados se lamentan, pero dichos sentimientos son pasajeros, pues dentro de poco un nuevo torneo traerá consigo otros momentos. En política es diferente, el guayabo de los derrotados suele ser constante, con ello la inconformidad se hace más fuerte y la frustración no desaparece con una nueva contienda electoral.

Detractores del fútbol lo señalan de ser opio para el pueblo, distractor de la realidad nacional y un deporte cirquero que no nos deja ver con claridad y que nos impide ser críticos ante las problemáticas de la sociedad. Básicamente, una actividad propia de un ignorante. ¡Falso! Satanizarlo se hace innecesario y resulta un ejercicio simplista que nos quita la responsabilidad que como ciudadanos tenemos de frente a la política. Es, simplemente, un sentimiento que en nuestro país, pese a todas las dificultades e irregularidades alrededor de él, ha logrado unir, así sea momentáneamente, lo que la política con devoción ha separado.

Los resultados electorales pasados son simplemente un retrato de nuestra realidad y la consecuencia de nunca haber asumido el compromiso que como ciudadanos tenemos frente al país. Si hoy en día los sistemas de educación y de salud; las políticas de empleo, de economía y de seguridad son una asco, es por culpa nuestra, porque durante décadas hemos dejado en las mismas manos el futuro de nuestro país. Hemos sido una sociedad perezosa con la democracia y por eso, cada cuatro años, vemos los mismos resultados. Siempre hemos buscado culpables externos, pero qué poco nos miramos interiormente, qué poco hacemos para cambiar desde adentro nuestro comportamiento y esa tolerancia absurda hacia la corrupción, presente incluso en las actividades más simples y cotidianas como hacer fila o pagar un pasaje de Transmilenio.

La resistencia no está en las armas y antes de pasar a las calles debe comenzar en nuestros hogares y escuelas. La resistencia no se ejerce únicamente en redes sociales, no está en los insultos y jamás será encontrada en el odio. La resistencia significa coherencia, respeto e idoneidad en nuestras acciones.

Editorial | ¡Cuatro años!

“Los sueños suelen dibujarse en la mente de los seres humanos, difusos, increíbles, indescifrables e inalcanzables. De cuando en vez enseñan su verdadero rostro y atrevidos saltan a la realidad esperando que no los dejemos morir en el pesimismo.”

Fragmento primera editorial: Del mundo de las ideas a una realidad posible.

Por, Rugidos Disidentes

Qué difícil y a la vez fascinante resulta ese primer paso. En un instante, en un mismo lugar confluyen expectativas, dudas, miedos y ante todo un gran sueño. El primer paso de nuestra revista no se dio el 31 de mayo a las 10:00 p.m., día y hora en la que vio la luz, por primera vez, en su propia página web. La historia comenzaría meses atrás.

Proyecto Rugidos Disidentes surgió en una mesa de comedor. La idea era sencilla: crear un medio digital en el que el rock y la historia se encontrarían, junto con la literatura, el teatro y muchas expresiones culturales más, ¿qué tan difícil podría ser dicha tarea?, el tiempo no tardaría en dar una respuesta contundente, la misma que durante estos cuatros años nos ha retado, nos ha exigido y la que continuamente nos ha gritado: ¡No se rindan!

El primer paso es una meta alcanzada, por supuesto que sí, pero una vez se da, no hay marcha atrás, o bueno, sí la hay, pero esa es la opción de los cobardes y esos no éramos nosotros. El primer paso, ese bendito paso, es sólo eso, uno de muchos, uno de miles. El camino inicia con éste, pero qué tan largo puede ser, cuántas dificultades se han de encontrar y qué tan duro ha de ser recorrerlo, no es posible saberlo. Si bien es cierto se tiene una expectativa del rumbo, las circunstancias puede alterar el destino.

¿Miedo? Por supuesto, no se ha ido, ahí está, la acecho, esperando que nos rindamos para hacernos presa. A todos nos pasa, el miedo también es un motivo y aquí estamos.

Con una editorial, tres columnas de opinión, una caricatura, dos reportajes sobre radio disidente, una entrevista, un cuento, dos poemas, dos reseñas musicales y un gran sueño llenamos nuestras valijas y emprendimos el viaje.

Hoy, gran parte de la nómina ha cambiado, nuestra plataforma digital no es la misma y la mayoría de secciones no estaban al principio. Nos gusta cambiar y la quietud nos aburre, esa es la verdad, por eso nos atrevemos a experimentar y nos arriesgamos.

Son cuatro años de resistencia ¡CARAJO! y eso, para un proyecto que no cuenta con más recursos económicos que los que cada uno de los integrantes podemos aportar, ya es un logro.

Más de 500 artículos publicados, dos alianzas consecutivas con Rock al Parque, una nominación a mejor periodismo en Rock, aliados a Rock al Pueblo 2017, un trabajo en conjunto con la Fundación Jóvenes Talentos de Colombia, aliados también con Oscura Radio TV y en Como la Cigarra, y el logro más reciente, la obtención del código ISSN, son unos de los logros alcanzados en nuestra corta trayectoria.

Jamás pensamos que nuestros pasos nos fueran a traer hasta aquí, pero aquí estamos.

Estamos felices, por supuesto que sí. Pero el camino aún es demasiado largo y gracias al apoyo recibido por todos nuestros amigos, hoy nos sentimos fuertes, esperanzados y seguros de que estamos haciendo una excelente labor.

¡Bienvenidos a esta octava edición!

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Carta abierta a Vanessa de la Torre Sanclemente

Lo más perverso del texto es la manera como usa la historia real de Gustavo Petro como lienzo sobre el que construye de manera magistral su propio personaje

Por, Hugo Villegas

La lectura de su texto titulado «Petro» me despertó mil sentimientos encontrados. Hace tiempo que no leía algo tan brillantemente escrito que fuera a la vez tan profundamente perverso.

La última vez que leí algo tan sobrecogedor con un estilo tan impecable, capaz de capitalizar todos los temores con una narrativa tan cautivadora, fue cuando leí la primera parte de Mein Kampf, de Adolfo Hitler, en la sección titulada «Reflexiones sobre mi vida en Viena», en la que se dirige a la dinastía austriaca de los Habsburgos, culpándolos por la decadencia de su imperio. Y luego el discurso, de talante muy parecido, dirigido al Reichstag en 1939, a propósito de la «amenaza judía» y lo que él llamó la «bolchevización de Europa».

Eran estos textos, así como el suyo, regaños desgarrados llenos de indignación y de dolor patrio, que exacerbaban la culpa en el lector desprevenido, llenando su alma de una peligrosa mezcla de odio y pánico, caldo de cultivo perfecto para el establecimiento del Tercer Reich, en las banderas, en la tierra y en los corazones y mentes del pueblo.

Usted tiene mucho talento para el thriller. El día que se decida a escribir una novela seré el primero en comprar un ejemplar porque sé que será excelente de principio a fin, no solo por su vívida imaginación sino por la excelente factura de sus textos.

Lo más perverso del texto es la manera como usa la historia real de Gustavo Petro como lienzo sobre el que construye de manera magistral su propio personaje, un proyecto de Führer criollo, astuto como ninguno, capaz de contaminar las mentes de los débiles y doblegar la voluntad de los poderosos, todo con tal de llevar a cabo su plan, que a juzgar por el pavor, la impotencia y la congoja que se lee entre líneas, debe ser diabólico, por decir poco.

Este alter-ego Hitleriano que surge de su indudablemente poderosa imaginación «le habla al oído» a los necesitados para usar su indignación, su rabia y su frustración como combustible inagotable para su proyecto personal de nación, mientras ellos, los «eternamente ignorados», estos «excluidos que no han tenido voz o han sido silenciados» son solo mencionados por usted como víctimas inocentes de las supuestas y terribles artimañas de un hábil hechicero, mientras al mismo tiempo su misiva se dirige al corrupto, asesino y abusivo establecimiento colombiano con la misma ternura de una hija amorosa que regaña a su padre cuando se ha equivocado.

Compara a quienes vemos las propuestas de Petro como una alternativa real con la gleba que de manera irracional sorprendió al mundo con el Brexit y la puesta de Trump en la casa blanca aduciendo sus mismas razones y su misma euforia, dando por sentado que una eventual victoria del candidato sería una catástrofe de similares proporciones, pero omitiendo hábilmente una mención expresa de esto.

Y me imagino que al lector desconcentrado se le escapa la traicionera nostalgia que salpica todo el texto, esa que deja entrever la imagen tutelar, casi paternal que usted parece tener de las castas políticas que se han auto-otorgado la dirección, sino la propiedad, de este inmensamente rico territorio que llamamos «Colombia».

Todos aquellos cuya pretendida sangre azul corre por sus venas mestizas como los Lleras, los Pastranas, los Gavirias y Samperes, los Turbay, los Betancur, los Barco y los Santos, y con ellos los levantados como Uribe y otros tantos hijos bastardos de reyes imaginarios, se visualizan a sí mismos como los padres afectuosos de una enorme familia, que a veces pueden equivocarse, o ser muy duros con ella, pero que todo lo hacen «por su bien» y dan a cualquiera que ose desafiar su divina autoridad el nada deseable título de «usurpador», opcionalmente sustituido por expresiones más modernas y efectistas como «dictador» o «populista».

Usted, señora De La Torre, llama «arrogante» a quien le habla de tú a tú a los pretendidos jefes de esta inmensa tribu, megalómanos incurables, sociópatas que decretan salarios de hambre para millones de compatriotas con la misma naturalidad con la que niegan las decenas, los cientos de masacres perpetradas para defender su permanencia en sus respectivas parcelas de poder, evidenciando una lamentable reverencia para con esa ralea inmunda de criminales, esos sí usurpadores, genocidas, traficantes de drogas, de influencias y de conciencias.

Y aunque su excelente diatriba merezca de mi parte quitarme el sombrero por su factura, de la misma manera debo, por respeto a mi propia conciencia, escupir sobre esa evidente oda al sistema de clases, a los prejuicios étnicos, a la barbarie hecha establecimiento.

Porque esas dinastías de sicópatas no son de ninguna manera «instituciones», sino meramente impostores. La única institución verdadera aquí es el pueblo, el que ha puesto el sudor, la sangre y las lágrimas para construir con llagas en sus manos y cicatrices en sus espíritus lo poco que hemos logrado edificar como país, no gracias a esos supuestos líderes sin ninguna legitimidad, sino a pesar de ellos.

Así no le guste que se lo digan, señora De La Torre, lo cierto es que usted y yo, y el presidente Santos, y Gustavo Petro, y Rodrigo Londoño, y Claudia López, y el señor de la panadería, y la señora del aseo, y el profesor de la escuelita en el pueblito de nunca jamás, y Álvaro Uribe, y el raterito callejero y la enfermera y el abogado y el conductor del bus SOMOS TODOS IGUALES.

Ninguno de nosotros, pueblo raso y lleno de callos, le debemos ninguna pleitesía a ninguna corbata, vieja o nueva. Sentimos el mismo frío, el mismo amor, el mismo miedo, el mismo dolor y merecemos el mismo respeto.

Hablarle de tú a tú a usted o al mismísimo presidente de la república no hace «arrogante» a ninguno de nosotros, la chusma, los que venimos del barro con la furia de doscientos años de promesas incumplidas comenzando por la original, la de los próceres de la independencia que le gritaban «¡libertad!» a la indiamenta que lideraban como si alguna vez hubieran pensado cumplir este sagrado juramento.

Estafadores originales, traidores del pueblo que les dio la victoria y luego esclavizaron para su propio beneficio.

Ninguna división social. Todo lo contrario: lo que se busca, y se está logrando, es cohesión con claridad y unidad de propósito.

Estoy seguro de que a cualquier político le va a encantar contratarla para que le escriba sus discursos por su facilidad de palabra y su impecable estilo, y hasta se agradecería, a ver si nos dejan en paz con sus pueriles cantitos de las «farrrr», de Venezuela y el ridículo ‘castrochavismo’.

Le digo la verdad, disfruté mucho leyendo su escrito. Ojalá algún día llegue yo a tener esa habilidad con las letras.

Lástima que sea falso.

Por, Hugo Villegas*

 

*Docente en Escuela de Música y Audio Fernando Sor y Profesor en SAE Institute Bogotá

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Editorial | ¿Qué le espera a Colombia en materia cultural?

La antropología define a la cultura como ese complejo “que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad», de acuerdo con la definición otorgada por el antropólogo inglés Edward Burnett Tylor en 1871.

Por, Rugidos Disidentes

La antropología define a la cultura como ese complejo “que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad», de acuerdo con la definición otorgada por el antropólogo inglés Edward Burnett Tylor en 1871.

Para Octavio Paz “Una  sociedad es una  cultura: un  conjunto  de  individuos,  cosas,  instituciones, ideas, tradiciones e imágenes. Una realidad sui generis pues no es enteramente material ni ideal. América Latina es una cultura”.

La cultura abarca, entonces, cada una de las actividades humanas y no se reduce únicamente a expresiones artísticas, conciertos y espacios de esparcimiento, sino que está perenne como factor identitario individual y colectivo.

Si bien, la era de la comunicación nos ha permitido acceder a distintas lecturas del mundo a partir de diversas expresiones culturales y adoptarlas, incluso, en nuestra vida, existe una esencia determinada por una serie de factores intangibles que pueden establecer diferencias claras de una persona a otra, por ejemplo, por su lugar de nacimiento.

La cultura ha permitido a la sociedad reivindicación y resistencia. Podría decirse que en cada individuo existen valores culturales inviolables no negociables. El acceso de los jóvenes a cualquier tipo de iniciativa que lo integre socialmente debe ser prioridad para todo gobernante, su plan de mandato en esta área determinará el rumbo de las futuras generaciones.

Colombia se enfrentará el próximo 27 de mayo a la difícil decisión de elegir un nuevo gobernante. Siete oportunidades –dos de ellas anuladas por los medios de comunicación que les han negado el espacio de exponer sus planes de gobierno en los debates programados–, que ofrecen una visión de país. Seguridad, economía, educación y salud son los principales puntos de discusión. Sin embargo, en materia cultural también se hace necesario conocer las propuestas de cada uno de ellos y una de  nuestras mayores preocupaciones, como revista cultural digital alternativa, es la de conocer los objetivos que cada candidato tenga en esta área.

En los debates televisados que se han dado en las últimas semanas hemos tenido la oportunidad de acercarnos a los diferentes planes de gobierno y analizar, entre otras cosas, la forma de defender sus argumentos de cada uno de los candidatos, la manera de enfrentarse a su adversario político y las respuestas a los cuestionamientos que son lanzados por periodistas, demás aspirantes o ciudadanos en general.

En nuestra edición número siete nos acercaremos a las propuestas que en materia cultural presenta cada uno de los candidatos a la presidencia. Ya serán ustedes quienes juzguen si son o no las más apropiadas y si en verdad ofrecen respuestas efectivas a las necesidades que presenta el sector actualmente.

¡Bienvenidos!

¿Petro “noqueará” al coscorrón de la corrupción radical?

Me arriesgo a expresar que Colombia le cabe a Petro en la cabeza, aun cuando sé que a los políticos no se los debe defender, pues ellos tienen que estar provistos de dicha habilidad para protegerse a sí mismos

Por, Fernán Medrano

En el actual tablero político y electoral del país han surgido algunas fichas que merecen ser destacadas, como es el caso de Gustavo Petro. Por lo que se ve venir, a Petro ningún candidato de la clase política tradicional colombiana le haría contrapeso en las próximas elecciones presidenciales, en medida sustancial y limpia.

Pero como se sabe, lo normal es lo menos normal en el mundo de lo anormal. No se puede pecar de ingenuo, ni cantar victoria antes de tiempo.

Las derechas extrema y casi extrema están desprestigiadas y estresadas; deberían considerar la posibilidad de tomarse unas vacaciones y, a la vez, reconocer que es el tiempo de que la izquierda alterne el poder. Yo creo que hasta el prestigio del sistema político colombiano se recuperaría; más aún, se revitalizaría. La izquierda colombiana contribuiría con sus aportaciones a potenciarlo y a imprimirle una apariencia moderna.

Me arriesgo a expresar que Colombia le cabe a Petro en la cabeza, aun cuando sé que a los políticos no se los debe defender, pues ellos tienen que estar provistos de dicha habilidad para protegerse a sí mismos. Además, Petro no necesita que yo lo defienda, él sabe defenderse solo. Y a pesar de todo, a veces Petro afirma y realiza cosas de una forma que a mí me desagrada. Pero de inmediato me acuerdo de que él es apenas un político; desafortunadamente, no cuenta con el poder de complacer a todo el mundo.

De todas formas, Petro representa el significado optimista del político colombiano, de hombre honrado y preparado; por eso está en la lista de los decentes. Cuenta con recursos humanos y políticos para instituir un gobierno de avanzada en el país, si lo dejan gobernar, claro está. Pues el hombre dirigió Bogotá con las suficientes corrientes políticas en su contra, aun con el tibio rencor de cierto sector de la izquierda colombiana. No obstante, sorteó la revocatoria de su mandato por el problema del sabotaje a la recolección de la basura de la Capital. Pero, aun así, Petro finalizó su mandato.

El esquema de recolección de basura que a duras penas pudo implementar Petro, permitió que los bogotanos ahorraran cantidades millonarias de dinero, pues dejaron de echar a la basura $ 37.505 millones, los ciudadanos evitaron pagar todo eso dinero en facturas de aseo tan solo en el año 2013. Petro entiende que la gente no tiene tanta plata como para derrocharla en basura. ¿Visión de estadista? Juzguen ustedes.

En el marco de su campaña electoral, Petro visitó el Chocó. Su presencia allí fue un verdadero acontecimiento histórico, porque esta es quizá la primera vez que un candidato con tantas posibilidades de ser Presidente de la República haya ido a comprobar el realismo trágico del ninguneado Departamento “negro” de Colombia.

Si bien a ciencia cierta Petro se torna inclasificable en ningún sector de la izquierda colombiana, puesto que él no es maoísta, trotskista, estalinista, marxista-leninista, no es tampoco comunista, ni nada que se le parezca. A pesar de todo –o tal vez gracias a su falta de rótulo de sectario– Petro prefigura un país de cambios, progresista, la Colombia humana, precisamente desde la izquierda colombiana. En nuestros días, él es el músculo electoral de los sectores de vanguardia del país. O, mejor dicho, Gustavo Petro es la mano derecha de la Colombia humana para noquear al coscorrón de la corrupción radical.

Por, Fernán Medrano

 

Petro, mi voto será por usted

Que usted da miedo, sí, claro que sí, y eso lo tomo como un punto a su favor, pues por primera vez en mucho tiempo, quienes están asustados, son los Uribe, los Vargas Lleras y sus secuaces.

Por, Andrés Angulo Linares

El panorama político actual es complicado, no hay lugar para ambigüedades, pero tampoco para tomar decisiones a la ligera, está en juego el futuro del país, en cada elección lo está y veo impotente como cada vez más la palabra futuro resulta esquiva y molesta, pues para Colombia, la promesa de tiempos mejores termina en el inodoro, junto con la diatriba de campaña de aquel que se alza con la tan anhelada cinta presidencial.

Para ser sincero, usted como senador batalló al lado de Robledo y con otros opositores para frenar los abusos del gobierno de turno. No obstante, cuando aspiró a la Alcaldía de Bogotá me pareció detestable su forma de hacer política, causó ruptura entre el único partido opositor y vi con desconfianza su pelea con Jorge Enrique Robledo, sujeto por el que guardo un profundo respeto. No voté por usted a la Alcaldía, sin embargo, su modo de gobernar contradijo mi posición inicial. Se enfrentó a un sistema corrupto y reivindicó un sentimiento popular. Evaluar su gestión como alcalde es complicado, pues bien se sabe que el Concejo, entidad corrupta en su mayoría, hizo lo que estuvo a su alcance por detener su plan de gobierno, esto sumado al trabajo juicioso de algunos periodistas por denigrar de usted y la actitud gregaria del procurador de ese entonces, que intentó por todos los medios posibles eliminarlo políticamente, dejando  ver su parcialidad política.

No me fue fácil llegar a la decisión que tomé, votar a su favor, por encima de algunas prevenciones me cuesta. Jamás había visto un escenario político tan convulsionado en nuestro país para elegir presidente. Hace mucho no veía un sector de la izquierda con posibilidades ciertas de marcar un punto de quiebre, no hablo de la izquierda que me decepcionó desde hace mucho, tampoco hablo de ese sector de la academia que no es capaz de salir de la comodidad que supone un aula de clases, no hablo de la izquierda armada que nos trajo tantos muertos inocentes y culpables. Hablo de esa izquierda que hace oposición crítica, que pasa de las palabras a la acción y que practica la coherencia, hablo de hombres como Pizarro, Navarro, Gaviria (Carlos), de Robledo y de usted cuando estuvo como senador.

Que usted polariza, que es arrogante y que muchas veces no escucha, es cierto, pero también lo es, que para lograr un cambio se requiere ser transgresor y usted lo es, no me cabe la menor duda. Que usted improvisa, que promete mucho y hace poco, quizás sea cierto, como lo anoté anteriormente, la pésima y sesgada posición del Concejo no permite evaluar su gestión con claridad. Que usted da miedo, sí, claro que sí, y eso lo tomo como un punto a su favor, pues por primera vez en mucho tiempo, quienes están asustados, son los Uribe, los Vargas Lleras y sus secuaces. Esta vez el miedo no está en los de siempre, en los que somos mayoría, en lo más pobres.

No son sus promesas —algunas bastante complicadas de realizarse, al menos en el corto plazo— las que me llevan a votar por usted. Quizás no cumpla ninguna, quizás cumpla y no sirvan, pero lo que sí es seguro es que una  eventual (o probable) victoria suya, sentará un precedente y será la ruptura que nos permita sentar otras bases como sociedad.

No seré su amigo, seré su jefe, como lo seremos todos, seguidores u opositores suyos; abstencionistas o distraídos, y tendrá 40 millones de ojos encima suyo —así ha debido ser siempre— observando lo que usted hace y asumiendo las consecuencias de sus buenas y malas decisiones.

De mí puede esperar solamente, apoyo cuando considere que acertó y oposición crítica cuando así se requiera.

¿Qué espero de usted? Que respete al ciudadano disidente, que se aleje del clientelismo, de las prácticas que tanto condena y de los miles de lagartos que siempre están al acecho para morder un trozo del pastel, que sepa cuando aplicar un freno y ante todo, espero que usted sea la verdadera puerta de cambio que Colombia necesita.

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La Alborada: ¿tradición o vergüenza?

El primero de Diciembre del año pasado volvió a suceder, era de esperarse. A pesar de las múltiples campañas realizadas por la alcaldía y diferentes entidades públicas  y privadas, a la media noche Medellín estalló de nuevo, como ya es costumbre desde hace unos 14 años.

Por, Erika Molina Gallego

El primero de diciembre del año pasado volvió a suceder, era de esperarse. A pesar de las múltiples campañas realizadas por la Alcaldía y diferentes entidades públicas y privadas, a la media noche Medellín estalló de nuevo, como ya es costumbre desde hace unos 14 años.

Antioquia por lo general ocupa el primer lugar en número de quemados con pólvora durante las fiestas decembrinas, no aprendemos. No funcionan las prohibiciones, las multas, ni la vigilancia, porque como cosa rara, la policía se hace la de la vista gorda. Que somos los más emprendedores, los más innovadores y los más “verracos”  tal vez sí, tal vez no, depende de muchas cosas. Lo que sí es claro, es que de memoria estamos muy mal y que si la intención es demostrar poderío, ésta definitivamente no es la forma.

Campañas como No le metas fuego a la Navidad y la Huellatón no fueron escuchadas y aunque para muchos esta práctica ha menguado, la verdad es que la última noche de noviembre sigue siendo una pesadilla, una noche larga para una gran cantidad de personas, en especial para quienes tienen en sus casas niños pequeños y mascotas.

Aunque muchos de los que se divierten ruidosamente con este penoso evento piensan que es una “tradición” que ha estado desde siempre en Medellín, la realidad es que no es así, y su origen en lugar de ser motivo de celebración, debería ser motivo de vergüenza y tendría que ser erradicado por completo y de raíz, como muchas de las cosas que hacemos en Colombia casi por inercia, sin tener en cuenta de dónde vienen, cuándo nacieron o quiénes fueron sus creadores.  La Alborada no nos identifica, lo hace con aquellos que quisieron sembrar en nosotros la sombra del mal, y que tristemente, lo lograron.

En 2003 Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’ llenó a Medellín de pólvora para celebrar la desmovilización del bloque Cacique Nutibara de las Autodefensas Unidas de Colombia ―AUC. Las explosiones fueron largas y ruidosas y tristemente se han repetido año tras año hasta la actualidad. Somos un país sin memoria, no sabemos o no queremos saber, y a pesar de todas las razones de peso que existen para dejar de lado esta penosa herencia que nos dejó el paramilitarismo, seguimos disfrazándola de fiesta, de tradición, casi de patrimonio. La hipocresía nos consume, mientras nos indignamos porque en el exterior no nos bajan de “traquetos” y nos tratan con toda clase de improperios y todos los días nos quejamos, de la delincuencia, de la violencia, de la corrupción, de todo, hacemos apología al delito en cuanta ocasión encontramos.

En esta práctica de bienvenida al mes de diciembre, no hay distinción entre jóvenes, adultos, e incluso niños, las emergencias no se hacen esperar y los quemados van a parar a urgencias amargando la navidad de ellos y de sus familias. Las excusas son muchas, la más escuchada: “diciembre sin pólvora no es diciembre”. Las redes sociales son inundadas de imágenes y videos de luces y explosiones por toda la ciudad, se presumen con orgullo, como si fuera un logro, una medalla, un reconocimiento, algo digno de mostrar.

Los quemados no son las únicas víctimas, los animales y el medio ambiente son los más afectados. Las mascotas se estresan, se desesperan y hasta pueden llegar a sufrir paros cardiacos, pues su capacidad auditiva es mayor a la del ser humano, las aves se desorientan, huyen de sus nidos y en muchos casos no regresan,  y el aire de Medellín, ya bastante deteriorado, se cubre de tóxicos, mismos que van a parar a los pulmones de todos los ciudadanos, incluso de aquellos que odiamos la bendita alborada.

La quema de pólvora además de ser dañina y peligrosa, es ilegal, y esto todos lo sabemos, pero aquí todos somos “muy vivos” y no falta el vecino, el amigo y hasta el “tombo” que la consigue, eso es lo de menos. El placer y la adrenalina que genera lo prohibido nos consumen, y las explosiones más que para celebrar, retumban con fuerza para demostrar a las autoridades que al final, siempre hacemos lo que nos plazca.

Esto no es Medellín, al menos no es lo que siempre fue, no debe ser lo que aprendan las nuevas generaciones, ni lo último que recuerden los viejos antes de morir.  Medellín es belleza, calidez, amabilidad, solidaridad, un lugar en donde todos se sienten como en casa, es el chocolate de la abuela, y sus interminables historias, es campo y ciudad, debe ser civismo y educación, y aunque ya hemos logrado mucho después de años de estar sumidos en un terrible lodazal, terminar con prácticas como La Alborada sería un paso más hacia la libertad que tanto añoramos, una real, sin restos de la anticultura que nos dejó el paramilitarismo.

Por, Erika Molina Gallego

@Erikamolina122

‘Popeye’: un camino hacia la fama cubierto de sangre

La vida de los criminales es exaltada con esmero en producciones multimillonarias y su memoria perpetuada en el imaginario colectivo de la nación, mientras que el legado de personas que han sobresalido o han dado su vida a las causas justas y dignas de homenaje, han quedado olvidadas en los anaqueles de las bibliotecas.

Por, Andrés Angulo Linares

Cerca de trescientos asesinatos ejecutados por él mismo y alrededor de tres mil, en los cuales tuvo participación indirecta, son las cifras que resumen a grandes rasgos la carrera criminal de Jhon Jairo Velásquez como jefe de sicarios del Cartel de Medellín.

585 mil seguidores en YouTube, un promedio de más de 100.000 reproducciones alcanzan sus videos en dicha plataforma, dos libros de su autoría, uno de ellos escritos en prisión y más de 53.000 seguidores en Twitter, son las cifras con las cuales puede resumirse la actualidad mediática de ‘Popeye’.

La fama es un espacio reservado para unos cuantos y sus caminos son tan diversos como opuestos, no siempre se alcanza la cumbre siendo un ejemplo de vida, todo lo contrario, en ocasiones, la popularidad termina siendo un homenaje para los individuos que han dedicado su vida a construir tragedias ajenas.

La fama no lo abandonó en ningún momento, junto con el arrepentimiento por sus crímenes, el confeso asesino, se ha hecho popular en las plataformas digitales, su comportamiento no dista mucho de los ‘youtubers’ más reconocidos del momento, firma autógrafos, se toma ‘selfies’ con los transeúntes que lo asedian cuando lo ven por la calle, sus opiniones políticas expresadas en Twitter causan impacto y algunas de sus entrevistas alcanzan millones de reproducciones, es toda una celebridad. ‘Popeye’ arrepentido, como se hace llamar en YouTube, ahora recorre los senderos del estrellato en Internet.

El nacimiento de un mito

Una decisión puede cambiar nuestro destino de manera drástica e irreversible. Nacido en Yarumal Antioquia el 15 de abril de 1962, Jhon Jairo Velásquez desde muy niño sintió curiosidad por las armas de fuego, razón que lo motivó a integrarse a la Escuela de Suboficiales de la Armada en Barranquilla y luego a la Escuela de Oficiales de la Policía en Bogotá siendo aún menor de edad, sin embargo, la legalidad no representaba para él ningún aliciente, por lo cual terminó retirándose de una carrera que apenas estaba comenzando.

Su regreso a la capital de Antioquia marcó el inicio de un nuevo camino al lado de Pablo Escobar. En el Cartel de Medellín se destacó y logró ascender rápidamente hasta convertirse en uno de los hombres de confianza del ‘Patrón’. Abnegado y obediente antes las órdenes recibidas por Escobar, ‘Popeye’ se convertiría, de esta manera, en leyenda.

En entrevistas dadas a los medios, confiesa sin remordimiento los atentados perpetrados con bombas, en los cuales participó, sus asesinatos y el día en el que ordenó matar a Wendy Chavarriaga, su novia por aquel entonces, por petición directa del ‘Patrón’.

En 1992 se entregó a las autoridades y fue condenado a 24 años de prisión en la cárcel de Cómbita. De esta manera llegaba a su fin el camino que años atrás había elegido.

En el marco del cumplimiento de su condena confesó sus crímenes y sus declaraciones fueron definitivas para resolver otros tantos, entre los cuales se incluye el asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento, ordenado de acuerdo con las pruebas presentadas, por Alberto Santofimio Botero, destacado político en aquellos años.

Podría decirse que su constancia, disciplina y, ante todo, su lealtad ante Escobar, le dio el reconocimiento del que ahora goza de manera increíble en un sector de la sociedad que, al parecer, por las interacciones generadas en redes sociales con sus intervenciones, siente admiración por un hombre que en su espalda carga con la desgracia que él mismo provocó en miles de familias que se privaron de sus seres queridos, gracias a su eficaz acción.

Colombia: país en el que se rinde homenaje a los criminales y se olvida a los héroes

Ser crítico en nuestro país es una cuestión de valientes ejercida por algunos pocos, pues el costo de enfrentarse y de denunciar a los políticos y organizaciones  criminales del momento, suele tener un costo que en muchas ocasiones sólo es cubierto con la muerte. Así, de esta manera, Jaime Garzón, fue asesinado un 13 de agosto hacia finales de los 90.

En YouTube reposan sus recuerdo en miles de videos, episodios de sus programas, entrevistas, documentales y demás homenajes que se han producido alrededor de la imagen del fallecido humorista, ninguno de éstos supera las 800.000 reproducciones. Hoy es recordado cada aniversario de su muerte y en el ‘Garzonazo’ de RCN radio, durante unos cuantos minutos al día. Sin Internet, seguramente, sería reducido a un triste episodio de la historia política del país. Su voz, como la de muchos otros, fue silenciada y su heroica labor podría estar muy cerca del olvido total.

En enero del presente año, YouTube le otorgó a ‘Popeye’ arrepentido el Botón de Plata por los más de 220.000 seguidores que tenía en ese instante en su canal.

Las entrevistas que le han realizado alcanzan hasta las ocho millones de reproducciones. Su vida es narrada como si se tratase de una película de acción a las que nos ha acostumbrado Hollywood, las dificultades que pasó en su infancia, las acciones que lo llevaron a ganarse un espacio de importancia en el Cartel de Medellín son contadas con cierta emotividad y su aspecto humano sobresale a través del arrepentimiento que ha manifestado y por algunas acciones sociales que ha llevado a cabo, para evitar que jóvenes caigan en el agujero que representa el crimen, a partir del dinero fácil.

El arrepentimiento es el resultado de un ejercicio reflexivo que nos cuestiona sobre nuestras acciones y nos da, en muchos casos, una valiosa oportunidad para el cambio. Para ‘Popeye’, su discurso, el perdón que pidió a sus miles de víctimas y sus acciones sociales (Ver más), se contradicen con las declaraciones que él mismo ha hecho por diferentes medios, por su cercanía con los grandes capos de la actualidad y por la lealtad que aún guarda por su gestor Pablo Escobar Gaviria.

“Si Pablo Escobar volviera a nacer, me iría con él sin pensarlo”, declaró en una entrevista que concedió a Revista Bocas el 28 de agosto de 2014.”

El 9 de diciembre ‘Popeye’ se encontraba en la fiesta en la cual fue capturado Juan Carlos Vallejo ‘Tom’, poderoso narcotraficante colombiano, mientras celebraba su cumpleaños, sobre él se ofrecía una recompensa de 2.000.000 millones de pesos.

Para la Fiscalía, Velásquez estaría quebrantando los compromisos pactados para que se le pudiera otorgar la libertad, tras haber cumplido 23 años y 3  meses de condena, y solicitó la revocatoria de su libertad. Para ‘Popeye’ su presencia en el lugar de la captura de ‘Tom,’ obedecía a un evento social y dejó conocer sus airadas respuestas en su cuenta de Twitter:

«No le temo ni a la cárcel ni a la muerte».

«Hola aparecí. Las Ratas miserables que están hablando lo que no Es. Hablar sin conocer lo qué pasó es muy fácil. Eso es de las Ratas del sí. Estaba en una fiesta y pasó lo qué pasó. No es delito ir a una fiesta. Por eso me liberaron»

«No le tengo miedo a lo que le temen las Ratas del sí. Si hay que ir a prisión. Voy. En poco tiempo estaré de nuevo atacando este maldito gobierno. No le temo ni a la Cárcel ni a la muerte. Soy un guerrero y como tal. Me comporto. Soy una figura pública y puedo ir donde sea»

“Ahhhhh se me olvidaba. Fiscalía olvidesen de mí para todos los casos del cartel de Medellín. Busquen otro que les ayude hasta acá llego yo. Chaoooo pescado.” (Sic)

Rating versus ética

El flagelo del narcotráfico permeó nuestra cultura y ante el mundo la imagen del país quedó reducida a este pasaje de nuestra historia, que sumados a la violencia concebida desde grupos paramilitares, guerrilleros, BACRIM y en ocasiones, desde el mismo Estado y la corrupción política han creado un estigma en el exterior, que somete a los colombianos a calificativos infames.

Colombia ha sido protagonista de numerosos episodios en distintos ámbitos que nos permiten mantener el orgullo en alto. Grandes y destacados deportistas, científicos que brillan en el exterior por su aporte en diversas áreas, eventos culturales de gran magnitud, territorios ricos en flora y fauna, artistas reconocidos mundialmente y otros factores forman parte de los logros que el país ha obtenido a lo largo de los años. No obstante, los medios de comunicación privados nacionales y ahora Netflix se han encargado de arraigar el narcotráfico como parte de nuestra cultura, con contenidos que, contradictoriamente, reciben una gran aceptación en una parte de la sociedad.

La vida de los criminales es exaltada con esmero en producciones multimillonarias y su memoria perpetuada en el imaginario colectivo de la nación, mientras que el legado de personas que han sobresalido o han dado su vida a las causas justas y dignas de homenaje, han quedado olvidadas en los anaqueles de las bibliotecas, en los programas de Señal Colombia y en otros contenidos comunicativos, que no cuentan con la misma difusión que los productos de los canales privados.

Se exalta la trayectoria criminal y se deja de lado las historias dignas de ser contadas. La memoria del país está siendo narrada desde las ‘narcoseries’, dándole prioridad a la versión de los victimarios sobre la de las víctimas. La reivindicación de éstas ha sido plasmada en documentos académicos e investigaciones de organizaciones sociales de difícil acceso o, por lo menos, no tan difundidas.

“Mientras que la historia oficial dice que Maza Márquez, Rosso José Serrano y el Gobierno derrotaron al narco, ‘Escobar, el patrón del mal’ cuenta la historia de sobrevivencia y heroísmo de Pablito y el ‘Cartel de los sapos’ es la versión narco de nuestra historia contra los narcos.”, afirmó Omar Rincón, director del Ceper (Universidad de los Andes) y crítico de televisión del El Tiempo, en su columna de opinión del 6 de septiembre de 2015. (Ver más)

La trayectoria criminal de Jhon Jairo Velásquez, como la de otros tantos criminales, debe procurar la construcción de memoria para la no repetición y para la reparación de las víctimas, su testimonio es fundamental para esclarecer los hechos acontecidos en la época en la que el narcotráfico sembró el terror y permeo la política del país, su integración a la legalidad debe respetar los compromisos adquiridos y su vida debe ser tomada como ejemplo para evitar que los más jóvenes se conviertan en lo que, él mismo ha definido, como una generación pérdida.

Por, Andrés Angulo Linares