«Otra vez estoy aquí, gritándole al viento atravesando muros. Ya mi voz no es la misma, desde que escuchaste mi última canción»
Riffle, una banda de alto calibre
«Sometiste tu destino al fin, para siempre en los ojos del mundo»
Benditos sean los perros
«Perdiste el mejor amigo. No tentaste ningún viaje. No tienes casa, navío, tierras. Pero tienes un perro» -Carlos Drummond de Andrade
Cuando era ya muy tarde
«Cuán inmensa es sin duda la tristeza que envilece los cuerpos y convierte las conversaciones lejanas en ecos difusos»
(Tauramena, Casanare, Colombia)
Por, Edward Alejandro Vargas Perilla
Era ya muy tarde, tal vez más de media noche cuando la epifanía llegaba de golpe a mi cabeza. ¿Cómo pude ser tan estúpido? ¿Cómo no vi antes lo que estaba sucediendo? No lo sabía, pero era claro… había jugado todas mis esperanzas en una última tirada de las cartas contra el destino.
Al mirar las cosas en retrospectiva, era claro que la partida estaba perdida desde antes de empezar, que las cartas estaban marcadas y yo había sido simplemente una víctima ingenua de la falsa esperanza y la luz falaz de la fe ciega, aunque… la verdad, tampoco había mucho que perder.
Era ya muy tarde… y al compás del baile frenético de la luz de las velas, podía ver con claridad cada uno de los pasos dados en el camino que indefectiblemente me llevaría a la ruina, a perder más de lo imaginado, a dejar mi cuerpo vacío y mi alma rota. La reflexión se rompió con la noción del tiempo, se rompió con cada uno de los fragmentos de mi alma herida y mi mente agotada; la reflexión fue, tal vez, no más que el impulso de una conciencia que se apagaba.
La luna reposaba gibosa sobre un manto de nubes plateadas y un lienzo de estrellas miserables, opacadas por las luces lejanas de una ciudad gris e imbécil; era en su totalidad un cuadro desdichado, nacido de las manos de un pintor sin inspiración, de un aurífice decadente que se ahoga en vasos de whisky barato para alimentar la infame tristeza que invade a las almas marchitas y solitarias, almas que se ven abocadas a buscar algo de compañía y calor, almas que claman mudas por el calor de los cuerpos vacíos y sin rostro de hombres y mujeres, mayores o menores, que se sientan a consumir sin mesura alguna o siquiera conciencia, uno tras otro esos vasos de vino barato y avinagrado de sus propias realidades.
Lo que nos lleva a ver de la manera más cruda, cuán inmensa es sin duda la tristeza que envilece los cuerpos y convierte las conversaciones lejanas en ecos difusos, en ruido blanco de fondo. Inmensa es sin duda la tristeza que ahoga los gritos de dolor y los convierte en sonrisas forzadas y contrahechas, que desaparecen en los otros y buscan aprobación en los cuerpos que llenan la estancia.
Cuando era ya muy tarde, tal vez más de media noche dejé ir a mi mente en divagaciones con el whisky desabrido y me perdí en cada una de las decisiones tomadas a lo largo de mi miserable existencia; una a una las contemplé y las sopesé en la balanza moribunda del sentido común. Desde muy niño, sospechaba en el fondo de mi alma, que algo no andaba bien conmigo, sospechaba y podía sentir que estaba roto y desconectado de todo.
En mi adolescencia se hizo más notorio, lo sentía más fuerte en mi corazón juvenil y curioso, lo sentía expandiéndose de a poco por mi mente, horadando mi espíritu y devorando la luz que salvaguarda la vida… No había duda de que era una enfermedad, pero… ¿de qué tipo? ¿Sería acaso de esas que consumen la carne y los huesos… ¿o una de esas que destruyen la mente y el alma? ¿O a lo mejor era de esas muy raras que destruyen los tres: cuerpo mente y espíritu? Era difícil siquiera pensar en catalogarla, pensar en que realmente pudiera estar dentro de mí.
Y con el pasar del tiempo y la llegada final de la adultez, se hizo completamente notoria, empezando por regalarme unas ojeras eternas, luego, volver mi cabello ralo y delgado… y finalmente… comenzar a consumirme lentamente, dejando a su paso las máculas de profanas fiebres y ulceraciones por toda mi piel.
Cuando era ya muy tarde, tal vez pasada la media noche, la cabeza empezó a darme vueltas, tal vez por el exceso de licor barato, tal vez por la precaria alimentación o la falta misma de sueño durante tantas semanas… semanas eternas, de noches frías y estáticas, invadidas por pesadillas recurrentes, por vacíos inconmensurables de afecto y motivos, motivos para vivir, para seguir adelante, para sonreír… la cabeza me daba vueltas de manera vertiginosa, el sonido se iba y volvía y luego las risas vacías de la taberna hacían temblar cada miserable trozo de mi carne enferma; las luces de las paredes parecían fantásticas centellas por momentos… y luego… solo llamas parpadeantes de una lámpara oxidada de petróleo. Imágenes, colores, sensaciones, temblores… todo… me llenaba y me vaciaba una y otra vez, era tan solo una hoja mustia atrapada por el viento, era tan solo una gota de agua perdida en la corriente impetuosa e indolente de un río poderoso. Lo era todo y no era nada; segundo a segundo, minuto a minuto. Por un breve instante empecé a recobrar la conciencia… y luego, mi mente quedó en blanco, fue poseída por el arrebato de la ira miserable y estúpida de la ignorancia, fue poseída por la furia que solo puede contener y soportar en silencio un alma demacrada y envilecida por los vejámenes de un destino esclavizante; Era ahora, por ponerle un nombre, el instrumento sin voluntad de los sentimientos. Había perdido todo atisbo de razón, había perdido la fuerza que reprimía mi frustración y me entregué por completo a esa orgía de gritos y violencia; aparté de mi vista la jarra cuarteada y asquerosa de cristal en la que aún había poco más de un trago y con los gritos que son propios solo de una bestia, descargué mis puños en la barra.
Las personas en todo el lugar enmudecieron, la música cesó y al compás de murmullos y de danzarinas columnas de humo de cigarrillos baratos, me dejé caer de rodillas para gritar y llorar como nunca lo había hecho antes, me dejé caer para llorar con amargura por todas y cada una de las cosas que no había llorado; abrí la puerta del llanto con la llave de la furia y la inconciencia, abrí la puerta al lugar más recóndito de mi ser y desnudé lo poco que me hacía humano.
Lloré por el tiempo que dura el tiempo, lloré hasta que mi garganta sentía desgarrarse con cada gemido inmundo y lloré hasta que la última de esas lágrimas negras abandonó mi cuerpo. Luego del llanto, vino el silencio de mi boca, la respiración agitada de la lucha del alma moribunda y luego la calma, la calma que precede a la tormenta. En silencio y frente a los ojos vacíos de toda aquella gente, dirigí mi mano huesuda y débil al interior del bolsillo de mi gabardina para buscar el revólver; lo sentí… el mango de madera de sándalo, el acero frío y su peso inconfundible, estaba cargado… y en menos tiempo del que cualquiera hubiese imaginado, lo llevé sin duda ni escrúpulos a mi boca.
El cañón se sentía ansioso en mi paladar y el sabor del metal, inconfundible en mi lengua… luego… una leve flexión de mi índice izquierdo haló del gatillo, que accionó el percutor y liberó la bala plateada con violencia y la velocidad de una estrella… directo a mi cabeza. El rugido de la detonación fue atronador, envolvió todo y a todos dentro de la estancia, fue quizá el último sonido retenido en mi memoria, y luego, el silencio y ese blanco eterno de la nada.
Me perdí a mí mismo durante incontables eras, siglos, eones quizás. El segundo que tardó mi cuerpo en caer y yacer en medio del charco de sangre, habrá sido interminable para todas esas personas, pero, ¿a quién le importaba? No era mi problema, ya no. Luego del silencio, de la atronadora explosión y de más silencio vinieron los gritos, los quejidos ahogados de quienes habían tenido si no el privilegio, la desgracia de presenciar semejante atrocidad.
Algunas personas caminaban de un lado a otro, algunas personas gritaban… otros podían no más que gimotear como imbéciles, agazapados en sus butacas… y yo… yo solo observaba mi cuerpo miserable e inmundo, tirado en el suelo, con los ojos vidriosos, mirando a la nada, con la boca entre abierta, sosteniendo aún el revólver entre los dientes, en medio de cuajarones de sangre y carne. Estaba a menos de un metro de distancia de mi cuerpo y veía todo sucediendo muy despacio, era un espectador que guardaba cada detalle, cada gemido, cada comentario, cada aroma… Estaba a menos de un metro de mi cuerpo y con la delicia del que no sufre, me daba cuenta que nadie podía verme ahora.
Cuando era ya muy tarde, tal vez pasada la media noche mi alma al fin, libre de las vicisitudes de la humanidad, libre de los pensamientos, del tiempo, de las preocupaciones o el remordimiento esbozó una sonrisa sardónica, sínica, aliviada y dio la espalda para abandonar la estancia; cuando era ya muy tarde, atravesé la puerta de madera, tomé el camino que llevaba a las afueras del pueblo y me perdí para siempre con las brumas de la madrugada, me fundí en la nada misma y abrí los brazos a la siguiente existencia esperando con un dejo de anhelo, que no fuera tan miserable, complicada y vacua como la que acababa de abandonar, en medio de un espectáculo atroz, salvaje y sangriento, buscando algo de alivio y paz, sonreía y me alejaba de esa tierra infecta, y lo había hecho de la única manera, que a mi pensar me desligaba finalmente de esa existencia insoportable y predispuesta por el destino, lo había hecho ya al final bajo mis propios términos y condiciones.
La música popular como reivindicación del dolor del hombre común
«Me has hecho daño y por eso estoy bebiendo. Ya nunca más quiero saber de ti»
Capital Phase of Karma: el grito de emancipación por Altars of Rebellion
«Produce more than a shadow. It’s almost a kind of positive behaviorism (…) because you’re doing if for yourself, It comes from the inside»
Prepárate para vivir el Encuentro de la Industria Musical (EIM)
Del 30 al julio al 1 de agosto, El Encuentro de la Industria Musical (EIM) se tomará a Bogotá
Llorar por un solo ojo
«El fascismo cuida muy bien los ojos de sus seguidores y les produce telenovelas, telenoticieros, espectáculos»
Llorar por un solo ojo, escritor por Andrés F. Ortiz G, es el texto que presenta el libro Ojos Heridos: miradas populares sobre la crisis en Colombia y Brasil, publicación realizada por el Curso Popular TF Livre, Como La Cigarra Radio –Plataforma Comunicativa Popular y otros colectivos, la cual recoge diferentes miradas re-creadas en barriadas de estos dos países latinoamericanos.
(Belém do Pará, Pará, Brasil)
Por, Andrés Felipe Ortiz Gordillo
Estos días no han sido fáciles. Desde el 28 de abril por la noche comencé a recibir por las redes sociales imágenes terribles de mi país, Colombia. En un video se ve un grupo de jóvenes corriendo por una calle. En el costado derecho de la pantalla, un grupo de policías blindados hasta los dientes por sus trajes de seguridad. Un fogonazo sale del arma de un policía y casi inmediatamente un joven que va corriendo cae al suelo. Un humo blanco espeso se toma ahora la imagen. Algunos jóvenes huyen de esos matones que se hacen llamar “fuerza pública”, de sus bombas aturdidoras, de sus gases lacrimógenos. Un pequeño grupo se acerca al caído, lo levantan, se lo llevan porque todavía está vivo. Ahora los policías van llenando la pantalla, mientras un último joven devuelve con una patada uno de los gases que han utilizado para dispersar una movilización que, hasta la llegada de la policía, había sido pacífica.
Hay en estas imágenes una gran metáfora de lo que nos ha tocado vivir a los colombianos desde hace siglos: una vocación popular permanente por aparecer en el espacio público para reclamar los derechos que se nos han negado. Y una reacción desproporcionada del poder por desaparecer con sus humos y sus balas estos reclamos legítimos. Pero siempre hay más que lo que dejan ver esas imágenes infames. Como cuentan los amigos que están en la primera línea, antes de la represión estaba la fiesta, una algarabía general en la que los jóvenes son protagonistas. Pero, “¿qué es lo que quieren estos jóvenes?”, se ha preguntado el escritor William Ospina en su Carta para Puerto Resistencia. “Pues lo que quiere todo pájaro: poder volar y cantar; lo que quiere todo río, poder seguir su camino; lo que sueña toda vida, celebrar el mundo, merecer un destino, disfrutar de este breve tiempo que nos dieron…”
“Les encanta llorar por un solo ojo”, dijo una congresista del partido de gobierno, muy de ultra derechas ella, criticando un debate realizado en el Congreso de Colombia en oposición al mal gobierno de Iván Duque y su sombra, ese criminal llamado Álvaro Uribe Vélez. Era un debate sobre las víctimas que venía generando la represión Estatal y de policía, ejecutada sobre los manifestantes del paro nacional iniciado un mes antes. La senadora se refería a las por lo menos 65 personas que, al 31 de mayo, habían sufrido agresiones en sus ojos por parte de aparato policial del Estado, en el contexto del estallido social que se generó en el país por las políticas abusivas que el mal gobierno quería imponerles a los ciudadanos. La senadora se quejaba de que la oposición solo estaba viendo los 3.789 casos de violencia policial reportados, las 45 personas asesinadas, las 1.649 detenciones arbitrarias, las 25 agresiones sexuales y un número aún no determinado de desapariciones forzadas (se habla de más de 100 casos) cometidos por las fuerzas de represión estatal, según las organizaciones de la sociedad civil que han hecho seguimiento al uso de la fuerza pública contra los manifestantes colombianos.
Es difícil vivir una rebelión desde la distancia. Es la primera vez en este año y medio que llevo viviendo en Belém do Pará, ahora mi casa, que me siento extranjero. En esta Amazonia inmensa tengo mis ríos y mi selva. Hacen falta las montañas, pero sé que estas aguas que hoy me bañan también vienen de los fríos Andes donde nací. Y esa extranjería maltrecha de estos días tiene que ver más con la nostalgia de no poder estar en la primera línea acompañando a los y las jóvenes que hoy defienden su vuelo y su canto y su camino, que también son míos.
En esta retaguardia del mundo que es la Amazonia también hay gente que muere buscando su vuelo y su canto y su camino, y eso paradójicamente me hace sentir menos extranjero estos días. Porque aquí también el fascismo apunta a los ojos. El fascismo cuida muy bien los ojos de sus seguidores y les produce telenovelas, telenoticieros, espectáculos. A los ojos de los que quieren ver distinto les aplica una dosis especial: balas de goma que de un solo golpe acaban con córnea, pupila, iris. El ojo estalla, y en ese estallido como de Big-Bang nace una nueva mirada.
Este libro, Ojos heridos, es una respuesta colectiva y popular a ese intento del fascismo por cerrarnos los ojos, por callarnos la boca, por dejarnos sin aire con sus pandemias globales. Es también una respuesta a ese intento por pretender hacernos extranjeros en nuestra propia tierra. Nos dejan sin casa y ahora nos quieren dejar sin calle. “Quisieron enterrarnos, pero no sabían que éramos semillas”, gritamos hoy los y las jóvenes en toda América Latina. “Somos las nietas de las brujas que no pudieron quemar”, gritan las mujeres en los montes, en las selvas, en las ciudades.
Ojos Heridos – Olhos Feridos | Lectura en línea
Por: Como La Cigarra Radio
Sé que me odias: el rastro que dejó la toxicidad descrito por BlackMulatto
«Como demonios resuelvo para mirarte a través de estos ojos enfermos estoy aquí y no lo ves»
Sé que me odias (BlackMulattto)
Por, Rugidos Disidentes
El dúo de rock colombiano BlackMulatto está de regreso con un lanzamiento lleno de mucho poder. Se trata de Sé que me odias, una canción que muestra un concepto y groove nuevo del proyecto conformado por Juan Carlos Jaramilloen la batería y por Johnny Urrego en el bajo y la voz, en el cual buscan alcanzar nuevos sonidos y expandir de esta manera sus horizontes.
Sé que me odias cuenta la historia de un amor tóxico que pasa por momentos difíciles durante las relaciones de pareja. Un círculo vicioso que, a pesar de que hace daño, termina convirtiéndose en un placer culposo.
—En este sencillo hacemos nuevas exploraciones musicales. Reducimos la intensidad de la batería y aumentamos el groove de la canción dando una sensación de ser más lenta. Pasa por tendencias sonoras de hip hop en su columna vertebral lo que nos condujo a una experimentación de coros más contundentes y de mayor retentiva— afirma BlackMulatto.
Sé que me odias está acompañada de un video dirigido y editado por Vannesa Machado que narra la historia de una relación conflictiva y toxica. En el clip, BlackMulatto explota completamente su talento sonoro y concepto visual.
KitBand, la proyección que tu agrupación necesita
—Sé que me odias es una canción para escuchar cuando estés por tomar una buena o mala decisión. Cuando desees terminar tu relación o cuando vayas a apostarle de nuevo al amor, sabiendo que al final todo va a colapsar— señala la agrupación.
Sé que me odias fue grabada y producida en Verne Produce por Nicolás Parra y Andrés Sierra, la mezcla estuvo a cargo de Sebastián Lopera y la masterización fue hecha por Sebastián de los Ríos.
Dentro de los planes de BlackMulatto para los próximos meses es poder presentar Sé que me odias en vivo con un concierto, así como realizar una gira de shows por Medellín y sus alrededores todo dependiendo de las condiciones y restricciones de la pandemia.
—Estamos en proceso de composición de nuevo material y regresaremos al estudio para poder plasmar nuestras ideas en algo plausible— finaliza.
Un poco más de BlackMulatto
BlackMulatto es una banda colombiana conformada en 2018 por Juan Carlos Jaramillo (batería) y Johnny Urrego (bajo y voz) con el objetivo de experimentar sonidos, buscar la complementación de los dos instrumentos y responder cuestionamientos sonoros individuales y colectivos. A su contundencia musical, este dúo le inyecta una dosis de adrenalina que viaja por diferentes estados anímicos en sus canciones expresando situaciones y vivencias de sus integrantes.
Las canciones y el sonido de BlackMulatto tienen influencias de grupos como Arctic Monkeys, Black Sabbath, Queens of the Stone Age, Foo Fighters y Royal Blood. Su propuesta musical busca exprimir energía y adrenalina de todo aquel que los escuche.
BlackMulatto | Plataformas musicales
- Youtube: http://cort.as/-PJAP
- Spotify: https://open.spotify.com/artist/7KZNFtRWR2zeKGHtsQzmRt
- Deezer: https://www.deezer.com/search/blackmulatto
BlackMulatto | Redes sociales
- Facebook: https://www.facebook.com/BlackMulatto
- Instagram: https://www.instagram.com/blackmulattorock/
- Twitter: https://twitter.com/BlackMulatto
Wartime: tras la huella del doom metal
En 2014, en la localidad de Fontibón nace Wartime, agrupación de doom metal que en su trayectoria ha acumulado muchas historias para contar.
Wartime fue la invitada a los estudios de Oscura Radio TV en su emisión más reciente.
Revive el programa completo aquí:
En el tradicional Opening Act: Notion of persecution de DefaceD

















