Meleshech: un rey del fuego en Rock al Parque

Su presentación en Rock al Parque 2015, será una de las más interesantes y lo que escucharemos es una música cargada de historia y cultura

 

Hablar del contexto geográfico y social en el cual se da el origen de una banda como Meleshech –Rey del Fuego– es un tema tan amplio como la historia de Israel, Palestina y la propia ciudad de Jerusalén, basta con recordar que para 1995, año donde aparece su primer demo –As Jerusalem Burns…-, Estados Unidos proclamaba la polémica ley de “La Embajada de Jerusalén” donde este país reconocía la ciudad como capital y posesión única de Israel, contradiciendo a la Organización de las Naciones Unidas – ONU e interfiriendo simbólicamente en los acuerdos de paz entre la autoridad palestina y la judía quienes habían definido junto a la comunidad internacional el traslado de las representaciones a Tel Aviv, tratando de mantener la ciudad sagrada como un protectorado internacional y así mismo la división entre la ocupación de la zona oriental para los árabes y la del oeste para los israelís.

 

Por, Luis Alfredo López Huertas

selfmiseri@yahoo.com

 

Esta ambigüedad jurídica, la división urbana, el conflicto social, étnico y religioso continúan hasta hoy en una guerra sangrienta que no da tregua y donde tomar partido desde la posición occidental y latinoamericana es mas que problemática, porque las causas y los hechos de la larga confrontación árabe – israelí está envuelta en los misterios arcanos de esas mismas culturas milenarias, tal como los acertijos que nos presenta esta agrupación que define su música bajo el apelativo de Mesopotamian Metal, como queriendo establecer un pasado aún más remoto que la misma guerra y escapar también de ese encasillamiento erróneo que los califica como una banda judía.

Era poco probable que el mundo, especialmente el del rock y el Heavy Metal, esperara una agrupación de marcado sonido extremo de esas inhóspitas tierras del medio oriente, pero no son un caso excepcional, a menudo su trayectoria es comparada con los  famosos Sepultura, quienes alcanzaron la fama internacional al iniciar los años noventa con sus famosos álbumes Arise y Chaos A.D, en donde se podían escuchar sonidos e instrumentos tribales de percusión, como el birimbao y sonidos  folclóricos y tradicionales del Brasil, así mismo los Meleshech han mezclado de forma potente las escalas árabes en las guitarras, los ritmos que recuerdan la multiplicidad de culturas que habitaron la media luna fértil y componiendo letras alrededor de sus mitologías. Las dos bandas son ejemplo claro, que tras un contexto represivo –Sepultura surge a fínales de la dictadura militar brasilera– la música es una escapatoria pacifica para muchos jóvenes cargados de ira, una ira expresada a través del metal extremo, es por esto que están lejos de ese movimiento que se ha dado en llamar Folk Metal, del cual prácticamente se han apropiado los nórdicos y germanos.

En fin, que el paralelismo entre Sepultura y Meleshech los ha llevado a que el propio Max Cavalera colaborara en el tema Lost Tribes de su álbum Enki lanzado a inicios de este 2015.

 

Se podría decir que Meleshech es prácticamente un producto del trabajo de Ashmedi, su vocalista y guitarrista líder, a quien le gusta resaltar los orígenes multiétnicos de los demás integrantes, originalmente Armenia, Países Bajos, Palestina, y hoy en día Estados Unidos, Italia y Alemania, con lo cual el sonido propio de la banda ha evolucionado al tiempo que sus integrantes. En definitiva el encasillamiento en el problemático subgénero del oriental metal esta fuera de su alcance, tanto porque en esa etiqueta los medios han unido bandas de procedencias y sonidos tan dispares como Egipto, China, Japón, Israel, o  Turquía, pero con los cambios experimentales de sonido producto del desplazamiento a Europa de Ashmedi –primero Holanda y luego Alemania– la banda ha conseguido mejorar con cada lanzamiento.

Lejano suena  ya  ese primer álbum del 96 marcado por un black más gutural, con baterías fulminantes como metralleta, pero la calidad de la producción europea como los cambios de formación los acercaron, precisamente, a un Black Thrash en álbumes como Sphynx (2003),  Emissaries (2006), hasta The Epigenesis (2010) y el arriba comentado Enki, en los que se aprecia una combinación extrema de Death, Black yThrash junto a los pasajes místicos de oriente, sin perder la oscuridad marcada que llevan desde el principio, explorando la variada mitología mesopotámica de los persas, acadios o babilonios y de donde surgen los nombres de temas como Baal, Sphynx, Apkalluo Anunnaki.

 

Junto a bandas como Salem y Orphaned Land, también de Israel y que visitaron Colombia en el 2013, Meleshech lidera el movimiento árabe del metal, donde podemos encontrar bandas como Farzad Golpayeganide iran, Odious de Egipto o Narjahanam de Bareín, recordándonos que el rock de medio oriente es un movimiento amplio desde los años setenta, época en la que se destacaron los clásicos The Churchills, pero que además la influencia de medio oriente ha estado presente en diferentes momentos y formas. Cabe traer a colación, principalmente, el sonido español de los setentas y ochentas del denominado Rock Andaluz reconocido por agrupaciones como Triana, Guadalquivir y que alcanzó el tope con los más hardrockeros: Medina Azahara.

En definitiva su presentación en Rock al Parque 2015, será una de las más interesantes y lo que escucharemos es una música cargada de historia y cultura, alejados de toda política que según Ashmedi, no les hubiese permitido expandir su arte y sus intereses, es por ello que no toma partido y reconoce que tiene amigos y pérdidas en ambas partes: palestinos e israelíes. Así que podremos acercarnos al golpe instrumental y feroz de Meleshech, dispuestos a encontrar la magia mística del oriente antiguo y aprender un poco de los dioses primigenios de la humanidad, ya que el metal europeo nos enseñó ya lo suficiente de la edad media y la mitología griega. Los esperamos con ansias, reconociendo que tenemos un pasado remoto y común en el origen de la civilización, en lo que podría ser una exclusiva noche mesopotámica.

 

Meleshechestá programado para el sábado 15 de agosto a las 6:05 en el escenario Plaza del parque Simón Bolívar.

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Rock al Parque: Cultura de Paz

 

Bogotá escrita hoy, en tiempo pasado

Me gusta ir hacia atrás, que los lugares tengan una base histórica fuerte”

En el momento de escribir una historia se piensa en todo: la trama, los personajes, el hilo narrativo, el ritmo, los giros dramáticos, el tiempo y, casi de últimas el lugar, el lugar macro (la ciudad, el país), pero esto es lo primero que piensa Andrés Ospina y no ha podido nunca dejar de pensar en Bogotá. 

 

Por, Ana Puentes

anapuentes@rugidosdisidentes.co

 

Un encuentro con un escritor no deja de ser atemorizante, requiere de atención antes, durante y después de la entrevista, de leer lo suficiente, de preguntar más de la cuenta y tardar lo necesario. Y sentarse a hablar de Bogotá tampoco es fácil, hay que evitar caer en el lugar común y preguntar lo obvio, hay que hablar de 476 años de historia, de más de 7 millones de habitantes, de 20 localidades abismalmente distintas, de Colombia y su identidad comprimida en una capital.

Ospina es un alboroto de crespos, cordialidad, sencillez y una curiosidad inagotable. Es bogotano, escritor, no-experto en Bogotá –porque nunca ha sido su intención y asegura que nunca sabrá lo suficiente de una de sus “obsesiones hasta el delirio”–, caminante por elección, locutor de radio, presentador de Callejeando en Canal Capital y estrella de rock frustrada.  Todos sus libros tienen que ver con Bogotá: Bogotá Retroactiva (2010), Bogotálogo (2012), Ximénez  (2013), Y yo que lo creía un farsante (2014), Tienda de Ambigüedades (2014, disponible para libre lectura en la página de la Biblioteca Digital del Bogotá (+)) y Chapinero (2015).  Aceptó conversar con Rugidos Disidentes y abrir nuestra novena edición julio – agosto: Bogotá, las páginas de su otra historia

 

Rugidos Disidentes: ¿Por qué escribir sobre Bogotá?

Andrés Ospina: Es lo más honesto que puedo hacer porque es lo que más conozco. Yo soy tremendamente provinciano, he viajado, pero mi referente del universo es Bogotá. Era un interés que yo tenía porque aunque hay muy buenos narradores e historias de Bogotá, yo quería contar más.

 

RD: ¿Quiénes son sus escritores referentes de Bogotá?

AO: Muchos, pero alguien que marcó mi infancia, aunque no es catalogado como una de las grandes plumas de Bogotá, es Álvaro Salom Becerra, un autor de corte costumbrista/humorista. Yo tenía como 8 años y repitieron por televisión una telenovela basada en la obra Un tal Bernabé Bernal de Salom Becerra; ese día entendí que Bogotá era un sitio del que se podía escribir. Desde los 4 años yo escribía cosas de niños y pensaba que debía ubicar mis historias en otros países, en lo exótico (Transilvania, Londres, París, Estambul). ¡PRIMICIA! Estoy trabajando en una historia que ocurre en Europa y en África. No creo que tenga la plata para ir, pero me defenderé con Google y Google Maps.

Es la primera vez que hago algo así, la primera vez que me salgo de Bogotá y conscientemente. Es un ejercicio, no quiero que Bogotá se convierta en una muletilla de creación literaria.

 

RD: ¿Cómo descifrar Bogotá?

AO: A mí me ponen un rótulo, que nunca me he querido poner, y es el de “experto en Bogotá”, una cosa muy pesada, yo nunca he pretendido ser experto en Bogotá porque eso es una empresa muy complicada. Yo no conozco el occidente de Bogotá, por ejemplo, mi Bogotá es entre la Plaza de Bolívar y la calle 100 y entre la Circunvalar y la carrera 30, pero a mí me interesa el resto de Bogotá.

No creo que sea posible descifrar toda la ciudad, creo más en que cada uno puede contar su propia Bogotá. Es la pluralidad, de contar cómo siento la ciudad. Es difícil contarlo todo de una ciudad tan grande y fragmentada, es una ciudad que tiene un problema muy grave: las distancias.

Además Bogotá está odiosamente dividida por una cicatriz que te dice esto es Norte y esto es Sur. Es una grieta imaginaria pero gigante, y eso hace que nos miremos con desconfianza.

 

RD: ¿Qué Bogotá le tocó a usted? A mí me tocó la del miedo y el odio, por ejemplo.

AO: Yo creo que la Bogotá del miedo y el odio siempre ha existido. Mis primeros recuerdos de Bogotá son de una ciudad un poco hostil, mal querida por todos. Ahora que lo pienso, mi interés por Bogotá es algo más afectivo, cuando empecé sentía que Bogotá era como una madre generosa llena de hijos que la irrespetan y maltratan y yo quería, de alguna manera, dignificar mi hogar y mi ciudad o… por lo menos explicarla.

 

RD: ¿Por qué en Bogotá se respira ese odio e irrespeto?

AO: Históricamente, Colombia ha sido sometida al extraccionismo y es que, desde la Conquista, la gente venía aquí a sacar los recursos, se los llevaba y no habitaba. En Bogotá, entonces, vienen a explotar los recursos y a irse o a quedarse y añorar su tierra. A Bogotá le imputan una serie de culpas que no son suyas.

 

RD: ¿Qué es ser bogotano?

AO: Ser bogotano es esperar que hagan el metro.

 

RD: Le voy a enunciar lugares de Bogotá y cercanías y usted me va a decir lo primero que se le venga a la cabeza:

Sears: Infancia, Chapinero: Vida, El Retiro: Elegancia, Autopista Norte: Trancón, La Candelaria: Universidad, Plaza de Bolívar: Palomas, Plaza Pasteur: Masato… homosexualidad, La Séptima: Todo, Calle 19: Discos, Kennedy: Numeroso, Bosa: Verde, Usme: Hermoso, 20 de Julio: Piedad, Salto del Tequendama: Hotel

 

RD: En el relato “Un encuentro con Pedro Medina Avendaño”, usted habla de ese paseo por la séptima con el poeta que escribió el himno de Bogotá. ¿Por qué afirma que el Himno de Bogotá es el más hermoso del mundo?

AO: Uno tiene que permitirse el derecho de no ser objetivo con ciertas cosas. Evidentemente, no se puede establecer cuál es el himno más bello del mundo ni creo que sea importante. Pero a mí iOh, gloria inmarcesible! ¡Oh, júbilo inmortal! no me mueve, no me identifica; en cambio a mí me dicen Flor de razas compendio y corona, en la patria no hay otra ni habrá, nuestra voz la repiten los siglos: Bogotá, Bogotá, Bogotá y, por provinciano o por patriotismo pendejo, me conmueve mucho.

Aunque yo le critico cosas a ese himno, me parece que es muy hispanista, no hay ni una sola alusión a los zipas o a alguna de las deidades muiscas. Fuimos una cultura muy permeable, hace poco leí que en para el siglo XVII enviaron una expedición para analizar las lenguas indígenas y evangelizar y en el recorrido se dieron cuenta que ya los indígenas hablaban un español perfecto, sabían poco de su cultura. Como una anticipación a lo que somos nosotros, que no sabemos mucho de nosotros mismos.

Usme… ¿Por qué Usme se llama Usme? Es una historia hermosa, sobre una princesa muisca que se llamaba Usmina, ese nombre ya es hermoso, un mito espectacular y que no conocemos, nos da vergüenza. Desconocemos lo que somos genéticamente, somos una amalgama negra, hispana e indígena.

 

RD: Usted escribe de Bogotá siempre pensando en el pasado, así la historia deba desarrollarse en tiempo presente, ¿por qué?

AO: No sé. Es un interés que llevo desde muy niño, nunca me ha interesado el presente porque el presente está aquí, no tenemos que recrearlo con palabras para que exista ¿para qué contarlo, entonces?

Así soy yo, te puedo hablar de la situación de la 82, de las noticias, de la “actualidad”, pero me parece prosaico, aburrido. Más me interesaría hablar en futuro.

 

RD: ¿Qué no le gusta de Bogotá?

AO: Hay dos cosas: el clima que de desconfianza que tácitamente riñe entre todos nosotros y la falta cordialidad, calidez y dulzura en la gente. Me indigna que no haya ninguna de las dos cosas.

Me cuesta mucho salir a la calle. En mi apartamento tengo todo lo que me gusta, en cambio yo salgo y todo lo que me espera es hostilidad. Desplazarse es terrible, Bogotá no es una ciudad caminable y eso va generando unas patologías de neurosis. Muchos dicen Bogotá es terrible, que no se ubican y nadie ayuda, y me parece extraño porque, yo por lo menos, doy las indicaciones de dónde queda algún lugar y si puedo, hasta llevo a la persona, ¡así es como debemos ser! para construir una especie de “Neo-Bogotano”, chévere, amigable, gentil.

Odio subirme a un taxi, no odio que me pregunten para dónde voy, pero sí odio que no me saluden.

No cojo bus, mucho, –sin ánimos de que me tilden de filipichín arribista, no conocen mi vida ni el balance de mi cuenta bancaria– porque eso es terrible.

 

RD: ¿Cómo se cuenta, entonces, Bogotá desde el transporte público?

AO: Yo no uso transporte público; he contado la historia del transporte público que es un tema diferente. Una vez me subí a Transmilenio, pero empezó mal, no me gusta ir de pie, no me gusta la gente que hace la gente en el bus porque yo hago empatía, y cuando veo a alguien de edad espichado y de pie me parece insolidario. No lo he escrito porque ya muchos lo han hecho, han compuesto canciones, han hecho crónicas ¿para qué aportar una cosa que ya existe?

 

RD: ¿Bogotá necesita un dirigente como el Dr. Goyeneche?

AO: Yo creo que sí. Él representa lo apolítico, cosa que me gusta mucho y la buena intención, por encima de cualquier otra cosa. Yo creo que su delirio más grande era ser bienintencionado, porque uno es bienintencionado y la gente a uno lo mira mal. Te voy a poner un ejemplo: el hombre nace bueno y el colegio lo corrompe. Cuando uno llega al colegio es buena gente, comparte la comida y de repente le dicen “¡no sea huevón!, no comparta su comida!” y empieza a desarrollar egoísmos, no empatías, no poder mirar al otro como un igual. Esas son cosas que Goyeneche sí se planteó. Yo creo que es el único caso de aspirante a la presidencia que vivía prácticamente en la indigencia, de la caridad de unos pocos estudiantes de la Universidad Nacional, cuyo mayor objetivo en la vida era imprimir unos panfletitos, un tipo hermoso y difícil de rastrear. Para escribir El evangelio según Goyeneche hablé con gente que lo conoció, lo busqué en periódicos y fui construyendo el texto, que terminó por ser una crónica que El Malpensante me había pedido, aunque nunca la publicaron.

 

RD: ¿Qué proceso sigue para escribir sus relatos y crónicas sobre Bogotá?

AO: Cada caso tiene una metodología distinta. Pero lo que yo trato de hacer es obsesionarme con algo, como cuando uno ama delirante y platónicamente a alguien, yo me obsesiono hasta el delirio con algo y para convertirme en un experto de ese algo y cuando lo soy, la historia me va saliendo naturalmente.

 

RD: ¿Cuál fue su última obsesión?

AO: Chapinero. Estuve dos años obsesionado con mi barrio y terminé por convertirlo en mi última obra, que lancé en FILBo 2015.

 

RD: ¿Cómo es Bogotá contada desde la música? En Bogotá Retroactiva usted habla del proyecto de destronar a la Gata Golosa

AO: No somos un país tan pobre culturalmente como para tener una sola canción de Bogotá. Como las cosas son tan facilistas en la vida. Hay muchas canciones sobre Bogotá, otra cosa es que no sean conocidas popularmente.

Muchas veces he tenido la experiencia de hablar con grandes reporteros que hacen su nota sobre Bogotá, sacan unas imágenes de archivo del 9 de abril, la puerta falsa, el chocolate santafereño y ponen de fondo la Gata Golosa. Nos quedamos con el estereotipo reduccionista del cachaco. Estamos en el siglo XXI y esto es una suma de diversidades. Que uno ponga la Gata Golosa demuestra una falta de ingenio y de interés.

A mí interesaba, en Bogotá Retroactiva, dejar un testimonio escrito de que hay algo más en cuanto a música.

 

RD: ¿Qué hay de la ciudad contada en el cine y la televisión? Hablemos, por ejemplo, de Dr. Mata

AO: Tenía infinidad de cosas positivas. Me parece que la reconstrucción histórica fue muy aproximada a la verdad, aparte de ciertos descaches: que Félix González Robledo, era Felipe González Toledo, tuviera barba y un estilo descuidado, nadie en Bogotá y mucho menos un periodista de la época se hubiese visto así, el personaje real era más limpio. Me gustó mucho el discurso, Mata es el reflejo del típico político corrupto del presente con una fachada de simpatía, de filantropía y amabilidad, pero un miserable, un cínico delicioso. Me gustó el lenguaje, el color, agregando que es un reto hacer una serie de tinte antiguo en Bogotá, porque nos la tumbaron; pero, de verdad, me gustaba cómo hablaban. Una vez conversé con Humberto Dorado, uno de los actores, y él me dijo que una de las fuentes de consulta para elaborar ese lenguaje fue un libro mío, el Bogotálogo. Yo oía decir en plena novela “Ahí vienen los chapoles”, que significa policía, me emocionaba y no sabía que, indirectamente, yo estaba ayudando en la escena. Y si me hubieran llamado, yo habría hecho más sin cobrar un peso.

 

RD: ¿Cómo ve Bogotá en 10 años?

AO: No me atrevo a hacer esos vaticinios, porque cuando uno los hace se equivoca y queda en ridículo en el futuro.

 

RD: ¿Cómo se la quisiera imaginar?

AO: Me gustaría que por primera vez priorizáramos el planeta, la vida, los animales y la tierra. Si nosotros dejáramos de pensar en la movilidad y la inseguridad, y nos diéramos que el verdadero problema es que estamos secando nuestros ríos y depredando nuestros cerros, o lo poco que nos queda de ellos, si lográramos frenar eso, el futuro de Bogotá sería mejor.

 

RD: ¿Con todo eso, cree que Bogotá es una ciudad fallida?

AO: No, creo que es un proyecto muy exitoso de ciudad en el sentido que es dinámica, con todo y las injusticias que acarrea, con la desigualdad, la ausencia de acceso a las mismas oportunidades, la especulación, ¿cuánto no está costando el metro cuadrado?, que te cobren precios absurdos fuera de contexto y de nuestra realidad como ciudad, país y continente. No es una ciudad fallida, pero sí es una ciudad que ha sido muy mal manejada, irrespetada y maltratada.

 

RD: ¿Qué habría que hacer por Bogotá?

AO: Quererla.

 

RD: ¿Cómo logró producir El Bogotálogo e incluir toda esa cantidad de términos que se hablan acá pero que vienen de todos los lados?

AO: Era un sueño que tenía desde niño, hacer un diccionario, las palabras me obsesionan, el lenguaje es una de mis obsesiones. Tenía el oído adiestrado, hice entrevistas, hablé con gente de todas las edades (el más viejo era Pedro Medina Avendaño y el más pequeño tenía tres años, entraba todo), estuve en bibliotecas, en hemerotecas investigando mucha prensa del siglo XVIII, tratando de rastrear algo del lenguaje de la calle de Bogotá. Y es chévere, tener un registro de cómo hablaba la gente hace 100 años.

 

RD: ¿Ha pensado en Bogotá desde los olores?

AO: Alguna vez hice algo así, pero es complicado. El olor que más me remite a mis sentimientos por la ciudad es cuando empieza a lloviznar y se levanta un polvo fino que sale del asfalto, es el olor de cuándo va a llover y me encanta. El olor de una especie de árbol, el Caballero de la noche, que se llama así porque de noche emite un olor muy especial.

 

RD: ¿Qué contar de Bogotá hoy?

AO: Tantas cosas, pero uno no tiene tiempo. Cada día tiene uno nuevas experiencias y acercamientos con la ciudad y sus situaciones, eso me corrobora que decir que uno sabe de Bogotá es estúpido.

 

 

Foto: Margarita Mejía. Tomada de Revista Arcadia.com

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

La relación incestuosa entre el rock y la literatura

Inspiración lectora – I

 

 

Música y literatura, como hermanas en las artes, han tenido una relación incestuosa de inspiración mutua. Históricamente son muchos los ejemplos donde escritores de todas las épocas han alabado la iluminación de Euterpe, la musa musical, pues  como sentenció Víctor Hugo “la música expresa todo aquello que no puede decirse con palabras y no puede quedar en el silencio”. Así mismo, existen innumerables ejemplos donde, tras una lectura encantada, grandes compositores han trasladado a sus piezas musicales –o al menos así lo han intentado– las aventuras, personajes, paisajes, fragmentos o incluso obras enteras al panorama melódico.

Por, Luis Alfredo López Huertas*

selfmiseri@yahoo.com

Frente a esto el mundo del rock no se ha quedado atrás, de hecho, desde muy temprano, en los años sesenta principalmente, encontramos obras y canciones que abordan la temática literaria en forma amplia. El principal responsable pueda ser, acaso, Bob Dylan, quien incluso fue nominado a un Nobel de literatura por su propia obra poética, seguido de The Doors con un Jim Morrison ávido lector de poetas malditos, y quien grabaría leyendo o improvisando sus poemas y a los cuales dicha banda le acompañara unas notas en el álbum póstumo An American Prayer (Un rezandero americano, 1978), o incluso los propios The Beatles, que no ocultaron su admiración por obras fantásticas como, la ahora famosa, El Señor De Los Anillos, a la cual quisieron llevar a la pantalla grande, junto a Stanley Kubrick por allá en el 67.

A partir de entonces es casi imposible hacer una relación completa de las canciones y discos dedicados a novelas, cuentos, poemas y autores, ya sea desde cualquier subgénero, aunque sin duda el Heavy Metal es el que más ha explorado esta relación, siendo, precisamente las obras de Tolkien junto a Edgar Allan Poe y Howard Phillips Lovecraft las más referidas y preferidas por los ‘rockeros’ para hacer homenajes, nombrar sus canciones o incluso a sus propias bandas y por lo tanto, requerirían artículos especializados dedicados a cada uno de ellos en específico.  Sobre esto existe información abundante, investigaciones autorizadas y serias al respecto, sin embargo, hacer una lista definitiva es casi imposible, puesto que el panorama musical desde el rock crece todos los días y por tanto las referencias también.

Por lo anterior, en este artículo revisaré algunas de las composiciones musicales referentes a obras literarias más reconocidas o trascendentes y que ampliaron esa interesante relación música-literatura, pero intentando innovar un poco con respecto a lo que abunda en internet. Ubicaré los ejemplos  por género y época, entonces, si busca un libro para leer en compañía de buena música por estos días, aquí puede encontrar una buena recomendación para ello.

 

Literatura Clásica, Homero el Eterno

Las dos obras fundamentales de la literatura clásica de Occidente, La Ilíada y La Odisea, son musicalizadas de forma majestuosa por distintas bandas, especialmente la primera, con los hechos de Aquiles, Héctor y Paris en la guerra troyana. Podemos encontrar los temas Achilles Last Stand de Led Zeppelin (Presence 1976) o la imponente Achilles, Agony and Ecstasy in Eight Part de la agrupación Manowar (The Triumph Of Steel,1992) corte que supera los 28 minutos y donde se narra prácticamente toda la obra. Así mismo sobre las aventuras de Ulises el álbum de los heavy progresivos Symphony X The Odyssey (2002) se despacha con un tema homónimo de 24 minutos y 9 segundos, épicos sin duda.

Los menos pacientes encontrarán interesantes temas como Tales Of The Brave Ulises de los Cream de Eric Clapton (Disraeli Gears, 1967) o los diferentes mitos griegos de los españoles Tierra Santa en canciones como El Caballo de Troya, El Laberinto del Minotauro y Pegaso que, de tanto en tanto, disponen en sus álbumes.

 

La Biblia, pero eléctrica y de neón

En sintonía con la obra del interesantísimo escritor y suicida John Kennedy Toole, La Biblia de Neón, los canadienses indie Arcade Fire lanzan un álbum con dicho título en 2007, aunque han manifestado no estar inspirados por la obra, no obstante, otros artistas se han basado directamente en el principal libro judeo cristiano, electrificando sus versos ya sea para quemarlo (muchas, muchas bandas de Black Metal) o desde un tratamiento puramente literario. Destaco la que se considera la primer opera rock progresiva de Latinoamérica, el álbum La Biblia (1971) de la agrupación argentina Vox Dei, quienes pese a su nombre no son una banda cristiana y, donde en una hora aproximadamente, narran increíblemente de forma intensa y con poderosa musicalidad los hechos desde el Génesis hasta el Apocalipsis.

 

 

Medio Evo, La mesa redonda y Power Metal

Ya por el año 1968 la agrupación Deep Purple se inspiraba en unos antiguos manuscritos medievales para endurecer un poco su sonido y hacer parte del nacimiento del Heavy Metal regalándonos su obra The Book of Taliesyn, mezclando incluso música barroca con rock, pero en cuestiones medievales el género nacido en Alemania de los años ochenta, el Power Metal se lleva las palmas, tanto por el arte de las tapas, donde abundan los caballeros, los castillos y los dragones, como por las indumentarias o escenarios con espadas y armaduras. Un buen ejemplo puede ser Grave Digger, quienes con apodos autoimpuestos referentes a los caballeros de la mesa redonda del rey Arturo, dedican su álbum Excalibur (1999) inspirados en la antigua novela de Chrétien de Troyesy con el cual cerraron una trilogía de discos sobre la edad media (Tunes of warde 1996 y Knights of the Cross, 1998), aunque ya Rick Wakeman le había dedicado uno de los mejores álbumes de teclados rock al tema (The Myths and Legends of King Arthur and the Knights of the Round Table,1975). Por otra parte, se encuentran las bandas españolas hablando de sus propios mitos, principalmente frente al tema de Rodrigo Díaz de Vivar, es el caso de Avalanch con el tema Cid (Llanto de un héroe, 1999) o Dark Moor con Mio Cid (Ancestral Romance2010).

 

Renacimiento y Romanticismo, juglares con guitarra eléctrica

El mundo cambió para siempre tras el renacimiento y los libros que se escribieron durante este periodo son clásicos imperdibles de todo lector, como también para los amantes del rock, género que ha dedicado un buen espacio a revisar algunas obras clásicas de la modernidad como La Divina Comedia por parte de Iced Earth en el tema Dante’s Inferno (Burnt Offerings, 1995), Don Quijote de la Mancha por Mago de Oz en el álbum La leyenda de la Mancha(1998), o los infaltables amantes fallidos Romeo y Julieta por los Dire Straits de Mark Knopfler (Making Movies, 1980). También cabe referenciar unas épicas románticas más contemporáneas como Movy Dick, que se hizo merecedora del fundamental solo de John Bonham de los ya citados Led Zeppelin (Led Zeppelin II, 1969) que se extendía hasta el infinito en los directos, y del brutal álbum de la agrupación Mastodon (Leviathan, 2004).

Finalmente encontramos la obsesivamente idolatrada por la cultura gótica, Drácula, que inspiró el álbum homónimo de los italianos Premiata Forneria Marconi(2005) o, más recientemente, por el último proyecto de Jorn Landey Trond Holter (Dracula Swing of Death, 2014).

 

Contemporáneos, desde una granja hasta el espacio exterior

En la narrativa contemporánea, los géneros abarcan un sinfín de temáticas y autores que constantemente son el caldo de cultivo para la creación ‘rockera’, como las sátiras políticas y sociales. La Rebelión en la Granja de George Orwell que inspiró a Pink Floyd para su álbum de 1977 Animals, o La Naranja Mecánica del inglés Anthony Burgess a los argentinos Punk Los Violadores, con 1,2,3 Ultra Violento (Y ahora Qué Pasa 1985). También podemos oír la ciencia ficción de Julio Verne en el tema Nemo de los sinfónicos Nightwish (Once, 2004) sobre el protagonista de Las Veinte mil Leguas de Viaje Submarino, o recorrer el Viaje al Centro de la Tierra con Rick Wakeman (Journey to the Centre of the Earth, 1974) o pensar en los cuentos de Isaac Asimov –mucho mejor que la película de Alex Proyas eso sí–con el álbum I Robot de Alan Parsons Project (1977), quien también le dedica un tema al maestro original del terror Edgar Allan Poe en el álbum Tales of Mystery and Imaginationde 1976.

El tema es extenso, podríamos dedicarle un libro completo y no lo acabaríamos, quedan pendientes, sin duda, para espacios particulares, todos los referentes a la fantasía épica y heroica, al terror contemporáneo, a las obras latinoamericanas de Borges, García Márquez, Cortázar o Neruda, y que no son pocas, y al interesante ménage à troisentre cine, literatura y rock, con el cual uno puede volverse loco.

Finalmente otra referencia imperdonable es la discografía completa de Iron Maiden, quienes hacen prácticamente un repaso a la literatura inglesa contemporánea y de los cuales, vale la pena resaltar, sacarán un nuevo trabajo en septiembre, anunciado como un álbum doble con el título The Book of Souls, que puede ser una referencia al texto del mismo homónimo del escritor James Owald –furor actual por ser uno de esos nuevos talentos auto publicados–o por otra parte, al libro del fundador de la religión neopagana Wicca de Gerald Gardner. Si bien tal escrito es más conocido como El Libro de las Sombras, y siendo el caso de Iron Maiden que ya ha tratado temas ocultistas sobre Aleister Crowley o novelas como Seven Son Of the Seven Son de Orson de Scott Card, podemos pensar que ambos casos son posibles.

*Docente, licenciado en Educación con Énfasis en Ciencias Sociales de la Universidad Distrital
Investigador arte rupestre indígena
Investigador independiente cultura y arte del rock y el heavy metal
Administrator asociado de Rock And Roll Forum (Facebook)

 

 

Imagen principal tomada de internet: thedraughtsaredeep.wordpress.com

17 años, letras y fama

Revisando la lista de autores invitados a FILBo 2015, di con la foto de una chica de mi edad y eso fue suficiente para despertar mi interés. ¿Qué hizo?, me pregunté y de inmediato digité “Dani Cubides” en Google. El primer dato era abrumador: 21 millones de lectores a los 17 años.

Dani Cubides es autora de Mi Hermanastro – El cuarto de los deseos, una trilogía –¡Sí! a los 17 años una trilogía–, cuyo primer libro empezó a escribir en Wattpad en 2013, una plataforma que permite a autores publicar sus textos y ser leídos por cualquiera que tenga acceso a internet, y terminó por ser publicado en versión impresa por Editorial Planeta.

A pesar de haberse graduado en 2013 no ha podido estudiar comunicación social. El proceso editorial con Planeta, la promoción de su primer libro y la elaboración del segundo y el tercero ocupan todo su tiempo.

Dani aceptó conversar con Rugidos Disidentes a pesar de ya haber tenido otras 3 entrevistas el mismo día, y es que en FILBO 2015 no dejó de ser un personaje. Su libro estaba disponible en varios pabellones y fue lanzado en un evento oficial para todas sus seguidoras. Muchos hablan de ella, bien y mal, porque al éxito lo acechan la duda y los cuestionamientos.

 

Por, Ana Puentes

anapuentes@rugidosdisidentes.co

 

Rugidos Disidentes: ¿Por qué estudiar comunicación social y no literatura?

Dani Cubides: Es algo que creo que me va a gustar. No me quiero aburrir de escribir, la comunicación me parece perfecta, puedo incluir muchas cosas más. Aunque si pudiera estudiar literatura como segunda carrera lo haría.

 

RD: ¿Desde qué edad comenzaste a escribir?

DC: A los 15 años. Estaba viviendo con mi papá y peléabamos mucho. No quería salir de mi habitación y sólo tenía una tablet y ahí conocí wattpad, leía mucho para salir de la mala vibra de mi casa. Y luego quise escribir para ver qué mundo podía crear. Escribir fue un escape.

 

RD: ¿De dónde sale Mi Hermanastro?

DC: Yo soy muy romántica. Quería escribir de amor, pero no de amor de vampiros, casual o de universitarias. Un día estaba en la casa de mi mamá y ahí estaba mi hermanastro, me pregunté qué pasaría en una relación con un él y empecé a escribir una historia diferente… Pero no está basado en la vida real (ja, ja, ja), que ni se ilusione.

 

RD: ¿Qué escritores te rescataron en esa difícil etapa ?

DC: Leía la única saga que tenía, Hush Hush de Becca Fitzpatrick. La leí como 4 veces del desespero por estar encerrada. Me gustó mucho su estilo y los personajes. Ella fue quien me dio el impulso.

 

Muchos dicen que fue suerte que soy una “de buenas” pero no, ¿quién escribió la historia? ¿quién buscó a Planeta? ¿quién está trabajando ahora?

 

RD: ¿Qué tanto tiene Valery (protagonista de Mi Hermanastro) de Dani Cubides?

DC: Sentimientos. Para la época en que empecé a escribir pasé a vivir con mi mamá y en esa época me tragué, horrible, entonces parte de lo que yo sentí, la rabia, el dolor, la ansiedad, se lo pasé a Valery.

RD: ¿Y Nick?

DC: Es en parte mi traga, en parte ficción. Aunque es como un revuelto de personajes masculinos de las novelas que he leído.

 

RD: ¿Cuánto tardaste en escribir la primera entrega de Mi Hermanastro?

DC: Entre 5 y 8 meses. Quien me ponía los tiempos era Wattpad, debía hacer entregas por capítulos.

 

RD: ¿Qué te dijeron tus padres? Por ejemplo, ya en el segundo capítulo abordas el tema sexual sin tabúes.

DC: Yo duré un tiempo sin escribir porque precisamente mis papás se dieron cuenta. Mi papá leyó la historia y le dijo a mi mamá “tenemos que hablar ya”. Me citaron, ¡fue horrible! y dijeron que yo estaba llevando a las niñas al pecado, pervirtiéndolas, que yo qué hacía subiendo ese contenido (ja, ja, ja), no te imaginas. Me quitaron todo: la tablet, el celular, redes, la contraseña del Wattpad.

 

RD: ¿Qué tan avanzada iba la historia y tus lectores?

DC: Apenas llegaba a un millón de personas. Lo dejé en un capítulo crucial en el que todas mis lectoras se desesperaron. “Tienes que seguir”, me escribían. Duré 5 meses sin escribir. Volví porque me di cuenta que una niña se estaba robando mi historia, quizá, en vista de que yo no volví, ella decidió continuar la historia. Aunque escribía horrible, eso me dio mucha rabia y entré a escondidas. Poco después mi mamá me permitió seguir escribiendo.

 

RD: ¿Cómo llegaste a Editorial Planeta?

DC: En un momento llegué a tener 11 millones de lecturas. Vi que Planeta tenía un concurso de obras en digital, lo vi y presenté la propuesta. Les dije “miren, tengo esto y ya cuenta con 11 millones de lecturas”, “¿11 millones? ¿Qué es esto?”. Claro, me contactaron y así fue como terminé publicando con ellos, ahora vamos por la trilogía.

 

RD: ¿Qué se siente entrar en un proceso editorial a esta edad? ¿Enfrentarse a la modificación y corrección de tu obra?

DC: Me gustó mucho el proceso que me hicieron seguir los editores. Ellos me asesoraron, “es como tú digas” fue la premisa. Solían decirme “claramente es mejor que hagas esto” o “corrige aquí”, pero yo llevaba las riendas. Aprendí mucho y fuimos construyendo la historia.

 

RD: ¿Qué tan diferente es la edición impresa de Planeta de la que tú escribiste en Wattpad?

DC: Mucho. La versión en Wattpad la inicié yo sola, sin ningún conocimiento o preparación; la de Planeta ya es más profesional, tiene  nuevos personajes, nuevos giros, le quite cosas y puse otras que permiten conectar con el segundo libro.

 

RD: ¿Ya está comprometido el segundo libro para ser impreso también?

DC: Sí, y el tercero.

 

RD: ¿Qué otros géneros has explorado además de la novela?

DC: Me he fijado mucho en la ficción. He hecho cosas parecidas a lo de Becca Fitzpatrick, me he animado a escribir sobre ángeles caídos. Tengo en Wattpad otra obra que se llama Sacrifice y ha tenido buena acogida, pero por todo este movimiento no le he podido dedicar mucho tiempo.

 

RD: ¿En recuento cuántas obras has escritos?

DC: En Wattpad tengo tres novelas: Mi Hermanastro, Sacrifice y un fanfic. Y tengo otras dos novelas escondidas.

 

RD: La mayoría de autores no logran tantos lectores en vida y tú obtuviste 21 millones de lectores en menos de dos años ¿cómo se siente eso?

DC: Tengo mi libro en las manos y la verdad es que ni yo me lo puedo creer. Yo nunca tuve en mente ser escritora, a mí me gustaba pero no pensé que pudiera sacar un libro tan pronto. Les mostraba a mis profesores cosas que escribía y apenas decían “oh, chévere”, porque ellos lo sabían ¿quién saca un libro a esta edad? Ni mi mamá me creía.

 

RD: ¿Cuántos ejemplares van a sacar de Mi Hermanastro?

DC: No estoy segura, creo que alrededor de 4.000. Aunque mi miedo es que como la gente ya lo leyó en Wattpad decidan no comprarlo.

 

RD: ¿Has pensado en vivir de la literatura?

DC: Sí, aunque quiero mezclarla con la comunicación. Quiero seguir escribiendo, tengo tantas ideas, tantos proyectos, tantas cosas… pero quiero también utilizar mi carrera para ejercer como editora o algo parecido.

 

RD: Hay muchos chicos que quieren escribir a esta edad ¿qué consejo les das a ellos?

DC: Que tengan dedicación. A mí me pasa que estoy escribiendo, me llega un mensaje al celular y ahí me quedo. Esto es de disciplina y esforzarse. Muchos dicen que fue suerte que soy una “de buenas” pero no, ¿quién escribió la historia? ¿quién buscó a Planeta? ¿quién está trabajando ahora? Creen que yo me senté a esperar que se vendan los libros y que llegue la plata y no, esto es un compromiso permanente.

 

RD: Precisamente, se oye en varios lugares que lo tuyo fue más suerte que talento. También la literatura se inclina hacia las sagas, lo juvenil y ciertas cosas light. ¿Has recibido comentarios negativos relacionados con estas dos circunstancias? ¿quizá sugiriendo que siendo tan joven no garantizas calidad?

DC: Sí. Un día en FILBo una señora que pasaba dijo: “¿Una escritora de 17 años? ¿Qué escribe? ¿Literatura o puras estupideces? Me tildan de una niña que escribe cosas bobas, que no sabe, que no conoce todo el mundo de la literatura y es así, yo no conozco toda la literatura ni toda la teoría, yo estoy trabajando con lo que sé, que es muy poco, me falta mucho por aprender. Lo que me da ventaja es que soy una chica de 17 años escribiendo para chicas de mi edad, yo conozco mi época, la tendencia.

 

RD: ¿Cuál es el objetivo ahora?

DC: Tengo un reto grande y es que el segundo libro va a estar un poco difícil. Habrá un giro que me obligará a usar nuevas herramientas y hacer que la historia se mantenga, que en el campo del amor también entren a jugar la amistad y la familia. Espero que la fidelidad de mis lectoras se mantenga.

 

RD: ¿Cómo manejar la fama a los 17 años?

DC: ¡Ay, es terrible! (ja, ja, ja) Es muy raro, a veces llegan niñas que no conozco y me dan besos y abrazos, ¡un día casi me tiran al piso! Yo soy muy sensible y los comentarios negativos me afectan mucho. Esto es un proceso y sé que debo aprender a enfrentar muchas cosas, yo estoy en un punto crítico, todos están a la expectativa. Y ya he tenido irme acostumbrando a la etiqueta de “niña que escribe estupideces”, debo tomarlo con calma. La prensa está encima mío, “¡Dani!, ¡Dani!, ¡Dani!”, es un poco intimidante.

 

 

 

 

 

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La última palabra

De acuerdo con el informe Basta Ya de 2013, 9 de cada 10 víctimas del conflicto armado son hombres, no obstante, son las mujeres quienes sufren las consecuencias que la guerra en nuestro país produce. Las cifras suministradas por el Registro Único de Víctimas – RUV, demuestran como las mujeres han sido victimizadas de distintas maneras en el contexto de la violencia generada a partir del conflicto, en las que se incluyen, entre otras formas de violencia: desplazamiento forzado, violencia sexual, homicidio y reclutamiento ilícito.

 

De la Tierra al olvido y otras historias de mujeres en medio del conflicto presenta 18 de las cientos de historias que lograron reunir, en dos años de trabajo, un grupo de periodistas en formación. En éstas, se hace un acercamiento a las voces de aquellas mujeres que en carne propia y en su momento vieron como un conflicto, del que no tienen responsabilidad, las hizo protagonistas de una tragedia.  

La compilación fue realizada Proyecto Ceis – Colectivo de Estudios e Investigación Social, la edición estuvo a cargo del Centro de Memoria Paz y Reconciliación, y contaron con el apoyo de la Alcaldía Mayor de Bogotá (Bogotá Humana) y la Alta Consejería para los Derechos de las Víctimas, la Paz y la Reconciliación (Dignificar).

De la Tierra al olvido y otras historias de mujeres en medio del conflicto puede ser reclamado en el Centro de Memoria, Paz y Reconciliación y es entregado a cambio de otro libro que los ciudadanos quieran donar para la biblioteca del mismo centro.

Rugidos Disidentes estará publicando periódicamente las historias compiladas, como también dejará disponible la versión digital del libro.

Descargar De la Tierra al olvido y otras historias de mujeres en medio del conflicto

 

 

La Última Palabra

por, Laura Coronel

 

Se oye un grito que proviene de la parte trasera de la casa:

 

—¡DON TEOBALDO PADILLA, SALGA QUE NECESITAMOS HABLAR CON USTED!

 

Don Teobaldo se encontraba dentro de una de las casas de la finca que cuidaba, tenía en sus brazos a María, la recién nacida y la menor de cinco hermanos, y sin saber qué pasaba puso a su hija en manos de Bárbara, su esposa, “mija, coja ahí que ya vengo”, y luego emprendió la marcha para salir de su casa sin saber que sería la última vez que vería a su familia.

Un niño miraba a través de la ventana y mientras todos dentro de la casa escucharon un disparo, Javier vio caer sobre uno de sus hombros a su padre herido, “la curiosidad mía fue la culpable, yo me asomé y vi a mi papá caer”. Aunque su voz no se quiebra, sus ojos se llenan de lágrimas; Javier comienza a caminar de un lado para otro, coge en sus manos un trapo, lo vuelve a colocar sobre la mesa y continúa, “cuando mi mamá se dio cuenta de que yo miraba, rapiditico me entró, yo era un niño”.

Empezaba a caer la noche en esa finca equina del municipio de San Alberto, Cesar; la familia Padilla Mendoza se sentía desprotegida, su padre y esposo ahora estaba muerto. De pronto llega un hombre con una herida de bala en una de las manos, la familia entendió que era el único sobreviviente y, confiando en él, toman camino lejos de casa. Horas más tarde se encuentran durmiendo en un pastizal y deben pasar la noche ahí. Asustados y llenos de miedo, se juntan y caen en cuenta de que es necesario taparle la boca a la recién nacida, pues los hombres armados aún están patrullando por el sector.

Cuando llega la mañana comprenden que deben huir y emprenden una larga caminata que tiene como primer objetivo encontrar la carretera, una vez allí su destino es el pueblo. Su recorrido se convierte en una odisea, deben recorrer el monte y el campo, mojándose mientras pasan por algunos riachuelos.

Después de una larga travesía, por fin han encontrado la carretera. Una vez allí, el desplazamiento se vuelve más complicado, dos adultos deben lidiar con el hambre, la sed, el cansancio y el calor de cinco niños, pero con grandes esfuerzos lo logran: han llegado por fin al pueblo. Allí se encuentran con la familia de ‘El negro’, “así le decimos al hombre que nos ayudó”, Doña Bárbara se comunica con su cuñada, ella, conmovida por la muerte de su hermano, se ofrece a ayudarla en lo que sea necesario, así es como poco tiempo después los cinco hermanos son separados, su madre no podía mantenerlos a todos.

Nuevamente, la mirada de Javier se dispersa, comienza a hablar de otras cosas mientras recobra fuerzas para seguir avanzando en el tema: “A mis hermanos y a mí nos separaron, los mayores siguieron con mi mamá y a los dos más pequeños nos enviaron con una tía”. Toma aire, camina un poco hacia atrás para no hacer muy notorio que sus ojos volvieron a empañarse, y después de un respiro prosigue, “a mis hermanos mayores no les gusta hablar del tema, sobre todo a Sandra, a ellos todavía les da muy duro, para mí lo pasado debe estar en el pasado”.

Con el paso de los años, la escasez y la continua violencia por parte de los grupos guerrilleros que transitaban por el sector, hicieron que Javier y su hermana María se vieran obligados a salir del Cesar junto con sus tíos. Así es como llegaron a Lebrija, Santander, un lugar que logra alejarlos de la violencia que vivieron en el departamento costero.

Sin embargo, las consecuencias de la pérdida de su padre comienzan a verse reflejadas, y es hora de que los jóvenes comiencen a trabajar y mantenerse por sí mismos. Y entonces, “la buena suerte por fin me toca, mi tía tenía comadre en Lebrija que conocía a alguien en Bogotá que necesitaba muchachos para que le trabajaran”.

Es así como a los diecisiete años, Javier Padilla llega a Bogotá con la ilusión pero también con miedo: “uno escuchaba tantas cosas malas de la capital, que era muy peligroso; a uno siempre le daba susto, pero en el fondo creía que lo peor ya había pasado”. Comienza a trabajar, pero debido a su adicción a la marihuana su jefe le da dos opciones: dejar de trabajar en la empresa o entrar al Ejército Nacional, con la posibilidad de que a su regreso puede seguir en el trabajo. Es así como en el 2002 Javier Padilla decide hacerse soldado e ir al monte a batallar.

Estar en el Ejército se convierte en una experiencia de la que Javier lograría aprender mucho, “a mí me pusieron a seguir a alias ‘Gafas’, cuando llegué a la empresa a contar nadie me creía, hasta que vieron en las noticias que había sido capturado”. Además de lo que aprendió, el Ejército logró alejarlo de lo que para él eran malos pasos, y le permitió conocer a la que se convertiría en su esposa.

Los años corrieron, Javier ya había formado un hogar y se había convertido en el padre de tres hijos; la tristeza por la muerte de su padre comenzaba a ser dejada en el olvido, pero la esperanza por remediar, aunque fuera un poco, el daño causado a la familia renace: “Mi tía, la que me crió, un día llamó a mi mamá a decirle que había escuchado algo para la reparación de las personas que habían sido víctimas de algún grupo guerrillero. Mi mamá me llamó y me dijo que ella y todos mis hermanos ya habían dado la declaración, que solo faltaba yo porque necesitan tener todos los testimonios; entonces yo me fui a una sede de la Fiscalía a dar la declaración, yo no fui con esperanza ni nada, uno sabe que con el gobierno las cosas se embolatan”.

Javier comienza a dar su testimonio, en medio de su interrogatorio menciona que fue parte del Ejército Nacional, entonces las preguntas comienzan a ser sentencias y las dudas son fuertes, “me comenzaron a preguntar si era desmovilizado, que por qué había entrado al Ejército”. Mientras cuenta su experiencia en la Fiscalía, parece que comienza a revivir lo que sucedió allí, se para firme, con la mano abierta sobre la pretina del pantalón y habla como quien está frente a un jurado, “yo le dije: ‘señorita, yo vine hasta acá porque mi mamá me lo pidió, ella me dijo algo de una plata, yo no sé”. Ahora su euforia sube, “la señora casi no me deja terminar cuando me ataca diciendo: ‘¿cuál plata?, ¿a usted quién le dijo eso?’”.

Sin embargo, a pesar del recelo con el que fue recibido el testimonio, el caso de don Teobaldo Padilla pudo ingresar a los archivos de la Fiscalía y sumarse a la lista de los 26.026 casos que han sido confesados.

Javier Padilla no tiene esperanza en lo que el Estado le pueda dar a su mamá, “un cuñado mío le regaló una parcelita”, por eso la tranquilidad de su mamá ya no le preocupa, sabe que, aunque ella fue la más afectada por la muerte de su padre, ahora ella puede estar más tranquila.

Él, por su parte, cumplió con lo que podía hacer: denunciar el asesinato de su padre y dejar de ser parte del 98.8% del número estimado de víctimas que ha dejado el conflicto armado en Colombia y hoy aún no han denunciado lo que les pasó.

 

 

 

Cuando fui Skin: el trayecto de la muerte a la vida

La increíble historia de un sacerdote en deuda con su violento pasado

 

 

 

Cuanto mejor expliquemos a las generaciones futuras que casi todos llevamos dentro a un potencial y pequeño nazi hijo de puta, mejor que mejor, pues será la mejor forma en que podamos conocernos a nosotros mismos para así combatir de raíz nuestros propios demonios»

Allí estaba, en un anaquel de madera, en las filas inferiores, rodeado por muchos otros libros. Su pasta negra, las letras doradas de su lomo y la historia que imaginé detrás de su título no solo me llamaron la atención, me afirmaron que la mayoría de las veces el libro es el que busca a su lector. Mi recorrido por unas de las secciones que más disfruto en la Feria Internacional del Libro de Bogotá – FILBo, tenía, como ya es costumbre año tras año, un final feliz. Completaba mi compra con Cuando fui Skin de Asís Arana, el último libro que adquiría ese día y que en la noche, junto con Crisis de Robin Cook y Los Olvidados de Tim Tzouliadis habrían de ser los nuevos huéspedes de mi modesta biblioteca.

Tres meses después lo sacaba por primera vez de su empaque, lo hojeé un par de minutos y lo deje sin mayor interés de nuevo en la biblioteca, creí que era este el final de la interacción entre él -el sacerdote skin- y yo. No obstante, un par de semanas más tarde, comprobé, precisamente, que muchas veces no somos nosotros quienes decidimos que leer, sino que son los libros, quienes eligen los destinatarios de las historias que en su interior guardan.

Su historia es envolvente, la vida del personaje conmueve y la interacción de este con el autor inquieta al lector de tal manera, que es él mismo -Asís Arana- quien debe responder a estas inquietudes. Él, desde España, accedió a conversar con Rugidos Disidentes vía correo electrónico, y de manera generosa respondío a las preguntas generadas a partir de su obra: Cuando fui Skin.

 

Rugidos Disidentes – RD: ¿Qué razón lo llevó a insistir con la historia, dadas las dificultades que tuvo primero para contactar a Pablo y luego para convencerlo de contarla?

 

Asís Arana – AA: Bueno, lo que me había contado el amigo por quien supe de él era ya más que suficiente para entrever que la historia tenía que ser apasionante. De todos modos, creo que es el propio libro el que debería responder a eso. No sé hasta qué punto habré logrado extraer de la historia todo su potencial, pero si por lo que fuera un lector llegara a considerar que mi interés y perseverancia no estaban plenamente justificados, una de dos, o soy más torpe y necio que el peor de los escritores posibles (posibilidad que no descarto del todo), o el lector es alguien tan opuesto a mí que podríamos pasar por seres procedentes de galaxias distintas.

 

RD: ¿Qué tan difíciles fueron las sesiones que tuvo con Pablo?

AA: No fueron difíciles porque creo que la razón fundamental por la que me contó su historia fue que hubo desde el principio bastante química personal (de hecho ahora lo considero, antes que nada, como un buen amigo). No obstante, sí que hubo unos cuantos momentos tensos o especialmente duros y emocionantes dado que, como puedes intuir, para él no fue nada fácil rememorar con pelos y señales episodios tan tremendos y dolorosos como los que vivió en el pasado.

 

RD: Es una historia conmovedora, ¿Qué tan conmovedora resultó para usted?

AA: Pues es inevitable que me conmoviera enormemente, dado que en caso contrario no habría tratado de contarla. Pero la cuestión no es tanto cuánto conmueve, sino los resortes que le toca a cada uno, puesto que lleva a que nos cuestionemos asuntos para los que no hay una respuesta clara. Eso es lo que me gustó tanto de la historia, que plantea muchas preguntas y conflictos morales de muy difícil resolución. De hecho, ahora mismo, y en referencia al tema de la película, algunos productores y directores me preguntan de qué creo que va la historia, y yo les respondo que eso es algo que tienen que resolver por sí mismos. Sobre todo porque en caso contrario dudo mucho que pudieran exprimir  todo el potencial de la historia… cada persona ha de mirar dentro de sí para interpretar o tratar de entender semejante vida. Y es que lo único que está claro, es que esta historia no va en realidad ni de skinheads ni de curas, sino de amor, perdón, culpa, soledad, redención y esperanza, cuestiones todas ellas más que universales. Lo que pasa es que esos colectivos tienen un peso tan grande como iconos culturales e históricos, que hay muchas personas cortas de miras que son incapaces de salirse un solo instante de su prejuicioso esquema mental.

Te pondré un ejemplo. En un determinado medio de distribución, aparecieron juntas dos críticas al libro. En una de ellas una mujer decía que era el libro más maravilloso y conmovedor que había leído en toda su vida (lo agradezco enormemente, pero eso es síntoma de que esa persona no había leído demasiado). Pues bien, seguidamente otra persona calificaba el libro de “apestoso”, literalmente, diciendo incluso que estaba pésimamente redactado. Y ese libro puede ser muchas cosas, pero te aseguro que no está mal redactado. Sobre todo porque eso, más que conmigo, tiene que ver con los correctores de la propia editorial, que en este caso era Planeta. Pero ya me entiendes, para muchas personas de este país, y seguramente del mundo entero, un sacerdote católico no deja de ser un nazi con otro tipo de uniforme.

Pero bueno, que cada uno piense lo que quiera. Es más, si todo el mundo hubiera estado de acuerdo con el libro, yo mismo habría pensado que lo había hecho rematadamente mal, o que en el fondo la historia no merecía la pena ser contada (…)

 

RD: Puede ser bastante difícil no llegar a juzgar comportamientos como los de Pablo, ¿Cómo escritor y narrador de su historia se mezclaron en usted sentimientos… de odio, compasión, rabia…?

AA: Por supuesto. Yo no puedo dejar de ser alguien que, desde que conozco a Pablo personalmente, pierdo parte de mi supuesta objetividad, lo cual no quita para que intentara no tomar partido a la hora de contar su historia. Pero no soy yo quien ha de juzgar si lo conseguí o no… Con esto pasa como con cualquier conflicto; la perspectiva de cada persona es indisoluble a su experiencia con respecto al mismo, de modo que entiendo perfectamente que muchas personas puedan tener sentimientos de mucha rabia con respecto a la historia de Pablo. Son ellas precisamente las personas a las que, estoy convencido, a él le encantaría conocer al día de hoy.

 

¿Cuál es la frontera entre el perdón, el rencor y la justicia? ¿No es el rencor la justicia llevada al plano personal y doméstico de las relaciones humanas?»

 

RD: ¿Hay formas de liberarse de ese tipo de sentimientos para poder transmitir de manera “objetiva” una historia de vida?

AA: No creo en la objetividad pura y dura, creo únicamente en el intento de ser objetivo. Por poner un ejemplo extremo; si yo de niño hubiera sido maltratado brutalmente por mis padres, jamás podría ver cualquier tipo de paternidad de un modo objetivo. De forma análoga, y en mayor o menor medida, en este país la Iglesia Católica ha tenido un peso sociocultural e histórico de tal calibre que, si nos ponemos escrupulosos, no hay una sola persona que, aunque sea mínimamente, no tire hacia uno u otro lado. Y te lo dice alguien agnóstico que tiene amigos tanto del Opus Dei, así como otros ateos y anticlericales hasta niveles tan extremos como furibundos. Curiosamente, y por lo menos hasta donde yo sé, ninguno de esos dos extremos ha quedado muy satisfecho con el posicionamiento del libro, lo cual me alegra bastante puesto que en ese sentido yo soy la única persona a quien debo verdadera fidelidad. Por encima incluso del propio sacerdote. Y aquí no hablo lógicamente en términos de pericia o calidad literaria, sino de honestidad crítica, emocional e ideológica.

 

RD: ¿Qué tanta fuerza tienen en España los movimientos Nacional Socialistas?

AA: A decir verdad eso es algo que me interesa más bien poco y sobre lo que no tengo demasiada información. Supongo que todavía tienen su vigencia, si bien en términos históricamente comparativos me parece que los posicionamientos radicales han perdido mucha fuerza, considerándoseles generalmente como a una panda de borregos fanáticos. No obstante, tengo también muy claro que pueden aflorar con mucha fuerza en cualquier momento. Todo es cuestión de sembrar el terreno con la circunstancia adecuada (…).

Es más, aunque sin llegar a tanto, con esta última gran crisis económica ya se ha visto claramente cómo nos las gastamos. De hecho, ayer vi una película fantástica que habla un poco sobre este tema. Lo hace además de una forma muy bonita, sencilla e intuitiva. Se llama «Dos días, una noche», y trata del modo en que se tratan las personas normales en el ámbito del trabajo, de cómo el día a día hace que las grandes ideas de justicia social queden del todo olvidadas cuando de lo que se trata es de sobrevivir. De hecho yo conozco a bastante gente que siempre vota a la izquierda, pero que en absoluto “es” de izquierdas porque vive de un modo bastante más egoísta e insolidario que incluso muchos acérrimos votantes de derechas. Creo que ése es uno de los graves problemas de hoy en día, que muchas veces vivimos de cara a la galería, que buscamos posicionarnos para ser considerados de una u otra forma por una simple cuestión de estatus social… muchos ciudadanos viven la política como mera propaganda y distracción mediática, como parafernalia sectaria, como una especie de ruido de fondo bajo el que no hay ninguna convicción personal verdaderamente sustancial.

Creo por ejemplo que no habría un acto más político que ir a un kiosco para comprar una revista del “corazón” y, al ver a un indigente en la calle, no hacerlo en aras de gastar ese dinero en un bocadillo para esa persona. Mucha gente puede ver esto como un simple acto de generosidad o caridad social, pero para mí, por muy pequeño o insignificante que parezca, eso es un acto político de primer orden. Sobre todo por ser real y tangible, por tener consecuencias palpables, por ser una forma de restar una gota de poder económico a determinados grupos de opinión en favor de lo que uno considera moralmente justo. Puedo parecer muy ingenuo al decir esto, pero creo  únicamente en ese tipo de personas porque, actuando así, unos cuanto miles de ellas sí que pienso que podrían mejorar un poco las cosas. Lo demás, lo de meter la papeleta en la urna cada cuatro años para luego olvidarse de todo, es para mí pura pose colectiva, parafernalia de plató, hipocresía disfrazada a veces de conciencia humana y social. De hecho, si todas y cada una de las personas fuéramos con nuestros semejantes más próximos como queremos que los políticos se comporten con nosotros, no necesitaríamos centrar tanto en éstos nuestra atención. Es decir, siempre apuntamos con el dedo al de al lado, y casi nunca nos miramos a nosotros mismos (de hecho, sólo tendemos a hacerlo para lo que nos vuelve más lerdos y narcisistas). Pero bueno, ya lo dijo Sartre mucho mejor que yo: el infierno son los otros.

 

RD: ¿Llegan todavía estos movimientos a cautivar a jóvenes como en el caso de Pablo?

AA: No tengo ni idea, espero que mucho menos, aunque supongo que habrá bastantes chavales que todavía sigan cayendo. Aquí todo se trata de educación y comunicación, de perseverar en la prevención, porque está claro que un chaval que se mete en toda esa mierda lo hace por motivos que nada tienen que ver con lo político. Es una obviedad que, en general, un chaval de once o doce años no sabe todavía ni lo quiere ni lo que puede, sólo sabe lo que le seduce para poder reafirmarse ante sí mismo, para lo cual necesita previamente reafirmarse ante su más estrecho círculo de amigos y allegados. Por eso lo importante es conseguir que esos medios de reafirmación personal sean algo tan positivo para ellos como para la sociedad en la que viven.

 

RD: ¿Hay alguna explicación medianamente lógica, por la que estos movimientos aún se manifiesten?

AA: Por supuesto. Es más, que sea repugnante no significa que no pueda ser también tan perfecta como apabullantemente lógica. Lo que pasó en Alemania de Hitler es el mejor ejemplo. El ascenso de Hitler al poder es facilísimamente explicable, y es un episodio de la Historia que se debería enseñar y debatir en las aulas de un modo especialmente práctico y participativo. Y creo que actualmente no se hace muy bien, no se les explica a los más jóvenes que, de haber nacido en esa época y circunstancia, ellos mismos habrían sido seguramente seguidores de Hitler. El ganador del Nobel Gunter Grass, fallecido recientemente, escribió muy valiente y controvertidamente sobre esto a pesar de que, como era de esperar, le cayeron piedras y críticas por todos lados. Pero en mi opinión es importante decirlo todo abiertamente para así poder ser autocríticos. Es decir, cuanto mejor expliquemos a las generaciones futuras que casi todos llevamos dentro a un potencial y pequeño nazi hijo de puta, mejor que mejor, pues será la mejor forma en que podamos conocernos a nosotros mismos para así combatir de raíz nuestros propios demonios.

 

RD: Los elementos ficticios que habría de tener la historia, supusieron diferencias entre el escritor y el protagonista, ¿Qué tanta ficción decidió usted dejar en la historia?

AA: Hay ficción desde el punto de vista de cómo se estructuran y casan algunos elementos y episodios en el tiempo, porque la realidad es mucho más nebulosa y caótica que la estructura narrativa de una novela de este tipo. Pero con esta salvedad, pasó prácticamente todo lo que se cuenta de Pablo y el resto de personajes.

 

RD: ¿Se mantiene aún en contacto con Pablo?

AA: Sí, claro, de hecho hace poco estuvo en Bilbao celebrando la boda de unas personas bastante cercanas a mi entorno. Lamentablemente, y aunque hablamos, no pudimos vernos porque yo estaba en Madrid por trabajo.

 

RD: ¿Y con Alba?

AA: No, ni siquiera llegué a conocerla personalmente. A Cristina en cambio sí que me la presentó Pablo un día de pasada, pero nada más. Lo que no me consta es si ella sabía el motivo por el que yo estaba con  él.

 

RD: ¿Podría decir si a Pablo, de alguna manera, lo transformó la historia contada por usted?

AA: No lo sé con certeza, pero lo dudo mucho. Fue más bien al revés. De todas formas es algo curioso, nunca he hablado con él del libro una vez éste se publicó. Simplemente le llevé un ejemplar y se lo firmé. Lo único que me consta es que lo ha leído, pero Pablo es bastante reservado a este respecto. Sí le he pasado alguna vez el guion que, basado en el libro, coescribí con Alejandro Hernández, un guionista cubano muy bueno. De hecho, todo este asunto es un poco tácito y esquivo al mismo tiempo. En parte lo digo también porque, en su día, el sacerdote podía haberme hecho firmar algo antes de contarme nada, en virtud de lo cual yo no pudiera publicar nada que él no hubiera aprobado previamente. Pero no lo hizo, ni siquiera mencionó el tema. Confió de alguna forma en que yo no pervertiría su historia ni faltaría a su verdad de fondo, por mucho que en el cine, por cuestión de metraje y coherencia narrativa, sí que íbamos a tener que quitar o matizar algunas partes. No obstante, no me gustaría que la película estuviera dirigida a un determinado nicho de público. Es decir, ni mucho menos creo que el objeto primordial de esta historia sea que determinadas personas creyentes apuntalen su fe. Lo que me gustaría es que llegara a públicos de creencias incluso antagónicas, para que cada uno sintonizara a su modo con el conflicto del personaje. Pero sé que esto es complicado, ya que en este país hay muchas personas, y más en el ámbito del cine español, que si ven una sotana consideran que la historia sólo será veraz si trata por ejemplo sobre la pederastia. Pero ojo, igual de absurdo me parece pensar que un cura haya de ser siempre una persona necesariamente buena.

 

RD: Respecto a su relación con Dios y específicamente con la religión ¿Logró el libro alguna transformación en usted?

AA: Sí y no. Lógicamente yo hable muchísimo sobre este tema con Pablo, al final incluso en clave personal. Él es muy feliz viviendo su fe y vocación y, como es natural, trató como buen amigo (de hecho sigue haciéndolo de vez en cuando) de que yo me acercara a un Dios que dudo bastante que exista. Todavía no hemos progresado demasiado a este respecto, pero bueno, aunque en mi caso lo veo complicado nunca se sabe. Me considero una especie de escéptico permeable, valga la contradicción. De hecho, cada vez tengo más miedo de las personas que no dudan absolutamente de nada. Son quienes en mi opinión han llevado a la Humanidad a los peores desastres. Yo, por dudar, dudo hasta de la misma duda, y lo único que tengo claro es que hay tantas posibles verdades como seres humanos, lo cual ni mucho menos significa que haga del relativismo radical una especie de escudo bajo el que quiera guarecerme. Digo tan solo que las simplificaciones maniqueas no llevan a ningún lado, por mucho que les sirvan a algunos para atemperar sus propias conciencias o buscar un sucedáneo barato de paz personal.

 

La palabra “rencor” tiene unas connotaciones indeciblemente peores que “justicia”… si me pillan robando un coche y luego el juez me mete en cárcel, la sociedad estaría siendo muy “rencorosa” conmigo por no querer olvidar mi delito, ¿no? Sin embargo a casi todo el mundo le parecerá justo mi castigo»

 

RD: ¿Creen en verdad si Alba logrará perdonar a Pablo?

AA: No lo sé, habría que hablar con ella y no sé dónde está. Tampoco sé si lo sabe Pablo, ni quiero preguntárselo. De todas formas, creo que el tema del perdón es muy complicado. Tiene muchas aristas y recovecos. De entrada porque pienso que cada persona tiene una definición de perdón algo particular. Hay gente que dice mucho eso de “perdono, pero no olvido”. Para mí eso no es perdonar. De entrada porque olvidar determinados hechos, como por ejemplo los que cuenta la novela, es simplemente imposible. Y después porque el perdón para mí tiene que ver con los actos de las personas, no con sus palabras. Yo puedo decirle a alguien que le perdono pero no volver a hablarle en mi vida y, por el contrario, también puedo decirle que jamás le perdonaré y sin embargo seguir tratándole afectuosamente durante el resto de su vida. Para mí el perdón es algo misterioso, una pulsión íntima e intransferible, y consiste en no olvidar el daño sufrido pero actuar con esa persona como si hubieras olvidado la afrenta a todos los efectos. Es decir, sin albergar un solo poso de rencor. Y eso, por lo menos para mí, y si hablamos de perjuicios graves –y aquí hago un ejercicio de autocrítica–, es bastante complicado. Además, ¿cuál es la frontera entre el perdón, el rencor y la justicia? ¿No es el rencor la justicia llevada al plano personal y doméstico de las relaciones humanas?  No obstante, la palabra “rencor” tiene unas connotaciones indeciblemente peores que “justicia” si bien, puestos a estirar la cuerda, si me pillan robando un coche y luego el juez me mete en cárcel, la sociedad estaría siendo muy “rencorosa” conmigo por no querer olvidar mi delito, ¿no? Sin embargo a casi todo el mundo le parecerá justo mi castigo, que no es sino una especie de rencor social. No sé, es cuando menos un tema bastante complicado.

 

RD: De los muchos mensajes que deja la historia al lector ¿Cuál destacaría?

AA: No es un libro de mensaje –o desde luego es algo que no haya buscado conscientemente–, sino que me gustaría que cada lector tuviera su propia interpretación de lo que cuenta. A pesar de ello, no puedo dejar de pensar en la palabra “esperanza” al rememorar la historia. Porque creo que todos, cada uno en nuestra medida y circunstancia, nos hemos sentido muy hundidos alguna vez, y la historia no deja de ser una muestra de que las cosas siempre pueden cambiar si uno no se rinde. Me consta que suena a tópico, pero me da igual porque también creo que los tópicos no han llegado a serlo sólo por casualidad.

 

RD: ¿Algo más que nos quiera contar?

AA: Sí, que si después de todo este tostón hay algún lector que ha llegado hasta aquí, darle mi enhorabuena y decirle que queda exento de tener que leer cualquier libro mío… ja, ja, ja

 

Por, Andrés Angulo Linares

andresangulo@rugidosdisidentes.co

 

Imágenes del autor tomadas de su sitio web: http://asisarana.com/

Memoria, relato y muerte: Crónica del 9 de Abril

 

“Mientras los políticos ponían las  palabras, los campesinos ponían los muertos” Miguel Antonio Cortés Q.E.P.D

Los recuerdos del bogotazo, el evento que partió en dos la historia política en Colombia

 

 

Corrían los primeros días del mes de agosto de 2002, su rostro reflejaba las heridas propias de una lucha incansable por la vida, luego de padecer el flagelo de una diabetes que le había costado la amputación de sus extremidades, aferrado a la vida Transitaba la brecha tenue de sus últimos días de vida en su querida Bogotá.

Miguel Antonio Cortés nació un seis de enero de 1924, en el municipio de Fusagasuga en el Departamento de Cundinamarca, creció en la zona rural de la población de Venecia en la región del Sumapaz. Creció en un ámbito rural carente de oportunidades y convulsionado, lo que lo obligó desde muy joven a desplazarse a la Capital. Junto a su primera esposa y sus dos primeros hijos logró instalarse en una ciudad caótica, que acogía por estos días los primeros desplazados de una guerra naciente. Ellos (su familia)  fueron testigos de algunos de sus testimonios y dentro de los más destacados se encuentra “aquel” 9 de abril. Su segunda hija Luz Marina Cortés cuenta como su padre se encontraba por esa época en la Bogotá y comenzaba a hacerse simpatizante de  aquel movimiento agitador de masas, liderado por uno de los caudillos más recordados de la historia en Colombia. Aquel emblema, un sujeto que cuando quería realizaba pausas en sus discursos y de un momento a otro tocaba lo más profundo de las emociones de las multitudes que le escuchaban en la plaza pública y estallaban en una detonación de ovaciones, por parte de sus incondicionales seguidores. “Siempre fue un simpatizante de Gaitán” dice su hija. Jorge Eliécer Gaitán había nacido en Bogotá un 23 de enero de 1898 fue abogado, en 1946 había ganado las elecciones parlamentarias por un amplio margen y según algunos, se tornaba como “la nueva sangre” de la clase política.

 

¿Quién era Gaitán?

 Según Carlos Crismatt, historiador, en uno de sus escritos quizo describir a Gaitan como  un personaje que bebía y comía poco  “no se aplicaba anestesia ni para quitarse una  muela” para dar a entender  la osadía del personaje a la hora de hacer critica política. El Caudillo, como era conocido, llenaba la plaza pública y deleitaba a la masa presente. Este líder popular comenzaba a amenazar la estabilidad política.

 

El Bogotazo

 Y así llega el nueve de abril, en el marco la Novena Convención Interamericana. Causó algo de bronca el  hecho de no haber incluido dentro de la delegación colombiana al líder del liberalismo Jorge Eliécer  Gaitán. El Caudillo se disponía a salir de su oficina en un, tan frecuente, día gris capitalino, tenía una cita a las dos de la tarde con uno de los jóvenes estudiantes que venían por parte de Cuba, su nombre Fidel Castro. Cita a la cual no iba a llegar, pues tres disparos  en la puerta del recinto de donde salía, se lo iban a impedir.

No pasó un suspiro cuando su presunto asesino Juan Roa Sierra era víctima de una muchedumbre enfurecida, que le descuartizó de inmediato según los relatos. Por su parte Castro, se disponía a dar una breve caminata mientras llegaba la hora de su cita, pero muy pronto divisaría una turba energúmena que se abalanzaba contra  los edificios céntricos del Estado. El tranvía, emblema de la época del transporte público bogotano, también fue objetivo de los eventos de anarquía y caos. Todo se consumía en llamas.

Cortés, un joven de 24 años, se encontraban en ese momento a la altura de la carrera décima con calle 17 cuando escuchó una consigna generalizada “lo mataron, lo mataron” según contaba en vida “don Miguel” en medio de un gesto estoico. “Pero todo no acabo ahí”, parecía que todo el mundo estaba armado, los ministerios ardían en llamas y la plaza de Bolívar parecía una escena de la Segunda Guerra Mundial, mientras algunos arrojaban el cuerpo de Roa a la sede del Gobierno. “Hasta los policías ayudaron”,  haciendo alusión a la presunta participación de miembros de la fuerza pública en la revuelta. Pero el miedo invadió a Miguel,  aunque simpatízate del Gaitanismo, no iba a participar de la locura colectiva y tuvo que pasar por uno de los muertos para evitar ser víctima de la irracionalidad efímera,  “me unté de sangre la camisa”, esto para fingir en determinado momento su propia muerte, dentro de una camioneta repleta de cadáveres con rumbo a las fosas comunes.

 

El centro de la ciudad era caos total y el objetivo del momento era el oficialismo. Crismatt narra como la primera dama, “doña Berta”, en ese momento sé encinta un revolver, mientras clama por el asilo político de su hijo en la Embajada de los Estados Unidos. El presidente Mariano Ospina Pérez ordenó la seguridad para todos los cancilleres presentes en la cumbre, a sabiendas que su seguridad aún estaba más comprometida. 

Gaitán falleció en la Clínica Central a las 2 de la tarde de ese día fatídico en la Capital. “Era un tipo muy sencillo”, él idealizaba la esperanza política, para los  sectores segregados de la sociedad nacional.

 

Después del Bogotazo

 Jorge Orlando Melo, historiador, dice que desde muy temprano se consolidó la  idea del Bogotazo, como el hecho que partió en dos la historia de la política en Colombia, para hacer referencia al recrudecimiento de la violencia en el país.

Para Guillermo Cortés, el mayor de los hijos de Miguel, fue el principio de toda esta era violenta que aún persiste “Ahí comienza todo este periodo de violencia en Colombia”.  Sin embargo, hay quienes aseguran que existen hechos que antecedieron al Bogotazo y tenían como escenario las zonas rurales y marginadas del país. “Mientras los políticos ponían las  palabras, los campesinos ponían los muertos”  según Miguel, quien fue testigo de algunos asesinatos en la región del Sumapaz, debido a la guerra bipartidista. Incluso él mismo vivió en carne propia la persecución, por el hecho de ser simpatizante del Partido Liberal. 

En otro de sus relatos contó como tuvo que salir una noche de sus tierras, a sabiendas que quizá podría ser víctima de la estigmatización de la época y de la impresionante práctica del “corte corbata” (consistía en abrir el cuello de la víctima y exponer su lengua). Con una panela en una mochila y por la espesa vegetación logró llegar a la madrugada a la Carretera Panamericana, en inmediaciones del sitio conocido como El Boquerón, donde logró tomar camino hacia la capital. Su primera esposa, María Carmen Guerrero, cuenta como cadáveres de campesinos muertos eran arrojados al río Sumapaz.

Pero este es solo uno de los testimonios que deja este oscuro periodo de violencia en Colombia. En otras aristas se podrían encontrar fácilmente relatos violentos de colombianos víctimas de los grupos guerrilleros, paramilitares, bandas delincuenciales, narcotraficantes o simples grupos al margen de la ley, irracionales todos.  O bien se pueden construir textos narrativos de otros políticos, para algunos “promisorios” que cayeron en el campo de batalla del discurso como: Jaime Pardo Leal, Bernardo Jaramillo, Carlos Pizarro y Luis Carlos Galán.

Miguel Cortés abandonó este plano de la vida un 10 de agosto de 2002, su cuerpo descansa entre el polvo y la piedra de su querida Bogotá. Su alma aún persiste entre las líneas de sus relatos con contenidos históricos que hacen referencia al panorama difuso de un periodo de incomprensión social de este país. Allí en la memoria de sus hijos y el contenido de este texto para la posteridad. 

Jorge Simbaqueba
jorgesimbaqueba@rugidosdisidentes.co

 

Imagen tomada y modificada del sitio: http://frezague.blogspot.com/2013/08/bogota-antigua-en-fotos-los-tranvias.html

 

A la orden, ¿qué libro busca?

Libreros en Bogotá

En la Calle 16, entre 7ª y 9ª, el comercio de libros tiene todos los impresos, historias, locales, conflictos y formas posibles. Fabio García es uno de los rostros de este universo de tres cuadras.

Fabio García, desplazado por la violencia y librero del centro de Bogotá, Foto de Ana María Puentes

 

Fabio García es librero del Centro Cultural del Libro hace 25 años, desplazado por la violencia en Puerto Berrío (Antioquia) en 1981, padre de tres hijos y un trabajador comprometido, como buen paisa. Pero, sobre todo, es un lector de clásicos empedernido y un defensor de la buena literatura.

“Llegué a Bogotá con un blue jean y una camiseta. Tan pronto como pude busqué un sitio donde jugaran ajedrez –en la 7 con 22–,  el 90% de mis amistades han sido ajedrecistas y yo jugué ajedrez en mi juventud. Entonces, lo encontréy ahí me ponía jugar para ganarme 5 o 10 pesos y dormía en la 13 con 22, en unas pocilgas”, cuenta Fabio, en una entrevista el lunes pasado en su librería Libros: El Búho.

Ese mismo año, se encontró con Ramón Castaño, un amigo de Antioquia; juntos empezaron a trabajar en una fábrica de tapetes, montaron empresa y en menos de tres años ya tenían cincuenta empleados. Sin embargo, la prosperidad terminó en los casinos. “De un momento a otro empezamos a retroceder. Mi amigo cayó en el juego, entonces, partí con él y seguí trabajando solo”.

Se reencontraron poco después y pudo más la amistad, (don) Fabio le prestó plata para una caseta en la  calle 19, nunca le pagó. Castaño fue desalojado, la caseta terminó en San Victorino en la 14 y luego, el Distrito la trasladó al nuevo Centro Cultural del Libro a finales de 1989. Por esos días, a Fabio García le mataron el papá en la finca y enfermó; tuvo que vender la fábrica, tomar sus propios libros y trasladarse a su nuevo local. Entre sus libros y otros que compró a editoriales empezó Libros: El Búho. “Tuve un principio fabuloso”, sonríe.

Sus clientes más frecuentes son profesores y estudiantes de las universidades. Cada vez que alguien se acerca al local, contesta con un “A la orden, ¿qué libro busca?”, oye el título y responde con un sí o un no. Cuando se le pregunta cómo logra recordar un libro entre los cientos que tiene apilados en estantes, cajas y sillas, respondeapuntado a su cabeza: “Una de las ventajas que yo tengo es que desde muy pequeño jugué ajedrez, entonces no dejo nada en el aire, todo lo tengo acá”.

Andrés Estupiñán, ingeniero industrial, es cliente hace 6 años. En esta ocasión llegó con una lista de más de 20 libros para que don Fabio los vaya trayendo poco a poco. Compra en El Búho por varias razones, por una parte, don Fabio tiene buenas ediciones, le consigue libros en papel biblia, opaco y de fina textura, y pasta dura y ambos comparten un gran gusto por Faulkner; por otra parte, compra libros usados porque le encanta pensar que ese libro ha pasado por varias manos y lleva la huella de sus dueños en forma de separadores, anotaciones y papeles personales.

Sin embargo, hoy, el negocio no es tan próspero, don Fabio apenas gana un mínimo. Asegura que, en los últimos 5 años, las ventas han bajado alrededor de 80%. Dice, por una parte, que la piratería a las afueras del edificio los perjudica y, además, las editoriales dejaron de venderles creyendo que venden copias piratas.

Como si fuera poco, las fotocopiadoras también les han arrebatado los clientes, los profesores universitarios escogen lo necesario y lo fotocopian para las clases. Y sentencia la causa final: “nuestra cultura no es de leer, los colombianos aún consideramos que el libro es una mercancía y el libro no es una mercancía. Si nosotros somos algo en la vida, lo somos es porque leemos, no podemos ser grandes desconociendo los clásicos. Pero eso es lo que hacen las universidades y los colegios”.

Se estremece de pensar que “los pilos” ahora leen “crónicas vampíricas” y “50 sombras”, y se niega a venderlos, reconociendo que podría ganar mucho con ellos.

 

El Centro Cultural del Libro, un lugar histórico

El local de don Fabio es sólo uno de los 209 que componen el Centro Cultural del Libro, un edificio con 67 años de historia. Allí mismo, en 1948, la familia Temel (judíos austríacos que huían del régimen Nazi), abrió la segunda sede de su popular Restaurante Temel cuyos clientes incluían altos funcionarios del gobierno, políticos, empresarios y periodistas). El negocio cerró en 1962, cuando la familia Temel volvió a su lugar de origen, y estuvo abandonado hasta que el Distrito compró el edificio para reubicar a los libreros informales de la calle 19 e inauguró el Centro Cultural en noviembre de 1989.

Diana Reyna administra el edificio desde sus inicios y habla con alegría sobre esos tiempos de prosperidad, pero se preocupa por el presente y el futuro del lugar. Según ella, las últimas tres alcaldías han hecho poco por el Centro Cultural, no han trabajado por la seguridad del sector ni han tomado medidas contra la piratería y con la peatonalización de lacarrera Séptima que, incrementando los niveles de ventas ambulantes e inseguridad, ha reducido sus ventas considerablemente. “Los que están aún, lo hacen de valientes”, afirma.

Marta Escobar, librera de otro local del Centro Cultural, agrega su punto de vista. “El gran cáncer de este lugar es la envidia”, dice. Cuenta que no ha sido posible formar un grupo unido entre los libreros del edificio, por tanto, la competencia es el pan de cada día.

Ella, por su parte, trata de sacar un libro bajo el brazo del cliente, busca por todas partes o lo manda a otro local para atarlo al Centro. Así lo confirma Efidio, fotógrafo y cliente: “Yo no vengo acá por lo barato, ni hago distinción entre libro pirata y original, yo sólo estoy aquí porque sé que no lo encontraría en ningún otro sitio”, dice. Mientras tanto, Marta Escobar insiste en que afuera, los vendedores de libros piratas sí son un grupo consolidado y les están ganando la batalla.

 

El mundo de afuera

Olga Lucía Giraldo llega a las 8:30 a su esquina de siempre, la calle 16 con 8ª, pone en la mesa copias piratas de los libros del momento y cuelga de una malla los códigos penales. Entre ejemplares de William Ospina, Paulo Coelho, 50 sombras de Grey y Bajo la misma estrella, habla de sus finanzas. Gana en promedio entre $600.000 y $700.000 mensuales, a cada libro “le saca” $1.000 o $2.000 pesos (teniendo en consideración que ninguno de sus productos se vende por más de $20.000 pesos). Vive de este negocio hace un año y mantiene dos hijos. Sin embargo, es consciente de los riesgos: jueves y viernes son los días que más pasa la policía recogiendo la mercancía con el camión e, incluso, se lleva a los vendedores a la UPJ.

Juan Carlos Ortiz, otro librero pirata sobre la carrera Séptima (junto al Museo del Oro), lleva 17 años en un negocio de familia. Vende 50 sombras de Grey a $25.000, cuando en la Librería Nacional está a $51.000 y El olvido que seremos a $8.000, que original cuesta $46.000, y así mismo con otros títulos. Reconoce que viola los derechos de autor, pero insiste en que pocos se pueden dar el lujo de comprar originales: “Hay mucho lector que no tiene para comprar tan caro. Entonces, viene acá”. También afirma que la peatonalización de la Séptima afectó el negocio y debe lograr el producido con estudiantes, profesores y oficinistas del centro de Bogotá.

 

Norma cumple la norma: Original y nuevo

Rosa Rubio y Yaneth Gómez son coordinadoras de venta de Editorial Norma y abogan por entregar a sus clientes, estudiantes de colegios, el material adecuado para su formación. Ambas trabajan una modalidad común por estos días, venden directamente en las instituciones textos escolares y literatura. Ofrecen descuentos de hasta el 20% y han explorado un nuevo formato, el libro digital. Cuando el estudiante compra el libro, adquiere también un PIN o contraseña que le da acceso a recursos multimedia en la red y, con esto, tanto el niño como la editorial ganan.

“Nosotros aseguramos la venta, evitamos la piratería y el re-uso, y se garantiza que por lo menos el 80% de estudiantes compren el libro”, dice Gómez, en las oficinas de Carvajal S.A sobre el Portal el Dorado, y agrega,“el libro virtual ha permitido que los chicos que son nativos digitales se entusiasmen por usar estos nuevos formatos. Captamos nuevos lectores y les aseguramos una buena educación”.

Del fenómeno de la piratería reconoce que detrás de cada vendedor hay una familia y una forma de sustento pero indica que detrás de un libro original hay muchas familias, la del escritor que invirtió esfuerzo en su redacción y la de los trabajadores de las editoriales que hacen posible la publicación de la obra, una cadena que se desconoce cuando alguien compra un libro pirata.

El panorama no es alentador ni para los libreros ni para los editoriales que enfrentan los desafíos de la tecnología con sus libros electrónicos y de la piratería con las falsificaciones baratas, en un trono de inseguridad callejera que ahuyenta a los compradores. Pero todos coinciden en que los libros sobrevivirán a esta crisis. “Los libros no se van a acabar nunca” es la advertencia contundente de Fabio García, pero admite que las formas de comercialización pueden cambiar: “Veremos que será de nosotros los libreros”.

 
Ana Puentes
anapuentes@rugidosdisidentes.co

 

 

No hay que llorar sobre la pintura derramada – II Parte

Es difícil pensar que el arte urbano está saturado, estamos más saturados de carros que de arte urbano.

Colombia es el país invitado en la Feria de Arte Contemporáneo de Madrid – ARCO 2015, Jorge Magyaroff fue uno de artistas seleccionados para representar a nuestro país en esta, que es una de las ferias de arte más importantes a nivel mundial que inició hoy 25 de febrero y culminará el 1 de marzo próximo.

Con Jorge conversamos, además, de lo que para él representa el arte, de lo que significa ser artista y de lo que se requiere cuando se pretende vivir del y para el arte, como También del futuro próximo de su obra.

 

Rugidos Disidentes – RD: Jorge, ¿es realmente posible vivir del arte?

Jorge Magyaroff – JM: Sí se puede, no es fácil. Hay que trabajar  duro para conseguir las oportunidades. En el arte hay un dilema de cómo evitar que tu obra se vuelva comercial, porque cuando un producto obedece a las dinámicas de un mercado empiezan a ocurrir cosas, el interés de la obra cambia y tienes que  empezar a generar una obra que obedezca a lógicas de mercado, de gusto, a identificar que se vende y que no… No estoy a favor ni en contra de que el arte sea vendido, yo vendo mi obra, tiene una salida comercial, pero también respeto profundamente a quienes no están dispuestos a dejar que su obra entre a las dinámicas del mercado. Si tu opción es vivir del arte, sí se puede, pero tienes que cumplir con ciertas condiciones, la primera: tienes que estar dispuesto a trabajar muy, muy duro. Se cree que el ser artista es algo chévere, que es relajado, que un artista es bohemio y loco, que trabaja un rato, se inspira, que baja la musa, se toma un cafecito. Te das cuenta que no es tan cierto. Hay quienes quieren ser artista, para no cumplir un horario. Si quieres vivir del arte te darás cuenta que vas a estar “clavado”. Yo llego aquí  todos los días a las 8 a.m., y estoy llegando a mi casa, que es cerca, a las 9 de la noche.

 

RD: ¿Quiénes compran su obra?

JM: En Colombia hay un grupo de coleccionistas ya consagrados que llevan mucho tiempo comprando arte, son algo así como las “vacas sagradas del coleccionismo” aquí. Obviamente, ellos le dan dinámica al mercado del arte, pero también, recientemente, en los últimos dos, tres años, ha empezado a concebirse una nueva generación de coleccionistas jóvenes, entre empresarios, algunos corredores de bolsa y gente que empezó a interesarse en comprar arte, que antes no tenían ese interés. Me imagino que es por la apertura de arte que ha tenido Colombia, pero además que, y eso se pudo corroborar en ARTBO, ha venido una buena camada de coleccionistas extranjeros al país, que vienen a ver qué está pasando, como te digo el país ha estado de boca en boca de la gente en esta materia.

 

hay una necesidad urgente de que el arte empiece a volverse más papa y menos caviar

 

RD: El arte es complejo de entender, ¿Cómo hacer del arte un concepto más popular?

JM: Personalmente ese es uno de mis desafíos, llegar a generar un tipo de obra que pueda ser disfrutada por alguien que tenga algún tiempo de conocimiento en arte, como por alguien que no, sobre todo me interesa ese grupo, la gente que está un poco excluida del arte. Hace un poco un profesor mío, filósofo y teórico del arte – Ricardo Arcos – decía en una entrevista que hay una necesidad urgente de que el arte empiece a volverse más papa y menos caviar, porque de alguna forma el arte ha estado, durante un largo periodo de tiempo, relegado o destinado a una elite. Se considera que es arte de “altura” una pieza de Mozart o un cuadro de Van Gogh, pero difícilmente lo es una canción de Velosa o el cuadro del señor que se hace aquí, en la ETB. Es una idea errónea que únicamente aquello que está avalado por una institución artística es arte y lo que esta fuera no lo es. Se debe romper con eso, he sentido que hay un acercamiento bastante interesante a la gente.

 

RD: ¿Dentro de ese acercamiento que usted menciona, qué papel juega el grafiti?

JM: Me encanta el grafiti porque es la manifestación artística que se exhibe en la galería más grande que existe, la calle. Tú, yo, la señora que vende dulces, mi mamá, cualquiera puede pasar frente a esta obra y sin necesidad de tener un conocimiento, o de simular que le parece interesante, se va a parar y va a dar su juicio personal sobre lo que está viendo. Hay mucha fuerza en el grafiti. También hay en algunos artistas contemporáneos la necesidad de crear un vínculo con la gente  y crean ciertas obras donde salen a la calle, hablan con las personas, interactúan con ellas, los invitan a participar de la obra y lo que se va mostrando, es el proceso de comunión del público en un proceso técnico o artístico.

 

RD: ¿Pero no estamos saturados de arte urbano?

JM: Eso es muy difícil de determinar. Se dijo que la pintura había muerto, pero sigue existiendo. Desde los años 50 se venía hablando de esto y sesenta años después, la pintura sigue vigente. Creo que el problema con el arte urbano es que tiene ese método de acción virulento que es poderoso, porque te da posibilidad de sentir que solo es ir a la ferretería de la esquina, comprar una lata de spray y luego vas a “rayar”. Esa la sensación que te deja una obra de grafiti, que como transeúnte de la calle, tal vez, puedes convertirte en el artista que pinta la obra. Ya, después, miramos la calidad de la misma, que ésta con el tiempo, se aprende. Entonces es difícil pensar que el arte urbano está saturado, estamos más saturados de carros que de arte urbano.

 

RD:¿Quién es artista? ¿Quién no lo es?

JM: Es muy difícil lograr una respuesta, hablaba con alguien y le comentaba que estaba a punto de pensar que yo no soy artista. En principio no sé qué es arte, no tengo idea. Tengo nociones, tengo ideas que me ayudan a guiar en lo que estoy haciendo, pero no sé cómo definir el arte. Leía a Lucas Ospina y decía él, que el arte no pretende generar respuestas, sino que más bien genera preguntas constantes, pero ni siquiera, pues no pueden existir preguntas al no existir las respuestas. ¿Qué “changos” es esto?, no sé y no sé si vaya a encontrar respuesta. Lo único que sé, es que me mantengo trabajando y, esto es totalmente egoísta, me genera mucho placer. Lo que me mantiene trabajando en esto es la búsqueda de placer, si es arte o no, se lo dejo al tiempo y a los críticos. Para mi es placentero un trabajo que me permita usar mis manos, que me permita hallar respuestas a problemas técnicos y de estética. No sé si soy artista siquiera.

 

RD: ¿Se puede valorar una pieza de arte, solamente, a partir de sus cualidades estéticas?

JM: Ese imaginario que el arte expresa alguna emoción ha sido revaluado hace un tiempo ya. Durante las vanguardias del arte a mediados del siglo pasado, los artistas empezaron a decir que el arte, no necesariamente, tendría que comunicar algo o expresar un sentimiento, puede ser simplemente lo que llamaron el “arte por el arte”, que era hacer una obra que fuera vista y valorada por sus cualidades estéticas, entonces allí, había todo un campo para explorar. Siento que hoy en día tenemos una mezcla de muchos componentes diferentes en una obra de arte contemporáneo, donde puedes encontrar una obra que tiene interés únicamente estético. Puedes llegar a una exposición y encontrar un rectángulo de dos metros por dos metros, rojo, al lado un cuadrado más pequeño de color amarillo y al lado una mancha de pintura en la pared, es una pieza de arte, ¿Qué sentimiento puede haber allí?, Ninguno.  Al lado, puedes hallar una pieza pictórica, expresiva, que muestra a una mujer alzando en sus brazos a un niño, realizada con unos colores rojos, ya ahí, hay una cuestión mucho más emocional. Ambas posiciones son válidas.

 

 

RD: Entonces, ¿Qué expresa usted a partir de su obra?

JM: En mi obra hay un interés por lo estético, en muchas ocasiones me centro en un interés por lo estético; el color,  la mancha, la composición. En otras, incorporo un discurso más de orden emocional  o ideológico. Procuro darle  a mi trabajo, de una manera sutil, algún contenido social, sin que sea literal, que tenga una cuestión atractiva, que te lleve a sentir que hay algo que la obra te quiere decir. Ese es el poder de la seducción, que se insinúa y te deja pensando.

 

RD: ¿Cómo construye su obra?

JM: Es el resultado de un poco más de 2 años de trabajo. En este punto ya tengo un manejo técnico, porque he hecho una búsqueda, una investigación de materiales y procedimientos. Puedo demorar en una pieza, como la exhibida en ARTBO, una semana con ayuda de asistente, mi mano derecha e izquierda. Trato de darle, de alguna forma,  a cada obra un alma, le doy a cada una su tiempo, me siento, la dibujo, miro el color, que cada esa obra se cargue de mí.

 

RD: Por finalizar esta conversación, ¿Qué le depara el futuro a Jorge Magyaroff?

JM: La necesidad ya está, estoy buscando desde la pintura una nueva propuesta, que pretende seguir tratando a la pintura como objeto, pero ya enfocado hacia otro resultado. Está todavía muy crudo, estoy en la parte de exploración de materiales, quiero trabajar con las cualidades puras de la pintura, es decir, tratar de encapsular y presentar dentro de una pieza la pintura fresca.

Muchas gracias Jorge por permitirnos este breve, pero revelador acercamiento con el arte.

 

Lea también No hay que llorar sobre la pintura derramada – I Parte

 

(Click para visitar la página web del artista)

 

Andrés Angulo Linares
andresangulo@rugidosdisidentes.co
@olugnaelgato