Carta abierta a Vanessa de la Torre Sanclemente

Lo más perverso del texto es la manera como usa la historia real de Gustavo Petro como lienzo sobre el que construye de manera magistral su propio personaje

Por, Hugo Villegas

La lectura de su texto titulado «Petro» me despertó mil sentimientos encontrados. Hace tiempo que no leía algo tan brillantemente escrito que fuera a la vez tan profundamente perverso.

La última vez que leí algo tan sobrecogedor con un estilo tan impecable, capaz de capitalizar todos los temores con una narrativa tan cautivadora, fue cuando leí la primera parte de Mein Kampf, de Adolfo Hitler, en la sección titulada «Reflexiones sobre mi vida en Viena», en la que se dirige a la dinastía austriaca de los Habsburgos, culpándolos por la decadencia de su imperio. Y luego el discurso, de talante muy parecido, dirigido al Reichstag en 1939, a propósito de la «amenaza judía» y lo que él llamó la «bolchevización de Europa».

Eran estos textos, así como el suyo, regaños desgarrados llenos de indignación y de dolor patrio, que exacerbaban la culpa en el lector desprevenido, llenando su alma de una peligrosa mezcla de odio y pánico, caldo de cultivo perfecto para el establecimiento del Tercer Reich, en las banderas, en la tierra y en los corazones y mentes del pueblo.

Usted tiene mucho talento para el thriller. El día que se decida a escribir una novela seré el primero en comprar un ejemplar porque sé que será excelente de principio a fin, no solo por su vívida imaginación sino por la excelente factura de sus textos.

Lo más perverso del texto es la manera como usa la historia real de Gustavo Petro como lienzo sobre el que construye de manera magistral su propio personaje, un proyecto de Führer criollo, astuto como ninguno, capaz de contaminar las mentes de los débiles y doblegar la voluntad de los poderosos, todo con tal de llevar a cabo su plan, que a juzgar por el pavor, la impotencia y la congoja que se lee entre líneas, debe ser diabólico, por decir poco.

Este alter-ego Hitleriano que surge de su indudablemente poderosa imaginación «le habla al oído» a los necesitados para usar su indignación, su rabia y su frustración como combustible inagotable para su proyecto personal de nación, mientras ellos, los «eternamente ignorados», estos «excluidos que no han tenido voz o han sido silenciados» son solo mencionados por usted como víctimas inocentes de las supuestas y terribles artimañas de un hábil hechicero, mientras al mismo tiempo su misiva se dirige al corrupto, asesino y abusivo establecimiento colombiano con la misma ternura de una hija amorosa que regaña a su padre cuando se ha equivocado.

Compara a quienes vemos las propuestas de Petro como una alternativa real con la gleba que de manera irracional sorprendió al mundo con el Brexit y la puesta de Trump en la casa blanca aduciendo sus mismas razones y su misma euforia, dando por sentado que una eventual victoria del candidato sería una catástrofe de similares proporciones, pero omitiendo hábilmente una mención expresa de esto.

Y me imagino que al lector desconcentrado se le escapa la traicionera nostalgia que salpica todo el texto, esa que deja entrever la imagen tutelar, casi paternal que usted parece tener de las castas políticas que se han auto-otorgado la dirección, sino la propiedad, de este inmensamente rico territorio que llamamos «Colombia».

Todos aquellos cuya pretendida sangre azul corre por sus venas mestizas como los Lleras, los Pastranas, los Gavirias y Samperes, los Turbay, los Betancur, los Barco y los Santos, y con ellos los levantados como Uribe y otros tantos hijos bastardos de reyes imaginarios, se visualizan a sí mismos como los padres afectuosos de una enorme familia, que a veces pueden equivocarse, o ser muy duros con ella, pero que todo lo hacen «por su bien» y dan a cualquiera que ose desafiar su divina autoridad el nada deseable título de «usurpador», opcionalmente sustituido por expresiones más modernas y efectistas como «dictador» o «populista».

Usted, señora De La Torre, llama «arrogante» a quien le habla de tú a tú a los pretendidos jefes de esta inmensa tribu, megalómanos incurables, sociópatas que decretan salarios de hambre para millones de compatriotas con la misma naturalidad con la que niegan las decenas, los cientos de masacres perpetradas para defender su permanencia en sus respectivas parcelas de poder, evidenciando una lamentable reverencia para con esa ralea inmunda de criminales, esos sí usurpadores, genocidas, traficantes de drogas, de influencias y de conciencias.

Y aunque su excelente diatriba merezca de mi parte quitarme el sombrero por su factura, de la misma manera debo, por respeto a mi propia conciencia, escupir sobre esa evidente oda al sistema de clases, a los prejuicios étnicos, a la barbarie hecha establecimiento.

Porque esas dinastías de sicópatas no son de ninguna manera «instituciones», sino meramente impostores. La única institución verdadera aquí es el pueblo, el que ha puesto el sudor, la sangre y las lágrimas para construir con llagas en sus manos y cicatrices en sus espíritus lo poco que hemos logrado edificar como país, no gracias a esos supuestos líderes sin ninguna legitimidad, sino a pesar de ellos.

Así no le guste que se lo digan, señora De La Torre, lo cierto es que usted y yo, y el presidente Santos, y Gustavo Petro, y Rodrigo Londoño, y Claudia López, y el señor de la panadería, y la señora del aseo, y el profesor de la escuelita en el pueblito de nunca jamás, y Álvaro Uribe, y el raterito callejero y la enfermera y el abogado y el conductor del bus SOMOS TODOS IGUALES.

Ninguno de nosotros, pueblo raso y lleno de callos, le debemos ninguna pleitesía a ninguna corbata, vieja o nueva. Sentimos el mismo frío, el mismo amor, el mismo miedo, el mismo dolor y merecemos el mismo respeto.

Hablarle de tú a tú a usted o al mismísimo presidente de la república no hace «arrogante» a ninguno de nosotros, la chusma, los que venimos del barro con la furia de doscientos años de promesas incumplidas comenzando por la original, la de los próceres de la independencia que le gritaban «¡libertad!» a la indiamenta que lideraban como si alguna vez hubieran pensado cumplir este sagrado juramento.

Estafadores originales, traidores del pueblo que les dio la victoria y luego esclavizaron para su propio beneficio.

Ninguna división social. Todo lo contrario: lo que se busca, y se está logrando, es cohesión con claridad y unidad de propósito.

Estoy seguro de que a cualquier político le va a encantar contratarla para que le escriba sus discursos por su facilidad de palabra y su impecable estilo, y hasta se agradecería, a ver si nos dejan en paz con sus pueriles cantitos de las «farrrr», de Venezuela y el ridículo ‘castrochavismo’.

Le digo la verdad, disfruté mucho leyendo su escrito. Ojalá algún día llegue yo a tener esa habilidad con las letras.

Lástima que sea falso.

Por, Hugo Villegas*

 

*Docente en Escuela de Música y Audio Fernando Sor y Profesor en SAE Institute Bogotá

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Editorial | ¿Qué le espera a Colombia en materia cultural?

La antropología define a la cultura como ese complejo “que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad», de acuerdo con la definición otorgada por el antropólogo inglés Edward Burnett Tylor en 1871.

Por, Rugidos Disidentes

La antropología define a la cultura como ese complejo “que incluye el conocimiento, las creencias, el arte, la moral, el derecho, las costumbres y cualesquiera otros hábitos y capacidades adquiridos por el hombre en cuanto miembro de una sociedad», de acuerdo con la definición otorgada por el antropólogo inglés Edward Burnett Tylor en 1871.

Para Octavio Paz “Una  sociedad es una  cultura: un  conjunto  de  individuos,  cosas,  instituciones, ideas, tradiciones e imágenes. Una realidad sui generis pues no es enteramente material ni ideal. América Latina es una cultura”.

La cultura abarca, entonces, cada una de las actividades humanas y no se reduce únicamente a expresiones artísticas, conciertos y espacios de esparcimiento, sino que está perenne como factor identitario individual y colectivo.

Si bien, la era de la comunicación nos ha permitido acceder a distintas lecturas del mundo a partir de diversas expresiones culturales y adoptarlas, incluso, en nuestra vida, existe una esencia determinada por una serie de factores intangibles que pueden establecer diferencias claras de una persona a otra, por ejemplo, por su lugar de nacimiento.

La cultura ha permitido a la sociedad reivindicación y resistencia. Podría decirse que en cada individuo existen valores culturales inviolables no negociables. El acceso de los jóvenes a cualquier tipo de iniciativa que lo integre socialmente debe ser prioridad para todo gobernante, su plan de mandato en esta área determinará el rumbo de las futuras generaciones.

Colombia se enfrentará el próximo 27 de mayo a la difícil decisión de elegir un nuevo gobernante. Siete oportunidades –dos de ellas anuladas por los medios de comunicación que les han negado el espacio de exponer sus planes de gobierno en los debates programados–, que ofrecen una visión de país. Seguridad, economía, educación y salud son los principales puntos de discusión. Sin embargo, en materia cultural también se hace necesario conocer las propuestas de cada uno de ellos y una de  nuestras mayores preocupaciones, como revista cultural digital alternativa, es la de conocer los objetivos que cada candidato tenga en esta área.

En los debates televisados que se han dado en las últimas semanas hemos tenido la oportunidad de acercarnos a los diferentes planes de gobierno y analizar, entre otras cosas, la forma de defender sus argumentos de cada uno de los candidatos, la manera de enfrentarse a su adversario político y las respuestas a los cuestionamientos que son lanzados por periodistas, demás aspirantes o ciudadanos en general.

En nuestra edición número siete nos acercaremos a las propuestas que en materia cultural presenta cada uno de los candidatos a la presidencia. Ya serán ustedes quienes juzguen si son o no las más apropiadas y si en verdad ofrecen respuestas efectivas a las necesidades que presenta el sector actualmente.

¡Bienvenidos!

Petro, mi voto será por usted

Que usted da miedo, sí, claro que sí, y eso lo tomo como un punto a su favor, pues por primera vez en mucho tiempo, quienes están asustados, son los Uribe, los Vargas Lleras y sus secuaces.

Por, Andrés Angulo Linares

El panorama político actual es complicado, no hay lugar para ambigüedades, pero tampoco para tomar decisiones a la ligera, está en juego el futuro del país, en cada elección lo está y veo impotente como cada vez más la palabra futuro resulta esquiva y molesta, pues para Colombia, la promesa de tiempos mejores termina en el inodoro, junto con la diatriba de campaña de aquel que se alza con la tan anhelada cinta presidencial.

Para ser sincero, usted como senador batalló al lado de Robledo y con otros opositores para frenar los abusos del gobierno de turno. No obstante, cuando aspiró a la Alcaldía de Bogotá me pareció detestable su forma de hacer política, causó ruptura entre el único partido opositor y vi con desconfianza su pelea con Jorge Enrique Robledo, sujeto por el que guardo un profundo respeto. No voté por usted a la Alcaldía, sin embargo, su modo de gobernar contradijo mi posición inicial. Se enfrentó a un sistema corrupto y reivindicó un sentimiento popular. Evaluar su gestión como alcalde es complicado, pues bien se sabe que el Concejo, entidad corrupta en su mayoría, hizo lo que estuvo a su alcance por detener su plan de gobierno, esto sumado al trabajo juicioso de algunos periodistas por denigrar de usted y la actitud gregaria del procurador de ese entonces, que intentó por todos los medios posibles eliminarlo políticamente, dejando  ver su parcialidad política.

No me fue fácil llegar a la decisión que tomé, votar a su favor, por encima de algunas prevenciones me cuesta. Jamás había visto un escenario político tan convulsionado en nuestro país para elegir presidente. Hace mucho no veía un sector de la izquierda con posibilidades ciertas de marcar un punto de quiebre, no hablo de la izquierda que me decepcionó desde hace mucho, tampoco hablo de ese sector de la academia que no es capaz de salir de la comodidad que supone un aula de clases, no hablo de la izquierda armada que nos trajo tantos muertos inocentes y culpables. Hablo de esa izquierda que hace oposición crítica, que pasa de las palabras a la acción y que practica la coherencia, hablo de hombres como Pizarro, Navarro, Gaviria (Carlos), de Robledo y de usted cuando estuvo como senador.

Que usted polariza, que es arrogante y que muchas veces no escucha, es cierto, pero también lo es, que para lograr un cambio se requiere ser transgresor y usted lo es, no me cabe la menor duda. Que usted improvisa, que promete mucho y hace poco, quizás sea cierto, como lo anoté anteriormente, la pésima y sesgada posición del Concejo no permite evaluar su gestión con claridad. Que usted da miedo, sí, claro que sí, y eso lo tomo como un punto a su favor, pues por primera vez en mucho tiempo, quienes están asustados, son los Uribe, los Vargas Lleras y sus secuaces. Esta vez el miedo no está en los de siempre, en los que somos mayoría, en lo más pobres.

No son sus promesas —algunas bastante complicadas de realizarse, al menos en el corto plazo— las que me llevan a votar por usted. Quizás no cumpla ninguna, quizás cumpla y no sirvan, pero lo que sí es seguro es que una  eventual (o probable) victoria suya, sentará un precedente y será la ruptura que nos permita sentar otras bases como sociedad.

No seré su amigo, seré su jefe, como lo seremos todos, seguidores u opositores suyos; abstencionistas o distraídos, y tendrá 40 millones de ojos encima suyo —así ha debido ser siempre— observando lo que usted hace y asumiendo las consecuencias de sus buenas y malas decisiones.

De mí puede esperar solamente, apoyo cuando considere que acertó y oposición crítica cuando así se requiera.

¿Qué espero de usted? Que respete al ciudadano disidente, que se aleje del clientelismo, de las prácticas que tanto condena y de los miles de lagartos que siempre están al acecho para morder un trozo del pastel, que sepa cuando aplicar un freno y ante todo, espero que usted sea la verdadera puerta de cambio que Colombia necesita.

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Editorial | El miedo es el mensaje

El miedo reencarna generación tras generación, se adapta con facilidad a los nuevos tiempos y buscar regarse por la sociedad con mayor facilidad y efectividad, no se detiene, no claudica, sólo cambia su forma y las maneras que usa para cobrar protagonismo.

Por, Rugidos Disidentes

“… El miedo es el mensaje por tranquilidad, el miedo es el mensaje para vivir en paz, soy el otro, pero temo al otro. Soy el extranjero, pero temo al extranjero…”

Estados Alterados acertó y de qué manera, ocho años después de haber lanzado Romances Científicos, su quinto álbum, nos vuelve a sorprender con un trabajo discográfico Lumisphera, del cual forma parte Miedo, canción que  fue dada a conocer el pasado 2 de marzo.

“… Tengo que desinfectarme, tengo que ir a esconderme, tengo que pagar por seguridad, el miedo es el mensaje por tranquilidad, el miedo es el mensaje para poder vivir en paz…”

Una letra oportuna que hace de esta canción la banda sonora perfecta para la coyuntura actual, en la que el miedo se ha hecho protagonista demostrando su versatilidad para adquirir simultáneamente diferentes formas y buscando nuevos canales para dejar su mensaje.

El miedo reencarna generación tras generación, se adapta con facilidad a los nuevos tiempos y buscar regarse por la sociedad con mayor facilidad y efectividad, no se detiene, no claudica, sólo cambia su forma y las maneras que usa para cobrar protagonismo.

El miedo camina rampante por las grandes ciudades, por los pueblos, por los parques. Lo vemos en la tele, lo oímos en la radio, lo leemos en la prensa e interactuamos con él en las redes sociales.

Tememos al habitante de calle, al vendedor ambulante, al extraño que no sabe una dirección; aunque no tengamos razón para ello. Tememos, con toda justificación, al ladronzuelo, al sicario, al paramilitar, al guerrillero, al abusador, al político corrupto; tememos porque así nos enseñaron, porque no había más opción. Miedo al narcotráfico, a los paramilitares, a la guerrilla, a las bacrim, al castrochavismo, al comunismo. Miedo a convertirnos en otro país, miedo al extranjero (Llámese en este caso venezolano).

El 11 de marzo es la primera de tres contiendas electorales del 2018, y el miedo ha sido el factor determinante para hacer propaganda política y para decidir por quién votar. Se firmó un acuerdo con el grupo guerrillero más antiguo del continente, con esto un miedo se apagaba, el miedo de la muerte, de la sangre, de la guerra. Pero, casi automáticamente, nació otro, el miedo de dejar en los pies de las FARC el futuro del país y lo que parecía un pataleo de un sector político del país, se convirtió en eslogan de campaña y ahora es un argumento, con el cual muchos decidirán en los comicios.

No sabemos qué es socialismo, no sabemos qué es izquierda, no sabemos, no recordamos, o nos vale huevo el exterminio del que fueron víctimas la Unión Patriótica, otros sectores de izquierda, líderes sociales, periodistas, exguerrilleros, entre muchos más, lo único que importa es que Santos, el paria ése, nos dejó de rodillas frente a los criminales y dejó el país a las expensas de la consigna comunista inspirada, para no irnos tan atrás, por Fidel Castro y Hugo Chávez.

El miedo que sentimos no es aquel que nos invita a ser mejores, todo lo contrario, es aquel que nos llama al odio, el que nos incita a lanzar dardos venenosos al contradictor, el que no nos deja pensar con claridad y al que, en verdad, nos estamos arrodillando.

El miedo nos está golpeando desde hace mucho y se alimenta del odio. Son tiempos difíciles, pero aún tenemos cómo defendernos de él, lo hacemos cuando somos solidarios, cuando entendemos que hay diferentes formas de ver el mundo, cuando nos atrevemos a cambiar, cuando decidimos salirnos de la fila.

El futuro es incierto y desesperanzador en ocasiones, pero cada grano de arena que aportemos desde nuestro diario vivir, será un golpe que damos al miedo y a sus propagadores.

Estados Alterados, pioneros en incluir sonidos electrónicos en el rock en Colombia, abrirán el próximo 16 de marzo el concierto de Depeche Mode y allí interpretarán su canción Miedo, no podría ser de otra manera, con esto la agrupación paisa, dará otro paso firme en sus 31 años de historia.

 

La Alborada: ¿tradición o vergüenza?

El primero de Diciembre del año pasado volvió a suceder, era de esperarse. A pesar de las múltiples campañas realizadas por la alcaldía y diferentes entidades públicas  y privadas, a la media noche Medellín estalló de nuevo, como ya es costumbre desde hace unos 14 años.

Por, Erika Molina Gallego

El primero de diciembre del año pasado volvió a suceder, era de esperarse. A pesar de las múltiples campañas realizadas por la Alcaldía y diferentes entidades públicas y privadas, a la media noche Medellín estalló de nuevo, como ya es costumbre desde hace unos 14 años.

Antioquia por lo general ocupa el primer lugar en número de quemados con pólvora durante las fiestas decembrinas, no aprendemos. No funcionan las prohibiciones, las multas, ni la vigilancia, porque como cosa rara, la policía se hace la de la vista gorda. Que somos los más emprendedores, los más innovadores y los más “verracos”  tal vez sí, tal vez no, depende de muchas cosas. Lo que sí es claro, es que de memoria estamos muy mal y que si la intención es demostrar poderío, ésta definitivamente no es la forma.

Campañas como No le metas fuego a la Navidad y la Huellatón no fueron escuchadas y aunque para muchos esta práctica ha menguado, la verdad es que la última noche de noviembre sigue siendo una pesadilla, una noche larga para una gran cantidad de personas, en especial para quienes tienen en sus casas niños pequeños y mascotas.

Aunque muchos de los que se divierten ruidosamente con este penoso evento piensan que es una “tradición” que ha estado desde siempre en Medellín, la realidad es que no es así, y su origen en lugar de ser motivo de celebración, debería ser motivo de vergüenza y tendría que ser erradicado por completo y de raíz, como muchas de las cosas que hacemos en Colombia casi por inercia, sin tener en cuenta de dónde vienen, cuándo nacieron o quiénes fueron sus creadores.  La Alborada no nos identifica, lo hace con aquellos que quisieron sembrar en nosotros la sombra del mal, y que tristemente, lo lograron.

En 2003 Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’ llenó a Medellín de pólvora para celebrar la desmovilización del bloque Cacique Nutibara de las Autodefensas Unidas de Colombia ―AUC. Las explosiones fueron largas y ruidosas y tristemente se han repetido año tras año hasta la actualidad. Somos un país sin memoria, no sabemos o no queremos saber, y a pesar de todas las razones de peso que existen para dejar de lado esta penosa herencia que nos dejó el paramilitarismo, seguimos disfrazándola de fiesta, de tradición, casi de patrimonio. La hipocresía nos consume, mientras nos indignamos porque en el exterior no nos bajan de “traquetos” y nos tratan con toda clase de improperios y todos los días nos quejamos, de la delincuencia, de la violencia, de la corrupción, de todo, hacemos apología al delito en cuanta ocasión encontramos.

En esta práctica de bienvenida al mes de diciembre, no hay distinción entre jóvenes, adultos, e incluso niños, las emergencias no se hacen esperar y los quemados van a parar a urgencias amargando la navidad de ellos y de sus familias. Las excusas son muchas, la más escuchada: “diciembre sin pólvora no es diciembre”. Las redes sociales son inundadas de imágenes y videos de luces y explosiones por toda la ciudad, se presumen con orgullo, como si fuera un logro, una medalla, un reconocimiento, algo digno de mostrar.

Los quemados no son las únicas víctimas, los animales y el medio ambiente son los más afectados. Las mascotas se estresan, se desesperan y hasta pueden llegar a sufrir paros cardiacos, pues su capacidad auditiva es mayor a la del ser humano, las aves se desorientan, huyen de sus nidos y en muchos casos no regresan,  y el aire de Medellín, ya bastante deteriorado, se cubre de tóxicos, mismos que van a parar a los pulmones de todos los ciudadanos, incluso de aquellos que odiamos la bendita alborada.

La quema de pólvora además de ser dañina y peligrosa, es ilegal, y esto todos lo sabemos, pero aquí todos somos “muy vivos” y no falta el vecino, el amigo y hasta el “tombo” que la consigue, eso es lo de menos. El placer y la adrenalina que genera lo prohibido nos consumen, y las explosiones más que para celebrar, retumban con fuerza para demostrar a las autoridades que al final, siempre hacemos lo que nos plazca.

Esto no es Medellín, al menos no es lo que siempre fue, no debe ser lo que aprendan las nuevas generaciones, ni lo último que recuerden los viejos antes de morir.  Medellín es belleza, calidez, amabilidad, solidaridad, un lugar en donde todos se sienten como en casa, es el chocolate de la abuela, y sus interminables historias, es campo y ciudad, debe ser civismo y educación, y aunque ya hemos logrado mucho después de años de estar sumidos en un terrible lodazal, terminar con prácticas como La Alborada sería un paso más hacia la libertad que tanto añoramos, una real, sin restos de la anticultura que nos dejó el paramilitarismo.

Por, Erika Molina Gallego

@Erikamolina122

‘Popeye’: un camino hacia la fama cubierto de sangre

La vida de los criminales es exaltada con esmero en producciones multimillonarias y su memoria perpetuada en el imaginario colectivo de la nación, mientras que el legado de personas que han sobresalido o han dado su vida a las causas justas y dignas de homenaje, han quedado olvidadas en los anaqueles de las bibliotecas.

Por, Andrés Angulo Linares

Cerca de trescientos asesinatos ejecutados por él mismo y alrededor de tres mil, en los cuales tuvo participación indirecta, son las cifras que resumen a grandes rasgos la carrera criminal de Jhon Jairo Velásquez como jefe de sicarios del Cartel de Medellín.

585 mil seguidores en YouTube, un promedio de más de 100.000 reproducciones alcanzan sus videos en dicha plataforma, dos libros de su autoría, uno de ellos escritos en prisión y más de 53.000 seguidores en Twitter, son las cifras con las cuales puede resumirse la actualidad mediática de ‘Popeye’.

La fama es un espacio reservado para unos cuantos y sus caminos son tan diversos como opuestos, no siempre se alcanza la cumbre siendo un ejemplo de vida, todo lo contrario, en ocasiones, la popularidad termina siendo un homenaje para los individuos que han dedicado su vida a construir tragedias ajenas.

La fama no lo abandonó en ningún momento, junto con el arrepentimiento por sus crímenes, el confeso asesino, se ha hecho popular en las plataformas digitales, su comportamiento no dista mucho de los ‘youtubers’ más reconocidos del momento, firma autógrafos, se toma ‘selfies’ con los transeúntes que lo asedian cuando lo ven por la calle, sus opiniones políticas expresadas en Twitter causan impacto y algunas de sus entrevistas alcanzan millones de reproducciones, es toda una celebridad. ‘Popeye’ arrepentido, como se hace llamar en YouTube, ahora recorre los senderos del estrellato en Internet.

El nacimiento de un mito

Una decisión puede cambiar nuestro destino de manera drástica e irreversible. Nacido en Yarumal Antioquia el 15 de abril de 1962, Jhon Jairo Velásquez desde muy niño sintió curiosidad por las armas de fuego, razón que lo motivó a integrarse a la Escuela de Suboficiales de la Armada en Barranquilla y luego a la Escuela de Oficiales de la Policía en Bogotá siendo aún menor de edad, sin embargo, la legalidad no representaba para él ningún aliciente, por lo cual terminó retirándose de una carrera que apenas estaba comenzando.

Su regreso a la capital de Antioquia marcó el inicio de un nuevo camino al lado de Pablo Escobar. En el Cartel de Medellín se destacó y logró ascender rápidamente hasta convertirse en uno de los hombres de confianza del ‘Patrón’. Abnegado y obediente antes las órdenes recibidas por Escobar, ‘Popeye’ se convertiría, de esta manera, en leyenda.

En entrevistas dadas a los medios, confiesa sin remordimiento los atentados perpetrados con bombas, en los cuales participó, sus asesinatos y el día en el que ordenó matar a Wendy Chavarriaga, su novia por aquel entonces, por petición directa del ‘Patrón’.

En 1992 se entregó a las autoridades y fue condenado a 24 años de prisión en la cárcel de Cómbita. De esta manera llegaba a su fin el camino que años atrás había elegido.

En el marco del cumplimiento de su condena confesó sus crímenes y sus declaraciones fueron definitivas para resolver otros tantos, entre los cuales se incluye el asesinato de Luis Carlos Galán Sarmiento, ordenado de acuerdo con las pruebas presentadas, por Alberto Santofimio Botero, destacado político en aquellos años.

Podría decirse que su constancia, disciplina y, ante todo, su lealtad ante Escobar, le dio el reconocimiento del que ahora goza de manera increíble en un sector de la sociedad que, al parecer, por las interacciones generadas en redes sociales con sus intervenciones, siente admiración por un hombre que en su espalda carga con la desgracia que él mismo provocó en miles de familias que se privaron de sus seres queridos, gracias a su eficaz acción.

Colombia: país en el que se rinde homenaje a los criminales y se olvida a los héroes

Ser crítico en nuestro país es una cuestión de valientes ejercida por algunos pocos, pues el costo de enfrentarse y de denunciar a los políticos y organizaciones  criminales del momento, suele tener un costo que en muchas ocasiones sólo es cubierto con la muerte. Así, de esta manera, Jaime Garzón, fue asesinado un 13 de agosto hacia finales de los 90.

En YouTube reposan sus recuerdo en miles de videos, episodios de sus programas, entrevistas, documentales y demás homenajes que se han producido alrededor de la imagen del fallecido humorista, ninguno de éstos supera las 800.000 reproducciones. Hoy es recordado cada aniversario de su muerte y en el ‘Garzonazo’ de RCN radio, durante unos cuantos minutos al día. Sin Internet, seguramente, sería reducido a un triste episodio de la historia política del país. Su voz, como la de muchos otros, fue silenciada y su heroica labor podría estar muy cerca del olvido total.

En enero del presente año, YouTube le otorgó a ‘Popeye’ arrepentido el Botón de Plata por los más de 220.000 seguidores que tenía en ese instante en su canal.

Las entrevistas que le han realizado alcanzan hasta las ocho millones de reproducciones. Su vida es narrada como si se tratase de una película de acción a las que nos ha acostumbrado Hollywood, las dificultades que pasó en su infancia, las acciones que lo llevaron a ganarse un espacio de importancia en el Cartel de Medellín son contadas con cierta emotividad y su aspecto humano sobresale a través del arrepentimiento que ha manifestado y por algunas acciones sociales que ha llevado a cabo, para evitar que jóvenes caigan en el agujero que representa el crimen, a partir del dinero fácil.

El arrepentimiento es el resultado de un ejercicio reflexivo que nos cuestiona sobre nuestras acciones y nos da, en muchos casos, una valiosa oportunidad para el cambio. Para ‘Popeye’, su discurso, el perdón que pidió a sus miles de víctimas y sus acciones sociales (Ver más), se contradicen con las declaraciones que él mismo ha hecho por diferentes medios, por su cercanía con los grandes capos de la actualidad y por la lealtad que aún guarda por su gestor Pablo Escobar Gaviria.

“Si Pablo Escobar volviera a nacer, me iría con él sin pensarlo”, declaró en una entrevista que concedió a Revista Bocas el 28 de agosto de 2014.”

El 9 de diciembre ‘Popeye’ se encontraba en la fiesta en la cual fue capturado Juan Carlos Vallejo ‘Tom’, poderoso narcotraficante colombiano, mientras celebraba su cumpleaños, sobre él se ofrecía una recompensa de 2.000.000 millones de pesos.

Para la Fiscalía, Velásquez estaría quebrantando los compromisos pactados para que se le pudiera otorgar la libertad, tras haber cumplido 23 años y 3  meses de condena, y solicitó la revocatoria de su libertad. Para ‘Popeye’ su presencia en el lugar de la captura de ‘Tom,’ obedecía a un evento social y dejó conocer sus airadas respuestas en su cuenta de Twitter:

«No le temo ni a la cárcel ni a la muerte».

«Hola aparecí. Las Ratas miserables que están hablando lo que no Es. Hablar sin conocer lo qué pasó es muy fácil. Eso es de las Ratas del sí. Estaba en una fiesta y pasó lo qué pasó. No es delito ir a una fiesta. Por eso me liberaron»

«No le tengo miedo a lo que le temen las Ratas del sí. Si hay que ir a prisión. Voy. En poco tiempo estaré de nuevo atacando este maldito gobierno. No le temo ni a la Cárcel ni a la muerte. Soy un guerrero y como tal. Me comporto. Soy una figura pública y puedo ir donde sea»

“Ahhhhh se me olvidaba. Fiscalía olvidesen de mí para todos los casos del cartel de Medellín. Busquen otro que les ayude hasta acá llego yo. Chaoooo pescado.” (Sic)

Rating versus ética

El flagelo del narcotráfico permeó nuestra cultura y ante el mundo la imagen del país quedó reducida a este pasaje de nuestra historia, que sumados a la violencia concebida desde grupos paramilitares, guerrilleros, BACRIM y en ocasiones, desde el mismo Estado y la corrupción política han creado un estigma en el exterior, que somete a los colombianos a calificativos infames.

Colombia ha sido protagonista de numerosos episodios en distintos ámbitos que nos permiten mantener el orgullo en alto. Grandes y destacados deportistas, científicos que brillan en el exterior por su aporte en diversas áreas, eventos culturales de gran magnitud, territorios ricos en flora y fauna, artistas reconocidos mundialmente y otros factores forman parte de los logros que el país ha obtenido a lo largo de los años. No obstante, los medios de comunicación privados nacionales y ahora Netflix se han encargado de arraigar el narcotráfico como parte de nuestra cultura, con contenidos que, contradictoriamente, reciben una gran aceptación en una parte de la sociedad.

La vida de los criminales es exaltada con esmero en producciones multimillonarias y su memoria perpetuada en el imaginario colectivo de la nación, mientras que el legado de personas que han sobresalido o han dado su vida a las causas justas y dignas de homenaje, han quedado olvidadas en los anaqueles de las bibliotecas, en los programas de Señal Colombia y en otros contenidos comunicativos, que no cuentan con la misma difusión que los productos de los canales privados.

Se exalta la trayectoria criminal y se deja de lado las historias dignas de ser contadas. La memoria del país está siendo narrada desde las ‘narcoseries’, dándole prioridad a la versión de los victimarios sobre la de las víctimas. La reivindicación de éstas ha sido plasmada en documentos académicos e investigaciones de organizaciones sociales de difícil acceso o, por lo menos, no tan difundidas.

“Mientras que la historia oficial dice que Maza Márquez, Rosso José Serrano y el Gobierno derrotaron al narco, ‘Escobar, el patrón del mal’ cuenta la historia de sobrevivencia y heroísmo de Pablito y el ‘Cartel de los sapos’ es la versión narco de nuestra historia contra los narcos.”, afirmó Omar Rincón, director del Ceper (Universidad de los Andes) y crítico de televisión del El Tiempo, en su columna de opinión del 6 de septiembre de 2015. (Ver más)

La trayectoria criminal de Jhon Jairo Velásquez, como la de otros tantos criminales, debe procurar la construcción de memoria para la no repetición y para la reparación de las víctimas, su testimonio es fundamental para esclarecer los hechos acontecidos en la época en la que el narcotráfico sembró el terror y permeo la política del país, su integración a la legalidad debe respetar los compromisos adquiridos y su vida debe ser tomada como ejemplo para evitar que los más jóvenes se conviertan en lo que, él mismo ha definido, como una generación pérdida.

Por, Andrés Angulo Linares

Editorial: Esos diciembres que no volverán

La cuadra, por aquellos finales de los 90, era vestida con los colores de la navidad. Vecinos por aquí, vecinos por allá, pintado los andenes, las calles y las fachadas. Las vías eran cerradas algunas horas para evitar que los dibujos hechos por aquellos talentosos, que con esmero donaban su arte, fueran arruinados por algún desprevenido, que contemplando el cielo de la Navidad, no se percataba que estaba dejando, literalmente, su huella sobre la cara de Papa Noel. Algunas calles aún están grabadas con un entusiasta letrero: Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo 1999.

Los vecinos, haciendo gala, de sus mejores aparatos radiofónicos, ponían a sonar a Pastor López, los bajos de la orquesta del artista venezolano, retumbaban por toda la cuadra. Cerveza por aquí, cerveza por allá. Durante todo el año era posible que los miembros de la comunidad no cruzaran palabra alguna, pero en diciembre todo el mundo es bonito, saludos por aquí, saludos por allá.

Los mechudos del barrio, los mismos que durante el año se veían “estirando trompa”, en diciembre, muy a su manera, se integraban al trabajo comunitario. Chistes por aquí, chistes por allá.

Los más chicos esperaban la tan anhelada fecha con ansias. La Navidad, para los niños, en verdad es mágica.

La novena integraba a la comunidad, el mismo parafraseo año tras año y lo más divertido eran los villancicos y, por supuesto, la comida que ofrecía la casa anfitriona que organizaba algunos de los nueve días.

La música de diciembre era, precisamente eso, música de diciembre. Qué importa que el baile no fuera lo propio de algunos individuos, si Pastor López, Rodolfo Aicardi, Los Corraleros de Majagual y otros, con sus canciones, hacían mover las piernas de todos, incluso, las de los más troncos y amargados.

Los tiempos han cambiado, diríamos pues, que por fin llegó la época más esperada del año. Sin embargo, gracias a Candela Estéreo, Olímpica Stereo, Radio Uno, entre otras más, que desde febrero inundan las ondas radiales con la música tradicional de esta fecha, diciembre comienza a sentirse desde principio de año.

El comercio en general se viste de rojo y verde desde mitad de año y la decoración decembrina empieza a verse desde octubre. Así es muy complicado. Quizás ya somos adultos, los tiempos ya no son los mismos y a las viejas tradiciones han sido adaptadas nuevas costumbres.

Sigue siendo una época en la que todos pretendemos ser bonitos, en últimas de eso se trata, de olvidar las dificultades que a lo largo del año se hicieron presentes, de olvidar también las ofensas y de dejarse contagiar por eso que llaman el espíritu de la Navidad. No obstante, la integración de los vecinos en las grandes ciudades ha sido, con el tiempo, mermada.

El 24 de diciembre era, por aquellos años, la fecha en la que casi en todas las cuadras había una fiesta. Baile por aquí baile por allá. –“¿Eres la hija de doña Bertha?, yo soy el hijo de don Luis, no te había visto”. Sí, también era la fecha en que conocíamos a las vecinas. Estos últimos años han sido algo distintos, al menos en el lugar desde donde esta editorial fue escrita.

La Navidad, aunque ha cambiado, aún conserva cierto encanto que contagia, así sea un poquito, a los amargados más radicales. Estaríamos seguros que no hay metalero que haya escapado victorioso de Pastor López o que no haya sido abrazado por un vecino mayor entusiasta que le diga: “Mijo, yo lo conozco desde que era así de grandecito”. No creemos que haya algún rebelde sin causa, que durante todo el año vocifera en redes sociales su postura contestataria y disidente al comercio capitalista que en diciembre hace su agosto, que no haya recibido un afectuoso saludo de sus viejos, rogándole con más sentimientos que argumentos, que cambie, que dios lo bendiga. No creemos que haya alguien que en el Año Nuevo no haya dejado escapar, en algún momento y por alguna razón, una lágrima de nostalgia por aquellos que ya no están.

En diciembre todos somos bonitos, de eso se trata, entonces, aprovechemos la oportunidad y, aunque sea por un instante muy pequeño, dejemos que –eso que algún día nos dijeron que era la magia de la navidad– nos contagie.

No dejaremos de ser rebeldes, no dejaremos de ser rockeros, ni mucho menos disidentes, porque un día al año nos entreguemos a esa música viejita que nos hace mover los pies.

A celebrar y, por qué no, a reconciliarnos con el otro.

Feliz Navidad y Prospero Año Nuevo disidente.

Por, Rugidos Disidentes

El libreto

Un nuevo embarazo en la familia, la noticia se esparce rápidamente, la alegría y el jolgorio no se hacen esperar. Desde ya todos empiezan a adivinar “¿qué será?” niño o niña, si la ropa será rosa o azul, si se va a parecer a la madre, al padre…

 Por, Erika Molina Gallego

El principio de todos los males

Un nuevo embarazo en la familia, la noticia se esparce rápidamente, la alegría y el jolgorio no se hacen esperar. Desde ya todos empiezan a adivinar “¿qué será?” niño o niña, si la ropa será rosa o azul, si se va a parecer a la madre, al padre…

La criatura no ha empezado a formarse y ahí está todo el mundo, decidiendo su vida, cómo se llamará, a qué escuela irá, en cuál dios creerá. Lo han imaginado perfecto, educado, bonito, decente y obediente, sobre todo obediente.

Ha nacido niña, tiene vagina, así que eso la hace niña; al menos así debe ser, tendrá que comportarse como toda una dama, perfectamente femenina, aprenderá a sentarse con las piernas cerradas, a tender su cama, a quedarse callada, a jugar con muñecas, a ser madre.

Ha nacido niño, tiene pene, eso lo hace niño; al menos eso quieren creer, tendrá que aprender a ser “macho” a jugar con carros, a no llorar, a ser fuerte, todo un “varón”.

Los primeros años son una maravilla, risas, juegos, mimos y principios rectores, pura felicidad, pero en cuanto la criatura empieza  a pensar, todo cambia. Llegan las peleas, los castigos, la imposición, la dictadura. Y es que para una sociedad en la que la obediencia es sagrada, atreverse a pensar diferente es un verdadero pecado.

La adolescencia llega y todo es un conflicto, se empieza a salir del camino, de lo que han planeado para él, y se desata el caos. Ya no le gusta la música de sus padres, ni la ropa que ellos le ponían, cuestiona sus órdenes y pensamientos, todo se descontrola y la felicidad que antes proporcionaba se va al carajo.

La ley de la vida

Una gran parte de la población de nuestra amada Colombia tiene la misma percepción de la vida, la misma visión, las mismas expectativas, y es que, tristemente, basados en nuestra idiosincrasia, el machismo, la religiosidad y el conservatismo que nos ha caracterizado, han implantado en nosotros un chip, un formato, un libreto, que nos dice exactamente cómo tenemos que vivir, los roles que nos corresponden según nuestro género y hasta la edad en la que debemos tener un trabajo, casarnos, y la cereza del pastel: tener hijos.

Alguien que decidió vivir su vida libre de los preceptos establecidos; ese que nunca maduró, nunca sentó cabeza, aquel que se atrevió a perseguir un sueño, quien dejó de hacer lo que su familia hizo toda la vida o aquel que simplemente no permitió que decidieran por él, es tildado de loco, vago, descarriado, para él hay una lista interminable de adjetivos, y no precisamente positivos.

Pero ningún “pecado” es tan grande, ninguno ofende tanto, nada hace hervir más la sangre de todo nuestro amado entorno, que el hecho de no querer tener retoños.

Para la mayoría de las personas, de todos los estratos, de todas las edades, creencias y posiciones políticas o religiosas, tener hijos debe ser un hecho casi inamovible, que tendría que estar en los planes de hombres y mujeres. Las razones son muchas, preservar el apellido, darle nietos a los padres, llevar al punto máximo la esencia y motivo de nuestra existencia, no estar solos en la vejez: “los hijos son la base de la familia” “¿entonces uno para quien trabaja?”…

Puedo quedarme citando cientos de frases que a diario se escuchan por aquí y por allá, razones sin sentido que simplemente se han dedicado a repetir como disco rayado, de generación en generación, hasta el punto de crear en la mente de quienes las escuchan la convicción de que tener hijos es casi una obligación con la sociedad. “¿Qué le vamos a hacer? Esa es la ley de la vida”.

Todos al ataque

La presión se ejerce desde todos los frentes, el primero de ellos es la familia. Las reuniones familiares se convierten en una pesadilla para aquellas parejas que desean disfrutar de su vida felizmente sin chiquillos gritando por toda la casa. Su “situación” es el tema central y los comentarios infortunados no se hacen esperar, las preguntas incomodas son el plato fuerte y la frasecita “les hace falta un niño” hace que corran del lugar en la primera oportunidad. ¿Cómo carajos saben lo que les hace falta? Tal vez sólo necesiten unas cuantas cervezas más en su refrigerador.

El segundo cañón es disparado en el trabajo, no es sino que sea el día de la madre, del padre, de la virgen del Carmen, del árbol… cualquier día es bueno para sacar a relucir los logros y travesuras de los hijos de todos los compañeros –lo cual está perfecto– si no fuera por el pequeño detalle de que al final te dicen simpáticamente: “¿para cuándo los tuyos?”, “ya estás en edad, te está dejando el tren”, “¿es que no te gustan los niños?”

La presión es realmente asfixiante y llega al punto de que la “víctima” en cuestión, termina peleando con todo el mundo o aislándose, casi completamente, para no tener que soportar los dardos llenos de veneno.

Las explicaciones nunca son suficientes y aunque se tengan miles de razones –que por supuesto no tendrías que recitar– ellos jamás entenderán.

Los datos

Según cifras preliminares del Departamento Administrativo Nacional de Estadística DANE, en 2017 se han reportado  311.972 nacimientos y según el Banco Mundial, a 2016 Colombia tenía 40 habitantes por kilómetro cuadrado, 29 más que hace 50 años. La población crece de una manera descontrolada, como también lo hacen la contaminación, la violencia y la descomposición social, mientras se reducen los recursos hídricos, el espacio y la tranquilidad.

La economía de las familias cada vez es más precaria, muchos gastos, muchos impuestos, muchas facturas, muchas preocupaciones, y claro, muchos hijos, niños que no irán a la universidad, que no cumplirán sus sueños, que seguramente tendrán que trabajar, como sus padres, en lo primero que encuentren para poder sobrevivir, mentes en las cuales implantarán los mismos preceptos, el mismo ciclo de vida: naces, creces, te reproduces, te reproduces, te reproduces, mueres.

Las verdaderas razones

Por supuesto, nadie piensa en esto, o por lo menos, no la mayoría, y los que nos atrevemos a pensar un poco en que la vida es mucho más que tener un chiquitín entre los brazos, somos duramente atacados.

Ahora, mientras contempla la cara de sus hijos, sobrinos, nietos o cualquier niño que tenga cerca, piense, vale la pena detenerse un poco y reflexionar en el futuro que les espera. No se trata de satanizar la reproducción, por eso estamos aquí, se trata de hacer una elección libre y consciente, sin presiones, sin seguir ese libreto que otros han escrito por nosotros, esos que no van a solucionar nuestras vidas. Tampoco se trata de que odiemos los niños, al contrario, se trata de que los que lleguen, lo hagan bien, y no de llenar el mundo de criaturas infelices, simplemente porque “esa es la ley de la vida”.

Empecemos a entender que cada quien es libre de elegir, de tatuarse, de viajar, de no querer estar encerrado en una oficina, de estudiar música, arte o literatura, y sí, también contaduría, derecho o teología.

Que es igual de respetable querer tener un niño, un perro o un gato, y que debe ser una decisión consciente, es hora de tener una visión más amplia, de salir del molde, de romper los esquemas, de dejar de pensar en el que dirán. Nuestra responsabilidad con la sociedad no es llenar el mundo de habitantes, es tratar de que, los que ya estamos, vivamos mejor.

Por, Erika Molina Gallego

erikamolina@rugidosdisidentes.co

Belleza

Shampoos, tinturas, secadora y planchita, o permanente.
Manicure, pedicure, rouge, sombra y rubor. No alcanza.
Extensión de pestañas, uñas esculpidas, cremas, aceites, mascarillas.
¿Qué más hace falta?

Por, Giuliana Bulus

Shampoos, tinturas, secadora y planchita, o permanente.
Manicure, pedicure, rouge, sombra y rubor. No alcanza.
Extensión de pestañas, uñas esculpidas, cremas, aceites, mascarillas.
¿Qué más hace falta?

Publicidad excluyente, publicidad que miente.
Risas, retoques, Photoshop. Joven, alta, linda, delgada.
Femenina, hetero, madre, feliz, perfecta.
Publicidad que adoctrina, la belleza se comercia.
Oferta y demanda.

Y el tiempo pasa.
Bótox, lifting, liposucción, implantes, bisturí, magia.
La belleza es una cuestión de accesibilidad económica.
La belleza es peligrosa. No alcanza.

Verano: no hay tiempo. Balanzas y cintas métricas.
Dietas, Anorexia, Bulimia, atracón, vigorexia, Curvas, Abdominales.
La belleza se mide y se pesa.
Carne que sobra, carne que molesta ¿A quién? No importa.
No alcanza.

Un evento: no hay tiempo. Talles chicos, talles únicos.
Zapatos, ropa, cartera, brillantes, lo nuevo, lo último, lo más importante.
La sonrisa y el mejor perfil, las fotos y los filtros.
La belleza tiene que pasar el examen.
No alcanza. Basta.

El modelo de belleza es un cuento. La vida no apaga el motor.
Acéptate, ámate, sé quién sos.
No pierdas más tiempo.
Belleza sos vos.

Por, Giuliana Bulus