Santiago Arde

La realidad le estalló a la sociedad clasista chilena que te etiqueta de tajo cuando te hace las 3 preguntas de rigor: 1. ¿Dónde vives? 2. ¿Dónde trabajas? 3. ¿Dónde estudiaste?

Por, Alex Bonilla

Hace un mes Chile celebraba con algarabía sus fiestas patrias con las famosas fondas y sendos desfiles militares en todos lados para conmemorar sus glorias heroicas. El 18 de octubre Santiago se incendiaba, como el climax después de una semana de pequeños disturbios motivados por el alza en la tarifa del metro en horas críticas y de mayor demanda, que entró en vigencia el 6 de octubre, por lo que estudiantes habían organizado evasiones masivas de pago. Sin embargo, la situación cada vez tomó tintes más violentos.

A medida que pasaban las horas de ese sombrío viernes, el ambiente inició a calentarse y los ánimos de la gente a caldearse, comenzaron a incendiar estaciones de metro, a poner barricadas en las calles y a los ataques en contra de los carabineros y antimotines con piedras.

Poner el origen de las protestas en el alza en la tarifa del metro, es tomar una posición miope de un problema complejo que tiene su lastre desde hace años. Esta medida que venía afectar el bolsillo de los sectores mal vulnerables es solo el botón que hizo estallar la olla de presión del descontento, ese incremento es la continuación de una serie de vejámenes y abusos arbitrarios que no miden el coste social. Bajo la excusa del desarrollo se ha ignorado y literalmente se ha hecho la vista a un lado, a la realidad de las mayorías sin mostrar la sensibilidad hacia los pobres y clase media.

El 18 de octubre quedará como un antes y un después, en el que la paciencia de la gente se reventó a tal punto, que esta ola de protestas ha continuado durante los días posteriores, tomando un giro de vandalismo y saqueos. Esto último no se justifica desde ningún punto de vista en lo absoluto, pero echa por el suelo la panacea de desarrollo económico, del que muchos en Chile hacen alarde y los cuales tienen su resonancia en la extrema derecha más rancia de américa latina.

Santiago Arde
Fotografía tomada del medio Imer Noticias: http://noticias.imer.mx

Y es que la desconexión del gobierno ha sido total, a tal punto que comentarios irresponsables como decir que “si quieren pagar una tarifa más baja que se levanten temprano”, para evitar el incremento o cuando la gente se queja del sistema de salud y menciona que para ir a tomar cupo en un hospital debe llegar muy temprano, a lo que un ministro declaró: “esta gente llega temprano para hacer vida social”. Lo anterior es reflejo de que la clase política vive de espalda a la realidad de las mayorías.  Y esto no es solo del actual gobierno, sino del anterior y del anterior. Así, son décadas de esperar el famoso beneficio económico de “rebalse” que nunca llegó a los pobres.

En enero del presente año hubo también un incremento a la tarifa del metro, luego el agua, las medicinas son carísimas, la educación de calidad es privada y de las más caras. Las pensiones son de hambre, aún cuando las AFP´s tienen sendas ganancias cada año.

Siempre me pregunté por qué acá la gente no dice nada frente a los altos precios, esa pregunta perdió su vigencia el pasado viernes, la gente está cansada de tanto abuso bajo la excusa del “libre mercado” y frente a la indiferencia de los sectores económicamente más favorecidos.

Los grafitis con consignas en las paredes el viernes decían “evade” (en alusión al pago del metro) y ya el sábado las consignas decían “Chile Despierta”.

Ver a Santiago en llamas duele

Esto se extendió a otras regiones del país, decretándose el estado de emergencia y toque de queda, escenas que nadie quería ver con militares y vehículos blindados en las calles, los cuales eran indispensables, no para reprimir la protesta pacífica, sino para contener a las hordas delincuenciales organizadas que seguían una receta de vandalismo, dejando vacías tiendas y supermercados, para luego incendiarlos.

Algo detestable es la actitud oportunista de la izquierda del país que, por ganar unos votos, salen a confrontar a los militares y lavarse con aguas de paladines de la libertad, cuando muchas de las reformas a las pensiones, la salud, y otras se siguen discutiendo desde hace más de un año, porque esos diputados de izquierdas, derechas y centros no llegan a las reuniones, pero sí toman con prontitud, acuerdos para recetarse sendos incrementos salariales.

Leí por ahí que “El desarrollo de un país se mide por el lugar del que va último y no por el éxito del primero”. En Chile, el Estado ha sido reducido a su mínima expresión como lo dictó Milton Friedman, ni siquiera toma su rol de regulador frente a los abusos recurrentes, donde los pobres son los más afectados. Creo que el grafiti que decía “Chile despierta” se ha cumplido, y ahora se pensará dos veces antes de tomar medidas insensatas. El mercado no reinará con total impunidad.

Esto que comenzó con un descontento por el alza al metro, emerge, si se permite la analogía, desde abajo, desde lo subterráneo y que nadie quiso ver, ahora llega al suelo esta realidad.

La realidad le estalló a la sociedad clasista chilena que te etiqueta de tajo cuando te hace las 3 preguntas de rigor: 1. ¿Dónde vives? 2. ¿Dónde trabajas? 3. ¿Dónde estudiaste? Ello, para perfilarte si eres digno de su amistad y estás a la altura de su peldaño social y económico.

A esta hora suenan a lo lejos las sirenas, las fuerzas del orden recorren las calles tratando de controlar el saqueo y las noticias resonando en los televisores.

Chile ahora duele, y espero que este grito de la sociedad resuene en los oídos del poder económico, para que traiga dignidad y humanidad en la cápsula del desarrollo.

Alex Bonilla

Santiago de Chile, 11:40 p.m.

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