«Estás desnuda frente a mí una vez más, lo has estado muchas veces…»
Saliste muy temprano de tu hogar
Ya estás vieja, condenaste a tus sueños a quedar atrapados entre tus piernas.
El secreto de la ventana
Pensamientos encarnizados de tu viejo lo llevan a tocarte. Mala sangre es tu padre y no sabes qué hacer.
Por, El Poeta Ebrio
Con los ojos húmedos miras expectante tus sueños a través de la ventana. Aunque eres muy joven, llevas mucho tiempo perdida en su laberinto.
Las marcas que dejó en tu cuerpo te hacen llorar y sin prisa narran tu historia.
Pensamientos encarnizados de tu viejo lo llevan a tocarte. Mala sangre es tu padre y no sabes qué hacer.
Es muy temprano, sales de tu caja a caminar sin rumbo, buscas un nuevo aire, no llevas prisa.
El vino es tu escape, ahoga tu tristeza y a él te entregas como escape a tu dolor.
Ya es muy tarde, no quieres regresar a casa. Sentada en un parque sabes que se acerca la hora, ya es media noche, debes regresar a ella.
Pensamientos encarnizados de tu viejo lo llevan a desearte. Mala sangre es tu padre y no sabes qué hacer.
Estás en casa, con zozobra y miedo miras a través de la ventana. Le temes al ogro que se esconde detrás de ti.
¿Quién es?
El tiempo no avanza, el reloj se detiene, mientras los golpes se hacen cada vez más fuertes
Por, Las Letras del Poeta Ebrio
Escucho un golpe.
—¿Quién es? —Pregunto. Nadie contesta.
—¿Quién es? —Pregunto de nuevo.
Llama de nuevo.
—¿Quién es? —Nadie responde.
¿Será un fantasma? Y solo responde la melodía de su golpe desesperado. ¿Quién será? ¿No se cansa de tocar?
—¡No más por favor! —grito— ¡Déjame descansar! Trato de dormir, quiero paz.
Vuelve a tocar. ¿Será ella? Se repite aquella pregunta en mi cabeza y aguardo el golpe que seguro se repetirá.
El tiempo no avanza, el reloj se detiene, mientras los golpes se hacen cada vez más fuertes. ¿Será ella? Vuelve a tocar una vez más. Una y otra vez.
¿Será ella? Estoy seguro que es ella. Quién más puede ser sino ella que no se cansa de tocar. Nadie más puede ser. No recuerdo su cabello, no recuerdo su nombre.
¡Estoy harto de aquel golpe repetitivo! Es un juego que no tiene sentido. Llama de nuevo a la puerta. ¡Golpea, golpea, golpea de nuevo esa maldita puerta!
—¿Quién eres?, ¿qué quieres?, ¿por qué insistes?
Ese golpe. ¡Ese maldito golpe!… Su ritmo es desesperado, el eco que produce sobre la madera retumba en mi cabeza.
—¿Quién es? —Pregunto sin fuerza…
Al fin la puerta se abre…
Un largo silencio acompaña nuestras miradas. Mientras la sorpresa llena de mi cabeza de melancolía, un adiós se asoma de sus labios…
Finalmente, quien llamaba sí era ella. Y el ataúd se volvió a cerrar.
Mi vida solía ser perfecta
Mis días suelen ser perfectos, pero aterrizo de bruces en esta puta realidad y no estás al lado mío
Septiembre
Cuando era niño solía sonreír; pero la sociedad, con el tiempo, me enseñó sus colmillos y aprendí, como ella, a odiar.
Recuerdo infame
Los demonios de mi armario llaman a su puerta, mientras yo me escondo detrás de su pared
Un poco tarde – (Crónica de un vago)
En el mismo viejo banco de madera, del mismo parque, debajo del mismo árbol me senté y me fumé el último cigarro.
Quédate, llora conmigo
Escucha mi corazón, escucha su latir que cuando deje de hacerlo
te habré perdido.