«Enormes ojos que superan la vida y la muerte al mismo tiempo»
Ródez: un diablo quiere huir de Getsemaní
«Ródez fue, quizás, ese artista excepcional, capaz de desnudar la realidad y revestirla con sus diseños»
Crónica pintada de San Joaquín: entre el monte y el río, entre María y Magdalena
«San Joaquín es un lugar para conocer, pintar, reír y compartir con la impecable amabilidad de su gente»
Micoahumado: El arte de la resistencia en medio de la guerra
Un pueblo que se libera de la guerra en medio de las montañas. Ignorado, pero nunca abatido
Puerto Patiño: el perfume del consuelo
Ellas se tragan a pequeños sorbos los aromas que se desvanecen con los años y el desconsuelo
Bocas de Ceniza: donde el olvido corroe como el salitre
«Había llegado a Bocas de Ceniza, un lugar que flota en medio del mar y el río»
Melancomelodía del río
«La encontré de día, mientras que el atardecer amenazaba con oscurecer el paisaje ya grisáceo»
Malambo, donde se lucha danzando, y el olvido se viste de color
«Ese día Malambo se viste de cumbia, fantasía, marimondas, con baile al son de negro y papayera, morisqueteando a la realidad absurda que los ha mantenido en el olvido»
Fiestas del 6 de enero en Río de Oro: una mirada antropozoomorfa
(Río de Oro, Cesar, Colombia)
Por, Jorge del Río
15 grados centígrados sofocados en coloridos trajes, impulsados por los más de 35 grados de alcohol que posee el bolegancho (bebida destilada de la caña y la panela, también llamada en otras regiones, chirrinche o tapetusa), y si quieres envolverte en el ritual de la felicidad, no te pierdas del conocido, muy amado y temido bolegancho doble sim card, se trata de una mezcla entre el bolegancho y una alta porción de cannabis.
Alucinemos con los jaguares que muestran con ferocidad sus dientes, advirtiéndonos y recordándonos que estamos pisando en su despojado territorio. Detrás de sus colmillos, de manera agazapada se hayan entredormidos un par de ojos humanizados, como destellos de las luciérnagas en las cuevas del Catatumbo. Esta escena nos permite dudar si el animal se ha tragado al hombre o es el hombre que se ha vestido con la piel del animal, o quizás es el hombre transformándose en jaguar, tal como lo hacen los taitas de la Amazonía después de hacer sus rituales con el yagé. Estos seres híbridos con características antropozoomorfas, nos recuerdan, además, a las evidencias de artefactos, grabados y dibujos precolombinos empleados para los rituales.
Hay un momento clave en la performance de este evento, y es precisamente cuando interpretan la matanza del tigre: le pelan el cuero, lo decapitan y levantan con la lanza su cabeza. Esto me remite al mismo momento en que es elevada la cabeza de un gallo en el carnaval del perdón celebrado por los kamentsá y los Ingas en el Valle de Sibundoy, Putumayo.
6 de enero de 2022, dos años después de la última celebración, revive el carnaval de la Matanza del Tigre en Río de Oro, Cesar. Gracias a la pandemia hubo una pausa, pero esta no fue motivo para apagar la chispa de la fiesta, los riodorenses demostraron una vez más de qué están hechos, fortalecidos por el amor y el trabajo colectivo para darle forma y calidad a tan importante y principal evento de un hermoso municipio con aires coloniales.
Los creadores y su técnica
La piel de sus manos se camufla en el barro, modelando una nueva creación de carácter expresionista un tanto caricaturesca, como si se tratase de la interpretación de un sueño o una pesadilla carnavalera. Es un barro cálido, amarillo naranja, con la que se fabrican los moldes para las máscaras, el mismo con el que se construyen las paredes y tejas de las casas riodorenses. Este material, además, es usado para hacer tinajas que sirven de contenedores de agua, con este también se fabrican tiestos en las que se asan las arepas de maíz molido, este barro lleva encriptado ese bello paisaje de clima agradable, de olor a cultivos de tomate, cebolla, caña y frijol, sabe a bolegancho, tabaco y café, es un material carnoso, mezclado con sudor, fiesta y colores.
Luego es preciso darle una capa de papel maché al molde en barro, adherida con almidón extraído de la yuca. Paso a seguir, se le aplica un sellante blanco para poder empezar a aplicar los colores vibrantes que realzan la magia de la máscara.
Después de un arduo trabajo, llega el momento de la parafernalia, con indumentarias y máscaras que demuestran la riqueza y belleza imaginativa de cada personaje. Jaguares, marianas, lavanderas, perros cazadores, cazadores barbados con facciones europeas, entre otros. Estos personajes elevan la ceremonia de la historia de un acontecimiento en el que el felino más grande de américa es cazado por un grupo de trabajadores afros y un cazador acompañado de sus feroces perros.
Desde muy corta edad los riodorenses emprenden el camino de la creación de máscaras, aplicando las técnicas tradicionales, empleando imaginación, belleza y color a cada pieza. Johan Sebastián Salazar tiene nueve años de edad, su carrera de artesano comenzó desde los cuatro, gracias a su amado maestro, su padre.
Con la mirada transparente, Johan Sebastián enseña con alegría el molde de su nueva máscara, y él, como todo un artista bondadoso, dona cada año su creación al museo del pueblo para ser parte de la colección de máscaras tradicionales de la Matanza del Tigre.
Alma del río, dolor y color
«Con mi bicicleta templada y un morral lleno de brochas y tarros de pintura, como quien lleva consigo a sus espaldas el cuerpo desmembrado del desquite».