Lectores es una propuesta que narra cinco proyectos bibliotecarios, literarios y de promoción de lectura existentes en la localidad de Bosa.
En Bosa son varios los procesos existentes cuyo aporte a la mediación de la lectura, y las dinámicas de editoriales, escritores y bibliotecas públicas y comunitarias, han sido clave para la construcción cultural del territorio.
Desde clubes de lectura, editoriales culturales y hasta fanzines se encuentran en diferentes puntos de la localidad con una gran oferta por descubrir.
Lectores,es precisamente una propuesta audiovisual del colectivo Eskaparate que narra la experiencia de procesos e iniciativas enfocadas en la literatura y lectura en el territorio.
Bibliotecas comunitarias como la ubicada en la casa de las luciérnagas, muy cerca al humedal Tibanica, con trabajo enfocado en la medicación literaria y diseño y elaboración de libros ambientales, la biblioteca comunitaria y popular Lucio Lara del barrio Nuevo Chile y toda la labor de recuperación de memoria histórica comunal, la biblioteca pública de Bosa, ganadora del premio Nacional Daniel Samper Ortega en el año 2021 por sus servicios durante la pandemia; y editoriales botánicas como la del Colectivo Origami en Bosa Recreo o la intercultural árabe Máktaba en Bosa Naranjos, serán los procesos y perfiles que se podrán conocer a partir del viernes 4 octubre del año en curso en www.eskaparate.co y en su canal de YouTube.
“Para nosotras es muy importante que se den a conocer los procesos de las bibliotecas comunitarias que están en Bosa, en especial acá en Nuevo Chile, y toda su oferta que se tiene disponible para la gente porque es un servicio especial para promover hábitos de la lectura” dijo Samara Escobar de la biblioteca comunitariaLucio Lara.
Lectores cuenta con el apoyo de la Secretaría Distrital de Cultura, Recreación y deporte como proyecto ganador del Programa Distrital de Estímulos, detrás de la producción se encuentra el equipo de Eskaparate.co y la realización audiovisual de Caja Mágica Films.
Mientras conversamos, tiene en su mano un Mini Rubik 2×2, un rompecabezas compuesto por 4 piezas en cada una de las seis caras de colores que lo conforman
Somos nefastos al momento de juzgar la vida ajena, tomamos los rumores como ciertos, un instante observado nos resulta suficiente para sentenciar a un individuo.
Juzgamos con profundidad y drasticidad las actuaciones de nuestros semejantes, ante las propias, somos benévolos y comprensivos.
Somos arbitrarios en nuestros conceptos, evaluamos las decisiones ajenas desde nuestra propia escala de valores, aun cuando sabemos que está condicionada por nuestras circunstancias, que por lo tanto no es del todo confiable y, mucho menos, poseedora de toda verdad.
Hablamos de lo correcto y de lo inmoral con la misma propiedad falaz con la que lo hace un líder religioso.
Los ateos niegan la existencia de dios y maldicen los tratados de la biblia por considerarlos opresores y graves afrentas a la libertad. Sin embargo, sus sentencias son tan jodidamente arbitrarias que parecen tomadas de ese “sagrado” libro.
La incoherencia de los fanáticos religiosos deja al desnudo el odio que por dentro cargan. Son capaces de lamer –en increíble acto de obediencia y de “amor” a dios– los tobillos de alguien que ha sido, según ellos, ungidos por aquella deidad, mientras que al mismo tiempo, escupen en el plato del más necesitado.
El amor del que tanto hablan solo es posible entre aquellos que, como ellos, son borregos, jamás podrá ser para los herejes que rompimos filas o que por circunstancias de la vida y de la sociedad, ocupamos un escalón inferior en esa cadena alimenticia que ubica a unos como presas y a otros como depredadores.
Somos incoherentes y Juzgamos a conveniencia, creemos tener la verdad en nuestros labios y no titubeamos al momento de condenar a otros por actuaciones propias del ser humano.
No estoy hablando de delitos, me refiero simplemente a aquellas acciones que nos muestran qué tan frágiles podemos ser ante nuestras pasiones.
Creemos que para vivir es necesario consultar ese manual que nadie ha visto, pero que nos dicta paso a paso qué leer, qué escuchar, cómo vestir, cómo amar, para lograr ser –eso que alguien llamó– “personas de bien”.
Nos rasgamos nuestras ropas ante las agresiones sexuales sufridas por las mujeres, pero no perdemos chance para invadir el espacio privado de aquella mujer que nos habló con cierta confianza. Creemos que contamos con el derecho de invadirla, solo porque somos hombres y a ese instinto debemos corresponder de manera primitiva, porque el que es macho propone y ellas son las que disponen.
Nos indignamos ante la injusticia social, pero queremos gozar de los beneficios que nos otorgan nuestro oficio, profesión o rango en una empresa.
Lloramos a los muertos, en la medida que estos sean mediáticos, para que nuestra compasión pueda ser calificada como humana. A los anónimos no, a esos pa’ qué, a los pobres tampoco. El compadecerse por ellos, nos dejaría, ante esos que queremos impresionar, como unos mamertos comunistas.
Olvidamos fácilmente que somos humanos, que nos regimos por nuestras emociones. Si bien es cierto, hay prácticas detestables como el abuso sexual, el asesinato, el robo, entre otras, y que ante estas no podemos pasar como cómplices silenciosos y que es nuestro deber esforzarnos para que sean erradicadas, también lo es, que debemos cuestionar nuestro comportamiento, pues con él, quizás sin darnos cuenta, por acción u omisión, con nuestro voto o con nuestra indiferencia, podemos estar contribuyendo a estos flagelos que nos derrotan como sociedad.
No tenemos la verdad de nada, somos humanos. Simple. Hay cosas que se salen de nuestra comprensión, entre ellas nuestras creencias y el amor. Dentro el ejercicio de respeto, de tolerancia y aceptación que debemos tener como sociedad, la arbitrariedad con la que a veces juzgamos las vidas ajenas debe ser extinta.
La manera más sencilla y efectiva que tenemos para contribuir a la sociedad, es la de mirarnos primero hacia adentro. No se trata de ser complacientes, se trata de guardar el mínimo respeto hacia las decisiones de quienes nos rodean, pues en últimas, somos de la misma especie y no sabemos en qué momento nuestra escala moral nos traicione y seamos nosotros, entonces, quienes estemos bajo el juicio ajeno.
En la emisión del 15 de abril de Cineclopedia, contó con la participación de César Alejandro Jaimes, director, productor y realizador audiovisual colombiano, cofundador de Los Niños Films