El pesebre

Era la virgen perfecta para mi pesebre, tenía una mirada inocente, un cabello largo y negro, era la ideal.

Por, Brisa Miranda Romero

(Guanajato, México)

La inquietud del sueño que tuve esa noche no me dejaba tranquilo. ¿Sería verdad lo que comentaba la gente, que los ángeles se comunican con nosotros por medio de sueños?

Tenía que cumplir lo que soñé. Había algo en mi interior que me pedía que lo hiciera, que cumpliera con lo que me pedían.

Comencé haciendo una lista de lo más importante para esa gran fecha, ocuparía adornos, veladoras, una virgen, a José, a los tres reyes y, obviamente, al niño.

Debía iniciar ya, tenía el tiempo sobre mí, estábamos a nueve días de lo que yo creía, era una profecía.

Esa misma noche, manejando por la ciudad, algo hermoso captó mi atención; era la virgen perfecta para mi pesebre, tenía una mirada inocente, un cabello largo y negro, era la ideal y la conseguí. Metiéndola en la cajuela, retorné por el camino a casa, para dejarla ahí mientras mi turno en el hospital terminaba.

Esa era la última noche que trabajaba, me habían otorgado mis vacaciones, había muchos camilleros nuevos, y serían ellos los que me cubrirían hasta fin de año.

De regreso a mi casa, encontré al José que haría perfecta pareja con mi virgen y de la misma manera que a ella, lo conseguí.

Ya tenía a dos de las figuras representativas más importantes de mi pesebre, solo me faltaban cinco, pero en el transcurso de la semana los reuní a todos, con excepción del niño, él nacería el día veinticinco, según la profecía y la tradición.

A sólo un par de días para la gran noche, compré todos los adornos, las veladoras y la ropa que vestiría a los miembros de mi misterio. Decoré lo más parecido a lo que había soñado aquella noche, dejando preparado cada lugar que tomarían mis figuras, detallando el sitio donde el niño reposaría a su llegada; para eso coloqué una tina, ocupando el lugar donde descansaría, puse las cinco veladoras formando una estrella (ya que en mi sueño, eso fue lo que más llamó mi atención) para que la luz de las velas lo iluminaran y todas las miradas en el niño se centraran.

Ya era víspera de Navidad, y eso significaba que era momento de continuar y colocar a cada uno en su lugar. Me dirigí al sótano, donde había dejado a mis seis personajes.

«Creo que comenzaré por el ángel» Le colocaría un catéter venoso central, que conectaría posteriormente a una manguera con el suficiente largo para que llegara hasta la tina donde en unas horas estaría el niño.

Después, con la vestimenta correspondiente a su personaje, el catéter se cubriría.

—¡No, te lo suplico!— logró decir en medio de un suspiro cansado, ya que desde que los obtuve a todos los mantuve sedados.

—Pide lo que quieras— continuó diciendo mi ángel, cuyo nombre real era Javier, un joven de 17 años. En las noticias lo habían reportado como desaparecido unos días atrás.

—¡Cállate!— Le dije, aplicándole un pegamento muy fuerte en los labios para que ya no hablara, realmente este chico me desesperaba. Él no entendía lo importante que era su participación, y sin importar cuánto dinero me ofreciera, no había cantidad alguna que impidiera cumplir con mi misión.

Lo vestí y en las alas até sus manos como a Cristo ataron en la cruz, se veía como un verdadero ángel. Colocándole una soga alrededor de la cintura lo suspendí en el aire y sujeté el otro extremo de la manguera a la tina. Vi como poco a poco la sangre abandonaba su cuerpo, vertiéndose  en el recipiente.

Era momento de ir por José, él seguía sedado y creo que no sería capaz de volver a despertar nunca más y si lo hiciera se encontraría atado igual que los demás.

Hice el mismo procedimiento con José y con los tres Reyes; conectando al catéter venoso, una manguera, sellando sus labios, vistiéndolos y atándolos en el lugar que les correspondía.

Entre ellos cinco casi llenaban la tina de sangre.

La última era la virgen, quien llevaba por nombre Esperanza, algo pasaba con ella, no sé si era su inocencia la que no me dejaba continuar, me quedé observándola un rato más, tomándola entre mis brazos, adormilada como estaba, descubrí su pecho, dejando a la vista esos pequeños senos que apenas se estaban desarrollando, era hermosa, pero tenía que colocar el catéter antes de que la media noche llegara, pues tenía que ir al hospital por el niño, me acababan de avisar que una mujer entró en labor de parto, y tenía que ayudar. Pero al pinchar la piel suave de mi virgen, un grito ensordecedor de dolor rompió la tranquilidad con la que estaba trabajando, y supongo que no solo yo la escuché, porque en ese momento el timbre de la puerta sonó, no respondí al llamado pues la furia que su grito me provocó, se apoderó de mí, la abofeteé y por lo fuerte del golpe se desmayó.

Terminando de colocar el catéter, la puerta de mi casa fue derrumbada por varios elementos de policía, quienes con armas de fuego me pedían que soltara a mi rehén (mi virgen).

Esposado, con las manos en la espalda, me metieron a una unidad y al revisar mi casa, reconocieron a cada uno de los personajes de mi pesebre: el ángel, Javier de 17 años; José, Daniel de 18 años; Melchor, Fernando de 16 años; ‘Gaspar’, Manuel, también de 17 años; ‘Baltazar’, Luís de 20 años y a mi virgen, Esperanza, de 15 años. Todos reportados como desaparecidos en la semana. La sirena de una ambulancia se escuchaba llegar, los paramédicos atendieron a Esperanza y la trasladaron a un hospital, y ya no supe más de ellos.

Los agentes al interrogarme no entendían que los ángeles me habían pedido que lo hiciera, que reuniera la sangre de cinco varones y de una mujer en un recipiente, donde el primer niño que naciera el día de Navidad, sería bañado, en él renacería nuevamente nuestro Mesías.

Más de dos mil años después del primer nacimiento, esto volvería a suceder.

Pero nadie me creía, la prensa me nombraba «el camillero del ángel de la muerte», aún queda la duda, ¿quién renacería? ¿Realmente sería el que vendría a salvarnos o sería el que vendría a destruirnos?

Por, Brisa M. Romero

Reseña del autor

Mexicana de 26 años de edad. Enfermera. Actualmente vivo en el Estado de Guanajuato.

Siempre agradecida con aquellos que confían en mí. Una romántica empedernida, amante  de la literatura, el dibujo y la música, me encanta pasar tiempo con los que más amo, mi fuerza para seguir adelante es mi familia y el apoyo de mis amigos.

Revisó: Erika Molina Gallego

«Un texto perfectamente logrado. Un proceso de una belleza macabra.»

Bajo un atardecer rojizo

Ese mismo día, Ta me contó de un viejo bigotón, con cabello largo y blanco, vestido de rojo, que en las noches de navidad se colaba por las chimeneas…

Por, Justo Morales Flores

(Playa del Carmen, México)

Hoy las nubes están rojas nuevamente, parecieran brasas enormes en la lejanía de un fuego ardiente que las enciende en esos tonos increíbles. Me provoca nostalgia, el corazón de un hombre frío como yo no debería conservar recuerdos, pero aquel niño errante  merodea en mis pensamientos a pesar de la lejanía de ese tiempo.

Hoy es noche buena y lo tengo presente en mis recuerdos más que nunca. Creo que no importa cuanto lo intente, jamás podré olvidarme de ese niño maltrecho.

Esta es mi historia, la historia de un pobre diablo, se las cuento desde algún lugar del mundo viviente o el mundo de los no vivientes, qué sé yo. Si estás ahí escuchando quizá lo puedas saber. Bueno, ahora relataré la historia desde aquel día, del cual tengo memoria.

Despierto en un callejón oscuro, mi almohada es una bolsa de basura y unos contenedores rotos y sucios tapan el aire frío. Llevo dos semanas viviendo en estas condiciones, no tengo idea de cómo murió mi padre, hace apenas unos días que mi madre me echó de la casa, como si fuese un animal maloliente, me abandonó a mi suerte, no lo entiendo. Nunca le hice nada, siempre hice todo lo que me pidió, solo aquel día, antes de recibir la noticia de la muerte de mi padre, yo no había querido bañarme y ella estaba molesta. Todavía tengo los moretones en los brazos, me duele el cuerpo, creo que ese día se le pasó un poco la mano, tal vez quiso desquitarse conmigo, pero, pero… Malditas lágrimas no dejan de brotar en mis ojos. Yo no maté a mi padre, no entiendo por qué mi madre se desquitó de esta cruel manera conmigo, tal vez debió considerar que solo soy un niño de seis años, pero la entiendo, ahora yo solo sería una carga para ella.

La comida aquí viene de la basura, pero no importa porque mi Ta siempre decía que debemos ser agradecidos con Dios por lo que nos da, aunque muchas veces pareciera que lo que nos da es malo para nosotros. Quizás el exilio no es tan malo, después de todo puedo ir a donde yo quiero, hacer lo que quiero sin que nadie me diga nada, puedo tomar las decisiones que quiera y bien que mal, nadie va a juzgarme porque no tengo a nadie. No me importa, ya vendrán tiempos mejores, así decía Ta. Además, hoy tengo muchas cosas que hacer, ayer escuché al niño de la calle 23 decirle a sus amiguitos que tiraría sus juguetes viejos, porque Papá Noel le traería nuevos, iré a ver si acaso entre esos juguetes usados encuentro el avión que tanto deseo, así me escapo un poco de la oscuridad de este callejón.

Nochebuena

Un día Ta me preguntó  por qué aún le decía esa palabra, la primera palabra que yo mencioné cuando quise decir Papá. Le respondí que estaba acostumbrado, pero realmente es que me fascinaba ver esos gestos tiernos en sus mejillas curvas cuando me oía, me gustaba cómo me miraba con esos ojos bellos, me hacía sentir tan feliz, como un terrón de azúcar, imaginen la inmensa felicidad de algo tan dulce. Ese mismo día, Ta me contó de un viejo bigotón, con cabello largo y blanco, vestido de rojo, que en las noches de navidad se colaba por las chimeneas de las casas para dejar bajo los arbolitos navideños, regalos para los niños que se portaron bien todo el año, pero para elegir el regalo que deseáramos teníamos que pedírselo en una carta. Yo le conté a Ta que para navidad quería pedirle a Santa un avión de juguete, para hacer que volara hasta las nubes, ahí donde los sueños se hacen realidad, en las nubes rojas que producen los atardeceres que le encantaban a Ta. Ya casi es navidad, mi padre prometió que me ayudaría a escribirle mi carta al viejo bigotón, porque yo aún no puedo escribir bien. Cuanto deseo que Ta esté aquí, que me abrace, que me cuide, que cure las heridas que me duelen. Estos últimos días hace tanto frío, hay copos de nieve por las cornisas de las ventanas y en las hojas de los árboles, las nubes grises forman conos gigantes, hasta parece que van a caer encima de la gente.

Yo no sé en qué estaba pensando Ta cuando murió, ¿habrá pensado en mí en su último momento? ¿Le remorderá la conciencia por haberme dejado solo? ¿Quién lo sabe? Daría todo de mí por tenerlo conmigo solo un momento más. Ojalá todo esto fuese solo un mal sueño, una pesadilla, que al despertar sea mi padre quien esté ahí al lado de la cama. ¡Dios! si esto es una pesadilla permíteme despertar ya, prometo que me portaré bien, haré mi tarea, me bañaré todos los días, tan solo quiero, tan solo anhelo, una vez más volver a ver a mi papá.

Después de caminar tanto y buscar entre los botes de la basura en la calle 23, he logrado encontrar muchos juguetes rotos, mal cuidados, como si el niño que los tenía disfrutara romperlos, pero por fortuna también encontré un pequeño avión de madera y es increíble, esta algo dañado pero intentaré hacerlo volar hasta las nubes, apenas los fuertes aires decaigan subiré a los edificios y le pediré que vuele, mientras tanto estoy fascinado volándolo por encima de mi cabeza, aunque tenga que sostenerlo con mi mano.

Han pasado cuatro días, estamos solos mi avión y yo, la torre de control no responde a mis llamados, no puedo despegarlo si no me es permitido, pero aun así, los aires helados se hicieron más fuertes, me duelen hasta los huesos, mi piel esta dura, áspera, tengo hambre. Ayer el dueño de una pizzería me regaló un pedazo del día anterior, estaba tan duro que apenas pude comerlo, es lo único que he comido en cuatro días. Estoy más flaco y casi no tengo fuerzas, la basura de este callejón lleva días aquí, tiene mal olor, pero no puedo irme a otro lado, porque ese mismo olor es el que aleja a la gente mala de aquí, todas las noches se oyen sirenas de patrullas, yo solo me regocijo entre estos cartones viejos. Anoche escuché que lanzaron piedras a los contenedores, creo que eran los niños del vecindario de enfrente, ellos andan juntos como una pequeña banda de malos, le robaron al señor de la panadería toda su ganancia del día, no me afecta, ese señor no quiso regalarme una sola pieza de pan, ni siquiera porque me ofrecí en limpiar su tonta panadería. No me preocupan esos niños, no tengo nada que puedan quitarme.

«Decenas de aviones enemigos vuelan por toda la ciudad lanzando granadas en las casas, debo derribarlas a todas. —Sargento, prepare los cañones lanza cohetes, destruiremos hasta la última aeronave que se cruce con nosotros—

—Sí, mi capitán—»

Esa banda de niños malos se está riendo de mí, no puedo derribar aviones si ellos están ahí. Están acercándose, tal vez ellos igual quieran jugar, son niños, más grandes que yo, pero igual juegan, ¿no es así?

¿Por qué están golpeándome? ¿Por qué me pegan? Me duele, me duelen los golpes.

—los acusaré con mi padre, los acusaré con mi padre, van a ver, van a ver… No me peguen, No, no te lleves mi avioncito, volaré hasta donde se elevan los sueños con él. No, por favor no—.

He despertado de nuevo, en este mismo callejón, me duele todo mi cuerpo, esos niños vándalos me golpearon hasta desmayarme, ya no sé qué día es hoy, ni me interesa, se llevaron mi avión, las nubes rojas están junto al cielo, quería volar hasta ellas y visitar a mi Ta, pero no podré hacerlo, deseo morir, eso es lo único que deseo. Ta, un día me dijiste que si quería algo, que lo deseara con el alma y entonces se haría realidad, pero yo he deseado tanto volver a verte y creo que eso es un deseo imposible, sin embargo morir sí es posible y sí deseo con alma morir, podre ir a donde tú  estás y quedarme contigo para siempre.

Bajo un atardecer rojizo desperté y ni siquiera me había dado cuenta, franjas rojas danzan en las paredes de los edificios del callejón oscuro, en la lejanía de las montañas puedo ver el enorme sol rojo ocultándose con majestuosidad, recuerdo que es Nochebuena. Las nubes reflejan esa luz pacífica y el callejón se ilumina tenue ante mí. El atardecer ha capturado mi atención, me siento tan lleno de paz, así eran los atardeceres que amaba papá. De repente escucho un ruido a mi lado, estoy hincado. Puedo ver junto a mí un avión de juguete, grande, tiene luces por todos lados y un control remoto para volarlo, en una parte del avión tiene escrito a mano la siguiente frase: “Cuando te encuentre volaremos hasta las nubes” sé en este momento que eso significa una señal. Veo que las franjas rojas se alejan, miro una vez más el sol antes de que se oculte por completo y entonces lo veo, al hombre bigotón. Él va subiendo en unas escaleras invisibles que se dirigen al cielo, está vestido de rojo, su cabello es blanco y es alto, tan alto como mi Ta.  Yo le grito muy fuerte y el voltea a verme, logro ver sus ojos bellos y estoy seguro que bajo esas largas barbas él me sonríe, lo pude sentir. Entonces entiendo que ese es mi padre y que mi padre es Santa Claus, que quizá se ha ido porque tenía que repartir regalos a todos los niños del mundo, por este año y el siguiente a pesar de haberme dejado solo.

No pude dejar de llorar esa tarde, entendí que no podía dejarme morir, que yo tenía que vivir, por mí y por mi padre, viví hasta los doce años en la calle, aprendí a vivir así, conservé mi avión, lo cuidé, lo protegí y lo mantuve intacto, hasta que un día en un parque muy lejano a mi callejón, recuerdo que también era navidad, yo intentaba volar mi avión y una mujer se acercó a mí, ella ni siquiera me dijo nada, solo me abrazó como si me conociera de hace mucho tiempo. Dijo que el avión lo había escogido ella para mí y que ella misma fue quien gravo las letras en él. Esa señora dijo que ella era mi madre, mi verdadera mamá.

NochebuenaDesde aquel entonces y después de indagar y responder a todas mis dudas, mi vida fue diferente, a la edad de 12 años mis pensamientos ya eran de un adulto, mi corazón era frío, pero mis sueños permanecieron intactos, he crecido, recuerdo a mi buen señor de bigotes blancos, lo recuerdo todo el tiempo, porque ese señor es mi Padre.

Hoy es Nochebuena, las nubes están rojas y vengo por las calles de la ciudad para entregar juguetes a todos aquellos niños desamparados y en cada juguete, una razón para vivir,  porque una vez, yo también estuve desamparado.

Creo que nosotros los seres humanos tenemos el poder para cambiar vidas, si es así, debemos hacerlo para bien.

Esta es mi historia, la historia de un pobre diablo.

Por, Justo Morales Flores

Reseña del autor

Originario de Tabasco, México. A la edad de 18 años viajo a la ciudad de Playa del Carmen Quintana Roo. Lugar donde actualmente radico. Comencé la carrera de Tecnologías de la Información y Comunicación, pero un año más tarde decido abandonarla. Comienzo a trabajar para el municipio de mi ciudad actual en diversas áreas. Desde pequeño presento pensamientos filosóficos por naturaleza, materia en la cual destacaba. Inicio en el mundo de la lectura, haciendo de esta uno de mis mejores pasatiempos, los libros que explicaban la creación del universo fueron mis preferidos para apasionarme. Poseo una gran imaginación, la cual plasmo en letras expresivas. Siempre tuve el sueño de escribir un libro, pero carecía de ideas. Un día leí “Ángel Caído” del escritor mexicano Arturo Anaya Treviño, un libro que rompió los esquemas de mis propios límites en la lectura. “Ángel Caído” me inspiró a crear mi propia historia y actualmente escribo un libro titulado “El Ángel Del Abismo” este será el primer libro de una saga, narrando la historia de un ser que ha sido creado para traer consigo el apocalipsis o para evitar el mismo.

Entre mis gustos más apasionados destacan el café y las charlas con amigos sinceros, el cine, observar la puesta del sol y andar sin rumbo por la carretera hasta que mis gustos me pidan volver. Andar en moto y auto. Disfruto de cada lectura  y pienso que todo libro escrito con entusiasmo vale la pena leerlo.

En mi efímero paso por la vida, cargo conmigo una búsqueda del valor de esta misma, una respuesta y una mirada en el cielo. Mi meta es ser escritor y plasmar en mis libros un mensaje que sea capaz de cambiar el mundo. Mis sueños radican en las estrellas, los dejo ahí esperando por aquellos mendigos que aún no tienen uno.

Facebook: Ave fénix

Fanpage: Inspiración

 

Revisó: Erika Molina Gallego

«Conmovedor, logra cautivar al lector a través de los pensamientos de un niño. Un relato que te arruga el corazón.»

EduComunicación en Como la cigarra… Autorreflexiones

P2_Como la Cigarra

Un programa para conocer cómo se mueven los movimientos sociales. Las voces de la gente que se mueve por la paz

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En esta última emisión de Como la Cigarra… Luego de un año de trabajo, Como la cigarra… radio hace un balance de su propuesta alter comunicativa, que permitió la reflexión, en 20 emisiones, de la situación actual de los procesos organizativos, los movimientos y las luchas sociales en Colombia y América Latina…

Bienvenidos a Como la cigarra…

Como la cigarra… es una iniciativa colectiva de organizaciones de la sociedad civil: Proyecto CEIS, Medios al Derecho – MAD, SubLiteratura, el semillero de investigación Emergencias y el portal web alternativo Rugidos Disidentes

Cineclopedia, emisión 19 de noviembre de 2018

Beto Rosero, realizador audiovisual, fue el invitado a la cuarta emisión de Cineclopedia

En Banda Sonora, hablamos de El Cuervo y de los sucesos alrededor de la producción que la convirtieron en una pieza de culto.

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Cineclopedia, un espacio para hablar, aprender y disfrutar de la pantalla grande. Historia, protagonistas y eventos en una misma franja.

La noche del cine en la radio

Literatura, un salto hacia la aventura

¿Qué sería de nosotros sin el encanto del olor de un libro, sin la emoción de las ferias, sin las historias que por algún tiempo tomamos como propias?

Por, Erika Molina Gallego

La literatura ha sido siempre uno de los grandes regalos que la humanidad se ha hecho a sí misma. Perdidos en un mundo de complicaciones y superficialidad, la literatura se ha convertido en un camino hacía una felicidad íntima, un portal con entrada en la realidad, pero con salidas infinitas, que igual puede llevarnos a los calabozos de un castillo, al comedor de un aristócrata, a un campo cubierto de trigo o de algodón, o a un pequeño cuarto donde minutos antes fue cometido un asesinato.

Una historia descubierta en unas cuantas hojas, puede hacernos llorar de tristeza, como saltar de felicidad, puede hacernos temblar de miedo, rabia o impotencia, como puede también hacernos enamorar. Abrir un libro es conectarse a una pequeña máquina del tiempo, que nos transporta lejos, ya sea al pasado o al futuro de nuestra fría y, a veces, aburrida realidad. Y es que aquí no existen los gigantes, no hay fiestas con vampiros, ni anillos misteriosos, los bailes ya no son ceremoniales, las torres han sido reemplazadas por vidrio y no hay dragones ni varitas mágicas.

¿Qué sería de nosotros sin el encanto del olor de un libro, sin la emoción de las ferias, sin las historias que por algún tiempo tomamos como propias? No seríamos más que autómatas vacíos, sin nada en qué pensar que no fuera el trabajo, las obligaciones, las aburridas reuniones, la economía y la guerra.

Aprender a leer, es pues, el salto hacia un mundo infinito, es aprender a soñar con los ojos abiertos, a vestir la piel de seres extraños y misteriosos. Es llenar nuestros cerebros de palabras desconocidas, descubrir verdades más allá de las que vemos y abrirnos paso por caminos de los cuales ya nunca vamos a querer regresar.

La lectura es tal vez una rareza en vía de extinción, una piedra preciosa que ya muy pocos ven, a causa de las superfluas distracciones que encuentran en el camino. Está entonces en nuestras manos no dejarla morir, seguir haciendo estallar la chispa que propague el fuego de la literatura, hacer que los más jóvenes encuentren su paraíso, abrir la puerta del ropero, llevarlos a la estación y permitirles saltar a la aventura.

Poner un libro en manos de un niño es salvarle la vida, es un laberinto maravilloso del cual ya no saldrá y un hermoso regalo que jamás olvidará.

Por, Erika Molina Gallego

Editora Narraciones Transeúntes

Expresiones contra culturales desde el sur

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Un programa para conocer cómo se mueven los movimientos sociales. Las voces de la gente que se mueve por la paz

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En esta emisión de Como la Cigarra… El arte y la cultura son también formas de resistencia social y política. En ellos se expresan los problemas y los descontentos, se concretan las luchas de las comunidades, y se narran las memorias de los pueblos. En todo lugar hay alguien cantando lo que no se puede contar, y en ese canto pervive la esperanza…

Bienvenidos a Como la cigarra…

Como la cigarra… es una iniciativa colectiva de organizaciones de la sociedad civil: Proyecto CEIS, Medios al Derecho – MAD, SubLiteratura, el semillero de investigación Emergencias y el portal web alternativo Rugidos Disidentes

Dimmu borgir: una noche de colores y de sonidos extremos

El 15 de noviembre se presentó en el Royal Center, la agrupación noruega de black metal, Dimmu Borgir.

Por, Andrés Angulo Linares

La potencia de The Unveiling fue el preludio de una noche dispuesta para los sonidos más oscuros que se tomarían las instalaciones del Royal Center el pasado 15 de noviembre en la ciudad de Bogotá.

La impaciencia de los asistentes por ingresar al concierto se vio altamente recompensada, cuando en tarima hicieron su aparición los integrantes de la agrupación noruega que no visitaba nuestro país desde el 2012.

No era una noche cualquiera, Dimmu Borgir, es una de las bandas más representativas del black metal a nivel mundial y que se presentara esa noche de jueves, cuando semanas atrás habían sido canceladas las presentaciones de Marduk y de Ángeles del Infierno, en Bogotá y Pereira respectivamente, daban a su presentación un golpe de rebeldía a ese grupo conservador que le teme a las expresiones disidentes.

La penumbra invadió el escenario y la fuerza de las canciones más representativas de los noruegos como Interdimensional Summit, The Chosen Legacy, Gateways y, por supuesto,  Dimmu Borgir, tema homónimo de la agrupación, indicaba que había valido el costo de la boleta y el tiempo de espera para ingresar al concierto.

La puesta en escena de Dimmu Borgir es impresionante, sus conciertos son espectáculos integrales en los cuales, la estética, la música y el sonido son combinados a la perfección. Su presentación en Bogotá dio cuenta de ello. Los cambios de colores, en acorde con los temas interpretados permitieron que cada una de las canciones atravesara las entrañas y emocionara al público asistente.

El camino de Dimmu Borgir, luego de 25 años de historia, desde su fundación en Oslo, Noruega, de 10 álbumes, varios premios Spellemann, giras alrededor del mundo y presentaciones en festivales de la altura del  Wacken Open Air y el Ozzfest, ha supuesto cambios de alineaciones en su nómina y críticas dirigidas por una parte de sus fans que sienten que su sonido, con los años, ha perdido fuerza. No obstante, su presentación en la capital colombiana contradijo dichas versiones.

Shagrath en la voz, Galder en la guitarra líder, Silenoz en el bajo, Daray en la batería  y Gerlioz en los teclados, ofrecieron un espectáculo a todo dar. Bogotá sigue siendo un territorio que abre sus puertas a los sonidos más extremos y le ha ganado la batalla a la censura y a la moral de ciertos grupos políticos y religiosos, demostrándoles que el arte no tiene que ser color rosa.

Galería fotográfica: Dimmu borgir: una noche de colores y de sonidos extremos

Posdata

La presentación de Dimmu Borgir fue el primer evento para 71 Decibeles, nuestra nueva sección de rock y significó, también, el debut para nuestra fotógrafa Zul de la Mochila. Por lo tanto, el 15 de noviembre, marcó para nosotros, como revista digital cultural alternativa, un nuevo camino.

Crónica: Andrés Angulo Linares

Fotografía: Zul de la Mochila

 

El país de los siete E y la manzana del Edén

… carguen sus tarritos de agua, siempre que vayan a cualquier instancia judicial”

Por, Jessica Yulieth Chávez Molina

Pasados los días del oso mundial que “hicimos en París” gracias a nuestro jefe de Estado, el honorable enanito –¡perdón, perdón!, no hablo de Uribe–, ni más faltaba, les hablo de Duque y su entonada lírica (que aprendió muy bien después de su reunión con Maluma), ante la UNESCO, en la que el presidente electo de Colombia explicaba los principios fundamentales de la economía naranja: “siete notas musicales, siete artes, siete enanitos, mejor dicho hay muchas cosas que empiezan por siete”. Así lo manifestó, faltándole mencionar puntos como los sietes apóstoles, y la palabra principal que lo describe a ÉL, al ENANO ‘paraco’ y machista que maneja los hilos, ustedes ya saben de quién, ni más faltaba propiciar mi muerte con su mención.

Es increíble que se pretenda sustentar ante el mundo algo tan complicado y de muchísimo cuidado como la economía naranja, que al término, y en la jerga costeña sería algo así como: “economía naranja, para exprimirnos y jodernos” ¿Así o más claro el funcionamiento de este mecanismo que propicia los juegos del hambre en la República de Colombia?, aquella tan temida, para muchos, con que se convirtiera en una segunda Venezuela. Pero les informo, hoy no somos como el país vecino, sino como Colombia, una Colombia más jodida que ayer. ¿Se percatan de la importancia que tiene el voto popular y la experiencia en cargos públicos, sumado a estudios, que como bien se lo dijeron “no se realizan doctorados en 10 días”, para evitar precisamente que el país caiga en manos de incompetentes y gente tan recalcitrante como la que tenemos en los altos mandos?

A más de 100 días del mandato de Duque, Colombia se encuentra en un Estado de conmoción interna a cuenta de los paros nacionales organizados por las diferentes universidades públicas del país, exigiendo que se les garantice mayor financiamiento para optimizar el derecho a la educación, y Duque de rumba con Maluma, ¿bonito país, no?, ¿y la reunión con los estudiantes para cuándo? ¡Ah!, y por si fuera poco, María Fernanda Cabal sale a relucir su célebre frase: “¡Estudien vagos”!, tras preguntársele qué le tenía que decir a los estudiantes respecto a las marchas pacíficas que están llevando. Imposible sostener la cordura en este país de locos.

Ahora bien, hay otro punto inquietante por estos días del cual muy poco han hablado los medios de amplia circulación en Colombia: la muerte de los testigos en el caso de Odebrecht en nuestro querido país. El caso más reciente fue la muerte del testigo clave, el Ingeniero Jorge Enrique Pizano, quien presuntamente muere por un paro cardíaco el 8 de noviembre de 2018, ¿hasta aquí todo parece normal, cierto?, pero remontémonos un poco a la historia para saber quién era este señor, nada más y nada menos, que uno de los auditores del carretero Ruta del Sol II, en el que están involucrados consorcios colombianos y la empresa constructora brasileña Odebrecht, él buscaba la calidad de testigo especial por parte de EE.UU, a cambio de entregar información y material probatorio que incrimina de forma grave a diferentes presidentes, expresidentes y altos funcionarios en Latinoamérica, lo curioso es que Pizano resultara muerto. Aún se desconocen las causas de su deceso, puesto que, al parecer, fueron “naturales”. No obstante, esta teoría del caso dio un giro inesperado tres días después de su fallecimiento, en su escritorio se encontró una botella de agua saborizada que contenía cianuro y su hijo Alejandro Pizano la tomó, perdiendo también la vida, pero por envenenamiento.

Si bien es cierto que para muchos turistas Colombia es el Edén por sus mágicos paisajes,  no resulta menos cierto, que todos aquellos testigos claves que comen de la manzana, resultan muertos, y no precisamente por entrar en el pecado (…) Porque aquí, en el país del nunca jamás, se está tecnificando la criminalidad, ya eso de decapitaciones extrajudiciales, masacres, desapariciones forzadas, bombas, y muchos actos de terror (quedan estos como exclusivos para el proletariado), pasaron a la historia. Ahora el cianuro es el “hit” para silenciar a todos aquellos que puedan tocar a los intocables e indestructibles.

Aún tengo muchos interrogatorios más allá de toda duda razonable, ¿Qué hace aún bajo el cargo el Fiscal General de la Nación, el Dr. N. Humberto Martínez?, ¿Qué seguridad jurídica se puede presentar en Colombia, donde el fiscal que investiga a los corruptos es uno más de ellos, y ni hablar de sus subalternos? Todo esto resulta como la teoría del árbol envenado, una manzana daña al resto y deben ser excluidas por completo de toda investigación. En este orden de ideas, este señor se debe declarar impedido y Asonal debe ejercer la presión necesaria para que este renuncie. Así se mostraría, por primera vez en la historia, un ejemplo de coherencia y transparencia en una correcta administración de justicia.

Me llama la atención, en gran medida, el cinismo con el que habla el fiscal, en los siguientes puntos:

  1. El fiscal afirma: “Mis amistades no están por encima de la constitución”, yo le pregunto: ¿Por qué no denuncio este acto de corrupción grave, del cual tenía conocimiento de antemano?, y donde según él, sus amistades no están por encima de la constitución, ¿Qué intereses lo “obligaron” a olvidar tan grave situación?
  2. En la conversación vía telefónica que sostuvo con Pizano, este le decía que había unas irregularidades, es decir hablaba de unas coimas, a lo que el señor fiscal afirmó: “que se trataba de un asunto grave”, pero ya conocemos la historia, nuestro fiscal general sufre de Alzheimer selectivo (…). Es un peligro para la vida y la integridad meterse con los intocables, ya se sabe la suerte que tienen aquellos que comen de la manzana con cianuro (…) Por eso muchos optan por ser, al mejor estilo de Shakira, ciegos, sordos y mudos, no precisamente por no tener los pantalones que ameritan estos casos, sino porque el Estado es un incompetente para garantizar seguridad de quienes la ameriten, Colombia es un país gobernado por paracos al que le queda grande, en este orden de ideas, garantizar derechos. Aquí no nos encontramos en un Estado social de Derecho, sino en la peor de las dictaduras de la historia de nuestro país, disfrazada de un folclore de “paz”, una paz sin garantías, ni derechos para las víctimas.

No resulta extraño que sigan apareciendo muchos más muertos relacionados con el caso de Odebrecht, sin olvidar a nuestros líderes sociales. Por eso les hago una muy sentida invitación: carguen sus “tarritos” de agua, siempre que vayan a cualquier instancia judicial.

¡Ya uno aquí en Colombia, no sabe ni porque lo quieren matar!

 

Por, Jessica Yulieth Chávez Molina

(Sincelejo-Sucre)

Abogada en curso

Corporación universitaria del caribe Cecar

Jessica.chavezm@cecar.edu.co