Duélale a quien le duela, el deber de un policía, gústele o no, es el de garantizar los derechos de los demás ciudadanos.
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Javier Ordóñez
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Hay un número considerable, que supera la tesis de las “manzanas podridas”.
Duélale a quien le duela, el deber de un policía, gústele o no, es el de garantizar los derechos de los demás ciudadanos.
Hay un número considerable, que supera la tesis de las “manzanas podridas”.